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viernes, 19 de diciembre de 2014

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¡Jesús, María y José!, ¡pero mira cómo beben los peces en el río!...



Salí a tirar la basura



y encima de los cubos se me apareció la Virgen de los Dolores. Del susto noté un tirón en la pierna. Tenía tal cara de agonía esta pobre mujer, con los siete cuchillos clavados en su corazón, que se encogió el mío e hinqué las rodillas abrumado. No era el prodigio del que era testigo lo que me postraba, sino el Profundo Dolor de aquel rostro de madre, tan humano en su agonía, y la Ciática, a partes iguales. La señora me miraba con una sonrisa triste pero sin despegar los labios. Yo no sabía si rezar un Ave María o pedirle que me echara una mano con el ataque agudo. El dolor espiritual desapareció con la propia Virgen, que hizo un mutis y se esfumó como había venido. ¡Levantarlo del suelo y besarlo, por Dios!, pensaba como la saeta al Cristo del Gran Poder. Pero estuve más de media hora encasquillado en la acera, hasta que pasaron dos enamorados y me ayudaron a levantarme, tiraron las bolsas y me acompañaron hasta el portal. Tanta amabilidad tuve la tentación de apuntársela a la intercesión de la Dolorosa, sobre todo porque resultó que la chica se llamaba María Dolores. ¡Y su chico Pepe! ¡Jodeeeer!... . No me atreví a contarles la visión. Les di las gracias y cuando se iban les pregunté, ¿Pero estamos en Navidades o en Semana Santa? Se miraron encogiéndose de hombros y se fueron sin entender la pregunta, quizá pensando que se habían cruzado con un pirado. No les faltaría razón.




Salud y felices pesadillas.


ra
 

lunes, 15 de diciembre de 2014

200


Tres Reyes Majos.
Desde el nido del  Mirlo rubio. León.


Salí a tirar la basura


en las postrimerías de aquel año horrible. Por la calle bajaban tres paisanos con carros de la compra de un supermercado. Iban mirando en el interior de los contenedores que se encontraban, pero no parecía que hallaran gran cosa porque llevaban los carritos prácticamente vacíos. Tenían aspecto de pordioseros, vagabundos, carrilanos. Dos blancos con barba, ya mayores, y un negro más joven. Era inevitable hacer la comparación con los Reyes navideños, tan próximos en el tiempo, o con otro cuento de la pasada Epifanía, y estas coincidencias, tanto como el aspecto de los tipos, me hizo gracia. ¡Buenas noches! ¿No tendrá alguna cosa de provecho, buen hombre?, me dice el de la barba oscura cuando llegaron a mi altura, antes de que yo soltara las bolsas, mientras sus colegas echaban un vistazo en los cubos. Creo que no, contesté, y tiré la porquería llevando la mano al bolso con la intención de darles algunas monedas que sabía que tenía. El viejo me leyó las intenciones y me cortó el gesto, ¡Gracias, déjelo, buscamos algo más personal! ¿Como qué?, pregunté algo picado; era la segunda vez en unos meses que me rechazaban una... limosna, vamos a llamarla por su nombre. Si no tiene otra cosa nos arreglamos con su buena voluntad, contestó. Calor humano, Un chiste..., añadieron sus compadres, mirándome expectantes y divertidos como niños. Puedo darles un abrazo, aunque no me sobran las calorías. ¡Si quieren les cuento una historia!, se me ocurrió de pronto. ¡¡¡Vale!!!, dijeron a un tiempo los paisas. Aparcaron los carros junto al muro de la finca y nos sentamos en las escaleras de subida (o bajada, depende ). Ante mi asombro, el de la barba blanca, el más anciano, sacó material y se puso a liar un canuto. El caso es -empecé-, que llegaron tres mendas a las puertas del cielo. Un político, un obispo y un millonario. Picaron y abrió san Pedro. ¡Qué pasa!, preguntó el de las llaves algo destempladamente, encarándolos. Tomó la palabra el obispo para hacer las presentaciones. San Pedro permanecía con la puerta entornada sin terminar de abrir. El político metió la cabeza y no vio a nadie. ¿Qué hay?, preguntó el millonario desde atrás. ¡Poca cosa!, rezongó el santo portero. ¡Nada!, remachó el político. ¿Algún problema?, inquirió incrédulo el obispo, -el negro me pasó el petardo después de pegar cuatro caladas como un botafumeiro-. Bueeeeno..., se demoraba en contestar san Pedro, aunque después fue locuaz, Llegó hace un tiempo un tal Rajoy y con sus reformas neoliberales me está vaciando el chiringuito. Pero no se preocupen que esto no durará. Morirá pronto la famosa Merkel y asumirá las funciones de Sargento Cuartel, que es la máxima autoridad en el Edén, espero que nos eche una manita. ¡Aquí hay mayoría cristiana!, añadió muy ufano mientras abría de par en par las puertas e invitaba a los postulantes a entrar, ¡Pasen, pasen!. (¡El costo no era de diciembre sino de agosto, qué rico!). En efecto, el panorama de la Gloria era desolador. ¿Y el Altísimo?, quiso saber el obispo antes de cruzar el umbral. ¡Entre el facebook y los juegos de ordenador, Nuestro Señor no recibe!, respondió el cancerbero. Los tres se miraron sin decir palabra, dieron media vuelta y se fueron a picar a las puertas del Infierno.




