domingo, 3 de junio de 2012

El largo brazo de Toribio


El Miembro Incorrupto de Santo Toribio.
San Justo de la Vega, 2012.

Santo Toribio (400 aprx./476), obispo y patrón de la Diócesis astorgana, donde se sitúa el lugar de su nacimiento, es el mismo que se venera en Liébana, Cantabria, y cuyo monasterio lleva su nombre.

Fue un prelado viajero y aventurero que anduvo desde muy joven por los santos lugares de Jerusalém  donde hizo carrera en el Chupaciriato cristiano, graduándose de monaguillo y licenciándose de  sacristán, en el corazón simbólico mismo de la todavía joven religión.

El suyo fue un siglo convulso de gran trascendencia para el futuro de Europa. Ya en los años de su nacimiento los bárbaros cruzaron el Rin e invadieron la Galia y la Hispania romanas. En el de su muerte Odoacro destituye a Rómulo Augústulo, último emperador del Imperio Romano de Occidente, que desaparece, su sucesor Julio Nepote es asesinado al poco.
Y entre una y otra fecha Roma es saqueada por Alarico (410) y Genserico (455), Hipatia asesinada en Alejandría por fanáticos cristianos (415), asegurando la agonía de su Biblioteca.

Toribio vivió pues en las fronteras de varios mundos, primero entre Oriente  y Occidente, pero la más importante fue la del paso del Imperio Romano a la decadencia de la Edad Media.

De la ciudad tres veces santa se trajo Toribio a Hispania una buena partida de reliquias, con un trozo del leño donde fue crucificado El Nazareno (Lignum Crucis) como estrella, pues parece que el astorgano contaba con el favor del Patriarca, si bien aquí empieza ya a funcionar la Historia Paralela según unos y la Leyenda Negra según otros. Lo iremos viendo.

De vuelta a casa hizo escala en Roma y en la capital religiosa y política del momento cultivó también amistades importantes, entre ellas el Papa, ¡cómo no!. Los exégetas católicos quieren que estas altísimas relaciones fueran debidas a su santa entrega y devoción, pero las versiones apócrifas afirman que no hay tal.
Está claro que no podía ser un don Nadie y volver a su patria con las prevendas de un Arcedianato en Tuy firmado por el máximo representante de Dios en la tierra, pero de ahí a inferir de ello un premio en vida a su santidad, hay un trecho.

Es más, no está claro que con algunas de las reliquias que se trajo del Santo Sepulcro no se hubiera cometido pecado de Simonía comprando y vendiendo objetos sagrados en connivencia con el Patriarcado de Jerusalén. Algunos afirman sin rubor que las reliquias eran falsas y él era el primer conocedor de este hecho.

Y su estancia en Roma levanta también sospechas. Entonces la decadente capital del imperio y la cristiandad era un hervidero de trapicheos de todo género donde se vendía, y se compraba, hasta la propia independencia de la ciudad. Así habría obtenido el pillo de Toribio las sinecuras papales.
El Arcediano era la mano derecha del obispo y Toribín ni siquiera había sido ordenado sacerdote. De Tuy, al  poco tiempo, pasó a dirigir la sede episcopal de Astorga (444).

La segunda parte de su historia paralela se desarrolla en tierras astorganas. La historiografía cristiana dice que el flamante obispo Toribio, adalid de la ortodoxia vaticana, se puso al frente de sus mesnadas espirituales para combatir a los priscilianistas, partidarios de una herejía muy arraigada en todo el noroeste de la península. Hasta se especula con la celebración de un concilio en la zona convocado para condenar al movimiento herético.

Los historiadores heterodoxos, por el contrario, aseguran que la herejía sólo era una excusa para obtener el favor del pueblo crédulo, el apoyo de la monarquía visigoda vecina, arriana, y del papado y  repartir con los dos últimos el botín del expolio de antiguas familias hispanoromanas y del reino de los Suevos, que dominaban en la región, asegurando de paso el control futuro del noroeste ibérico. Una lucha por el poder territorial y económico, las razones espirituales o religiosas eran secundarias.

La pelea debió ser dura porque Toribio tuvo que escapar de Astorga. La leyenda popular dice que se fue asqueado de la maldad de aquellas gentes, paisanos suyos en definitiva.
En la cumbre del Crucero en San Justo de la Vega, con el pueblo en primer plano a sus pies, la Vega verde del Tuerto, Astorga en una loma y al fondo la sierra de Teleno, sacudió las sandalias y pronunció aquella frase lapidaria: "¡De esta tierra ni aún el polvo!", que los condenaría por los siglos de los siglos (¡Joer con el mal tomao del santo!).


¡Viiiista a la derecha!!
Santo Toribio 2012. San Justo de la Uve.

