lunes, 2 de septiembre de 2013

Se vacía la mar


Luanco.  Asturias  2013.


Inclinaciones


¿Cuánto me queda?, ¿dos años, dos meses,
dos días, dos horas tal vez?

Se inclina la tierra treinta grados
y se vacía la mar por un rincón del mapa.


De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2013.

Ramiro Rodríguez Prada.


Love Army.   Tu tiempo llegará.



Salud y poesía.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Radio Futura -2


Fotografía de  Juan Rulfo. 
Interior del disco  La ley del desierto la ley del mar.

Radio Futura -2


Buenos días. He visto escrito, desde: Una de las mejores bandas españolas de todos los tiempos, el mejor grupo de pop-rock español de la historia, el más importante de los últimos 25 años, o de la la música española, la cumbre creativa de la Movida..., hasta, El grupo de rock más importante e influyente de la reciente historia de la música pop española, que dice Ordovás Jesús; los críticos, aficionados o público en general no le hemos ahorrado piropos a Radio Futura.

R. F.   Escuela de calor.


Hoy pondré canciones de su segundo y tercer LPs, La ley del desierto/ La ley del mar (1984), y De un país en llamas (1985).

El primero tiene 12 canciones. Las  más conocidas tal vez sean, la que abre este capítulo, Escuela de calor, y Semilla negra o Un africano por la Gran Vía, que ya la subí en el primer capítulo, una precursora en ese estilo bacilón que luego desarrollaron y que Santiago ha ido ampliando a través de sus contactos con los músicos cubanos y americanos en general.

Esa semilla negra de las raíces, africanas, americanas, pero también ibéricas, que Auserón sigue buscando según relata en su reciente libro El ritmo perdido, del que di cuenta aquí brevemente. Influencias que ha mezclado con el rock&roll, el glam, el funky o el soul. Y un poco de jazz, de blues... Salsa y ritmo.
Santiago y Luis Auserón.   Semilla negra.

http://www.youtube.com/watch?v=2iqVgsKr9v8

La segunda vez que los vimos tocar fue dos años después de aquel primer concierto en Oviedo, y fue en Gijón, pero un tiempo antes tuvimos otro breve contacto con Santiago en los Encuentros Internacionales de Juventud, en Cabueñes, creo que en el año que se inauguraron, 1983.

Nuevas alternativas de la música joven, titularon aquel evento, que se celebró en el salón de actos de la Universidad Laboral de Gijón con un lleno hasta la bandera.
En el escenario presidía la mesa de autoridades Carlos Tena, secundado por Jesús Ordovás, Santiago Auserón y Servando Carballar. Creo que nadie más.

La operación estaba clara, se trataba de una puesta de largo de la Movidina en el Principedo, y nos lo venían a contar desde Madris los enteraos pagados con dineros locales. No es que en Asturias lo estuviéramos más, enterados quiero decir, pero a muchos nos olió a invasión y morráncano, con un título que pretendía pasar por medio progre con eso de las "alternativas", pero que dejaba fuera ya de mano a todo lo que no fuera movida. Madrileña, por más que Servando fuera gallego de nacimiento u origen y Auserón mañico.
S. Auserón. L. Auserón.   En Portugal.


Allí expusieron sus razones y acabé interviniendo. Yo reconozco que ya estaba un tanto mosqueado desde aquel memorable concierto de El aviador Dro en Avilés, que acabó en bronca por la bisoñez y prepotencia, a partes iguales, de Carballar y sus muchachos especializados.

El caso es que después de oír a Servando ponderar lo novedoso, casi revolucionario, de su propuesta y lo modernos y cultos que eran todos, que si Dadá que si Futurismo que si Marinetti, salté en voz alta diciendo que lo suyo no era más que un remedo de otros tecnopunks, como los americanos Devo, que andaban también con esas divertidas carnavaladas de las devo-luciones, las máquinas y los disfraces robóticos.

Ya se armó. Se puso colorado como un tomate el amigo, tartamudeó, y aunque empezó por reconocer a Devo, tuvo que salir Tena a echarle un cable, y me dice Carlos en su conocido tono burlón, ¿Tú de qué grupo eres?. Carcajada general. Era la pregunta de los descerebrados del rock que siguen a su grupo particular como si fuera un semidiós.
Radio Futura.  La ley.

