Lunes 26-07-2010.- SKIROS- ¡¡PERDEMOS LA HÉLICE!! -KIMI
(Crónica del Captain Teach en Desde la popa)
Haciendo una excepción voy a dar esta vez la palabra a un pasajero del barco, para que la narración sea desde el punto de vista de una tercera persona, ajena a nuestro mundo. He aquí lo que narró Ramiro de este nuevo incidente. Alberto Prado Salvador.
"Llevamos 25 años viajando a Grecia el mes de vacaciones y conocemos otras tantas islas de este país tan extraordinario como contradictorio; padecemos esa enfermedad que los Durrrell llamaron “islomanía”. Los primeros años giramos las visitas culturales obligadas que hacen de Grecia un destino turístico de primer orden. Ahora, con nuestros hijos, repetimos sin renunciar a conocer más islas, pues cuenta con 2000 y más de 200 de ellas habitadas.
Todo sigue aquí: el mar, el cielo, la tierra, los
griegos con sus cóncavas naves… . ¡Que nos importa que ya no encontremos a
Sócrates en el Ágora, con la tranca en la mano parando a los turistas que se
cruzan en su camino! Aquí permanece todo lo eterno. Canta Kilaidonis con ironía
“Grecia nunca muere” ( I Helada poté den pezeni) y un amigo griego contesta “
pero los griegos sí”.
Λουκιανός Κηλαηδόνης - Το βαλς ποτέ δεν πεθαινει, El vals nunca muere.
Ellos lo inventaron todo y la comedia? sigue.
Este año vinimos a Las Esporadas y la primera fue Skyros, en el Aquileas, donde Tetis escondió a su hijo tratando de eludir la inevitable tragedia homérica. El barco va de Kimi, en Eubea, a Linariá, el único puerto viable para ferries y otros barcos de cierto calado. Nos quedamos allí la primera noche con la intención de alquilar un coche al día siguiente como solemos hacer y buscar así donde quedarnos el resto de las vacaciones. Tras la ducha salimos al muelle buscando alguna taberna donde cenar.
No es que andemos a la
caza de españoles por el mundo, pero, ¡hombre!, una bandera asturiana en un
“puertín” de una isla donde apenas hay turistas extranjeros y menos aún
españoles, es una sorpresa agradable que no podíamos pasar por alto.
Saludé con
un “ buenas tardes” al lobo de mar que andaba por la cubierta y tardó en
contestar, quizás sorprendido a su vez por nuestra presencia allí, ¡Asturianos en
Skyros!.
Después de
los saludos de rigor, el intercambio de información y anecdotario
correspondiente, nos invitaron a ver con ellos el gran premio de Alemania de
Fórmula I, en el que Fernando Alonso, otro asturiano, salía en segunda posición.
Sobre todo lo agradeció Mabel, mi esposa, entusiasta seguidora de Fernando, más si
cabe cuando Alberto prometió compartir una botella de sidra por una victoria,
según él, cantada, como así fue.
Skiros es una isla “piquiñina” que no llega a 3500 habitantes en verano, contando a los turistas, la mayoría griegos. Se recorre en coche en una mañana haciendo las paradas obligadas en los sitios más guapos, pero no encontramos la casina que nos gustara y volvimos a comer a Linariá.
Skiros es una isla “piquiñina” que no llega a 3500 habitantes en verano, contando a los turistas, la mayoría griegos. Se recorre en coche en una mañana haciendo las paradas obligadas en los sitios más guapos, pero no encontramos la casina que nos gustara y volvimos a comer a Linariá.
Era el comienzo de la carrera y en el barco había interferencias, de modo que
nos trasladamos todos a una taberna cercana donde nos pusieron una tele enorme
para nosotros solos.
El placer de comer juntos la riquísima comida griega,
charlando y viendo a Fernando Alonso nos hizo olvidar hasta la sidra.
En la sobremesa Taso, el pequeño, hizo
sus juegos de magia con la baraja española que siempre lleva en los viajes y
Alberto le enseñó trucos nuevos que el rapaz agradeció con sus, “¡Es buenísimo!”.
Λουκιανός Κηλαηδόνης - Ένα Γουρούνι Λιγότερο. Un cerdo menos.
Por la tarde los chavales echaron la partida con Lola y Alberto en el barco. Después el capitán, pianista malogrado al que falta apenas un curso para terminar la carrera de piano, arquitecto de profesión y que lleva un gran teclado en el velero y Bruno, todavía principiante, nos ofrecieron un pequeño concierto mecido por el mar de Homero.
Salíamos a las siete de la mañana.
