El bombo del azar |
Primero el blog, después la máquina de fotos y ahora esto de manipular imágenes. Sé que para la mayoría ya es un juego de niños pero para mí es novedad y flipo. ¡Sólo necesito color para abrir unos ojos como calabazas de Morales!
A los vieyos también nos gustan los juguetes porque aún llevamos al niño encima, o debajo. Yo, por ejemplo, lo llevo en medio.
Antes los colores en polvo para la pintura de paredes se vendían a granell. Venían en unas cubas de madera más toscas que las del vino de 25 ó 50kgs. Recuerdo meter los brazos en los colores y sacarlos teñidos de polvo de color, con la pelusilla infantil cargada de pintura, siena tostada, verde brillante, rojo inglés, azul ultramar, amarillo canario, albayalde...
Tengo completamente aparcados capítulos como Archipiélagos, Literatura griega o Chorizos culares. Y es que son más exigentes y sobre todo más serios, me cansan antes. Claro que más me cansa don Ramón Mª y no lo puedo olvidar, ni me dejaría.
Por otra parte me gusta más esta especie de diálogo de imágenes, con los amigos y con vosotros, los que leéis esto.
El hecho de tener fotografías bastante frescas de los lugares donde habitan algunas currucas pardas y otros colegas me anima a dialogar con ellos.
Casi lo hablo todo yo porque es gente ensimismada en sus labores y muy callada. Pero hay toma y daca y yo insisto.
La otra semana tuve contacto con tres canoras leonesas, dos de Morales del Arcediano, en la Maragatería y otra de León capital. En el capítulo de las Calabazas hablé de la pareja maragata y volveré con ella de nuevo otro día.
Y el Mirlo rubio es un pájaro que frecuenta estas páginas y en la entrada de Currucas pardas, con el mismo título, incluí ayer una foto de los lugares por donde saca a Popa, su perra de aguas reencarnada varias veces.
Puse una más, Me meo, en Jotas y fandangos, en Música española. Hoy le dejo otras dos de su pueblo y de esos mismos rincones por donde pasea.
Noviembre 2011 |
Es una zona de pintadas en el Paseo de la Condesa cerca de San Marcos. En la arboleda paralela inferior más cercana al río Bernesga, sobre el muro que sirve de base y contención a los jardines, es donde abundan porque es lugar más solitario. Sólo anduve unos cincuenta metros y la mayoría son chambonas.
Hay algún grafitti, firmas, que no están mal, pero muy poco color y menos dibujo o pintura.
Con la que está callendo se ven muy pocos mensajes políticos y los que hay son de escaso fuste.
Otro pueblo del que todavía tengo más imágenes que de los anteriores es de Kato Petriés, Agioi Apostoloi, el pueblo griego de los últimos veranos. Aunque me quedan menos, debo haber colocado ya unas 50.
Como resultó que Giannis Tzakós era de Petriés ahora no sólo puedo ver sus pinturas y fotos, él también podrá ver las que yo saqué de su lugar de origen. La cosa se enriquece.
Entre lo que más aprecio de Grecia está precisamente la potencia de los colores. Que va siempre unida al sol, a menudo al mar y con frecuencia a la sencillez.
Pero no puedo hablar de los colores invernales porque nunca estuve en esa estación.
Como en todas partes supongo que a la par que el sol decaerán algo los colores pero con esa atmósfera transparente que tienen no creo que lo hagan mucho.
El invierno leonés, por el contrario, tiene un color frío parecido al tiempo. El norte y el Bierzo son más verdes y vistosos, pero eso va en gustos porque nadie negará la hemosura de la meseta desolada y su falsa apariencia monocroma.
Volviendo a Grecia, es curioso que encontrara una gran semejanza entre algunos paisajes amarillos, cerealistas, agostados, de Limnos y el paisaje predominante del verano mesetario leonés.
Pero es de cielos de lo que puede presumir León en cuanto a grandiosidad y belleza, en culquier lugar.
Yo, como fotografiando personas, encuentro muy difícil también hacerlas a esos cielos espectaculares que todos hemos visto alguna vez. Me pasa también con el mar, me parece demasiado grande, excesivo, no puedo con él.
La Condesa León noviembre 2011 |
El otoño parecía más avanzado en León que en Asturias, en parte debido al frío. Otra vez los colores son quienes denuncian la diferente sintonía meteorológica de un país a otro.
En Asturias, más templada y húmeda, se ven todavía muchos verdes acompañando a los amarillos y menos proporción de pardos y tostados que en León. Aunque en las ciudadades han optado por jardinerías diferentes, la de León menos lujosa pero más atenta a las especies autóctonas. Vimos algunos grupos de abedules totalmente amarillos con sus troncos gris pálido y blanco tan espirituales y bellos como el más lujurioso arce americano.
Y el bosque leonés de secano, y gran parte del catellano, está compuesto en su mayoría por robles y encinas, con algo de pino. El color de las encinas mantine cierto verdor oscuro de fondo pero el resto son tonos del marrón, del ocre al tabaco y unos cuantos rojos. Poco amarillo ya y menos verde claro, sólo en las alamedas de ribera.
En las vegas de de los ríos, con los chopos, fresnos, olmos..., y la humedad, los colores se avivan.
Lo titulé juguetes y hablo de colores, claro ¡llevo dos meses sin tocar un pincel!
Ya lo dije, no doy más de mín!.
Salud, Γεία σας.
Barbarómiros.
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