lunes, 30 de enero de 2012

Sol y sombra


San Justo de la Vega, diciembre 2011

Vamos con el siguiente serial, 9 ó 10 fotografías en tres capítulos. Es el mismo escenario de Chi menea y Sombras, una terraza soleada a principios del invierno, con grandes heladas y un sol esplendoroso en un cielo limpio y azul, en León.
Al final de la serie enlazaremos brevemente con las tapias a las que dedicaremos en su momento el espacio previsto.

Como en los casos anteriores citados se me presenta otra vez el problema del espacio. El comentario sobre las fotos, descriptivo o ingenioso, insustancial o engordado con pienso de oficio, no basta para cubrir la distancia entre una imagen y la siguiente.
En la de arriba podría enrollarme con el tema de los bozales, que es el chisme que se ve colgando de la pared con esa planta que vive del aire.

Puesto que casi han desaparecido los burros y a las caballerías de ganado mular y asnar sólo las vemos en el Parlamento, en la Bolsa, en la Asamblea de Accionistas..., y siempre por televisión, se va perdiendo una palabra que ya apenas tiene uso, como el propio complemento, salvo por los dueños de perros peligrosos. Pero son distintos, de cuero  y más sofisticados que este simple, ya arqueológico, trenzado de alambre.

El bozal de la foto, y termino, era para burreznos y rucios, acémilas en general. Hoy, el otro ganao pecuniario citado en el punto anterior, usa bozales invisibles que dejan al descubierto, ante las cámaras, la sonrisa, destacando en primer plano los incisivos mulares, que es donde queríamos llegar.

Invierno 2011

Así pues, dejaré que fluya la inspiración del momento.

En los seriales anteriores se me impuso la actualidad. Pese a que estoy físicamente bastante aislado es difícil mantenerse en la isla sin echar mano del continente, para el suministro, porque somos gregarios, porque visito el tanatorio, porque me pueden las querencias como al bóvido.
¡Si hasta machos que respeto sueltan coces, no especialmente contra mí sino a diestro y siniestro, cuando asomo el belfo por la cuadra! Me doy la vuelta para irme, pero no antes de lanzar una coz trapera a las partes bajas del machito. Mulas a mí que soy pollino.
De carga
burro soy,
mas rebuzno
y coces doy.

Escogí el título de Sol y sombra para esta serie porque en casi todas las imágenes buscaba un equibrio entre los espacios que ocupan ambas. La pared de ladrillo ya la conocéis de las Chi meneas y aquí se ve una tira del cielo del que hablé. No es que me sienta orgulloso de la foto, me atraen los colores, y en concreto cómo la sombra dibuja, pinta y los modifica, lo que, por supuesto, también afecta a la forma. No descubro nada, son obviedades.

Abajo se ve de nuevo la silueta de la chimenea, pero lo que me interesaba resaltar de la foto, como detalle, son esos cristales que coronan la tapia primitiva ahora revocada y encalada.
Era un recurso barato frecuente para intentar disuadir a posibles cacos, que escalaban las paredes de las casas para meterle mano a los chorizos, lomos y jamones de la matanza, el objetivo más típico en los tiempos del hambre y el tapial, en estos pueblos pequeños donde a nadie le sobraba casi nada.


León, invierno 2011

Y tiene gracia ese aura de color solar que siluetea la sombra en la gama más caliente del arco iris, amarillo/naranja/rojo. El clavo de la derecha era una de las primeras sujecciones de la desaparecida parra. Y eso ya es oculta biografía que a nadie interesa.

Hemos tenido una jornada desapacible, gris, fría y húmeda, en el espectro del cian/morado/añil, casi el opuesto al de las fotografías. A pesar de los claros que se abren de vez en vez.
Todo el día escuchando versiones de las bandas sonoras de las películas de Theo Angelópoulos, tristísimas unas y otras, aunque muy bellas, ¡tengo el alma podre de tanta melancolía! Llámale masoquismo si quieres.

Para completar el binomio y que podáis llamarme también sádico ahí va un par. Son de Eleni Karaïndrou, la autora de la música de las películas de Theo. La primera es un salmo bizantino tradicional, la segunda la canción de La mirada de Ulises.


Y para acabar de hurgar en la herida y dejar ya el corazón exangüe y los huevos u ovarios reducidos a guisantillos, arbeyinos decimos por aquí, de Jacques Brel, Ne me quitte pas, No me dejes.


 Maysa Matarazzo, cantante brasileira se queja por lo mismo y no Edith Piaf.


En fin, diez minutos de maravillosa tortura, ¿no os quejaréis, eh viciosillos?

Salud, υγεία!

Μπαμπαρώμιρος
Barbarómiros