viernes, 25 de julio de 2014

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Gato agradecido y desorejado.
Rodas, 2013.


Salí a tirar la basura



y me vino a recibir a la puerta del edificio un gato muy solemne, con una oreja cortada y el rabo tieso y blanco como el chorro de una moto acuática. El resto del gato no tenía mataduras ni un color definido, aún dominando el gris. Me recordaba al Gatín Descolorido, el travieso personaje, bohemio, viajante y aventurero, de una historieta que la morena de mi copla contaba a los niños y que yo retomé cuando ella cansó. No llevaba nada que pudiera gustarle a aquel gato, ni a ninguno, y así se lo hice saber. Pero el minino me acompañó hasta los cubos sin bajar el rabo y, en el momento de meter mis bolsas, de un salto se subió en el borde de un cubo negro. Miraba en su interior y me miraba a mí alternativamente, siempre con el rabo de bandera blanca, como diciendo: ¡Aquí, aquí está, aquí hay mondongo!. Olía muy fuerte a pescado y fue sencillo dar con la bolsa de sus restos. La abrí mientras el gato se relamía. Sólo pudo llevarse la cabeza de una sardina con su raspa, porque un vecino que llegaba a tirar la basura, chupatintas de profesión según creo y seguro que gran amante de los animales, lo asustó con su ¡Saaape!. ¡Sape te daba yo a ti, mamón!, pensé. El gato no dijo ni ¡Fu!, supongo que por no perder la cabeza (de la sardina) abriendo la boca. Pero se paró a cierta distancia para asegurar la presa, relamerse y de paso agradecer, con una mirada de inteligencia, mi ayuda.



Flaco.  Στίχοι Πρόσφυγες.


http://www.youtube.com/watch?v=FtGSttT0s4I


Salud y felices pesadillas


ra