lunes, 27 de enero de 2014

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Kakolímano,  Mal puerto.   Petriés.
Eubea. Grecia 2011.


Salí a tirar la basura


dispuesto a todo y con un sí pintado en la frente. En pocas ocasiones salgo con ánimo tan abierto, la mayoría de las veces lo hago sin entusiasmo y vuelvo a casa con la misma penosa sensación, una mezcla de obligación de subalterno, rutina y aburrimiento. Lo más cercano a la negación es lo habitual. Pero ¿qué ocurre cuando estando abierto a todo, no pasa nada?. Que se frustran las expectativas contenidas en el primer enunciado. No estoy en Grecia, la calle está silenciosa, oscura y muerta, no se me aparece San Juan Nepomuceno, patrón de los bohemios, y para más recochineo olvidé el cigarrillo que había liado antes de salir. ¿Para qué tanto derroche de energía positiva?


Frédéric Chopin. Piano, Aldona Dvarionaite.   Prelude en Mi-Menor (op. 28 no. 4).




Salud y felices pesadillas.


ra