Resbaladizo |
A quien corresponda
Buenos días. Me preguntaba el otro día un amigo si no me parecía extraño que no tuviera entre los seguidores de Psilicosis algún profesor de Clásicas, al menos a la vista.
Hay fotógrafos, periodistas, maestras, arquitectos, navegantes, biólogos, enfermeras, poetas, pintores, traductoras... . Y sí, un griego, Giannis, pero biólogo y fotógrafo, más algunas personas que no apuntan una profesión o un título, lo cual me parece perfecto. Yo no se lo pido. Tal vez entre ellos puede haber algún licenciado en Clásicas.
Barajamos varias posibilidades.
Supongo que en parte es debido a que en Psilicosis se habla más de la Grecia moderna que de la clásica. Sin embargo también a mí me llama la atención, porque a la mayoría de los especialistas de griego les interesa a su vez la Grecia actual. Y no sobra la información.
Otra de las posibles razones tal vez sea que no es un blog exclusivo de Grecia. O la deriva eskatológica de algunas etiquetas quizá espante a los espíritus más sensibles, y entre los clásicos ha de haber un buen número. Me parecería, de ser así, un proceder estrecho, teniendo en cuenta el espacio que el género ha tenido en la literatura clásica. ¿Renuciarían a Anacreonte, Petronio o Catulo?, y espero que no se lea lo inmodesto de la comparación. También será que se dedican a cosas más importantes y no les sobra tiempo, el trabajo es duro.Y, finalmente, otros pensarán que el blog no les aporta nada, o no vale un pedo, sin más, y pasan. De acuerdo.
Hace tres años que empecé esto y sé que mucha gente de Clásicas se ha topado en algún momento con Psilicosis, que si no habla exclusivamente de Grecia, sí dedica a ella mucho espacio e información, una buena parte de primera mano, con opiniones personales, acertadas o no, y sin eludir las referencias a las obras, los autores o las peripecias del mundo clásico y la mitología.
En ese tiempo también yo he tenido ocasión de conocer otros sitios donde se habla de la Grecia clásica y/o moderna. Y en varios de ellos he intervenido de una u otra manera, en los comentarios, alentando a los autores, citando aquí los artículos y las páginas, escribiendo sobre ellos, poniéndolos entre los Flanvoritos, recomendándolos en Google +, o apuntándome de seguidor, como en el caso del Navegando por Grecia de Ana Capsir, ahora una amiga, que respondió generosamente a mis primeros comentarios, pero también bióloga, del ramo de las ciencias, además de capitana.
Es curioso que gran parte de lo que esos espacios publican no pasa del contenido de una cartelera de anuncios, sin otra creatividad que el montaje de la entrada, que se agradece como información, pero donde no parece que sobren las ideas y menos las propias, y no es el caso de Ana.
El hecho es que no consigo ver la Psilicosis en ninguno de los blogs dirigidos por especialistas o profesores de Clásicas, o entre las páginas que ellos recomiendan, en sus favoritos, etc. Y en bastantes ocasiones ni siquiera he tenido una respuesta a comentarios amicales en sus blogs, mucho menos he esperado que nadie, aunque sólo fuera por galantería, me respondiera con un comentario aquí. El silencio es peor castigo que la discrepancia o, dicho de otro modo, no hay mayor desprecio que no hacer aprecio. ¿Por qué?
Quizá soy mayor y tengo otro sentido de las relaciones ya muy caduco; lo cortés no quita lo valiente. ¿Que estoy dolido? Seguro, pero me da más risa y pena que otra cosa. De mí mismo sobre todo, porque pensaba ingenuamente que este medio favorecería el intercambio y el diálogo. Y aquí ya no me refiero sólo a los clásicos.
Al hilo de este repaso, recordé una conversación de hace años con un grupo de españoles amigos de Grecia, entre ellos algunos jóvenes que habían terminado recientemente su licenciatura y pasado un tiempo en el país, de manera que conocían el idioma mucho mejor que yo. Hablábamos de poesía. Rápidamente la discusión se centró en el viejo esquema maniqueo de poesía política/ poesía hedonista, social/ intimista, las etiquetas...
