Estadio olímpico de Atenas, agosto 2011 |
La corrupción en el deporte es ya casi un lugar común, uno de los temas favoritos en las novelas de Petros Márkaris. Lo fue el amaño de partidos en una de las divisiones inferiores del futbol griego, los chanchullos en el negocio de los Juegos Olímpicos, o el posterior abandono y ruina de algunas instalaciones deportivas muy poco tiempo después de la conclusión de las Olimpíadas. Y siempre en danza el juego sucio, el dinero negro, la ambición desmedida y la total ausencia de escrúpulos.
El dopaje en la élite del deporte de competición es uno de los temas de la novela, Con el agua al cuello, a la que nos estamos refiriendo en estos tres capítulos. Es un asunto que aquí nos suena mucho.
Hay que recordar que en Grecia cortó la carrera deportiva de dos de sus medallistas olímpicos por positivos en los prolegómenos de los Juegos de Atenas. Eran héroes allí y supuso una conmoción nacional, porque un país tan pequeño es raro que logre alzarse con una medalla en cualquier especialidad.
Y Grecia, al margen del montaje económico y mediático que inventó Couvertain, sabe que dió origen a las Olimpíadas.
Suponemos que Márkaris ha tomado como paradigma el de los dos deportistas caídos en desgracia. Uno de esos personajes expone al final de la novela la que es a un tiempo curiosa comparación o tesis de Márkaris y justificación de las consecuencias, de los hechos descritos.
"Si nosotros pagamos en las pistas, las víctimas de los bancos pagaron con la ruina. Han perdido sus casas, no pueden devolver sus prétamos. Y los que provocaron el dopaje, los bancos, no sólo no han pagado sino que se les premia. Han cobrado miles de millones de los estados para poder seguir funcionando.¿Es justo que yo pague por haberme dopado y que aquellos que promovieron este otro tipo de dopaje sean recompensados con tu dinero y con el mío? Muchas víctimas ingenuas aceptaron lo que dijeron los gobiernos: que los bancos son unos lobos reconvertidos en corderitos. Cuando me di cuenta que yo, castigado por consumir sustancias dopantes, premiaba con mis impuestos a los que crearon el dopaje financiero, monté en cólera."
Incluiré ya las citas que me quedan, sin apenas comentarios porque me vuelvo a subir al pino de la extensión. Tratan de la crisis, los bancos, etc., pero la mayoría de la vida griega familiar y popular.
Hay una escena simpática que también nos atañe: se reúne la familia del comisario Kostas Jaritos en su piso, Adrianí, su mujer, Katerina su hija, Fanis el yerno y él, en torno a un plato de sublakis y la televisión, para ver la final del mundial entre Holanda y España y, como parece natural, están con nosotros.
"Aunque en Navidad comamos pavo y en Pascua cordero, el sublaki es el plato de las grandes celebraciones nacionales...".
"He comprado ouzo de Mitilene especialmente para Fanis. Yo tomo vino blanco seco porque, desde que embotellan la retzina, es como beber petróleo".
"Al poco queda patente que el GPS del Seat es gilipollas...".
"¿Ahora resulta que los bancos se dedican a la filantropía? No conceden préstamos para cobrar los intereses y lucrarse, sino que cumplen una función social".
"...y mientras vas pagando nadie te mete en la cárcel, así pueden exprimirte por completo".
"...le dije que tendría que pagar el IVA por las limosnas".
"Cuando las cosas se ponen difíciles tenemos que ayudarnos unos a otros. Así me criaron, Kostas. Cuando un vecino tenía problemas, el barrio entero acudía para echarle una mano.
También a mí me criaron así, de modo que sobran las palabras".
En la cita anterior se expresa lo que ya dijimos sobre la generosidad y solidaridad griegas en los iniciales capítulos de Alfabetos que titulamos La falacia de curso legal. Y nos alegra que sea Márkaris, griego y autor al que admiramos, quien lo confirme aquí.
"En nuestra casa es tradición acompañar los tomates rellenos con queso feta...".
"Adrianí está en la cocina preparando berenjenas rellenas para cenar. Esto me pone aún de mejor humor".
"...los primeros ochenta años son difíciles, después te mueres y te quedas muy tranquilo".
"Lo bueno de los europeos es que llevan las disculpas en el bolsillo, se trate de una grosería o de una carnicería".
Es todo. Recuerdo una vez más que la editorial que publicó la novela en el 2011 fue Tusquets y la traductora Ersi Samará. Por cierto, el libro se abre con una cita de La ópera de los tres centavos, de Bertolt Brecht, que cerrará nuestros comentarios:
"Qué es el atraco a un banco comparado con la creación de un banco?"
Greek resistence - Police violence. Junio del 2011 en Atenas.
Salud, Υγεία!
Ramiro Rodríguez Prada.
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