viernes, 16 de mayo de 2014

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Aires de Tormaleo.
Asturies.


Salí a tirar la basura



algo perjudicado. Lo de algo es un decir. Había recibido por la tarde la visita de unos amigos mineros, y con los cafés le habíamos metido unos tientos muy serios a un aguardiente de Tormaleo que me trajeron, tesoro de virtudes, entre ellas la de dejar al personal en los umbrales de la estupefacción y el nirvana. Aproveché que se iban para acompañarlos hasta la calle, airear y tirar la basura. Pensaba que el más tocado era yo, que soy el flaco y el menos bebedor, pero uno de los colegas se empeñó en salir por la puerta que da a las carboneras y nos costó trabajo convencerlo para que desistiera. El otro había olvidado el lugar donde aparcaron el coche y cuando creyó recordarlo se iba en dirección contraria. Les indiqué la correcta porque no quisieron que los acompañara. ¡Yo estoy de puta madre!, decía el de la carbonera intentando sacar inútilmente un pañuelo del bolsillo del pantalón. ¿No se os ocurrirá montaros en el coche con el pedo que lleváis?, les dije muy serio yo y muy equilibrado. Podéis quedaros a dormir. Pero no estaban para consejos y allá se fueron. Días después me enteraría de que habían pasado la noche perdidos buscando el coche. Lo encontraron al amanecer, se metieron dentro y cayeron fritos, durmiendo lo que les quedaba de mona. Después de todo fue menos escandaloso que lo mío. Tiré las bolsas y al volver noté los efectos más potentes del orujo. ¡No era capaz de meter la llave en la cerradura de casa!, no atinaba y me dio un ataque de risa. Al fin decidí llamar al timbre. No sé si no lo oían o no me querían abrir, porque escuchaba como bisbiseos al otro lado. Dejé de reír y empecé a mosquearme un poco. Llamé también con los nudillos y acabé por gritar, ¡Soy yo, abrid ya, coño!, mientras comenzaba a aporrear la puerta. Oí una voz femenina dentro que no me sonó muy familiar, ¡Váyase o llamo a la policía!, dijo. Entonces me fijé en la puerta: era el domicilio de la bruja del portal. Esperaba una denuncia al día siguiente pero no hubo nada, creo que me tiene tanto miedo como yo a ella.



Lafra.   Abre tu puerta cerrada.




Salud y felices pesadillas.


ra

2 comentarios:

  1. Ya echaba yo de menos a nuestra amiga. No sé si será en el subconsciente, pero una relación toxica te une a esa "bruja". Habrá que analizarlo. ¿No te dejaría tocado aquella primera excursión a la casa de putas?
    Un besito
    Viriato

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    1. Veo que madrugas, buenos días. Aunque nunca tuve comercio carnal con las putas, todas me trataron mejor que muchas honrás. La Polaca, una muy famosa de los 70 del Raval de Barcelona, vecina de la cristalería donde trabajé un año de "cortador y colocador de vidrio plano", que me sacaba la cabeza y medio cuerpo, me daba galletinas y hasta me trajo la mona de pascua, sólo porque yo era el único no catalán del curro y el más joven.

      Besos, pillo.
      ramiro

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