viernes, 13 de junio de 2014

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La mierda  no espera.


Salí a tirar la basura



mientras sonaba el teléfono en la sala. Me detuve en la puerta pensando qué hacer. Era una hora intempestiva para llamar a una casa con niños, aunque hoy estaba solo y dudo que eso lo supiera el que llamaba. Pero, más que nada, el culo de las bolsas que llevaba estaba sucio y no tenía dónde posarlas sin pringar algo. Hay un buzón de voz, ¡Que dejen el mensaje o que llamen otra vez si es algo urgente!, pensé. Así que, después de unos segundos de indecisión, seguí adelante. Fueron los que me faltaron para llegar a tiempo, porque el camión de la recogida acababa de pasar y vaciaban ya los cubos de la finca de más arriba. Son apenas cincuenta metros con una pequeña subida, corriendo y dándoles una voz quizá los alcanzara todavía. Pero andan ligeros y mis pulmones no resisten semejante esfuerzo. Reculé pensando en toda la parentela paterna del inoportuno telefonista. No había mensaje ni hubo más llamadas. ¿Cobrarán algún plus de nocturnidad estos tocapelotas por joder al prójimo a esas horas, o tendrán que poner también la cama?



Dr Hook & The Medicine Show.   Penicillin Penny.




Salud y felices pesadillas.


ra