lunes, 26 de marzo de 2012

El buscador d´ombres


Soñando con don Ramón

Tuve la visita inesperada de Valle-Inclán la noche de mi cumpleaños, pero fue tan fugaz que no me daría para una entrada en Zombis geniales, aunque sí me pareció un anuncio de que tal vez el manco de Vilanova había decidido regresar. Sin embargo han pasado ya diez días y no volvió a hacer acto de presencia.

En realidad en esta ocasión no vino a buscarme a casa, más bien fui yo a la suya. Éramos los dos a solas en la bodega, como diría él del desvanillo, no estaba Saturno ni otros personajes mucho más patibularios que me presentó en aquellas noches de onirismo gallego por Arousa. Me ofreció unas sopas de ajo al estilo de las que hace mi madre con una pizca de unto. Las comimos en silencio con cuchara de madera de urz en unas jarras de barro. Cuando metía la cuchara, agachaba un poco la cabeza y me miraba por encima de los quevedos con esos ojos picaruelos e inteligentes, como si preguntara,

¡¿Qué, qué tiene que decir de estas sopas, pollo!?.

No tenía nada que decir, cuando terminé cerré los ojos saborendo la última cucharada y me sentía tan en la gloria que me dormí, así de sencillo.

El título de la entrada es el que me concedió Txell Gironés (costura invisible) por mi apego a las sombras, y no porque sea un siniestro, que quizá también, pero no adrede, a pesar de lo que diga la cabecera del Blog, Los Pikadores Hermétikos, o ese 13 que se repite en el nº de entradas. Lo somos no por afán de oscurantismo, sino por esta especie de encierro minero perpetuo en el que vivimos, rucando en los fundamentos podres del cochino sistema, repito y rememoro a don Ramón: "No tuve miedo, fui turbulento/ miré en las simas como en la luz".

Y bien, sigamos con las sombras, pues.

Hablamos aquí de la película Rebétiko, Ρεμπέτικο (1983), de Kostas Ferris, a propósito de su banda sonora compuesta por Estavros Xarjakos, en la entrada que dedicamos a este músico en Música cretense, aunque ya dijimos que no es de la isla sino ateniense. También la hemos citado en alguna otra ocasión y como no tenemos etiqueta de cine aprovecho disculpas como la de hoy para volver a recordarla.

En otro momento pondré la dirección de algún vídeo con música y escenas de esa película. Recuerdo de ella, aparte de la música y los bailes, algunas sombras de los protagonistas, la actriz que hacía de Marika Ninou, la rebétissa sobre cuya vida se basa un poco el argumento de la película, sombras nocturnas en un escenario en blanco y negro que se proyectaban sobre la pared de un callejón arrabalero. Muy fuertes, expresionismo potente, Murnau y su Nosferatu, El gabinete del Dr. Caligari..., me impresionaron.

León, diciembre 2011

El otro día puse un tema de Genitsaris, Egó mangas fenomuna, aquel rebetes que escribió también esa canción tan conocida de Za saltaro, Al asalto, la historia de los mangas que en la ocupación alemana robaban los suministros de gasolina de sus camiones. Genitsaris canta varias canciones en To minore tis avyís, To Μινόρε της Αυγής, La música del alba (traducción libre). Es una serie de televisión que trató también el mundo de los mangas y el rebétiko.

El género ha caminado de la mano del hachís y la marihuana, pero la realidad de ese universo marginal era mucho más dura que las risas que provocan el Cannavis y sus derivados. A las condiciones extremas en que vivían las personas de las barriadas de chabolas en ciudades como Atenas o Salónica, hambre, insalubridad, violencia, prostitución, se unían el alcoholismo y otras drogradiciones duras. Algunos de los rebetes, como uno de mis preferidos, Anesti Deliás, acabaron enganchados a la cocaína o a la heroína y murieron de sobredosis. Y esto sucedía en los años 20,  30 y 40.

Nikos Kavadías, escritor, poeta y marino, trabajó de radiotelegrafista en la mercante embarcado en  navíos que hacían las grandes rutas del mundo, África, Brasil, Japón, y cuyos marineros traficaban al regreso con el alijo de caballo o farlopa, una ganancia extra después de 9 meses de viaje. Lo cuenta en libros como, La guardia, traducido al castellano, o en La Cruz del Sur, Ο Σταυρος του Νοτου, una colección de poemas a la que puso música Zanos Mikroútsikos, una maravilla de la que ya colgamos aquí, que recuerde, To majeri, El cuchillo.

Pues bien, en el ejemplo que sigue, una escena interior, vemos a un mangas que pide a Genítsaris una canción que quiere bailar. Los músicos tocan  un tema que habla de uno de los lugares malditos y habituales de estos personajes, la cárcel.
Pero lo que llama la atención de la escena es el aspecto cadavérico del bailarín. ¡Es un puro esqueleto danzante! Hasta me recordó a los esqueletos mejicanos o las pesadillas alcoholicomezcaleras del Cónsul, en Bajo el volcán, de Malcom Lowry.

Tiene todo el aspecto de un yonqui, atormentado, colgado, enfermo, con facies de tuberculoso, una sombra de sí mismo. Un muerto viviente. Da la impresión de que se fuera a romper y la tensión es dramática. Es de madera. Un baile extremo y patético como la vida del individuo. Muy bien interpretado por el actor.

La cárcel no era sólo la real era también la prisión de la droga, de la existencia perra, enajenada y miserable que vivían.

¡Observad, por dios, la sombra de ese hombre que baila, la sombra de ese brazo en el suelo de la taberna!

Από το "Μινόρε της Αυγής"
Μιχάλης Γενίτσαρης - Γιώργος Ξηντάρης

Μες στη Φυλακή που Μπήκα, En la cárcel donde entré. Canta Genítsaris. 


Salud, Υγεία.

Barbarómiros

P.D. He tenido muy poco tiempo el fin de semana y sigo sin poder ver y comentar como quisiera las fotos de SC, sobre todo las de mis colegas, con los que soy leal.
Y esta posdata era también para disculpar ese puto anuncio que sigue saliendo en el blog de "Coupons", ¡me tiene frito!. Algún cabrón se me coló y aunque un amigo me dijo que cambiara de dirección de correo para eludirlo, no sé cómo se hace y no he pedido ayuda al guaje todavía. Veremos.
¡Que no me hablen de magia negra, si existiera, el responsable de esta intromisión ya estaba criando malvas! ¿O hay que pinchar al muñeco más tiempo? No me lo indica el prospecto.... .
De qué serviría, ahí permanecería su putada cuponera, ¡pero no la haría más, cagüen sus mue!...
Buenas noches, prendas.