jueves, 5 de septiembre de 2013

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Gijón, 2013.


Salí a tirar la basura,


no obstante, antes preparé y até las bolsas. Todos los días, con más frecuencia por la noche, a la vuelta de los contenedores coloco las bolsas nuevas en el cubo correspondiente. En el de la basura orgánica pongo dos, por si alguna está rota o tiene poros por donde pueda escurrir esa agüilla podrida y asquerosa que van soltando los restos de comida, que ensucia el fondo del cubo y apesta. Incluso los restos muy húmedos, como los posos del café o las infusiones, los meto en bolsitas más pequeñas o los envuelvo en algún papel sucio que absorba la humedad. Trato de aislarlos interponiendo más barreras, impermeables a los líquidos si es posible. Estrategias para no lavar cada cuatro días el cubo. Diréis, ¡Muchas bolsas son ésas!. Cierto, y es que tengo la precaución de guardar todas las que me dan en la compra, porque son las que utilizaré después para la basura. Cuando salgo a la tienda llevo carro, precisamente para evitar en lo posible las dichosas bolsas, que son una peste, aún así en estos años he llegado a acumular miles de ellas. Sí, has leído bien, ¡miles de bolsas de plástico de todos los tamaños!, que he ido empaquetando en cajas, bien dobladinas para que ocupen lo mínimo. A lo que íbamos. Salí a tirar la basura, pero como me entretuve volviendo atrás para contaros esto, que es lo que no se ve, el trabajo subterráneo, sucio, los prolegómenos y epílogos de todos los cuentos y de todas mis salidas, como me entretuve, insisto, cuando llegué al contenedor ya había pasado el camión de la basura. No me apetecía ir hasta el que he venido llamando Puto Punto Limpio (PPL). Volví a casa, dejé las bolsas en el trastero y puse las nuevas tal como acabo de explicar.


Solera.   El discípulo de Merlín.



Salud y felices pesadillas


ra