martes, 10 de diciembre de 2013

Sombras de Rodas, Σκιές της Ρόδου


La sombra de la columna de Elafina.
Puerto de Mandraki, Rodas. Grecia, verano 2013.

Ciervos y colosos


Gamos o ciervos. La mayoría se decanta por éstos últimos. En la bocana del antiguo puerto de Mandraki, que no tendrá más de 25 metros de anchura, dos columnas coronadas por ciervos de bronce, el de poniente macho y la de levante hembra, reciben al navegante que llega.

Son Élafos y Elafina,  pareja de esculturas que ocuparían los lugares donde antes pisaron los pies del Coloso de Rodas, abierto de piernas para permitir el paso de los barcos, apoyando un pie en cada orilla. Hoy los dos ciervos son casi el símbolo de Rodas, y sus efigies, junto al sol que recuerda a Helios, están por toda la isla. La columna de Elafina cayó hace años pero ha vuelto a ser levantada.
Existe también el proyecto de construir, en algún lugar del muelle, un Coloso en acero aún más colosal que la maravilla primitiva, dicen que de 60 a 100 metros de altura, ya encargado al alemán Gert Hof, ¿será broma?, ¡si no lo veo no lo creo!...

La ingeniería moderna pone en duda que la ubicación del Coloso fuera posible en el lugar que la tradición le atribuye, por una cuestión de pesos, se habría partido por las ingles, y los historiadores prefieren situarla en la colina de la antigua Acrópolis, en el monte Smith, del que tanto habla Durrell en su libro sobre el Dodecaneso, Reflexiones sobre una Venus marina. "Una estatua de mujer, de periodo incierto, hallada en el fondo del puerto de Rodas, perjudicada por el agua del mar", ésa es la musa de Lawrence en Rodas.

Desconozco la razón de porqué eligieron a los ciervos, tal vez porque la isla era boscosa en la antigüedad, y aún conserva valles profundos con vegetación espesa y montañas pobladas de grandes árboles, pero no se habla de ningún culto a Artemisa, que era la diosa cazadora y los ciervos sus animales totémicos, los que arrastraban su carro. Tengo entendido que todavía quedan gamos salvajes en algunos lugares de la isla.
El mito de Elafio, que recoge Graves, se desarrolla en la Grecia del norte y continental. Era el ciervo de cuernos de oro que acabó cazando Heracles en uno de sus trabajos, también la nodriza de Artemis y ella misma, casi como un título, "parecida a una cierva". Y tampoco hubo culto a la Afrodita marina de Durrell, que yo sepa.

El que sí aparece en el origen mítico fundacional de Rodas es Helios. Lourenzinho. Todavía hoy el sol lleva ese nombre en Grecia, no Lorenzo sino Ἥλιος, (pro. Ílios).


La cierva al atardecer sobre el muelle de Mandraki.
Rodas, agosto 2013.

La historieta cuenta que Zeus repartió el mundo y se olvidó de Helios. Éste le pidió un reino sumergido que hasta entonces pertenecía a Poseidón. Así emergió Rodo, una hija del dios del mar, que dio nombre a la isla y se casó con Helios. En los mitos de los dioses solares que dieron origen a las religiones modernas, el dios único que representaba al Dios Padre, centro del cielo, Zeus en el panteón olímpico, acabó usurpando las prerrogativas de Helios como deificación del sol. Y Apolo hizo el resto. Helios quedó casi como un dios menor que representaría el fuego sagrado.

Helios conducía el carro del sol desde el amanecer hasta el ocaso, tragado por el mar reaparecía por el este.
Casi su hijo Faetón lo superó en fama. Quiso conducir el carro de su padre pero los caballos se encabritaron y Zeus lo chamuscó antes de que hiciera una avería. Al parecer en Rodas se lanzaba una cuadriga al mar por un alto acantilado conmemorando la hazaña.

Pero aunque Helios, llamado por algunos autores Hiperión, quedara un poco relegado, nadie podrá negar la condición solar de Rodas. Es cierto que hay muchas islas griegas donde la blancura, el azul del cielo y el mar, y el sol, se imponen, pero en pocos sitios como en Lindos por ejemplo, tienen tanta potencia la luz y los colores.

Y falta el Coloso. Que es otro modo de seguir con Helios puesto que la estatua se erigió como representación de y gratitud al dios de la ciudad, para conmemorar la victoria sobre Demetrio Poliorcetes El sitiador de ciudades, que puso cerco a Rodas el 305 a. d. C. Se ventilaba la herencia de Alejandro Magno y la supremacía en el Mediterráneo entre el macedonio Demetrio y los Ptolomeos de Egipto, con los que Rodas, por cuestiones estratégicas de proximidad y comercio, estaba aliada.

Se atribuye al escultor Cares de Lindos, que hizo un mal cálculo de materiales, se arruinó y se suicidó. La terminó uno de su pueblo, un tal Laques. ¿Galgos o podencos, gamos o ciervos?..., cada uno da una medida diferente del tamaño del Coloso: 30, 32, 33, 35, 37, 40..., metros de altura.
Plinio el Viejo escribe que tenía 70 codos, con una base de 40 (15 m.), que tardaron 12 años en levantarla y que costó 300 talentos. Con esas medidas pesaría unas 70 toneladas. Historiadores antiguos que registraron noticias del Coloso fueron Polibio y Estrabón, y  posteriores. Durrell cita a Diodoro.
Tampoco hay acuerdo en los años que se mantuvo en pie, que si 56, 65, 78.. . Parece que fueron 66 años hasta que un terremoto la echó abajo en el 226 adC. (según otros el 227).


En la bocana del puerto de Mandraki,
la sombra de Elafina y la torre de San Nikolás, el faro.
Rodas. Grecia, verano 2013.

Después de ocho siglos, cuenta la leyenda que un judío compró los restos de bronce y tuvo que usar 900 camellos para transportarlos. La historia seguía la invención del Coloso en la bocana de Mandraki con los barcos pasando entre sus piernas, en realidad de origen medieval.
Pero lo que no nos pueden quitar es la fantasía, esa imagen icónica del Coloso abierto de patas con la antorcha en alto que nos quedó de niños. Yo hasta muy tarde pensé que todavía existía...

He incluido esta entrada en Ombres por las fotografías y esas dudas  de fechas y dimensiones, aunque en realidad iría mejor en Archipiélagos, pero ahí quería hablar más de nuestro viaje que de la Rodas mítica o histórica.

La mayor sombra que encontramos en Rodas capital, fue la presencia de un grupo de niños gitanos, explotados por sus padres, que se pasan el día y parte de la noche tirados por las calles, recorriendo las terrazas tocando el acordeón o el baglamá, o haciendo estatuas, pidiendo, asfixiados de calor y alimentándose de porquerías y de los restos de los turistas, ante la pasividad de las autoridades. Pero a eso dedicaré también algún capítulo en su día si tengo salud.

Hasta mañana

Ramiro Rodríguez Prada 


Níkoς Γράψας.  Kάτω στη Póδo. Abajo en Rodas.