Dos colegas, gitanos, cantando por Camarón y haciéndose un mai. Oviedo, 2013. |
Que por mayo era por mayo/ cuando hace la calor
A diferencia del triste prisionero del que habla el romance, nosotros pirábamos las últimas clases de la mañana en el Instituto, después del recreo ya no volvíamos. Los días eran muy grandes y brillaba el sol con una alegría juvenil. No apetecía encerrarse en aquellas aulas siniestras, no porque estuvieran faltas de luz, sino por la uniformidad frailuna y el aburrimiento existencial que caracterizaban a la institución, a priori, laica. La Santa Madre Iglesia seguía mandando en la Muy Noble, y las niñas acudían al sermón, como escribió Valle.
A la curruca Blasensis acababan de comprarle una Dervy de 49 cc., que le daba autonomía para desplazarse diariamente a la ciudad desde su pueblo. Bajábamos en la moto hasta la plaza de toros, a la vera del río Jerga.
Había una gran pradería entorno a la plaza y en las dos orillas del río, y además era uno de los pocos pozos con algo de profundidad que permitía el baño. Quinientos metros más abajo, en la chopera de la Eragudina, junto al campo de fútbol, una fábrica de tripas descargaba los desechos en el cauce y río abajo de este punto ya era imposible bañarse.
Alrededor de la plaza, donde no había peligro alguno, me dejaba el blasensis pilotar la Dervy, y son de las contadas ocasiones en que conduje una moto.
Y a la orilla del Jerga nos encontramos muchos días al Horacio y a José el Aleluya.
José el Aleluya. Popurrí astorgano del Camino. Caminando, caminando...
https://www.youtube.com/watch?v=5eMkSujoGb8
https://www.youtube.com/watch?v=5eMkSujoGb8
El pelegrino tiró
tiró la piedra tiró
Nosotros teníamos estóncenes algunas ideas un poco equivocadas respecto a los gitanos. Por ejemplo, pensábamos que eran muy pudorosos, y lo son realmente. Pero ¿cómo se come éso, con el hecho de que nos bañáramos los cuatro y nos tumbáramos después a secar al sol de mayo en pelotas?
José, mucho más tímido, llevaba a veces la guitarra y nos tocaba unas rumbas, y si no, se acompañaban de las palmas, cantaban los dos.
Horacio, un gitano de larga y ensortijada melena rubia, era el mayor de los cuatro. De ojos azules, atlético y atractivo, era un loco y un figura. Llevaba a pastar al Jerga a una jaca blanca preciosa y trotaba con ella por la orilla del río, montándola a pelo.
Después de secar en la hierba, Horacio nos hacía sus números circenses como su madre lo trajo al mundo, desde saltos mortales, hasta tentar a una becerra y darle cuatro pases en un cercado próximo.
Antonio Humanes. Tango-rumba. Paco de Lucía, guitarra. Jorge Pardo, flauta.
Fue hasta una mimbrera, dio la vuelta y vino a lo largo de la orilla y, cuando le faltaban unos siete metros para llegar donde estábamos, se alzó de manos sobre el manillar haciendo el pino con la moto en marcha. El suelo, aunque llano, era bastante irregular y a duras penas podía controlar los botes que daba la rueda de la Dervy. Pasó de largo y enfiló hacia la orilla a buena marcha sin poder dominar la máquina. En el mismo borde consiguió frenar, pero se levantó la moto de atrás y se fueron al pozo, que allí tendría poco más de medio metro de profundidad.
Ninguno de los dos sufrió daño, y el Aleluya, arrebatado, le dedicó al Horacio una rumba de Peret.
Ramiro
Antonio Sánchez. Bulerías. Paco de Lucía y Ramón de Algeciras, guitarras.
Dame un poquito de agua
que la vereda es muy larga
y calienta mucho el sol...
Salud.
No encuentro las palabras que decirte quiero, no me llega el lenguaje para transmitir mis sentimientos, Se me hace largo el camino por delante sin saber que estás en mi horizonte. Rezo oraciones que no sé .
ResponderEliminarImagino que el tiempo descubre al poeta oculto que siempre hubo en ti. Y aún recuerdo la felicitación navideña. Me escama que no tengáis calendario griego este año, pero quiero creer que navegáis contra un futuro siempre incierto, sin los planes que solemos hacernos. Nosotros hemos pospuesto los nuestros para navegar día a día hasta el siguiente horizonte de mañana, ahí estaremos y espero que nos veamos pronto, si es posible en Grecia. La compañera del mi Dimitraki, el monje heteróxido, se llama Milagro, y aunque no seamos creyentes el Milagro existe, lo dice el maestro. Ésta secta herética es crédula, que es una especie de fe inocente, de niños, así lo pienso. Ese tipo de oraciones son también las nuestras...
EliminarMuchos besos a los dos y a navegar contra viento y marea, Capitán, con o sin hélice, ¡tenemos ganas de veros! ¿Hay planes para este verano? ¡A ver si hay suerte!
Salud!
Creo que se cuentan con los dedos de una mano los tíos que no podamos contar historias con motos de 49cc. La mía me la regaló mi hermano Luis. Era una Montesa, con cambio en la mano, de esas que llevaban todos los albañiles. De ahí me debe venir a mí la profesión. Que veranos me pase con ella. Hasta nos encendíamos cigarros en marcha.
ResponderEliminarUn besito
Viriato
La Montesa, ¡qué recuerdos, vaya con tu hermanazo Luis! Mi padrino, el veterinario con el que iba a capar gochos las mañanas de los domingos del invierno leonés, también montaba una, pero ésa tenía más poderío que la Derby, al menos de nombre, no recuerdo si también de cilindrada, ¡y fardaba allá por los primeros 60 que no veas! No me extraña que los pilotos de aquí tengan ese valor y esa calidad.
EliminarSalud y dos besitos!
ramiro
¡Qué recuerdos! que, por cierto, tenía muy difuminados.¿Nos tumbábamos al sol en pelota picada? ¿En los 70? Qué demasiado.Imagino que cuando Horacio cayó pal río con la derbi, se me pondrían "de corbata". La moto era de mi padre que la había comprado para ir a trabajar a las obras de pinche, en invierno, cuando no había que hacer labores agrícolas en el campo. No estaba la cosa como para comprarle una moto al niñato. La moto era una Derbi antorcha 49cc., que se la compramos al Taller Valentín Martínez, al que to dios llamaba Pichi, que tenía el taller en la C/
ResponderEliminarManuel Gullón, esquina con Alonso Garrote. Lástima de foto de la moto y de aquellas mañanas al borde del Jerga.Gracias por estas estampas tan costumbristas. Abrazos.
Ya no digo que nos hiciéramos pajas al sol detrás de las tapias porque si llega a oídos del Horacio igual me raja, pero sí, en los 70. A la moto no le pasó nada y al gitano tampoco, era una anguila. Félix no se enteró, claro.
EliminarUnas risas!
ramiro