martes, 6 de septiembre de 2011

Plantas del margen



Stin Periboli tis Panayias
(En el Jardín de la Virgen)
Grecia, agosto 2011 

Confundidos entre inocentes aligustres, al borde del paseo del puerto, en un pequeño jardín público hay media docena de buenos ejemplares ya floridos ya con frutos, y en las orillas de la carretera más. A su lado corren los niños con y sin bicicleta.

Se pueden encontrar en los campos y pueblos de toda Europa, es frecuente y  de las más tóxicas de su herbolario. Verde tiene el olor repugnante de toda la farmacopea más vomitiva reunida. Alcaloides como atropina  y escopolamina en altas concentraciones.
Pese a sus cándidas flores no engaña porque es tan repulsiva que nadie en su sano juicio se atrevería a probarla.
Aunque seca se fuma-ba? en cigarrillos para asmáticos, que estaban permitidos, otras aplicaciones entrañan riesgos que no  deben asumirse. ¡Cuidadín! Planta del diablo.

Pero lo más apropiado para evitar sustos es la información veraz,  y no la represión o la mitificación a través del secretismo.
Salud.

Mister Natural.

Atenas -3

María vive en España pero nació en Atenas y la pateó de día y de noche hasta que terminó de estudiar. Ahora tiene miedo de moverse por algunos barrios y de noche sólo lo hace por unos pocos. Lo único bien vigilado, además de las embajadas, el parlamento y las residencias de los políticos, son los bancos. Y no es que estemos reclamando más policía.

Ni ella ni nosotros hemos tenido problemas. Tal vez no aumentara la delincuencia más que en otros países, lo que sí aumentó es la sensación de inseguridad. Y aquí topamos con el prejuicio número uno, porque el miedo se asocia al incremento de la pobreza visible, entre la que se incluye a los drogadictos, yo diría que muy deliberadamente visibles, aunque no mucho más que algún otro año, como creo haber apuntado ya. En todo caso nosotros nunca nos sentimos amenazados por ellos.

El crecimiento de la población extrajera, emigrantes económicos, desplazados, exiliados políticos, etc., es muy evidente, pero no mucho más que en Madrid o Barcelona, por hablar de nosotros. Lo que también parece clara es la diferencia en las condiciones de vida de unos y otros emigrantes. María decía que Grecia había permitido la entrada indiscriminada de una población muy necesitada, a un país en el límite de sus fuerzas, que no podía ofrecer ni trabajo ni ayuda a esas personas porque no estaba preparado y, exhausto, no tenía ya servicios ni para los griegos. Es muy posible que tenga razón.

Hablaba antes del peligro de asociar emigración y delincuencia porque ése ha sido siempre el corolario del fascismo. Hay que buscar una cabeza de turco en tiempos de crisis y se culpa al otro, al extrajero o al diferente.
Hemos ponderado aquí la virtud de la hospitalidad griega, pero eso no nos impide ver la dejación institucional, ya legendaria, la imprevisión o, mejor, la ausencia de planificación y ejecución gubernamentales, y la falta de respeto generalizado por lo público. Cuanto más arriba más grave. Y hablo de los griegos no de los emigrantes. Como si hablara de los españoles, que allá nos vamos.

Odio clasista
Atenas, agosto 2011

Cada uno con su cuota de responsabilidad, de acuerdo pero, cuidado, no democraticemos la culpa, que no contamina lo mismo el vómito de un yonki o la colilla que un paisano tira en la playa que el dueño de una refinería de petróleo, ¡que la tira en la suya privada!...
Y con esto de las colillas estaban sensibles los griegos este verano, creo haber oído que cada día se tiraban en sus playas medio millón.

Las colillas de las calles, eso son los yonkis, de las plazas, de los pequeños y escuálidos jardines de Atenas. Como los emigrantes, tienen todas las papeletas para concitar el odio en tiempos difíciles. Pero ellos sólo se dejan querer por una dosis y parecen  muy dispuestos a morir por ello. Ni siquiera somos capaces de procurársela en las mejores condiciones y los obligamos a convertirse en sombras de sí mismos, ahí, escatimándoles el consuelo, como torturadores,  gente rácana, una medicina que vale una mierda en todos los sentidos, pero cuesta muchas vidas en sentido estricto.
¿Quién se beneficia de de este sinsentido? El dueño del sentido y del marrón. La Suciedad Anónima.

