jueves, 19 de diciembre de 2013

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Dos colgaos
Oviedo 2013.


Salí a tirar la basura



con la intención de echar un pitillo en la escalera exterior de la casa, hacía buena noche y no parecía que el sueño me viniera a visitar muy pronto. Dicho y hecho, a la vuelta me senté en las escaleras. Por la acera bajaba un tipo como de unos cuarenta años con una borrachera patentada. Iba midiendo el ancho a zancadas irregulares e inseguras. Ya me pareció que me había visto y me preparé para aguantar el chaparrón. Al llegar a la altura de la escalera se detuvo tambaleante y sin más preámbulo me preguntó si tenía un cigarro, farfullando y en plan chuleta. No, sólo éste, le dije señalando el que me estaba fumando. ¡Dame una calada! ¡No, joder, mira a ver si encuentras a alguien que lleve tabaco, coño, que me quiero fumar el pito yo solo, caramba! No me sentía nada solidario en ese momento, había compartido un canuto allí mismo hasta con una puta, que a saber si no vendría de chupársela un momento antes al último cliente, pero no pensaba pasarle el cigarro a aquel baboso. El tipo, bamboleante en medio de la acera, se metía las manos en los bolsos del pantalón y de la chaqueta palpándose la ropa, como si buscara una cartera perdida. No iba mal vestido pero sí  cargaba con todas las trazas de un juerga monumental. ¿No tendrás cinco euros?, me dice el prenda después de terminada su infructuosa exploración. No tengo nada, y déjame tranquilo ya, por favor. ¡Joodeeer!, empezó, ¡Sales a la calle solo, sin tabaco, sin dinero!..., ¿¡Y si te pierdes, tío, y si te pierdes, qué, eh!?... . No sabía si reírme si mandarlo a la mierda y le dejé las últimas caladas del cigarro antes de desearle las buenas noches y meterme en casa.


Julio Fernández Falcón. Carlos Gardel.  Cara rota.



Salud y felices pesadillas


ra