miércoles, 6 de noviembre de 2013

Τα Δωδεκάνησα, El Dodecaneso


Esquina en Rodas.
Grecia, agosto  2013

Δωδεκάνησα


Buenos días. Tres meses después del periplo estival por el Dodecaneso, me voy a meter finalmente en aguas del archipiélago de las doce islas, y algunas más, para no dejar más tiempo en reposo esta etiqueta, acompañar a la solitaria Creta y que los recuerdos no se esfumen como se desdibujan las islas en la distancia tras la estela de los barcos.

Aunque el viaje fue de norte a sur, de Kos a Cárpatos, y vuelta, empezaré por el sur, por Cárpatos, que es la más cercana a Creta y la que, por tanto, estaba destinada a seguirla aquí. Participa además de muchas de sus características y fue donde nos quedamos más días.

Los ferries, casi siempre el Prevelis de Rézimno, Creta, o el Diágoras, de Rodas, hacen la ruta de El Pireo a Creta y el Dodecaneso, ida y vuelta, en verano unas tres veces a la semana.
Saliendo de Kos, recalamos en Nisyros, Tilos, Simi y Rodas, el centro del Archipiélago y, ésta última, capital del conjunto.

Por fin visitamos Rodas, de la que habíamos huido a causa del excesivo turismo y, claro, valió la pena.

Llevábamos además, de relectura, uno de los dos libros de Lawrence Durrell que más nos gustaron de los que hablan especifícamente de las islas griegas.
El mejor para nosotros, lo apunté varias veces, es Limones amargos, sobre Chipre. Pero este Reflexiones sobre una Venus marina, que lleva por subtítulo Viaje a Rodas, no está mal, a pesar de una traducción del inglés retorcida y, por veces, incomprensible. Diré en su descargo que los florilegios descriptivos en los que se mete el amigo Larry son también de agárrate los carzones, compare Manué.

Escribe sobre todo de Rodas, pero hace un corto viaje por todo el archipiélago, no sólo por el sur como nosotros en esta ocasión, y dedica unos párrafos a cada isla, así que sigue siendo una buena lectura aunque no sirva como guía al uso. Tampoco esto sirve.


Ocaso en Levkos.  Kárpazos.
Grecia, agosto 2013

Desde Rodas pasamos a Halki rumbo a Kárpazos, donde queríamos recalar si encontrábamos modo y asentar los rulés unos días sin tanto ajetreo. La isla resultó ser muy guapa, como todo el mundo nos había dicho y no fue difícil dar con un rincón tranquilo en Cárpatos.

(Esto de las diferencias entre la escritura, la pronunciación, y la grafía inglesa, me trae a mal traer. Me seguirá pasando, y no sólo en este caso. De momento aviso aquí: Los griegos escriben Kárpazos con K y con zita -θ-, que es nuestra z, pero resulta que en castellano es Cárpatos, y vienen los ingleses a complicarlo más escribiendo una th que es su sonido más próximo a la z, pero que ha alterado toda nuestra grafía y la pronunciación lógica, y así llamamos Tesalónica a Zesaloníki, o Cárpatos a Kárpazos. Me cuesta mucho llevar eso con paciencia, no entiendo porqué allí donde es posible, como es el caso, no se respeta la grafía y el sonido originales, que no es London por Londres y Mosca por Moscú, Grecia está más cerca de nosotros que de Inglaterra y no hablo de kilómetros...)

La sorpresa de la vuelta fue Nisyros donde sólo pensábamos estar un día y nos quedamos tres, ¡ya no teníamos más!

Iré contando isla por isla, como he venido haciendo en esta etiqueta, con más de un capítulo para aquellas en las que alquilamos coche y estuvimos más de un día, Kos, Rodas, Kárpazos y Nisyros. Les seguirán después, si continúo con esto, Kalimnos, Leros, Patmos..., subiendo hacia el Egeo norte.

Como voy a tener ocasión de poner mucha música de las islas, Nisiótika, porque es su folclore y cada una tiene su cancionero y sus propios músicos, hoy me tomo la licencia de subir otro tema marinero, pero éste de nuestros vecinos portugueses, marinos de altura. Y la mar era de los apátridas...

Cesaria Évora. Marisa Monte.  É doce morrer no mar.


¡Salud y hasta otra!

Barbarómiros