Resumiendo, no es lo mismo el dedo en la llaga que la llaga en el dedo. La sensación de inseguridad no sólo es deseable sino necesaria porque justifica la presencia de policía pública ¿vigilando?, no por cierto, guardando el dinero de los bancos privados, y explica el incremento de las policías privadas, apalancando la pasta trapicheada a lo público y velando el sueño de los ladrones. Y de paso se disuade a posibles recalcitrantes, que son a los que de verdad temen. Aunque siendo rigurosos, ¿cuándo el poder necesitó excusas para proteger su dinero?. Lo hacen porque les gusta lucirse y bacilar... .
Este es el auténtico mundo furris y no el yonki terminal que no tiene fuerzas ya ni para morirse. ¡A otro perro con esos tristes esqueletos!

No podría despedirme de Atenas sin dedicarle una de cal, aunque sólo sea una mano ligera. Lo haré otro día. Salud, yasas!.

Skylorómiros.

Atenas -2

Atenas sólo es una excusa aquí y no podemos ventilar un asunto tan peliagudo como el de las drogas en un pispás. Porque son muchas las implicaciones del problema y las de orden moral o ético no son de las menores. ¿Quién habla hoy de legalización, de libertad de uso o automedicación?, casi nadie. Y son muchos los mitos que rodean la droga. Para una buena parte de la población los drogadictos son mala hierba, escoria, hay que eliminarlos. Para los caritativos y para el aparato del estado y el poder, psiquiatras, jueces, policías, políticos, etc., son  enfermos crónicos problemáticos o directamente delincuentes, viciosos y degenerados irrecuperables. Podridos, hay que retirarlos de la circulación, de la parte sana de la sociedad. Para todos son una carga pesada y costosa que pagamos con impuestos.
                                                                                    
Atenas 2011

El año pasado, en la calle más importante de la ciudad, Panepistimiu-Elefterios Vinizelos, que une Omonia y Síndagma, las plazas centrales de Atenas, un yonki, en la acera, parecía muerto, sentado en el suelo con la cabeza sobre el pecho y el brazo arremangado con la jeringuilla colgando. Los transeúntes, griegos y de todos los países y razas, pasaban como si fuera teatro callejero, se apartaban algo para poder apreciar mejor la acción artística, como se dice hoy, y participar del happening... .
Es cierto que algunos se paraban, entre horrorizados y extasiados, pero para salir después poco menos que huyendo. Cuando un leve temblor en el brazo desnudo hizo pensar a algunos que el guaje estaba vivo, se alejaron defraudados. No todos los días se ofrece el espectáculo de la muerte de un joven (iba a decir en vivo) en directo. Al final no supimos si el pobre chaval estaba muerto o se lo hacía...¡esa es la actitud!.

Este morbo o indiferencia general y estos sarcasmos son equivalentes a la impotencia de no poder hacer nada o a la dureza de mirar las cosas de frente sin falsos remilgos. Pero eso ya no es sólo un problema de Atenas o de Grecia, supeditada como los demás países a una legislación prohibicionista cuya iniciativa, mire usted por dónde, partió del Imperio, el lugar de mayor consumo también en esto. Ellos se lo guisan y nos lo tragamos todos.

Este año dos desgraciadicos, piltrafas humanas, con los brazos destrozados y el alma en la aguja, se buscaban la vena, uno en el tobillo y el otro en algún lugar de su costado, donde ya se veían muchos moratones. Lo hacían sentados  en el suelo, en una esquina de la Biblioteca Nacional, con dos policías a dos metros, de espaldas, dando indicaciones a unas turistas.
No quisiera poner un énfasis especial en la presencia de la policía, indiferente e inoperante frente a lo que pasa y ve, entre otras razones porque no pueden hacer nada mejor y esto no es una justificación de su conducta, es la misma perra vida, el mundo furris. ¿Qué hacen? No tienen  donde llevarlos, las ambulancias no acuden a recoger yonkis "presuntamente muertos".

Este verano parloteaban en la tele de abrir una especie de hospital de urgencias y estancias cortas para los casos más graves. Sería mejor que nada si lo hicieran, pero me temo que lo llenen el primer día.

Hablábamos con María, una amiga ateniense, de la necesidad de sacarlos del centro ya que Atenas vive del turismo. Dan mala imagen, ese es el rollo. Todo lo reducimos, pues, a operaciones de maquillaje. Recordamos cómo se sacaron a los drogatas del centro de Madrid para crear otros guetos en los arrabales, -ta perix, en griego, los del rebétiko-.
En definitiva, seguimos sin afrontar el problema. Curiosamente nunca vimos tantos tirones como en Madrid en pleno ascenso del Pozo del tío Raimundo, y no disfrutábamos, no obtante, contemplando en Sol, mientras tomábamos unas birras, cómo se chutaban y vomitaban los colguetas de la movida madroñil, pobres diablos como sus colegas atenienses.

Que los retiren también del centro de Atenas, pero es indudable que los supermercados de la droga y los extrarradios de la miseria no son la solución.
Yasas, salud!

Skylorómiros.