Dimosia Epijirisi Hilektrismou Compañía Eléctrica Municipal Eubea, agosto 2011 |
Ví una foto en un album de Yiannis Tzakós de una flecha blanca sobre fondo rojo clavada en un poste de madera como el que vemos y en el mismo madero, a la derecha, cogida de lado hay también una chapa idéntica a esta.
Están por toda Grecia donde todavía mantienen muchos de los antiguos postes, más humanos que las modernas torretas metálicas o de hormigón.
Lo verdaderamente gracioso sería que hubiéramos fotografiado el mismo madero y casi el mismo motivo, pues Yiannis supongo que pasará alguna vez por Agioi Apostolioi (Kato Petriés o Limani Petrión). Pero sospecho que en su pueblo, dos kilómetros más arriba, los habrá también en abundancia. Y podría ser de cualquier pueblo griego.
De todos modos me prestó la coincidencia aunque la chapa es otra, las puntas que las sujetan son diferentes.
Como sigo muy atacado por la tos, no hago nada para mejorar, ni siquiera tomo esa tisana de hierbas, malva, tomillo, orégano, que siempre recomiendo sabiendo que es efectiva, no tengo ánimos hoy para mucho más.
Me queda todavía un poco de miel de Karoúlia (Áthos) que nos trajo el Inmortal monje Dimitris y que guardaba para casos rebeldes porque es mano de santo, nunca mejor dicho. ¡Y nadie podrá decir que en Ayios Oros hay contaminación!
Además, no entra cualquier enjambre en el Santo Monte. Aparte de producir miel, las abejas deben demostrar que su picadura reporta algún beneficio, mejora el reuma, espabila a los pasmaos o desengancha del ombligo filokáliko a los que se muestran más fanáticos que el propio Beato Anciano -Yérontas- que los asiste espiritualmente.
En caso contrario, si las abejas pican sin más provecho que el bultoma, el dolor y el prurito, el Exomélisa, máxima autoridad apícola de la Santa Península, les lanza un anatema y el enjambre abandona Áthos. Nadie ha podido dar una explicación científica a este hecho cuasi milagroso.
No tengo ganas pero ya llené la cuartilla, no necesitaba incluir un poema del Catálogo de toses (1990), aprovechando esta mención a la compañía de electricidad, que era lo que iba a escribir cuando me quejaba del catarro ahí arriba. Basta cualquier mención al buen monajós para que me traslade en espíritu al barranco de Karoúlia y se me desate la lengua.
Los versos, que aparecieron en el florilegio del ´segundo grado` de Psilicosis y algunos conocerán, son de un grupo del Catálogo titulado
Deslumbramientos y apariciones:
Tan en hilo
Ayer me agarró una tos terrible,
creí que me saltaban los cornetes,
se pusieron en fase los fusibles
con un chisporroteo de estrellitas,
se fundieron los plomos oculares
desde el nérvio óptico de atrás,
ése que por el cogote va y se engancha
a la red principal que cruza el tronco.
Me sorprendió el catarro boquiabierto,
hizo masa la tos cerca del raquis,
supe entonces lo que era una avería,
cuál es la tensión que nos mantiene
unidos en la misma empresa eléctrica,
son muchos kilovoltios por persona
para poder soportarlo sin descargas,
soy gente corriente y doy calambre.
Electrocuta en mí esta tos un efecto
solidario, pascual, de común acuerdo,
me noto más humano, mero cable,
me da por sonreír al fin y al cabo,
después saco el pañuelo, me sueno,
me palmo los trallazos del cordero,
quito la monda, desecho el plástico
y así me quedo, en cobres, tan en hilo.
Buenos días.
Ramiro.
P.D. De postre musical la canción rebétika de Aryiris Bakirtzís, que aquí canta con su grupo de Thesalónica, (Xeimerinoi) Imerini kolimbités, Los nadadores invernales, titulada Se mia ekklisiá monajiki, En una iglesia solitaria, donde dos dervichakis colgaos como el mi Dimitraki kai egó (y yo) alucinan con los iconos. Hoy mismo nos la envió el Inmortal thesalonikiós:
Salud, geia sas!
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