sábado, 19 de abril de 2014

La Kurruca angelikalis


La Kurruca prieta a pie de obra y en traje de faena
León, 2014.

El angelikalis


Buenos días. Circunstancias de la vida han hecho que la curruca que traigo hoy a esta página haya tardado tanto tiempo en hacer acto de presencia. Sin embargo se trata del primer pajarín con el que tuve amistad en la infancia, mucho antes incluso que con la Kurruca blasensis, o con cualquier otra avecilla de las que han ido apareciendo aquí, todas colegas de la adolescencia y de la vida adulta.

Como al resto de las currucas se la conoce por distintos nombres y apellidos, aunque el más común es el de angelikalis. Y eso a pesar de su afición a la parranda. Junto a su condición de parda, a la que nunca renunció, hay una canora párvula e inocente, más guiada por el corazón que por la cabecita, exceptuando el glande y los meninos.
Compañera de juegos, de trinos y de sueños en la puericia, la Prieta, nombre que le viene de su plumaje negro y fuerte, es muy aficionada a los nabos y a los rábanos, por lo que algunos viperinos la motejan también de rabanera.
Cada cosa a su tiempo y los nabos en Adviento, es uno de los dichos frecuentes en el pico de la innominata, el cuarto apodo, finalmente, por la que es conocida.

¡Cuántas historias, cuántas correrías podría contar de ese primer tiempo de emplume y empalme, cuando todavía palpábamos una tripilla entre las piernas y la barriga blanda del bebé, pálida y panzona, a la medida del huevo que recién abandonamos!

Pero no me entregaré hoy a la melancolía, no en la primera ocasión en que escribo de esta curruca. Y eso pese a que alguno de mis recuerdos más potentes están relacionados con separaciones y reencuentros. A los diez años me encerraron en una jaula de locos a mil kilómetros de distancia de nuestro nido y hasta los quince no pude reanudar mi relación con este pájaro pardo.
Para entonces yo no había acabado de emplumar y él tenía ya un pelazo negro y denso como el coño sin depilar de una bantú. E incluso le estaban saliendo los espolones, y eso que es medio mes más joven que yo.

Paolo Conte.   Happy Feet.

https://www.youtube.com/watch?v=0s4DqJLotw0

Y volviendo a los coños, ésos fueron precisamente los que perdieron a la angelikalis.

Descendiente de taberneros, desde sus bisabuelos, la Kurrua prieta, de prieto picudo, fue una pionera en el mundo del turismo diplomado en este país. Asistió muy pronto a las clases de la Escuela Superior de Hostelería en la capital del reino y volvió hecho todo un profesional de la bandeja, el servicio y el trato directo con el cliente.

Pero, al mismo tiempo, en Madrid perdió el pelo de la dehesa y aprendió también literatura parda y demás artes natatorias, entre otras la de Cúchares.

En la adolescencia fue nuestro guía espiritual de fin de semana. Nos llevaba por la bragueta a todos los saraos donde oliera a bacalao, aunque el único que mojaba en la salsa picante era él. Toreaba lo mismo jóvenes vaquillas libres de las que tiran al monte, como veteranas y experimentadas becerras del negocio en cualquier tentadero de pago.

Netherlands Dance Theatre.  Ángeles caídos. Steve Reich.  Drumming.

https://www.youtube.com/watch?v=GuGPiZ4b-es

El  Angelikalis  llevando agua a las gallinas siracusanas.

Hizo un nido y lo mantuvo un tiempo, pero es más largo el pillo que el anillo y tornó a las andadas y a los picaderos de reses bravas, sin hacer ascos a jóvenes terneras.

Jefe de sala en comederos y figones de categoría, educado y risueño, seductor, profesional reclamado por todos, tiene en su haber el récord europedo de portabandejas, 33 con sus correspondientes servicios. Y aún así compaginó ésa, que fue sin duda su vocación, con la de cartero municipal, con la que redondear sus ingresos.

Pasó por momentos muy duros el angelikalis los últimos años, tiempos en los que permanecía prácticamente oculto, confuso y desarmado, agarrado al botellín de cerveza, otro de sus amores.
Hasta que le llegó la edad de la jubilación, hace muy poco, y se retiró a una vida de anacoreta en un nido solitario, entregado a su pequeño huerto de flores, hortalizas y verduras, y a sus gallinas, sus conejos y sus gatos.

Ha renacido la curruca y vuelve a sonreír. Casi no sale de su encierro voluntario y abandonó el botellín, las tías -¿por una temporada?-, y el juego, su tercera pasión. Sigue fumando como un fogonero. Lo voy a ver cuando trabaja llevando el agua a los animales, como en la foto, o cuando recoge los huevos de las gallinas y les abre el corral para que salgan a picotear a la huerta.
Salen también los conejos y se sientan en la hierba sobre sus patas traseras, mirándome erguidos, ¿Quién será ese pájaro con el que tanto se divierte el angelito?

Siempre fue generosa la prieta riendo mis pequeñas historias humorísticas o mis bromas, y ahora lo sigue haciendo. Y ése es quizá el rasgo más acusado de su carácter, su generosidad, tanta que a veces la ha llevado al exceso y a la disipación. Hoy le queda un pequeño estipendio, una salud recuperada y una paz con las que tal vez nunca soñó.

Parálisis Permanente.  El acto.  Jugando a las cartas (en el cementerio)

https://www.youtube.com/watch?v=hlnh_SF2FiA 

¡Salud, kurruca, y un abrazo muy fuerte!

Cannavina Carduélis, pardilla común, rebétissa, psilicosa.