Salud y felices pesadillas


ra

viernes, 12 de diciembre de 2014

199


Niños en Rodas.
Grecia  2013.


Salí a tirar la basura



con la bragueta abierta. Me crucé en el portal con un chaval que vive con sus padres un piso más arriba. Volvía de dejar sus bolsas. Es de los pocos niños que veo bajar la basura y sólo por eso ya me merece un mayor respeto, si ello es posible. Pero es que además es simpático y educado, de estos que siempre saludan, que te ceden el paso mientras aguantan la puerta o se ofrecen a echarte una mano si te ven cargado. Dijo hola y antes de que pudiera contestarle añadió, ¡Se se la va escapar el pajarín!, y sonrió. No entendí qué quería decir y sólo respondí al saludo y a la sonrisa con otra sonrisa. En la calle empecé a notar una corriente de frío inusual a la altura de mis partes y entonces vi la jaula abierta y comprendí la broma. Por la acera bajaban dos mujeres que debieron observar cómo me estudiaba la entrepierna y cómo continuaba caminando a pesar de haber visto la pajarera al aire. Lo hice así porque llevaba las manos ocupadas y no estaba lejos de mi destino. No obstante, al cruzarme con las féminas, ensayé el gesto de taparme un poco con las bolsas porque las tías no me quitaban ojo. Las cabronas parecían postulantes del pepé, con todas las pieles zorriles a sus espaldas, abrigos incluidos. ¡Oiga, no le da vergüenza, tan mayor!, dice la vulpécula más joven volviéndose, cuando ya las había rebasado. Aparté las bolsas y le contesté, señalando con la cabeza la bragueta, ¡Súbame la cremallera, haga el favor, que no me quedan manos! Se dieron la vuelta y arrancaron corridas, llenándome de improperios, todos del género Sus.


Patti Smith.   Because the night.




Salud y felices pesadillas


ra

lunes, 8 de diciembre de 2014

198


Acción épica.



