sábado, 9 de marzo de 2013

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Oviedo  2012


Salí a tirar la basura.



Desde que pisé la calle tuve el pálpito de lo ya visto. Es normal, pensé, son miles de veces las que he salido a tirarla, tienen que repetirse las situaciones en parecidas circunstancias, con pequeñas variantes que las convierten en únicas, es cuestión de reconocerlas. En ese momento cae uno de la burra, ¡no hay premonición, todo es nuevo cada segundo, la historia no se repite!. Pero la sensación de haber vivido la misma escena es tan potente que da la sensación de que podremos adivinar lo que va a suceder en el minuto siguiente. La temperatura era veraniega y todavía se veía a mucha gente paseando. Al llegar a los cubos, dos coches subían por la calle acelerando a tope, compitiendo por ocupar el primer puesto en el siguiente semáforo. Me dio un escalofrío. Uno de los conductores debió perder el control, quizás por un reventón, y se fue contra una farola a menos de veinte metros de donde yo estaba. El automóvil comenzó a arder de inmediato. Los paseantes que estaban aún más cerca del accidente chillaban, algunos intentaron acercarse sin resultado, se oían gritos saliendo del coche. Entonces vi al conductor a través de las llamas, estaba atrapado y pedía ayuda desesperadamente. De un bar cercano salieron con un extintor. No sirvió de nada. Poco a poco los gritos del hombre se fueron apagando. El humo y el fuego taparon por completo al coche. Yo me había quedado inmóvil junto a los cubos, estaba horrorizado y como clavado al suelo. Cuando a los pocos minutos llegaron los bomberos, me pude mover al fin. Entré en casa y me metí en la cama. No es posible haber vivido dos veces una historia así, pero eso era lo que sentía. Desperté muy temprano con una pesadilla: yo era el atrapado entre las llamas y miraba a un tipo parado en la acera, junto a unos cubos de basura, pidiendo auxilio.

 
 
Los indiferentes
 
 
 
 
 

Salud y felices pesadillas.
 

ra

6 comentarios:

  1. El espectador dentro de la película, da mieditis pensar que algunas situaciones pasadas se conviertan en propias. ¿Cuántas veces no hemos resoplado cuando el problema nos ha pasado de refilón y nos hemos salvado por los pelos? ¿Lo que mi madre llama el ángel de la guarda? Algunos le tendríamos que poner una medalla. ¡Y que no nos abandone!
    Besitos
    Viriato

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    1. Desde luego, siempre es mejor tener buena estrella que estrellarse. Y por otra parte pienso en esa especie de impotencia inactiva que nos paraliza cuando el drama sucede a nuestro lado. ¿Es que somos incapaces de poner remedio, de hacer nada para remediarlo? Es preocupante la situación, pero a mí me asusta mucho también esta aparente indiferencia, ¿o se prepara algo muy gordo que nadie quisiéramos? No sé, me parece increíble esta falta de respuesta. Que debería ser colectiva y contundente, no se pueden reír de nosotros así!...

      Que descanses, angelito!
      ramiro

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  2. Se ha gestado durante este tiempo de vacas gordas. Como gaviotas, hemos volado bajo el dictado del “mio-mio-mio” barriendo para casa sin preocuparnos de mantener la escalera comunal, en la que unos “presidentes de comunidad” democráticamente elegidos, se han llenado los bolsillos con muestras cuotas, mientras nosotros, indiferentes, no pedíamos cuentas del ascensor de colores que a precio de jamón nos colaban. Es que somos ricos, pensábamos embelesados con los fuegos artificiales mientras se pudrían los cimientos del edificio, y así nos va.

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    1. El egoísmo ya es viejo, pero el simil de la escalera viene muy bien al caso, sí: la nacional no es tan diferente a la economía de la comunidad de vecinos o a la familiar, y claro que con nuestra cesión o dejación de responsabilidades en terceros, y la falta de fiscalización, éstos han convertido el parque común en finca particular, disparando pólvora del rey, incluído su yerno.
      Sin embargo, más todavía que esa idea del nuevo rico y la fascinación de los fuegos de artifico (que también), que parecen situar la responsabilidad del colapso en las personas particulares, creo que ha habido infantilismo por parte de la mayoría de esas personas: todavía soy joven, tengo trabajo, el banco me presta dinero barato y too er mundo eh güeno! Son víctimas, más que causa de los problemas. Creo en cambio en la inhumanidad del sistema: apenas existe una crítica a la idea capitalista del trabajo, ¡el 90% de los 5 millones de parados, si lo tuvieran, trabajarían dentro del sistema! Luego no es un problema generado por ellos, más bien al contrario, una necesidad del capitalismo para seguir vivo y creciendo, el beneficio es la única razón de su permanencia, caiga quien caiga. ¡Tengo trabajo, barato, barato!...

      Salud!

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  3. Yo intentaba responderte al porque no nos implicamoas en los problemas de los demas, no intentaba justificar el "como" estamos, claro que la culpa es del sistema y rodando sin oposición nos lleva directos al precipicio.
    Es cosa mía, o nos ha dado filosófica...
    Otro besito

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  4. Así lo entendí, no como justificación, pero los propios voceros del sistema intentan cargar las culpas del desastre sobre quienes vivimos por encima de nuestras posibilidades, según ellos, y ahí meten a todo dios. La mayoría tratamos de vivir lo mejor que podemos, como es lógico.
    Te escribo desde otro ordenador. A ver que tal.
    Besos
    Ramiro

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