jueves, 7 de noviembre de 2013

Η Κάρπαθος, Cárpatos. Pigadia.


Buganvilia. Pigadia. Kárpazos.
Grecia, agosto 2013.

Κάρπαθος. Pigadia


Buenos días. Si tuviera que juzgar a Κάρπαθος (pro. Kárpazos), Kárpatos (prefiero la K a la C), por alguna de las primeras impresiones que nos causó, no saldría muy bien parada. Junto con Kos (Cos) fue la única del periplo dodecaneso donde llevábamos la primera noche de hotel reservada, que a priori era una ventaja. Lo habíamos hecho el día anterior en Rodas, desde donde navegamos en uno de los grandes ferries que cubren esas rutas, el Prevelis, con base en Creta. Kárpatos era la última de nuestro recorrido y pensábamos pasar allí un par de semanas. Todas las informaciones que teníamos, y las que fuimos recogiendo en el viaje, hablaban maravillas de la isla.

Llegamos a Pigadia, la capital y puerto más importante, sobre las dos de la mañana. El barco salió ya retrasado de Rodas y había algo de mar, la mi morena habló por teléfono con la responsable del hotel para informar de esa circunstancia. No deben ser infrecuentes los pequeños retrasos porque estos canales entre las islas del sur tienen fama de sufrir mares bravos. El hecho es que después de media hora de espera en el hall del hotel, cuando ya pensábamos en echarnos a dormir allí mismo en los butacones, apareció una mujer y nos informó de que no tenía habitaciones. La escuchábamos atónitos, alelados: según ella los inquilinos habían decidido quedarse otra noche...

Naturalmente la disculpa nos sonó a mentira campanuda y podrida. Que la había alquilado era evidente, pero a quién no nos importaba. Podía haberlo dicho cuando la morena la informó del retraso y, sobre todo, haber buscado otra habitación para cumplir su compromiso. ¡Nada!
Nos debió de ver cara de no dejar el vestíbulo por las buenas, todo en el pueblo parecía cerrado y estábamos rendidos. Decidió despertar al dueño de un hotel vecino. Por otra parte, es raro que los griegos no encuentren solución a desaguisados que ellos mismos preparan. Al final nos instalaron por el mismo precio en un apartamento muy grande, donde pasaríamos divinamente tres noches más no previstas, bastante mejor que en el fiasco de hotel que habíamos escogido por internet. ¡Y además con desayuno incluido!

El hotel del apartamento se llama Odyssey, lo regenta un matrimonio muy amable. Fueron emigrantes en Estados Unidos, donde tienen un hijo, y al retirarse volvieron a su isla. Las terrazas y balcones están cubiertos de buganvilias de varios colores, como la de la primera foto
Desde la terraza superior se tiene una panorámica completa del pueblo y el puerto, con las montañas de la alta sierra que recorre la isla de norte a sur, casi siempre coronada de nubes, circunstancia que separa también el clima de las dos partes, con diferencias de tres o cuatro grados de temperatura. Allí nos tomamos algún tsikudiá cretense.
Pero sobre todo allí desayunábamos en regla todas las mañanas, sin faltar el zumo, el huevo cocido o la tarta de casa. Una maravilla.

Λύρα: Εμμανουήλ Γ. Μάλτας. Τραγούδι, Γεώργιος Ρεΐσης -Ζέντας, Εμμανουήλ Γ. Μάλτας.
Tsakistés Mantinades de Kárpazos.


Nuestra intención era alquilar un coche a la mañana siguiente, conocer un poco la isla y buscar un lugar para quedarnos. Ya empezamos mal cuando la noche anterior aceptamos el folleto publicitario de la mujer que nos había dejado tirados, para que pasáramos por una agencia de su confianza donde nos harían buen precio.
La verdad es que se acercaba el fin de semana y la Panagía, estábamos en el punto álgido del verano y, aunque muy alejada del mogollón, no le faltaban turistas a la isla.

No había coches pequeños y baratos de nuestro presupuesto, para una sola jornada, hasta tres o cuatro días después. Pasamos por varios alquileres y finalmente llegamos al de "confianza". Lo sería, pero estaba a kilómetro y medio del centro bajo el sol griego, y el precio era el mismo. Más caro, porque el tipo nos quería tangar unas cuantas horas para aprovechar que llegaba un ferry a la isla el atardecer del segundo día que lo alquilábamos. Porque al fin se lo alquilamos dos días, mediando una oposición cerrada de la mi morena a entregar el coche antes de la hora. Aún así se lo llevamos cuando él quería porque no lo íbamos a usar por la noche. Pero era un sujeto nada agradable y un sobrao. De ésos que piensan que vas a simpatizar con ellos por hablar mal de su propio país.