Salí a tirar la basura



una noche fría como la muerte. Volvía a sentirme como un explorador del Gran Norte, y hasta escuchaba el aullido de los perros arrastrando el trineo entre la ventisca. Al bajar a la calle, el frío seco me afeitó al ras la nariz y las orejas, antes de poder cubrirme con el cuello del tabardo. Las manos que agarraban la basura no eran mías, y cuando solté las bolsas tuve la impresión de que se iban a los contenedores con ellas. Ladraron de nuevo los perros en la distancia y se oía el ruido de camiones en la lejana autopista. De vuelta a casa, aunque ni llovía, ni nevaba, ni soplaba el viento, el frío me arrastró hasta el norte del Yukón, hasta Nenana, y más allá de Alaska, a las estepas siberianas; era el correo del zar, Miguel Strogoff cegado, era ¡Hillary... Clinton subiendo al Everest de rodillas! Metiendo la llave en el portal oí otra vez a los camiones, o quizás un trueno largo. Tiritaba, incapaz de acertar con la cerradura, y todo comenzó a tremolar al compás. Se sacudieron los árboles de la calle como si hubiera pasado una bruja en su escoba. Cayeron algunos tiestos de las ventanas. El terremoto duró unos segundos en los que había quedado paralizado, con un espanto congelado, o congelado -mucho más hielo no cabía- por el espanto. Me pareció que ya era suficiente por una noche. Cuando entré en el hogar el único que temblaba era yo, pero de momento podía contarlo. Mi familia dormía tan tranquila.


D. Türkan. S. Sinopoulos.   Hicaz Karşılama.





Salud y felices pesadillas


ra

viernes, 5 de diciembre de 2014

197


Furtivismo.


Salí a tirar la basura


una noche de primeros de diciembre. Aún faltaban muchas jornadas para las fiestas navideñas, pero los grandes almacenes, supermercados y tiendas más céntricas ya llevaban quince días dando la tabarra con sus luces, villancicos, turrones, promociones y campañas. Hasta el Ayuntamiento se había contagiado de aquella fiebre derrochona y, empezando por las calles más importantes, llenaba la ciudad de brillos, intermitencias, nacimientos y angelotes blancos. Al salir me llegó la famosa cantinela de la invitación a mirar cómo beben los peces en el río. No sé de dónde venía, y casi no quiero saberlo porque me pareció que salía del chaflán donde está el Bar de Húmedas Paredes de mi barrio, ¡todo dios queriendo vender, aunque sean cubalibres, todo desvirtuado! Será una versión rockera, pensé; esos peces, después de 2000 años bebiendo agua y venga a beber, tienen que tener ya hidrofobia, ¿rabia los peces?, pues acuafobia, ¡que prueben otra cosa! El caso es que los peces me condujeron a la pesca, quizá por imperativo del Atapuerco que cargo encima, la fijación del ancestral. Di la vuelta y entré en casa. Les puse a las bolsas unos lazos monísimos, con cintas colgantes como tirabuzones y adornos vegetales. Me quedaron muy artísticas. A continuación salí de nuevo y las coloqué con delicadeza al lado de los cubos. Todavía pasaba gente por la calle y esperaba que alguien picara. No era mi intención burlarme de nadie, sólo gastar una broma anónima, por eso volví a casa. Pero cada cinco minutos me asomaba a la ventana para comprobar si las bolsas seguían donde las había dejado, ¡me devoraba la curiosidad! No se veían bien y acabé saliendo. Me crucé en el portal con la locutora de Radio Escalera, que entraba cargada. Debieron llevárselas mientras llegué a la calle. 



José Dolores Quiñones. Antonio Machín.  Camarera de mi amor.



Salud y felices pesadillas.


ra

lunes, 1 de diciembre de 2014

196


¡Olvídame!


Salí a tirar la basura



pasito a paso, calculando las posibilidades tanto de un encuentro como de un desencuentro, y quizá sospechando lo más frecuente: la ausencia de toda experiencia que no fuera la de los pasos conocidos de la rutina. Pasos medidos e iguales. Y con estos sucedáneos de ideas, me vi de vuelta en la puerta de casa. ¿Y ahora qué? Ahora tenía que posar una de las bolsas para sacar la llave y abrir...



Johnny Pacheco, Héctor Casanova.  Me llevaron la cartera.




Salud y felices pesadillas


ra

viernes, 28 de noviembre de 2014

195


Pero tócame suavesito.



