lunes, 21 de noviembre de 2011

Objeciones y pantomimas


Oviedo, Asturias
Noviembre 2011


Ayer me tocó presidir una mesa en las Generales, a pesar de no creer no tanto en la democracia como en la forma en que la política y los actores, que dicen representarnos, traicionan una y otra vez las espectativas de los votantes permitiendo el mamoneo, o entregando ya directamente el poder a la banca y demás  patulea económica y mercantil, convirtiendo el sistema de forma descarada en una dictadura democrática de los especuladores.

El capitalismo se frota las manos. No sólo provoca las crisis también las gestiona, como estamos comprobando, en nombre de la mayoría.

En ocasiones acepta uno encargos para los que físicamente no está preparado. Ya no es la discrepancia política personal sino las fuerzas con  las que se cuenta y las mías están muy menguadas. Y ayer terminamos el recuento a la 1 y 1/2 de la madrugada después de 18 horas muy intensas, con 3/4 de hora para comer, de 4 y 1/2 a cinco menos cuarto.
Cuando entré en casa de vuelta a las 2 no sabía si era hombre u hombro.

Pero no quise eludir una responsabilidad que puede tocar a cualquier ciudadano y que, tal vez equivocadamente, pienso que los más críticos debemos asumir antes que otros sin rechistar.
No me creo mejor que nadie pero no tenía a quién votar, no me siento representado ni en la política ni, por supuesto, en el Parlamento.
Nosotros somos un nulo, un cero a la izquierda.
Sin embargo admiro a quienes se plantaron, uno o dos, negándose a participar en una pantomima destinada a sancionar lo que dije más arriba: el engaño y la traición a la mayoría.

Oviedo 2011

Me contó Andrés el caso de un chaval que objetó razones de índole política para no cubrir el puesto que le había tocado en una mesa.
Me parece muy bien y sería recular volver a la condena de los objetores. Esta es la resistencia civil que más nos gusta.
Si permitimos que la discrepancia profunda se convierta en delito, estaremos poniendo al margen de la ley a la parte más activa, concienciada y joven de nuestra sociedad, que no se conforma con un rito, el del voto, devenido sólo eso, rito.

Su compromiso se me antoja  más enjundioso y radical que el mío porque, para empezar, le puede acarrear un proceso, una condena y la multa correspondiente, y hasta la posibilidad de cárcel. El hecho de que hiciera pública su negativa le honra, además.

Si la Demoniocracia, Cía and co., no tiene suficientes acólicos de los que echar mano cuando dice misa, -sus misas negras-, y obliga o permite comulgar a los ateos y descreídos, poca fe tiene en sí misma, en su estado de gracia o en sus cacareadas verdades eternas.

No sé si en los siguientes días podré hacer entradas, por cuestiones personales. Quizás deje programadas algunas, con fotos y un pequeño pie. Veremos.

Entretanto nos informaremos más del caso del objetor y os invito a que lo apoyemos, por el bien de todos, de los creyentes, de los tibios y de los discrepantes.

Y siempre, salud.

Ramiro.