A las siete menos cuarto, sentados en un banco del
muelle frente al velero con las mochilas, esperábamos los cuatro, a perro
puesto, que abrieran el barco para iniciar la corta travesía.
Los canales entre
islas son a veces complicados en esta parte del Egeo y había amanecido muy
nuboso para lo que suele ser habitual en este mar, donde en 25 años no nos ha
llovido más de media docena de veces. Los partes meteorológicos tampoco eran muy
propicios, pero no tan malos como para temer complicaciones.
Con la mar algo rizada, una ligera
marejadilla y aumentando la nubosidad, salimos a mar abierta con Lola y Alberto
preparando la maniobra para tender velas y enfilar hacia Alonissos que
esperábamos alcanzar poco después del medio día. Navegábamos ciñendo porque el
viento entraba de proa, pero íbamos como la seda. Sin embargo el tamaño de las
olas aumentaba poco a poco.
A la vista de nuestro destino Lola y Alberto, con una pequeña ayuda de Mabel y Bruno, aleccionados por ellos, plegaron velas y encendieron el motor.
Estábamos a poco menos de dos millas del puerto, cuando
notamos que el barco no se movía y el otro velero se nos acercaba, nos alcanzaba
y nos sobrepasaba, mientras nuestro capitán trataba de encontrar el problema que
había detenido al barco. El motor funcionaba pero no impulsaba al velero.
Alberto, buceando, dio con el problema: ¡Habíamos perdido la hélice!
Bruno también empieza a
marearse. A pesar de todo, Lola y Alberto tan tranquilos, supongo que tratando
de que a nosotros no nos agarrara el “mieditis”. En ningún momento sentimos que
estuviéramos en peligro. Los tres hombrecitos de mi familia éramos unos
guiñapos tirados en el camarote, mientras Lola, Mabel y Alberto empezaban a
enfrentar lo que fue una “furtuna” en toda regla.
A media noche
cedió la tormenta y vieron la luna llena sobre el Egeo descendiendo al arrimo de
la costa este de Eubea.
Subí para ayudarlos en la maniobra y Alberto nos avisó de que,
en los momentos críticos en que nos diera las órdenes, aunque podría cagarse
tranquilamente en nuestra p*** madre, con perdón, si no hacíamos exactamente lo
que decía, eso no suponía que dejara de apreciarnos y respetar a nuestra
familia.
Al final lo conseguimos sin accidentes
con la zodiac amarrada a babor ya en punto muerto y colándonos “justinos,
justinos” en aquel “huequín” inverosímil entre dos barcos del mismo tamaño que
el nuestro, con Lola saltando al muelle para evitar que la proa del Capitán
Teach se destrozara contra el muro de hormigón.
Creo que en ese instante
escuché el suspiro de alivio de todos, o por lo menos el mío, como el de
aquellos menos trágicos que según nos contaba Alberto veían el “rayo verde” del
sol hundiéndose en el mar.
El pequeño héroe. Ο Μικρός Ήρωας. Λ. Κηλαϊδόνης .
La experiencia había sido tan intensa que creo que la amistad y la camaradería ya nos han unido a todos de por vida.He dejado muchas cosas, muchos momentos mágicos en el tintero porque el escrito se alargaba en demasía, como las puestas de sol en el Egeo entre los claros de la tormenta, el desayuno que Lola nos preparó, o la peripecia de Alberto para conseguir otra hélice en Pireas…, y tal vez otro día lo cuente si tengo humor.
Ηoy sólo quiero agradecerles su entereza, su generosidad
con la invitación, y porqué no, las inolvidables 24 horas seguidas que nos
procuraron luchando contra la “Mala Fortuna”, que Poseidón y Eolo (a los que
Zeus destruya con su rayo) nos enviaron.
Y no olvido a Mabel, consumada marinera
que supo estar a la altura de las circunstancias a diferencia de sus tres
hombres que ocultos en el camarote, como Aquiles en Skiros temíamos tal vez el
drama que nunca se habría de producir, haciendo un juego de sentidos entre el
griego y el castellano : “Afortunadamente”
Ramiro Rodríguez Prada. Kimi, Eubea, 28-julio-2010
P.D. Hasta aquí mi relato. En Desde la popa se puede leer la crónica completa junto con algún comentario. También tiene interés, en relación a ésta, la siguiente, un escrito de Alberto en el que dedica un par de líneas a este periplo, que para ellos sólo fue un simple y molesto contratiempo, junto con la descripción de esa ida y vuelta al Pireo para hacerse con otra hélice (Propela).
¡Nuevos ánimos a Lola y Alberto!
Είμαι ένας φτωχός και μόνος καουμπόυ. Soy un pobre vaquero solitario. Αθήνα, Atenas 1978.
Salud.
Ra