Salí a tirar la basura



en una de las noches más frías del año. Siempre que escribo esta frase me quedo un rato pensando si lo sería realmente, no me voy a poner a mirar estadísticas cada vez que hago una afirmación de ese tenor fiándolo todo a una impresión subjetiva. Pero debería de hacerlo, por acallar las dudas con las que tal vez peleo más tiempo del que emplearía en buscar los datos objetivos. ¡Al carajo!, escribir es como salir a tirar la basura, a veces una aventura a veces una rutina, y dos o tres grados arriba o abajo en el termómetro no hacen cocido, tendrán sólo la importancia que queramos darle, por lo general escasa. Lo cierto es que cruzando el portal ya tiritaba. Por la calle pasaba poca gente, muy abrigada. Me pareció que todos tiritaban. Los arces de la avenida tiritaban, las farolas, las luces de los semáforos, el neón del Oscuro Bar de Húmedas Paredes, las pálidas estrellas tiritaban. Cuando solté las bolsas en los cubos me quedé ya helado: tiritaban todos golpeándose entre sí y con los culos sobre el pavimento de la acera como un conjunto de bongos y congas. Si tuviera buena voz los hubiera acompañado con un tumbao montuno, por entrar en calor...



Gilberto Colon. Little Johnny Rivero. Erik Piza. Nelson Diaz. Rubén Rodriguez. José Davila.
Ensalada de pulpo.


http://www.youtube.com/watch?v=DP-ujYGsp4U


Salud y felices pesadillas


ra  

lunes, 24 de noviembre de 2014

194


Aquí la cagas, colega.



Salí a tirar la basura



temiendo alguna barrabasada, hacerla, sufrirla o ambas cosas. No sabría decir qué hice, el hecho es que lo sufrí.



Salud y felices pesadillas


ra

viernes, 21 de noviembre de 2014

193


Paritorio de la SS.


Salí a tirar la basura



muy embarazado. Junto a los cubos parí. Como no tenía con qué cortar el cordón umbilical y me daba asco utilizar los dientes, en incluso coger al bebé en brazos, todo lleno de sangre y babas, volví a casa arrastrándolo, con la placenta todavía a medio expulsar. Era una imagen tan horrible que ni yo mismo me atrevía a mirarla. Entrando en casa alumbré. Pincé y corté el cordón, y bañé a la criatura en el fregadero donde en cierta ocasión se me apareció el cardenal primado de las Españas acompañado por el Tercio de la Legión con cabra al frente. Le puse un pañal y lo intenté vestir, pero la ropa le quedaba pequeña. Era un crío enorme, con abundante pelo rubio aunque yo soy moreno, me sonreía y entre los labios gordezuelos se le veían ya las paletas de los incisivos. Cuando lo cogí en brazos casi no podía con él. Me senté y lo coloqué sobre mis piernas. Levantó la mano e hizo el gesto de bendecir, el que se ve en alguna imaginería cristiana antigua con el guaje en el regazo de la Virgen. ¡Coño, parí al Niño Jesús!, pensé. Parecía un rapaz de catorce años, el jodío, el embozo del bigote ya le sombreaba el labio. Demasiado cabezón, lucía prominencias frontales. Inevitablemente pensé en Pasifae sosteniendo en sus rodillas a un bebé Minotauro que parecía un Mihura de ochocientos kilos con dodotis. El monstruo abrió la boca y en lugar de decir mamá, mugió. Lo solté como si quemara y salió corriendo. No lo volví a ver.



Nina Hagen.  Smack Jack.


http://www.youtube.com/watch?v=nIDnN34ZZaE


Salud y felices pesadillas


ra

lunes, 17 de noviembre de 2014

192


Libertad con ira.


Salí a tirar la basura



tranquilo, una noche fresca pero serena, estupenda para no airear los trapos sucios. Debí de cerrar mal las bolsas y un viento huracanado que se levantó de súbito llevó hasta la ventana de la cotorra del portal las pruebas del delito.



Miguel Hernández. Joan Manuel Serrat.  Para la libertad.


http://www.youtube.com/watch?v=IgAT0jwnVzA



Salud y felices pesadillas


ra

viernes, 14 de noviembre de 2014

191


La perdiz a la nariz


Salí a tirar la basura



La noche estaba despejada, pero a mitad de camino se me nubló la vista y me quedé a oscuras. Llegué hasta los cubos guiado por el olor, y ya me conozco el camino de memoria. Sin embargo la vuelta fue más difícil: no me daba en la nariz el aire de familia, eso debe dar en los ojos, tampoco el de Loewe, que dará en el sobaco, pero llegando ya al portal me fui orientando con la morcilla de Matachana.



