Calamar gigante. Facultad de Biología. Oviedo, 2012. |
El ojo de Dios
Se había dormido, despertó y sintió frío. Buscó la chaqueta de flotación y se cubrió con ella sin levantarse de la silla rotatoria. En la cabina había poco espacio y todo estaba al alcance de la mano. Quedaba sólo una luz de emergencia en el interior y dos pilotos externos que apenas alcanzaban a iluminar unos centímetros más allá del aparato. El batiscafo había detenido finalmente su caída a unos mil metros de profundidad, recostado en un resalte de la ladera. Estaba en el cañón submarino de Avilés, le faltaban otros 4000 para tocar fondo. Era biólogo marino, llevaba dos años explorando la costa Cantábrica en busca de los calamares gigantes, algunos de cuyos ejemplares habían aparecido en el litoral atlántico ibérico en los últimos años, relacionados tal vez con las fosas marinas más profundas de la zona. El pequeño submarino, en el que sólo cabía una persona, se había quedado sin electricidad y el científico, que también conocía muy bien la mecánica del sumergible, no había encontrado, sin embargo, ni la causa ni el lugar de la avería. Sin comunicación con el exterior desde hacía horas, agotado de bregar y casi resignado a su suerte, se durmió. Confiaba en que hubiera llegado el SOS que había lanzado cuando se produjo el apagón y que el balizamiento señalara su posición exacta. Pero incluso contando con ello, sabía que un rescate a esa profundidad era prácticamente imposible en tan poco tiempo, y el problema de la autonomía de oxígeno del aparato no era el menor. En el ojo de cristal reforzado del batiscafo, una mirilla de un metro de diámetro, sólo se veía un resplandor fantasmal producido por la débil luz de la cabina y, enseguida, la oscuridad abisal. Pasaban, flotando en el agua, miles de partículas diminutas brillantes que rozaban el visor. Todo sucedió en pocos segundos y no tuvo tiempo ni de asustarse. Nadie creyó su relato y las cámaras no funcionaban para poder servirle de testigos: el ojo de aquel espécimen ocupaba más de la mitad del óculo del sumergible. El animal se acercó tanto al aparato que el hombre vio cómo el globo ocular del calamar cedía un poco, aplastándose al contacto con el cristal curvo de la mirilla. A juzgar por el tamaño de aquel ojo, el cefalópodo mediría entre doce y quince metros. Notó una sacudida y el batiscafo se movió hacia el abismo. Casi al instante volvió la energía.
Ramiro Rodríguez Prada
Derribos Arias. Branquias bajo el agua (Version Extendida)
https://www.youtube.com/watch?v=WLzMGW3fdTI
https://www.youtube.com/watch?v=WLzMGW3fdTI
Salud y bon baño
Le dio un calambre... ¿O se dirá calamarbre?
ResponderEliminar¿Qué tal estos días? ¿Cómo andas?
Un besito
Viriato
Algo así necesitaba yo, parece que poco a poco voy mejorando.
EliminarSalud.
ramiro
Cada vez que salgo a tirar la basura te veo cerca de los contenedores y charlamos un rato y echamos unos pitos, ¡Fijate! Yo que no fumo. Y he de confesarte una cosa, llevo una botella de Terry en el bolsillo de atrás por si tenemos compañía
ResponderEliminarDejé de fumar hace unos dos meses, cuando empeoró el dolor. Yo tenía reservada otra para ti, pero de las antiguas, no me cabe en el bolso del pantalón.
EliminarEste año veo imposibles las vacaciones, casi lo veo todo imposible, aunque estoy mejor que en el hospital.
Ahora paso poco por aquí, apenas a contestar a los comentarios, todo está programado y no escribo, al menos de momento.
Salud y besos a los dos.
Poch a las cinco de la mañana, con un sol y sombra, en El Palentino, en la calle de Pez. De esto hace... Dios mío... ¡treinta años!. Aquellas madrugadas por las calles de Madrid, tiempos de estudiante.
ResponderEliminarOtro abrazo.
Valentín.
´Tienes razón, es una vida..., y algunos ya vivimos más que él mismo, no nos vamos a quejar por eso.
EliminarMuchos besos a todos!
ramiro
Parece que se ha perdido un comentario en el que te decía lo que me descansa el ánimo cuando dices que poco a poco estás mejor. Tranquilidad y buenos alimentos. Un amigo mío para el resfriado siempre me receta una infusión de flor de nalga... en fin, por si sirviera de algo.
ResponderEliminarValentín.
Muy buena la flor de nalga, aunque esta gripe es muy fuerte, te deja pal arrastre, ni fuerzas quedan para una pequeña infusión, a ver si sigo recuperando y me la puedo tomar a diario!
EliminarSalud!