Arriba: Recopilación (84) y contraportada del maxisingle  Semilla Negra (84).
Abajo: La ley del desierto/ La ley del mar (84) y  De un país en llamas (85).

Seguimos todavía discutiendo un ratín, me metí hasta con los Siniestro Total, que habían sido de los primeros que había pinchado Ordovás en Radio-3 y que me gustaron desde el principio, y aún me gusta su primer Ayatolah. ¡No había tal novedad salvo las letras en castellano! Los comparé con los Pistols y los Dead Kennedys del momento.
En fin, ya puesto me lancé, sin micrófono. Pero la mayoría pensó que era un forofo de los Ilegales, cuando Tena volvió a la carga preguntándome si era fan suyo. Lo negué porque no lo era, pero los asturianos ya llevaban mucho tiempo dando guerra también y con buenos modos, aunque a ellos, por cierto, nadie los invitó al sarao movideño.

No sé de quién sería la idea de aquel encuentro conferencia de colegio mayor, pero el papanatismo suele ser la norma en estos casos y nosotros, como anfitriones, más papanatas que nadie. Pero que biba la curtura, y ¡el que no esté colocao que se coloque!.

Otra de las cosas graciosas que he leído en internet es que aquello fue un rollo contracultural..., ¡¿Contraqueeé?!! Todos querían montarse en el dólar, aparte de que el intento de independizarse del monopolio de la industria discográfica (más que por libertad creativa) los empujara a experiencias de autogestión como la del propio Carballar con su compañía DRO, una empresa interesante, bienvenida y que tuvo el éxito que merecía.

Enrique Sierra. Santiago Auserón. R. F.  En alas de la mentira.


Al término de la homilía, esperamos para saludar a Auserón e intercambiamos unas palabras también con Ordovás sobre la discusión previa. Aunque sin asomo de burla, Jesús seguía empeñado en pensar que teníamos que ser fans de alguien y me volvió a preguntar. Le dije que me gustaba la música. También me gustaban mucho algunas cosas de Ilegales, pero antes hubiera nombrado a cualquier joven gaiteru o cantante de toná asturiana que a ellos, aunque sólo fuera por joder a estos modelnos del pijo, eso pensaba, y no me refiero ahora a él o a Santiago, en concreto. Fue apenas un cambio de opiniones en el pasillo de salida y me tuve.

Prefiero la sencillez de Ordovás a la soberbia de Tena. Escuchaba, porque me gustaba, el programa de Jesús y creo que hizo una buena labor apoyando a grupos madrileños y de provincias que brotaban a diario. Me hubiera prestado haberle dicho que había leído aquel libro suyo del 75, tan interesante, que no demasiados allí conocerían, El rock ácido de California, donde venía una foto suya -pantalón pata de elefante, melena y barbas jipis-, en la autopista de Frisco a Los Ángeles..., pero me callé. Ahora Jesús, gajes de la edad, llevaba el pelo rapado casi a cepillo.

La siguiente ocasión en que vimos a Radio Futura, poco después de los Encuentros, como dije, fue en un concierto, también en Gijón. Les llevé el nuevo número de Psilicosis y los acompañamos en los trayectos al hotel. Al final del concierto quedamos con Santiago y Kathy, su compañera, que querían hacer algo de turismo por el Principedo.
Santiago Auserón. Radio Futura.  No tocarte.


Y por último unos comentarios a las canciones de hoy y al segundo disco que nos ocupa, De un país en llamas. Mucho funky ya y rock electrificado.

Portugal es casi otra precursora, en concreto de Anabel Lee, de La canción de Juan Perro, uno de los temas, Anabel, que en conjunto más nos han gustado de los Auserón y sus colegas, con una atmósfera más barroca, densa y rockera que sus trabajos habituales, y el aura que le presta además Poe. Y aparte, la aún más extraña, oscura y psicodélica  En alas de la mentira.

En un baile de perros (el Perro que sería Juan...), No tocarte y Han caído los dos, son temas potentes que parecen ligados, en concreto estos dos últimos, por el mismo sentimiento de pasión sexual frenética. Pijadas mías. No tocarte tiene también cosas del Dance usted.