Koma.   Equí güel comu que fumaron.




Salud y felices pesadillas


ra

lunes, 10 de noviembre de 2014

190


Monstruos familiares.
Gijón,  2013.


Salí a tirar la basura



precavido y temeroso, circulaban unas historias muy raras en torno a los cubos de basura, a los contenedores y a los puntos limpios en general, y soy persona impresionable. No obstante, todo parecían rumores, nadie concretaba nada; Radio Escalera anduvo cizañando con dimes y diretes, sin aclarar el problema y mezclando en cambio a tirios con troyanos para intentar enfrentar a unos vecinos con otros. Yo, siguiendo mi costumbre, me hice el loco y pasé de largo cuando sorprendí, en el portal o en la acera, alguna de esas reuniones donde invariablemente se despelleja a un borrego. La calle estaba vacía y callada, hacía mucho frío. Eso me ayudó a concentrarme en lo que iba pensando. A veces, por cautela, conviene ponerse en situación. ¿Es posible que sea yo el protagonista de esas historias?. ¿Porqué no?, yo o cualquier otro. Pero cuando solté las bolsas pude ver al monstruo en persona, y se lo tragó todo.



Los Ronaldos.  Cuidado conmigo.




Salud y felices pesadillas


ra

viernes, 7 de noviembre de 2014

189


Paisajes urbanos.
Oviedo  2013.


Salí a tirar la basura.




En el momento de posar las bolsas vi venir un autobús, cuya parada está a pocos metros de los cubos. Tuve una idea repentina, un capricho: subir al bus y dar un paseo nocturno por la ciudad de una hora, en plan turístico, hasta el final de la línea y regreso. No sabía exactamente que autobús había tomado y me llevó bastante tiempo comprender hacia qué barrio se dirigía. Tardaría bastante más de una hora en volver, pero tampoco me importaba demasiado, confiaba en que mi compañera no se preocupara por mi ausencia y tardanza, que por otra parte no es algo infrecuente. El viaje me interesaba más por el paisanaje que por el paisaje, que ya me era muy familiar, aparte de que poco paisaje se puede ver de noche. Sin embargo, gente vi también muy poca y sólo a la ida. Cuando lo cogí, el bus iba ya medio vacío, era el último del día y en la última parada sólo bajamos tres pasajeros. Se quedaba estacionado en aquel mal llamado apeadero del extrarradio hasta la madrugada siguiente. Llegué a casa a las cinco de la mañana hecho un calzones y no creo que viera en todo el camino ni a un par de almas, de espectros, sombras más que personas, no sé si tan enfurruñadas, pero sí tan solitarias como la mía. Eso es todo.



La Romántica Banda Local.   El bus.





Salud y felices pesadillas.


ra

lunes, 3 de noviembre de 2014

188


Abandono.



Salí a tirar la basura



pero no encontré el camino.



Juan de Dios Filiberto. Gabino Coria Peñaloza. Carlos Gardel.   Caminito.

Salud y felices pesadillas


ra

jueves, 30 de octubre de 2014

187


Cirrosis.


Salí a tirar la basura



a horas en las que ya no se sale. El cielo estaba cubierto y las luces amarillas de las farolas daban a la calle un aspecto enfermizo, fantasmal. Caminé arrimado a la pared del edificio hasta la escalera que baja a la acera. Armándome de valor avancé expuesto en dirección a los cubos, que semejaban viejos borrachos ictéricos arrumbados en un rincón. ¡Pobres!, no podía abrumarlos con más basura. Me senté a su lado y estuvimos departiendo casi toda la noche, también son insomnes. Me protegían con sus cuerpos, la madrugada era fría, pero rosada y hermosa.




Salud y felices pesadillas


ra

domingo, 26 de octubre de 2014

186


¡A que te meo!