Pero es que la cosa del polvo tenía también su doble sentido, claro. No es que perdiera la batalla contra el priscialianismo, es que el pueblo crédulo dejó de creer en la santidad de sus empresas viendo su ansia predadora y su incontinencia en asuntos venéreos, que también la había al parecer.
Dice que son habladurías, maledicencias de gente ruin y calumniadora. El hecho es que pintan a Toribio como un retozón y holgazán que dejaba plantados a los feligreses prefiriendo oficiar en el altar de Afrodita que en el ara del sacrificio de la santa misa cristiana.

En cierta solemne ocasión en que el pueblo al completo esperaba en la iglesia por su obispo a que se dignase aparecer para decir la misa, y después de que el Archidiácono enviase a un monaguillo de confianza al palacio episcopal, con el encargo de despertar al dispensero, que sin duda habría participado en la orgía nocturna y dormiría a la pata suelta como su prelado y señor, para que el provisor a su vez urgiera a Toribio a presentarse de inmediato pues los ánimos de la plebe estaban algo exaltados, Toribio saltó de la cama y abroncó al subalterno por no haberlo despertado antes, mientras se vestía a oscuras y, a toda prisa y a medio componer, llegó corrido a la sacristía y puso la casulla sobre la camisa y las polainas.

Al subir al altar con toda la cohorte de mamporreros alrededor lo recibió un murmullo y en el primer alzado de manos al cielo, de espaldas a los fieles para decir el Dominus vobiscum, todo el mundo pudo ver que el obispo vestía una media masculina en una pierna y una femenina en la otra.
La rechifla del populacho, que tenía en mente la rapacidad del prelado en unos años de muy malas cosechas y pestes de todo tipo, fue monumental e hizo que estallara un motín.
Por muy poco no lapidan a su otrora santo. Toribio escapó a uña de caballo protegido por la camarilla de sus secuaces y en el Crucero juró vengarse de sus vecinos.

¡Ni el polvo de aquella infausta noche de sexo quería, perdiendo a cambio la bicoca de la diócesis! 

Una de las venganzas que renueva anualmente el largo brazo de Toribio es enviar mal tiempo a la zona en los días en que se celebran las fiestas de su patronazgo (Primer lunes tras el de Pascua). Porque encima el pueblo es tan inocente que lo perdonó y permitió que regresara un tiempo después para seguir evangelizando, es decir, enriqueciéndose sin tasa a costa del empobrecido compesinado. Y no sólo eso, acabó convirtiéndolo en su Santo Patrono, y es que la plebe siempre admiró a los pichas bravas.

Los bercianos lo veneran también porque les llevó a la Virgen de la Encina, patrona de la comarca.

La Virgen de la Encina quién la sacará.
quien la sacará, quién la sacará...
Cuatro pimenteros de Ponferradá,
de Ponferradá, de Ponferradá... 

La Romería de Santo Toribio, fiesta local de toda la diócesis asturicense, se celebra en el pueblo de San Justo de la Vega con una misa y una procesión que va de la Iglesia parroquial hasta el alto de El Crucero y vuelta, cuyo trazado coincide con el Camino Real y el de Santiago. Hoy ha quedado, como ocurre con la mayoría de ellas, en una celebración casi exclusiva del pueblo. La cruz que aparece sobre el Miembro Incorrupto de la primera foto, el Santo se la hizo tatuar en el cipote como recuerdo de su pecado y expulsión, para no olvidar nunca el incidente.

Yo sólo quería hablar del Miembro Incorrupto de Santo Toribio, una imponente tarta de bizcocho y crema pastelera, un poco emborrachada, en realidad del tipo brazo de gitano -payo en este caso- que representa... ¡eso mismo, la Santa Verga de Toribio!, pues el populacho perdona pero a veces no olvida.
Tiene que estar que trina él, protomercachifle hispano de reliquias cristianas, allá en su gloria católica, sabiendo que sus paisanos se comen su inquieto rabo todos los años, con el mismo placer que lo hicieron el año que murió en la misma ciudad donde había nacido, fecha en la que arranca esta costumbre. (Si se celebra en San Justo es porque en realidad no era astorgano sino sanjustino).

En más de una ocasión los mozos del pueblo han amenazado al vengativo y mal tomao Toribio con echar su imagen al río si sigue con su castigo y el santo toma nota, pero es preciso renovar la amenaza cada vez que se acerca su festividad y no todas las promociones reúnen el valor necesario para tratar de tú a tú a esta clase de pillos. He dicho.

Una sorpresa que llevé, este último Santo Toribio precisamente, fueron dos CDs de los únicos grupos de rock serio que ha dado San Justo, Cero Grados y Balacera. Volveré a poner más canciones de los dos en otras entradas.
De Balacera, de su disco del 2011 titulado Condenados a disparar, este buen rockanroll que hasta me sonaba a los Deicidas,  Veinte años después.


Salud y buenas noches.


Ecta Rapinatiz.