jueves, 10 de enero de 2013

La blasensis en la muy noble


El puente de hierro sobre el  Turienzo  a su paso por  Morales.
Noviembre 2011

Buenos días, pajarines. Me pareció oportuno, después del capítulo de la matanza en Morales del Arcediano, compuesto por José Martínez Blas, dedicar otro a esta curruca homónima y paisana del autor, casi alter ego, cuyos pinreles aparecen retratados en la imagen inferior.

Volvimos a reunirnos un ratín en el mes de diciembre, en la muy noble, leal y demás, ciudad de Astorga, al amor de unos vermús y unas cervezas. La mi morena llevaba mucho tiempo sin ver a esta canora y me acompañó.

Era una mañana fría pero soleada de invierno maragato, con más gente por las calles que en nuestra entrevista anterior, un largo ocaso de finales de junio, con aquella imagen de una Astúrica mística, levítica y en soledad sonora, que recordaba algún atardecer de Panero padre, languideciendo en un madrigal lento con una copa de coñac en la mano, el tiempo, vuelto espíritu, reposa... 
En esta ocasión, las fiestas invernales de la Navidad, las vacaciones, llenaban las calles, las tiendas y las cafeterías como si la crisis sólo fuera una fantasía de cenizos.

El Verderón está pimpante y sano como uno de aquellos bichos que toreábamos en bolas a la orilla del Jerga con el Horacio y el Aleluya. La verdad es que se lo curra, porque sigue escalando Karakorums y Aconcaguas sin oxígeno y con unas humildes alpargatas. La visera, de sus años madroñiles, de casco.

He tenido ocasión  de ver este año varios reportajes fotográficos suyos de excursiones por la comarca, con el riquísimo colorido de nuestros bosques, la maravilla de los cauces y torrenteras escondidas..., con sus colegas de bicicleta y mochila o con los niños del colegio. Como la ruta cicloturista otoñal por la Maragatería cercana, con amagüesto y todo en Morales. ¡Esto es un pájaro entregao!

Pero la reunión decembrina fue tan corta que dudo si no la soñaría, de no estar a mi lado la morena de mi copla, que me pone los pies en el suelo, o los propios andadores de esta curruca pardiña, aquí presentes en efigie.
Es que no recuerdo que habláramos de música, uno de nuestros temas favoritos, y tampoco quedamos en vernos para visitar la pared de adobes de su pueblo, o qué hay de esos capítulos sobre la música que escuchábamos en el instituto... Lo bueno y breve si breve cuatro veces breve, ¿que así no ye, que no sale la cuenta?, para cuatro sólo faltaba un breve.

Y eso es lo de menos, lo demás es ¡que se nos escapa el tiempo como el humo! Tengo que hacer algo y pasar algunas horas más con esta parda. A ver cómo me las apaño.

Led Zeppelin.  Black Dog. 


La  Curruca blasensis  en Astúrica Augusta
León, diciembre 2012



No sé tampoco nada nuevo del Clero Pardo Maragato (Cepeme), ni si el Dúo los del Huerto siguen ensayando su repertorio de flamenco Turienzo y jota KL, una versión actualizada de la Peregrina. Tiempo ha que no veo a la otra componente del dúo, la  Hortensis Centenalis. También quiero dedicarle en breve un recuerdo y, sobre todo volver a verla.

Las músicas de hoy son de las que le gustan a la  Carduelis Cloris, el nombre por el que es conocida entre los ornitólogos esta gran sopladora ¿saxual?,  que los pajareros llaman simplemente Verderón y las avecillas amigas, Blasensis a secas.
¿¡Cuántas veces meteríamos peseta en la máquina del Ríos para escuchar Perro Negro, kurru!?.  Primero fue  Muchísimo amor, también de los Zeppelin...
Los Doors vendrían algo después y hoy son poco menos que una divisa para esta canora, sobre todo el malogrado Jim.

Un abrazo, amigo.

The Doors.  Roadhouse Blues  (Live) 

¡Salud, kurrukas y demás pájaros pardos, también a las inocentes avecillas, de presa o no!

Cannavina Carduélis, pardilla común, rebétissa, psilicosa.