miércoles, 21 de agosto de 2013

71


Oviedo,  2012.



Salí a tirar la basura



y la tiré. ¿La tiré? ¿Salí?. Sí, imagino que la habré tirado, luego saldría. ¿Dónde la tiré? ¿Cuándo? Supongo que en los cubos o en los contenedores, por la noche, ¡qué importa! ¿Cómo? ¿Porqué? Levantando las tapas y dejando las bolsas. ¿Porqué?, porque estaban llenas y olían mal. ¿Estás seguro? ¡Joder, yo que sé! La memoria reclama datos precisos, respuestas concretas, se agarra a cualquier fecha u hora y la eleva a la categoría de trascendental, aunque después se demuestre que se equivocó en varios minutos: tal día, a tal hora, en tal lugar, murió Fulano..., o no pasó nada. Entonces se calma, ya tiene su versión, su verdad. A la mañana siguiente compruebas que, ¡oh, sorpresa!, te habías olvidado de tirar la basura y todo era un sueño pesado de última hora. Después, en el periódico del día, lees la esquela de un vecino.



Agazi Dimitruka. Zulfu Livaneli. María Faraduri.   Tora íne argá.  Ahora es tarde.






Salud y felices pesadillas



ra