Porque es imposible hablar de poesía griega sin que todo el mundo cite a Kavafis y se quede después tan pancho, como si hubiera descubierto las Columbretes. Es lógico, es el más grande y conocido. La poesía social había pasado de moda, como el partido comunista, así que era extemporáneo citar allí un verso de Ritsos, era un poeta mediocre, de segunda fila, no valía la pena.
Después de un rato de charla resultó que ninguno había leído un libro de Ritsos, lo conocían sí, pero lo habían apartado ya de mano porque estaba fuera de onda (no entraba, decíamos en el Insti...). Pero lo más grave es que, metidos ya en harina clásica, tampoco habían leído gran cosa del tema, ni de la tragedia, la poesía, la comedia o la filosofía; menos aún de la época bizantina o la moderna. Apenas lo estrictamente necesario para licenciarse. Eran jóvenes, tenían tiempo, todavía se los podía disculpar. Pero viendo el paño, hasta dudo que conocieran más de cuatro poemas del socorrido alejandrino.
El más peleón me preguntó en un momento qué especialidad era la mía.
¡Pinchaculos!, enfermera.
Torcieron el morro y se acabó la discusión.
Pienso que también funciona un corporativismo ridículo que no favorece en nada la defensa de las Clásicas, hoy ninguneadas por el poder. Toda ayuda debería ser bienvenida, aunque sea escasa y pueda llegar de un eterno aprendiz de gacetillero, sin título, como yo. Deben saber que en Grecia al aficionado a cualquier ciencia, especialidad o materia, que demuestra interés y algún conocimiento del tema, se le trata con tanto respeto como a un académico laureado. No resta su dilentastismo que, aquí como en Italia, tiene connotaciones negativas, cuando no se desprecia directamente. En Grecia suma, lo he dicho, se supone que su acercamiento al asunto en cuestión, está menos mediatizado que otros por intereses espurios, legítimos o no. Y no creo que para opinar de Homero o de Sófocles con fundamento sea necesario ser licenciado, en cambio sí creo que es imprescindible leerlos.
No recibí la misma impresión, sin embargo, de personas a las que considero con más fuste intelectual y conocimiento de Grecia, como por ejemplo Vicente Fernández, premio nacional de traducción en dos ocasiones, a quien tratamos algo en Paros, o la griega María Lainá, cuyo libro de poemas se ha traducido aquí con el título de Los estuches de las células. O de otros, desconocidos, de los que no sé su currículo ni me interesa mayormente, pero que sí tenían algo que enseñarme.
Espero equivocarme y que todo sea fruto de la vanidad y el Narciso herido, que sólo se ofendan los que se den por aludidos porque se sientan retratados, muchos no serán de todos modos, a la mayoría los supongo tan interesados en aprender y tan sinceramente enamorados de Grecia como yo lo estoy, y más, algo que siempre es difícil de medir. A esos otros creídos, afectados de titulitis, va dirigido esta especie de alegato.
Soltada ya mi mala baba, pido disculpas a los inocentes.
Salud y alegría para todos, y un poco de generosidad, a quien corresponda.
Tomás Rodaja
Amen.
ResponderEliminarBesos
Viriato
Ni el alegato de Sócrates estuvo más claro. No hay que amar tanto si no leer más.
ResponderEliminarPero siempre te dije, y nunca quisiste creerme, que una cosa son los seguidores que dejan sus icónos a la derecha y otra muy diferente la de la gente que visita el blog con asiduidad. Hay muchos lectores que prefieren permanecer en el anonimato. También habrá timoratos que no quieren dejar constancia de su predilección por la escatología rouquiana. Tu blog nunca fue "politicamente correcto" y aburrido como otros, por eso nunca tuviste los seguidores que merecías; seguro que a escondidas las cosas cambiaban.
Abrazos a todos los lectores.
Ana
Genio y figura.
ResponderEliminarMAC