S. y  L. Auserón. R. F.   Han caído los dos.


El LP del 85, De un país en llamas, tiene 10 temas. Aquí subí cinco, desde En alas..., hasta la última, que es otra de mis favoritas de este disco, aunque no fue la más escuchada, honor que tal vez le corresponda al tonto Simón, la siguiente de hoy.

Hay un equilibrio en toda la grabación entre los distintos estilos que tocan, equilibrio, más que fusión exacta, una vía que como señalé no ha abandonado todavía Santiago en su búsqueda del ritmo perdido, ¿y hallado en el templo de New Orleans, junto al Mississipí?.

Este vuelve a ser un africano paseando por la Gran Vía, pero dando un rodeo por el malecón habanero. Pese a que estaba todavía lejos aquel trabajo antológico de músicos cubanos Semilla del son, que se editó en el 91.
Santiago y Luis Auserón. Radio Futura.   El tonto Simón.

http://www.youtube.com/watch?v=gVdP4eBkcx4

Contraportada del sencillo  La estatua del Jardín Botánico/Rompeolas (1982)
Diseño de Carlos Serrano.

Hasta la próxima de R. F., si la hay, que será ya para en el otoño o el invierno, antes vendrán otras músicas, de momento ya queda cubierta parte de la herencia de Kaka de Luxe, no me ocuparé de los Pegamoides, pero sí de una de sus secuelas, Parálisis Permanente, en algún momento.

Enrique Sierra. Santiago Auserón.   Un vaso de agua (Al enemigo) 

http://www.youtube.com/watch?v=vycAusJLlLs

Salud y buena música.

Ramiro Rodríguez Prada

sábado, 31 de agosto de 2013

Desahucio e intemperie


Residuos, témpera. Espátula.
Ramiro Rodríguez Prada, 2001.

Siguiriyas de la intemperie

Comiendo cangrejos
en la morería
te tiré los tejos

Huntitos loh doh
pero no tan huntos
que jase calóh

A la vera vera
del río nos vimos
de la primavera

Tu mare no quiere
verme hunto a ti
c'un payo prefiere

Agarraste el sobre
y huiste de min
dejándome pobre

Vivo a la intemperie
me farta el cariño
y un Audi de serie 


Soleás del amor desahuciado

(Una noche de verano
antes de que llegue el frío
croan la rana y el rano)

Más solito que la una
para las dos no te espero
y ya se escondió la luna 

Haciéndonos arrumacos
dejamos la puerta abierta
y nos entraron los cacos

Te fuiste con los dineros
de toíto el vecindario
mis ahorros los primeros

Hay un Banco mu bonito
donde m' acuesto contigo
dende que perdí el pisito

Yo te quiero con locura 
pero después del desahucio
la cama se me hace dura

Me diste de calabazas
aunque fui bueno contigo
no te gustaron mis trazas


De  Letrillas escangallás. 2013.

Ramiro

P. D. Música sugerencia del blog  ¿Qué oyen mis oídos?

Krema Kawa.   J'aime ta couleur.


Salud.

viernes, 30 de agosto de 2013

Reflejos Oviedo -2


Oviedo  2012.

Espejos -2


Ya estaba liada. Al momento llegó el compañero que, con mejores maneras y tratándome de usted, me invitó a entrar con ellos al vestíbulo.

Habían llamado a la policía, según dijeron, y me ofrecieron una silla para esperarla en una especie de pequeño cuerpo de guardia, con un escritorio frente al que se sentaba el que por edad debía ser el jefe de seguridad.
El hombre levantó la cabeza cuando entré, me dijo buenos días y siguió a lo suyo en el ordenador. El primer mastín que me habían envizcado estaba de pie a mi lado sin quitarme la vista de encima. De todas maneras no pensaba echar a correr y ese día no tenía mucha prisa.

Como no volvieron a preguntarme y tampoco tenía ganas de andar en explicaciones, no abrí la boca para decir porqué miraba dentro de las oficinas o, por ejemplo, que era un vecino del barrio, inofensivo y buen ciudadano, pagador de sus impuestos, que vivía unos cincuenta metros más allá en un portal de esa misma calle, o que había coincidido muchas veces en una cafetería que frecuentaban los seguratas, entre otros con el que yo tomé, sólo por los galones de la edad, por su jefe.

