jueves, 22 de marzo de 2012

Tostones


Líder sindical hibernando

No haremos aquí el discurso demagógico de la derecha que pretende medir la fuerza de los sindicatos, incluso del conjunto de los trabajadores, por el número de afiliados. Es evidente que su capacidad de movilización alcanza mucho más allá. Pero dicho esto nos vamos a detener en la crítica al aparato sindical porque está al caer "otra" huelga general con la venia. Sólo serán un par de reflexiones.

Después de que los partidos de izquierda defraudaran las expectativas del movimiento obrero aliándose con la burguesía en la aplicación de modelos políticos socialdemócratas y más recientemente neoliberales, los sindicatos de clase parecían ser los últimos depositarios, con cierta fuerza, de las aspiraciones y reivindicaciones de los trabajadores.

Esto dicho, la realidad ha venido a demostrar que no era del todo así. El pacto en desventaja, el entreguismo, cuando no la pérdida de derechos conquistados tras muchos años de lucha, sin contestación, o poco más que simbólica, y el desinterés, la apatía de una parte importante de la masa obrera, que cede su responsabilidad política sin pedir cuentas a unos líderes apoltronados con fantasías pequeñoburguesas, son algunas de las causas de la pérdida de poder del proletariado.

Por mucho que la llamen huelga  general todos sabemos que servirá, con seguridad, para que nos descuenten equis euros por el día de paro, un ahorro muy bienvenido por las empresas y las arcas del estado. Aún recuerdo lo que se decía en algunos tajos mineros en los 80 cuando se convocaban huelgas para sacar el estock de carbón no vendido y que el patrón se ahorrase unos miles de machacantes de los jornales de esos días. Y era en un escenario con fama de revolucionario.
No estoy hablando en contra de la huelga, pero su eficacia real apenas sirve para rellenar unas planillas de participación, estadísticas que, por alto que sea el seguimiento, no cambian nada.

También para escenificar un rito de tinte religioso tipo procesional con los líderes de marras chupando cámara sujetando la pancarta en primera fila. Sólo falta una imagen de la Virgen de la Consolación, claro que para eso está Candidín.

Hay en todo esto contradicciones flagrantes. El sustrato ideológico y la dinámica interna de los sindicatos de clase sigue obedeciendo al leninismo, aunque haga muchos años que renunciaron a Lenin. Éste defendía la profesionalización de la política y de la actividad sindical, máxima que siguen al pie de la letra los líderes sindicales actuales. Pero Lenin no dijo que tuvieran que perpetuarse en el machito y mucho menos que representar a los trabajadores fuera un chollo para liberarse de por vida del trabajo.

Carlos Gardel, y nosotros, os damos el Adiós muchachos


Asumir el liderazgo de la clase obrera suponía arriesgar la propia seguridad. Ahí queríamos darle. La cosa autocrítica tampoco funciona, parece ser.

Os invito a que intentéis recordar a cuantos de estos funcionarios por delegación después de la llamada Transición les costó su actividad sindical una causa judicial, una estancia en la cárcel, la más mínima complicación.
No hablamos de atentados con bomba o pistola que no deseamos, y que les supondría una condena de muchos años, ¿a cuántos hemos visto encadenarse en la puerta de la Moncloa, encerrarse en un ministerio, acampar indefinidamente delante de las Cortes..., alguna acción que comprometa la comodidad de su poltrona en defensa, reivindicación o solidaridad con los currantes? ¡Y llevan así más de treinta años!. ¿Estos son líderes del movimiento obrero?

Ojo que no quiero generalizar, hubo muchos casos de sindicalistas, menos en proporción cuanto más altos en el escalafón, que no se arrugaron y acabaron encausados. Pero es una minoría, como lo es la de los sindicalistas honrados cuyo interés primordial no consiste en mantenerse en la burra sin dignidad.
Que se sepa un sindicalismo, incluso meramente reivindicativo, no revolucionario, que defienda a los trabajadores tiene a sus dirigentes siempre en el filo de la navaja.

Cuando la colisión del derecho con las reivindicaciones que deben conducir en vanguardia los líderes, siguiendo a Lenin,  los llevan a conflictos con la justicia o el aparato estatal, el resto de los trabajadores se moviliza para sacar a sus representantes de apuros. Incluso cambiando las leyes.
Además de la ideología y los intereses comunes, el pacto entre representantes y representados se sella así, no en el día de las votaciones para dirigir el sindicato.
Y en última instancia el compromiso es personal, se debe contar con la posibilidad de que la acción resulte fallida o no consiga movilizar lo suficiente a sus compañeros y sea abandonado a su suerte. Ese es el precio del liderazgo, ningún premio, por cierto.

Es muy guapo convocar una huega general aunque quedemos una vez más inermes y con el culo al aire, pelao porque desgasta el roce de la intemperie, para ver después las cifras que muy pomposamente manejan frente a los medios ambas partes, patas de un mismo banco, para concluir que no hay nada que hacer y todo sigue igual.

Está claro que hablamos de cosas diferentes, esta huega general Güelga Xeneral nun ye, y sin embargo seguimos necesitando la acción unitaria...

Javier Krahe, Cuervo Ingenuo


Salud, anarquía y un polvete cada día!

Skylorómiros Mavropradakos