Salí a tirar la basura



con la rutina pegada al cuerpo como una segunda piel. A la puerta me sacudí las pulgas, me rasqué las pupas; en la calle aventé la caspa, en los cubos tuve tentaciones caninas de alzar la pata, pero no me salía el pis, así que me adobé los cataplines y volví a casa como un perro piojoso con prostatitis.



David Mourâo Ferreira. Alaín Oulman. Amalia Rodrígues.  Abandono.


http://www.youtube.com/watch?v=N-aMK6QiRq0


Salud y felices pesadillas.


ra

viernes, 24 de octubre de 2014

185


Nosotros no vimos nada.
Lugo.  Galicia, 2013.


Salí a tirar la basura




después de cuatro días sin deshacerme de ella. Iba tan cargado que no veía ni por dónde andaba. Posé la mitad de las bolsas en la entrada de la casa para hacer dos viajes y cuando volví no estaban. No me crucé con nadie ni a la ida ni a la vuelta y no vi entrar o salir del portal a persona alguna. Regresé intranquilo y algo mosqueado, ¿alguien quería tomarme el pelo o era un engendro tipo milagro laico? Quien quiera que fuera, me había ahorrado un paseo, ¡y hacía un frío que afeitaba las orejas! Bien podía repetir más días la jugada y dejar ya de mano las bolsas en la puerta de la calle, ¡menuda bicoca!



Radio Océano.   Terra Chá.


Salud y felices pesadillas


ra



lunes, 20 de octubre de 2014

184


A la vuelta de la esquina.


Salí a tirar la basura



sin expectativas. No esperando nada cualquier cosilla me colmaría, una nimiedad, lo de cada noche. En ese instante empezó el terremoto.



Juan Morao, guitarra. Terremoto de Jerez.  Fandangos.


http://www.youtube.com/watch?v=LF83csjNgQw


Slud y felices pesadillas


ra

viernes, 17 de octubre de 2014

183


Amparándose en la noche


Salí a tirar la basura



y en la acera, pegado al muro que rodea la finca, había un tipo con gabardina hasta los pies que paseaba de la escalera a los contenedores con la intranquilidad de quien teme ser descubierto y, al mismo tiempo, ojo avizor a cualquier movimiento de la calle. Enseguida me vio, llevaba las manos ocultas en los bolsos e hizo el ademán de cerrar aún más el largo gabán. Desde el primer momento me pareció un exhibicionista, faltaba saber si de pelo, de pluma o de ambos. Al pasar a su lado se había parado junto al muro y abrió de golpe la gabardina. ¡Casi se me caen las bolsas de las manos!. ¡María, farlopa, costo, éxtasis, anfetas, conguis, tripis, burro!..., recitó su lista el camello en voz apenas audible. Llevaba la mercancía colgada del forro del gabán en bolsitas de celofán prendidas con imperdibles. Pero ésa no fue la sorpresa mayor: ¡Era el Gran Wyoming! Ya nos conocíamos pero, como es natural, no me recordaba. Fueron años de mucha movida y de mucha gente para él, lo comprendo. Charlamos de conocidos comunes y nos reímos un poco. Lo único que no me hizo mucha gracia fue que me hablara todo el rato en asturiano de la Academia, con claras meteduras gallegas de pata, como llamar sidriña a la sidrina, ¡¿pero nun yes baturro, ne!?.  Aparte de eso, tan simpático como siempre.



Paracelso y el Gran Wyoming.   El exhibicionista.


http://www.youtube.com/watch?v=D1gwuc5j2T0


Salud y felices pesadillas.


ra

lunes, 13 de octubre de 2014

182


La moral.


Salí a tirar la basura



con la moral por los suelos, mocoso, melancólico y fatal. Y sin pañuelo. Me arrastré hasta los cubos colmados, donde un grupo de caracoles se daba un festín con restos de lechuga. Dejé mis bolsas chorreantes a un lado y cuando llegué a casa me limpié la baba y otras flemas, sin entusiasmo, con asco.





Salud y felices pesadillas


ra