Me resultaba irrisorio y absurdo todo aquello, e irritante, por supuesto. ¡Vaya unos fisonomistas de los huevos para trabajar en seguridad!
Vuelvo a repetir que no tengo complejo de ser centro de atención de nada, pero tampoco pasa desapercibida una barba como la mía. Es increíble que en los veinte años que llevaba viviendo en el barrio no me reconociera nadie, como yo a su capataz, eso indica que algunos andan por el mundo como ceporros o auténticos zombis. Y muchos incluso van armados.

Estuve unos diez minutos sentado, cuando al fin llegó la policía. Me levanté al verlos franquear la puerta principal, la del cuerpo de guardia estaba abierta y veía entrar y salir a la gente del edificio, y pasar por los arcos detectores de metales.

Antes de que el primer policía llegara al despacho de los celadores vi a mi hombre. Salía de la zona de la redacción del periódico y eso, que saliera del periódico, algo que antes no había significado nada para mí, hizo que lo reconociera. Porque, además, se trataba de un viejo amigo que hacía años que no veía y del que había perdido la pista.
Luego me enteraría de que salía a comer el pincho de la mañana a un bar cercano y de que hacía un par de meses que trabajaba en el periódico y aquel sería su último destino, antes del retiro.

Lo llamé por su nombre desde la puerta del despachito y tardó en reconocerme a causa de mi barba.
Nos separamos siendo todavía jóvenes, unos imberbes y los dos habíamos envejecido, él lucía ahora una calva casi total, aunque me pareció bien conservado y con  su cara risueña que siempre transmitía dinamismo y buen humor.
Cuando se dio cuenta de quién era se acercó, ¡Coñooooo!..., y me dio un abrazo delante de todos. Es un paisanón y me enterró en el pecho.

Sólo entonces se percató de que estaba casi rodeado por los dos policías, el jefe de seguridad y el mastín. ¿Qué pasa?, dijo dirigiéndose al jefe.
¿Le conoce?, contestó señalándome.
¿A quién, a éste?, preguntó mi colega cogiéndome por el cuello en otro abrazo, ¡Desde niño!.


Llamaquique.  Oviedo  2012.

Después, comiendo unos pinchos y tomando unas cervezas en el bar nos reíamos los dos cuando le conté la movida.

Él había venido desde la capital a esta pequeña ciudad de provincias para trabajar de jefe de redacción del periódico, dejando un mejor destino en el grupo a cambio de instalarse para su jubilación en la tierra de su esposa. Se alegró de encontrarme porque no tenía amigos aquí y se sentía un poco desubicado. Quedé de salir todas las mañanas que me fuera posible a comerme el pincho con él en su media hora libre. Y ya tendríamos tiempo de reverdecer la antigua camaradería.

Toda la ridícula peripecia resultó ser una casualidad con buen final. Pero lo que no me pude explicar fue cómo vi yo su cara a través del cristal si, según me aseguró muy serio, su despacho estaba en el primer piso y no en la planta baja, por donde no había pasado más que un par de veces desde que se hizo cargo de la redacción, y desde luego no lo había hecho ni esa mañana, ni en toda la semana...


Ramiro Rodríguez Prada


Stephan Micus.  Dancing with the morning.



Salud.

jueves, 29 de agosto de 2013

Reflejos Oviedo


Llamaquique. Oviedo  2012.

Espejos


Paso casi todos los días por delante de ese edificio de oficinas. No tiene especial interés, ni arquitectónico ni estético, que viene a ser un pleonasmo. La fachada está acristalada de arriba abajo, con esos cristales un poco tintados que dejan pasar la luz pero impiden ver con claridad el interior. Es una acera ancha y suelo caminar siempre a dos o tres metros de los ventanales, de manera que me veo de la cintura para arriba reflejado en la cristalera.

Estoy seguro de que no es por narcisismo, para comprobar cómo me veo de guapo, porque hay días que me lavo, me peino, salgo de casa, pero no recuerdo haberme mirado al espejo. Sin embargo, indefectiblemente, giro la cabeza hacia la fachada de esa casa y vuelvo a ver los reflejos del edificio de enfrente, de la luz y de mi mismo caminando. Lo hago de manera automática y no fijo mucho las imágenes, es apenas un vistazo lateral.

