miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ο Κωνσταντίνος Καβάφις, Kavafis.


Grecia 2011

Buscando los libros del griego tuve que retirar algunos entre los que estaba, fuera de lugar, ´La importancia de no hacer nada`, de Oscar Wilde. Se me quitaron las ganas de seguir esa ruta. Trataré de no releer.

Decidí atenerme a unos apuntes telegráficos que hice en la lectura de una Antología de su obra traducida para Editorial Júcar (1981) por Luis de Cañigral, al que ya mencioné aquí hablando de su traducción del ´Kapnismeno tzoukali`, Olla ahumada, el poemario de Giannis Ritsos escrito en un campo de concentración en Kondopouli, Limnos.

Comencemos por unos versos del alejandrino para conjurar a las Musas. De ´Melancolía de Jasón`.


Herida es de horrible cuchillo.-
Trae tus remedios, Arte de la Poesía,
que mitigan -un poco- el sentir de la herida.


Dado que el libro tiene un estudio preliminar interesante recojo tantos datos de Cañigral como de Kavafis. Las pocas citas que aportaré de éste, como algunas frases utilizadas por el otro, son literales. Pero también apunto cosas propias relacionadas con el poeta, la poesía o la lengua en sentido general, incluyendo el tema de las traducciones al que Luis dedica sabrosos comentarios.

Y palabras, impresiones sueltas durante la lectura.

Había prometido, en Argonautas modernos-2,  hablar primero de la poesía y la novela del S.XX a partir de un esquema preliminar como el que usé para capítulos anteriores. Una pequeña clasificación de autores y corrientes, para no perderse.
Pero cambio el rumbo. Quizá lo haga más adelante. Después de Enmanuil Roidis creo que no va mal Kavafis, porque son de una misma época y es el poeta el que encabeza de hecho esa entrada que mencioné.

La poesía griega en las primeras décadas del siglo XX.

La figura de Kavafis (Alejandría 1863-1933) ocupa por entero ese apartado, en solitario, sin nadie que le pueda hacer sombra en su tiempo y muy pocos con los que se le pueda emparejar en lo sucesivo.
Es un poeta de cabecera para gran número de personas en todo el mundo, reuniendo sensibilidades muy diversas, y uno de los imprescindibles para los lectores de poesía, al estilo de Pessoa, Baudelaire o Lorca, aunque entre ellos haya diferencias notables.

Grecia, agosto 2011

Grecia había obtenido la plena independencia, áun con amplios territorios por recuperar, entre 1821 y 1830, pero estaba inmersa en enconadas luchas políticas y lingüisticas desde entonces. Monárquicos versus republicanos, y partidarios de la lengua culta, "limpia", la kazarévusa contra los de la popular, la demótica.
Constantino, elejado de la metrópoli, se mantuvo también bastante ejeno a éstas batallas.

Le gustaba además leer a los autores olvidados, de 2ª fila decía Cañigral, La Antología Palatina, los epigramistas, Plutarco, Simónides de Ceos, Calímaco, Juliano el Apótata, Luciano, Apolonio de Tiana, Filóstrato..., o la historia de Bizancio y Alejandro Magno. Menos a sus contemporáneos griegos.

Pero al margen de la distancia, que colaboró a que usara en sus poemas una lengua propia, una versión arcaica del griego que no era kazarévusa ni renunciaba del todo a la demótica, fue su carácter lo que lo apartó del ruido general y vía común de su tiempo.
Unos primeros rasgos: solitario, ensimismado, solipsista y egoísta en ocasiones, altivo pero tímido, apasionado sin ser explícito. Sincero y no parlanchín.

Descansemos de tanta palabrería biográfica con unos versos suyos. Enorme melancolía en el poema dedicado a su amigo Mihalis Ralis, muerto en 1889, ´Voces ideales y amadas`.


Y con su eco, por un instante, vuelven
ecos del primer poema de nuestra vida-
como la música, lejana, en la noche, que se apaga.


Luis de Cañigral, en el capítulo de su estudio titulado ´1885: Cavafis y Alejandría` cita varios párrafos del Cuarteto, de Lawrence Durrell, donde se describe la ciudad.
Creo recordar que era Seferis en sus diarios, Días, Meres (Μέρες), quien decía que no había encontrado a Alejandría -se sobreentiende "su presencia bien descrita"- en el Cuarteto de Larry. Sin embargo los pasajes descriptivos de Durrell, en concreto los dedicados a la ciudad, son muchísimos...

Resulta aleccionadora y, de alguna manera, conmovedora la relación de los libros publicados en vida del autor.
El primero en 1904, cuando tenía ya 41 años, constaba de 14 poemas en una tirada de 100 ejemplares. "El año pasado hice imprimir 14 poemas en un panfleto", escribe en una carta.
Con 47 años, en 1910, publica el segundo, 21 poemas y 200 ejemplares.
Fue añadiendo poemas hasta los 154, el Corpus cavafianum. Pero no volvió a editar otro libro en su vida.

No me voy a romper los cuennnos haciendo un entrada kilométrica. Como en el caso de Roidis devidiré lo que tenga que decir en tres o cuatro capítulos que iré metiendo entre col y col. No es una imagen muy lírica comparar a la poesía con una lechuga y colocarla entre berzas, pase por licencia arriera.

Y despediré con dos versos consoladores y positivos del propio Kavafis, de su poema ´El primer escalón`.


Que hayas llegado hasta aquí no es poco;
cuanto has hecho, gran gloria es.


Salud y poesía.

Ramiro Rodríguez Prada.


P.D. Creo que vale la pena escuchar el sonido de los versos en griego, y aquí están acompañados por la música de Theodorakis. Con voces mesuradas y música que recuerda a Schonberg, sin el énfasis de sus trabajos más combativos, éstos cuatro poemas, Terminado, Lejos, El dios abandona a Antonio y Muros, pueden dar una idea de la importancia de la sonoridad en la poesía, y el griego es tal vez el más solemne de los idiomas europeos.


Besos.