lunes, 25 de julio de 2011

La falacia de curso legal -5


Leyendo los artículos precedentes pareciera que Grecia es el mejor de los mundos posibles conocidos...y así es. Pero nos engañaríamos si pensáramos que los griegos son angelicales, como el sonido del castellano para el oído de sus mujeres, que contaba Javier Reverte en Corazón de Ulises. Los griegos tienen muchos vicios y defectos, como nosotros, como tantos otros, pero sus virtudes no desmerecen ante las de cualquier pueblo con el que se las compare, y en algunas ya comentadas destacan con diferencia.

Hablé ayer de la Kalabría griega y de la Calábria italiana, colonizada por la primera y otros helenos, en la antigüedad y en sucesivas oleadas  hasta el S.XIX, escapando del avance del Imperio Otomano. El hecho de que en zonas muy limitadas de Grecia -Sfakiá, Mani- pervivieran, hasta no hace muchos años,  formas casi feudales de organización? y, más bien, costumbres como la vendetta italiana  y corsa -importada por maniátes-, el duelo de honor o la justicia de sangre, en terrotorios donde además, por su aislamiento y abandono, no alcanzaba todavía el brazo de la ley estatal o era lento e inoperante, no justifica conclusiones tan peregrinas como que la sociedad griega es corrupta. La bárbara deuda saldada no era ya más que un resto anacrónico condenado a desaparecer y una noticia pintoresca en el rincón de una página de sucesos, en Hiraclion o Atenas. Ni siquiera alteraba la tranquila vida de las aldeas más allá del duelo familiar.


Panayía Elonas.  Leonidio. Los dientes del león...
Kalabria, Peloponeso. Grecia 2009.

El fenómeno de las familas mafiosas calabresas en Italia, la Ndrangheta, apareció con la unificación del país, en la 2ª mitad del XIX  y el resto del crimen organizado en zonas colonizadas por griegos, napolitana o siciliana, lo mismo. Por cierto, en las regiones de mayor implantación no sólo dominaron los griegos, durante varios siglos, con Roger de Flor y los catalanoaragoneses, Austrias o Borbones, lo hicimos los espaniolos, en el mismo nicho mafioso. Allí dejamos también nuestra impronta, pícara?, para lo bueno y lo malo, recuerdo que aún se conserva  fresco en la memoria napolitana o siciliana.

Es, pues, falaz, emparentar el trapicheo del paisano que sobrevive malamente con un tabernucho y lleva haciéndolo toda su vida sin crecer ni un milímetro, a la mafia italiana que se asentó en las grandes urbes americanas, y que tomó el mando, con el aliento y apoyo de todos los poderes, de los negocios sucios, de la trastienda, del pozu negro del capitalismo. Un buen bocao.

Aquí no pasó lo de siempre, que murieron cuatro romanos y cinco cartagineses, como ironizaba nuestro Ángel González, aquí todos los muertos son griegos, y de los más humildes. La economía sumergida, que la hay, de esa mayoría a la que estrangulan los bancos en connivencia con muchos políticos, no representa para la economía y deuda griegas, ni más ni menos que aquí o en países semejantes, no sólo entre nosotros los ´cerdos`. Lo que no la justifica, desde luego, pero la explica. Y la clase media griega, que también defrauda, como aquí, insisto, es débil, escasa y no cuenta con ninguna fuerza política que la represente. Las ambiciones pequeñoburguesas que caracterizan su ideario están muy limitadas por la escasa actividad económica y el imposible acceso al poder, cerrado a cal y canto por una burguesía con casi todos los recursos políticos y económicos en sus sucias manos.

¿Quién sufre las consecuencias del desatino?, los de siempre, la capa basal, la mayoría, los que intentan sobrevivir echando mano de lo único que les queda: su solidaridad, su sabiduría de pueblo puteao pero duro y resistente como una piedra del Psiloritis. A esto es a lo que hay que poner remedio urgente, y ¡que se hundan los prostíbulos de la mafia bancaria y de la curia monetarista!, ¡arda la bolsa y el bolso! (Stin chepi, Al bolso, dicen los griegos haciendo el gesto de guardar la cartera en el bolsillo, el dinero negro, el producto de la rapiña al estado y a los individuos, la mordida).
Poco pueden morder quienes apenas tienen dientes. Pero que no nos toquen los tomates porque las balas sí lo hacen y, como decía el ti Florencio, un paisanín muy piqueñín de mi pueblo, con boina, que no medía más de un metro cincuenta y tuvo, hasta que se murió muy mayor, una vocecita pasmosamente infantil, en una ocasión en que otro vecino lo amenazó con la azada, le dijo Florencio, lento, pausao y muy remarcao como a él le gustaba, ¡y con aquella vocecilla!, dice: "Desde que se inventaron las armas de fuego ya no hay hombres valientes, tú dale gusto a la azada  quee  yaa  lee dareeé yo  gustoo  al  deeedoo".
Sin comentarios. Yasas!

Ramiro Rodríguez Prada.

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