Pero antes habíamos tenido el segundo desencuentro tras el de la llegada. Cruzábamos un paso de cebra en la esquina de una calle con mucho tráfico y el paisano, al que le costó bastante parar el coche pisando la raya -ésa es otra de las quejas que se le pueden hacer a algunos los griegos, el poco o nulo respeto al peatón-, el paisa, que debía llevar prisa y tener mala baba aquella mañana, nos pegó un pitorrazo para que apuráramos. Me volví y le hice un gesto con la mano pidiendo paciencia, y el mamón bajó la ventanilla y me gritó, ¡Blakas!, Tonto, y la subió otra vez.
A mí se me olvida insultar en griego cuando me pasa algo así y le contesté, ¡Vete a cagar!, en castellano llano. Los otros coches que llevaba detrás empezaron a pitarle porque no arrancaba. ¡Pues el paisano todavía volvió a bajar la ventanilla para repetir por segunda vez el mismo insulto!. Ya habíamos cruzado y la acera estaba a tope de gente, pero salté como un rayo sin pensar más, ¡Hijoputa!. Hay mucho italiano en la isla, algunas personas pensarían que era uno de ellos, y no es que yo intentara ocultar mi origen.

No me siento orgulloso de esto, lo cuento porque no siempre el nivel de las lindas vacaciones griegas es el mismo, ni mi humor el mejor. La compañera me reconvino con razón, ¡Déjalo, que diga lo que quiera! A veces no puedo con este mal genio. Y además a continuación empiezo a decir que no sé cómo vuelvo por ese país de patanes y maleducados, ¡El año que viene no vengo!... Na de na, cada año es lo mismo.

Quiero consolarme pensando que estamos todos algo desquiciados por los problemas de los últimos años, y los griegos tienen aún más motivos.

Σόλο λαούτο, Λαούτα, Νίκος Ι. Παυλίδης. Κιθάρες, τουμπερλέκι, εφφέ, Jerry Rix.
Γιάννης Ν. Παυλίδης, Μαντολίνο, τραγούδι. 



Pigadia. Kárpazos.
Grecia, agosto 2013

Aviso y amenazo con cinco o seis capítulos como este, sólo de Kárpatos, viendo lo que me llevó contar nada. La música será toda de la isla, y particularmente de músicos de Ólymbos, otro pueblo musical, como la Anogeia de Creta, pero algo más pequeño y de una belleza inenarrable, me atrevo a usar esa palabra tan gorda, vamos a ser justos. A él dedicaré un capítulo en exclusiva.

Me despido con el sonido de la Τσαμπούνα, tsabuna. Una gaita pequeñina y muy tosca típica del folclore de las islas, nosotros la hemos escuchado más en el Dodecaneso que en otros archipiélagos, y esta vez muy de cerca. Tanto turcos como griegos tienen diversos modelos de gaita con sus nombres propios, gaida en griego y el modelo continental, de las que ya he hablado en alguna ocasión, todas más primitivas que las occidentales.

Aquí quien la toca es Nikos Vasiliou Nikolaou, que también canta y domina los otros instrumentos, al que escuchamos en Ólymbos durante dos horas, bebiendo unos tsikudiás y unas cervezas con ellos, y picando unas mecedes. Lo acompañaba su padre a ratos, Nikos Nikolaou, un liraki de la vieja escuela ya muy mayor, alternando a su vez lira y tsabuna, y otro amigo en el laúd (laúto). Volveré sobre ello en ese capítulo. La grabación se corta, ¡pero llega la estridencia montañesa, salvaje, agria!

Τσαμπούνα. La tsabouna. 

http://www.youtube.com/watch?v=pMBJAdtPYrc

Lo siento, acabo de enterarme de que el vídeo es privado y no se puede ver, ¿y cómo lo pude ver yo?. Niko, Niko, arreglame esto!... . Pues lo cambio por una nana de Kárpazos, que es todo lo contrario del sonido de la tsabuna, ¡que se chinche hoy la gaita!

Μιχάλης Μιχαηλίδης, lira. (No sé quién canta, quizás Αρχοντούλα Λεντή?).  Νανούρισμα Καρπάθου.


Rectifico y le doy una segunda oportunidad a la tsabuna, si la resistís.


Salud

Barbarómiros