Grecia 2011 |
Veo que ha pasado un mes desde que escribí la última vez en esta etiqueta y es posible que ésa sea la pauta temporal de mis desconciertos un poco más profundos. Los normales son cosa de cada día. Y empieza el frío, las viejas heridas se abren.
A esto se unió un trancazo de no te menees, pero yo no puedo estar quieto mucho tiempo salvo en los ejercicios de meditación trascendental y cual, o en la bodega del Teach, mareado. Y también en presencia de mi lider espiritual el Inmortal Dimitrios, todavía en Karoúlia.
Estoy fatigado antes de haber dado con el modo de organizar tiempo e intereses. Limpio, hago la compra, cocino..., escribo y prou. Esto del ordenata me roba demasiado tiempo y sólo se puede sostener mientras dure el autoexilio cocinil o deje de fumar, o ambas cosas, que sería lo juicioso. He ahí la duda, ¿me queda algo de juicio? La psilicosis cada vez clausura más espacios en mi cabeza y no hay tos que lo remedie. ¡San Fermín me guíe dándome su bendición!
Miro las fotos de Andrés Edo, y las de los fotoblogs de shutterchance en los descansos y me imagino metido en pintura con alguna de esas maravillosas fotos que son cuadros, y con la luz de esos paisajes.
Pero no cojo una espátula ni un mísero pincelín. Sólo tengo suficiente claridad en el salón, con dos buenas ventanas.
Poco a poco empieza a desaparecer el olor a tabaco de la casa y eso no lo perturbará este menda.
Casi no leo, ¡y eso que no me gusta el ordenador y no sé ni papa de su lenguaje! En la soledad de la cocina es una ventana imaginaria a la calle, la que tengo da a un patio interior, iba a decir de luces. No es cierto, siempre tengo que tener la luz encendida, ¡no se ve ni a cantar!, como decía mi tío Pirolo.
Pero no quiero ser un quejicoso.
El mundo está muy mal
hay mucha hambre
y a nosotros nos sobra
pa tabaco.
Rodando así las cosas
más nos vale
toser sin rechistar
por si las moscas,
morir de un catarrazo
y que nos den
pol saco.
Trato de sonreír.
Salud y besos.
Ramiro.
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