viernes, 28 de septiembre de 2012

Ombres a Albons -2


El gat i el gronxador. Albons, juliol  2012.
 
El gato y el columpio


El gato está tumbado a la sombra de las plantas y flores del patio. Entrecerrando los párpados, indolente, sigue con los ojos el ir y venir del columpio. Cuando el balancín se aleja levanta la cabeza y casi bosteza, cuando se acerca mira la sombra en el suelo y estira las orejas porque se acerca peligrosamente a su lugar. Como si viera a un ratón asomar por el agujero de la madriguera.
Una y otra vez, con cada  balanceo, repite los mismos gestos siguiendo al columpio y a su sombra, que nunca llega a él, y de llegar se fundiría con la sombra que lo protege.

Tras un buen rato en este juego el gato decide trasladarse a un lugar menos peligroso, donde no se sienta amenazado por esa sombra móvil. Se tumba mirando al columpio de lado desde el suelo y se relaja. Pero no del todo, sigue pendiente de la sombra: atisba todavía el momento en que alcanza su punto máximo en el piso, muy cerca de donde él descansaba antes.
Por fin el columpio ha sido abandonado y la silla de madera cuelga vacía de las cuerdas, balanceándose todavía pero cada vez más lentamente. El gato no ha perdido detalle de todo ese movimiento de la sombra en las losetas del porche.

Cuando el balancín se detiene por completo el gato levanta la cabeza y las orejas mirando la sombra, pero no se sienta, permanece acostado unos segundos. Seguro de que la silla ya no se mueve, y sólo entonces, pausadamente, se acerca a inspeccionar sobre el terreno la sombra quieta. No la cruza. La mira de cerca, la rodea, la huele, husmea los alrededores. Finalmente se estira con las patas delanteras al borde mismo de la sombra y la atraviesa con el rabo levantado. Ramón, que así se llama el gato, ¡es un pánfilo y un gilipollas!, dice mi amigo.

 
Ramiro
 
 
Baixant per la font del gat
 
 

El cuc de llum. Albons, Girona, juliol  2102.

La luciérnaga


Una luciérnaga se enamoró de un escarabajo de la patata. Fue un flechazo, un amor a primera vista. Le chiflaba el listado de los hélitros del insecto y la consistencia y diseño del bicho a pesar de su corta talla, como un pequeño acorazado rocoso, un volkswagen todoterreno.

El escarabajo patatero se hacía el duro pero la gusana de luz lo acosaba día y noche. Y le hacía tilín. Era como un farol allí delante de las hojas de patata que él se estaba tripulando. Esto tenía sus ventajas porque le permitía escoger las más tiernas al primer vistazo.

Pero tenía sus inconvenientes, en especial cuando la luciérnaga se exitaba más de la cuenta y   empezaba a parpadear, a lanzar destellos o encender sólo el rabo, rojo y brillante como la brasa de un cigarro en la noche oscura. Lo deslumbraba. Al escarabajo le daban escalofríos.

Una noche sin luna el patatero dejó la tarea y prestó atención al despliegue luminoso de su enamorada. El coco de luz parecía una discoteca. Una bolita de luz recorría el cuerpo de la gusana de la cabeza al culo?, como las bombillitas de un árbol de Navidad. El escarabajo quedó fascinado.

Se perdieron en una planta de patata. Fue a principios de julio cuando el calor aún no sofoca y las estrellas titilan alegres en un verano nuevo. El brillo de la luciérnaga, de un delicado verde pálido detrás de una hoja recién nacida, era como el halo de una aparición milagrosa.

La cosa prometía, pero vamos a respetar su nido de amor, su intimidad. Sin embargo sí estamos en condiciones de afirmar que aquella feliz coyunda ¿contra natura?  no fue bendecida por una descendencia. A ellos les daba igual, ni escaranagas ni luciabajos. Sólo amor.
 
 
Ramiro
 
 
J. Dames. (Milonga). Bailan, Roxana y Fabián. La Luciérnaga. 
 


El final del túnel. Albons, Empordá juliol  2012.


El túnel


Me lo habían explicado todo muy bien y casi lo memoricé a fueza de repetírmelo: Tú cuando entres en una especie de túnel muy oscuro sigue adelante mientras haya luz y no te preocupes, no te apartes del camino. Así lo hice, mientras hubo luz. Pero no me informé de más, ¿y ahora qué? No traigo linterna, recular después de todo el esfuerzo y en un sitio tan estrecho no es tampoco solución, igual me quedo trabado si intento girarme, me puedo morir de sed antes de salir de aquí. No tengo móvil y de todos modos en este agujero no hay cobertura, eso sí me lo comentaron. Empecé a cavilar a una velocidad increíble, me pasó la vida entera por delante, como a esos que regresan de la muerte o que rozaron su umbral, más bien. Y cuando llegaban al final de ese otro túnel contaban que se hacía la luz, una luminosidad creciente, irresistible, que anulaba todas las sombras. Alguien encendió la luz en ese momento..., pero yo, una sombra, había desaparecido.

Ramiro

Bob Marley - Redemption song (subtitulado)


 
Salud y buen camino.