En alguna ocasión, cuando el sol no incide directamente en los cristales, se puede ver el trajín de la gente trabajando en la planta baja, ocupada por la central administrativa de una gran empresa y la redacción de un periódico local.
Hay dos entradas desde la calle que se comunican en el vestíbulo y usan indistintamente trabajadores de ambas firmas y el público en general que necesita visitar las oficinas. Como quiera que sea, es preciso pasar un control de seguridad antes de acceder a los locales propiamente dichos.

No sé por qué motivo me desagradaba esa mirada lateral que se me escapaba siempre al pasar, quizás porque no me gusta el edificio, o por el color de los cristales, o tal vez porque me molesta ser observado sin que yo lo sepa. La historia tiene que ver con esto.

Un día tuve la sensación de que tropezaba con la mirada de alguien al otro lado del cristal. No le di importancia, sólo veía siluetas y tampoco sería raro que alguien estuviera mirando a la calle y se cruzara la vista conmigo por pura casualidad. Muchos de los oficinistas y redactores tienen sus mesas de trabajo al borde mismo del ventanal, es lógico pensar que de cuando en cuando se les vaya la vista a la calle.

Hasta aquí todo normal. Pero al día siguiente se volvió a repetir la escena y lo mismo sucedió en los cinco o seis que siguieron.

Al final decidí pasar más cerca de la casa, e incluso parar y mirar si volvía a sentir lo mismo. Tal cual. En el momento de volver la cara al llegar a la ventana desde donde creía ser observado, vi claramente el rostro de alguien sobre el que se sobreponía el reflejo de mi propia cara. No lo podía distinguir con claridad y, sin cortarme y no es broma hablando de cristales, arrimé la cara al ventanal y atisbé en el interior. La gente trabajaba enfrascada en lo suyo sin atender a lo que sucedía en la acera.

Llamaquique.  Oviedo  2012

Me fui a casa un poco mosqueado y a la mañana siguiente hice lo mismo. Esta vez tuve la certeza de que allí había una persona mirándome, en otras ocasiones mi barba desfiguraba los rasgos del mirón, pero esta vez vi su cara un poco desplazada de mi propio reflejo y hasta me pareció una persona conocida. Pero al escucar en el interior no vi tampoco a nadie vuelto hacia los ventanales, los más movían un ratón atentos sólo a las pantallas de sus ordenadores.

Alguien debió avisar a los seguratas de que un tipo raro andaba controlando el interior de la oficina, porque salió un matoncete y me increpó ya antes de llegar a donde yo estaba parado.
¡Qué haces ahí!, me dice acercándose el zoquete, que por edad podría ser mi hijo.
Lo de un tipo raro lo digo aceptando ya que mis luengas barbas blancas y largos cabellos, junto a unas ropas sencillas, pueden darme el aspecto de un abuelete pobre. Pero nada más, no creo que haya nada amenazador en mi humilde persona.

¡Que haces mirando por el cristal!, volvió a tutearme de malos modos cuando llegó a mi altura.
¡Pintándome los labios, no te jode! ¡A ti qué te importa!

No le gustó la respuesta y me agarró por un brazo. ¡Ya empezamos!, pensé.
Haz el favor de soltarme, le dije tranquila y educadamente.
Soltó pero me cerraba el paso con su corpachón de madero de gimnasio. Me dice, No te muevas que vamos a identificarte. Y llamó a un compañero por una emisora colgada del brazo.
¿Quién cojones te crees que eres, rapaz?, no puedes retenerme.
Enséñame el carnet de identidad y te dejo marchar.
¡El carnet se lo enseño a la policía por orden judicial, no te jode!

Me leyó la cartilla que aprendió de memoria con mucha dificultad: Nuestra obligación es identificar a cualquier sospechoso que se acerque al edificio.
¡Sospechoso de qué, chaval!
Eso ya lo dirá la Policía.

(continuará...)

Ramiro


Stephan Micus.  Passing cloud.

http://www.youtube.com/watch?v=T5JHnsgWRvY

Salud.