León 2011. |
El libro de versos Escupideces, de Teresa Naranjo, inaugura la colección ´Válvula de escape` dentro de un proyecto de edición en la red llamado E-bookprofeno, aventura de Felipe Zapico y sus amigos, como ya comentamos en la primera entrada que dedicamos al poemario el día 28 de marzo.
Repetimos aquí las direcciones para facilitar el acceso a quien le apetezca, el libro se puede leer inmediatamente, ahí lo tenéis, no os defraudará.
Viene precedido por un prólogo de presentación de Carmen Bermejo que, desde la humildad, sin pretensiones pero con redacción cuidada y con ternura nos introduce a la escritora. Lo hace de manera familiar, pues confiesa ya en la primera frase que es prima suya y, aunque las une el cariño además de la sangre, no sabía que Teresa escribiera.
Estamos pues ante una poeta oculta que nos descubre su intimidad.
Los portazos
también son tortazos!!
...Sólo que en otro marco.
(63)
Escribe Carmen, para despedir su introducción, que no lee las solapas de los libros ni los prólogos, yo sí lo hago como ves, Carmen y, como el tuyo, a veces me gustan. Dices que sólo disculpas a los prologuistas por la ilusión de aparecer junto al autor, autora en este caso. Tal vez sea un hecho no del todo extraño, en particular si disfrutas lo que escribe la prologada.
Me estrellé contra la luna
la luna vio las estrellas
y yo los trozos de luna.
(95)
La poesía de Teresa está llena de juego que se anuncia ya en el título, no siempre gozoso sin embargo. Hay un intento de rebajar lo trascendente con esa adición de la estupidez al escupitajo. Estupideces ninguna y escupitajos tal vez sólo porque son cortos y con frecuencia contundentes, con la suciedad de la vida misma, el retrúecano para nuestra vida privada más mostrenca, pero sin mala baba ni escatología.
Trampas verbales, encuentros felices, humorísticos, inquietantes en ocasiones, y amor y desengaño.
La luna
tiene una relación
lésbica
con una estrella
porque el sol
nunca logró
calentarla
(70)
lésbica
con una estrella
porque el sol
nunca logró
calentarla
(70)
Por las abundantes menciones a una relación de pareja llena de dudas, de desencuentros, silencios y soledad, a esa distancia que después de los años no sólo se nos antoja insalvable sino que parece aumentar y hacerse abismal, como si nuestro compañero fuera un extraño y siempre lo hubiera sido, por su insistencia en ese anularnos, como en una relación de odio y no de amor, por eso y por el dolor del fracaso y la impotencia de sabernos atados, sin salida, el libro destila amargura y tristeza. Dolor.
Todo tú me sabes
a menta
y a ira.
...Eres de mentira.
(56)
Sólo su gusto por el juego, los hallazgos lingüísticos y el humor, muy presentes, nos permiten respirar y sonreír pese a todo. Y eso se lo agradezco especialmente.
También algunas llamadas a una cotidianidad prosaica que sin embargo matiza nuestra vida y con frecuencia la limita.
Este es de los pocos que titula, Pasión, pero con su permiso y sólo aquí lo retitularé, aunque sobre, Pasión a remojo.
Cariño, ahora no puedo hacer el amor contigo
se me ha olvidado poner los garbanzos
en agua
(99)
Después de esta segunda lectura más a fondo he ido seleccionando algunas citas, que son en realidad los poemas completos porque la mayoría son cortos y permiten ese lujo, y pensé que en lugar de hacer un largo capítulo sobre el libro, era mejor dedicarle algunos, cortos como estos, y de ese modo volver a recordalo por si los remisos se deciden por fin a leerlo. Os reiréis pero, como en toda buena obra, hay poco espacio para sentimentalismos, no son lágrimas dulces.
Y termino con un pequeño cóktel molotov envuelto en un lenguaje de celofán, sencillo, infantil se diría, nada naïf, en absoluto inocente, y dulciamargo, como la dulcamara.
El día que por sorteo
me toque vivir
voy a ir al cine
y si me da para más
me compraré palomitas
(92)
Salud a Teresa, la poetisa*, y a todos los que intervienen en este proyecto de lunáticos maravillosos, Carmen, Sol, Valentín, Felipe..., y a todos vosotros, desconocidos lectores.
*Aunque muchas mujeres que escriben poesía reclaman la palabra poeta para los dos sexos, el poeta o la poeta, cuestión que me parece bien, debo decir que en griego se usa la forma sin género, pero el sufijo -issa, como rebétissa, indica el femenino y poetisa sería casi literal del griego poetissa. Confío en que esta polémica, que considero un poco estéril, no alcance a Teresa y si lo hace disculpe el atrevimiento, me gusta esa palabra, al márgen de lo que designa. También poeta.
Besos.
Ramiro Rodríguez Prada.