sábado, 12 de noviembre de 2011

Rock catalá


Barcelona 2001
Acuarela, pintura en polvo. Espátula.
Ramiro Rodríguez Prada


No lo tenía previsto porque prometí hablar primero de Radio Futura en esta etiqueta y, sobre todo, de los Auserón, y ahora que acaban de darle el premio nacional de nuevas músicas a Santiago, de lo que nos congratulamos, sería muy oportuno hacerlo.
Pero lo seguiré posponiendo por las mismas razones que, pero al contrario, Siniestro Total o los Ilegales entraron antes de lo esperado. Cuestión de casualidad.
Tampoco la otra noche don Ramón pudo seguir su plan inicial de llevarme a Vilanova y las circunstancias impusieron otros derroteros.
Y por otra parte el título no responde del todo ni a mi intención ni al contenido,  porque no haré un repaso, que sería excesivo, al rock catalán. Es casi una excusa.

Sabéis que colaboro en el blog  Geotropía, de Lucas, un amigo extremeño de Hervás que tengo en Favoritos. Ahí llevo dos etiquetas, Geomancias y Geotermias, e intervengo en los comentarios, no tan extensos como los que hacía en Desde la Popa, pero bastante. Y Lucas polemiza además y hay diálogo por tanto.
Ayer colgué un texto en Geotermias titulado Sol, solet, sobre una canción popular catalana que grabó Pau Riba en junio del 75. Era  la suya una rama ácida de la Nova Cançó. Mi amigo comenta la entrada recordando a los músicos, cantautores, que escuchábamos por los mismos años y alguna anécdota infantil de su viaje y paso por Barcelona el año 77. A ver si hay suerte y sale el Sol, solet:

http://live3.goear.com/listen/074f71538f2eb66a743cdf1205bdb611/4ebd9fca/sst5/mp.

(Pues no, parece que no hay suerte...)

En nuestra biografía, como en la vida, se mezclan muchas cosas y la música es de las más relevantes. A veces identifican o unen a una generación, a unas ideas y hasta a un país. Es imposible sustraerse a la banda sonora de una época, porque no es algo que exija esfuerzo como leer un libro, y casi ni dinero, no es necesario comprarla para escuchar una buena parte de ella. Y para mí entonces un disco era casi un artículo de lujo.

Estuve en Barcelona y Gerona en los curas del 64 al 69. Y volví a Barcelona el 73, el año en  que ajusticiaron a Salvador Puig Antich, ácrata militante de la FAI, que pasó por los mismos curas que yo. Lo acusaron de la muerte de un policía.
En la ciudad había una efervescencia política extraordinaria, con manifestaciones de protesta contra la condena casi a diario y una gran actividad estudiantil. Yo estudiaba, trabajaba y estaba más en la inopia que ahora, que ya es decir.

Un domingo por la mañana paseando con un amigo por la Plaza de Cataluña, que habían tomado los grises a caballo y los antidisturbios de entonces, vi las primeras palizas brutales a los manifestantes.
Recuerdo todavía la primera escena que presencié en una lateral de la plaza, la Puerta del Ángel, donde un policía como una montaña persiguió a una rapaza de no más de 16 años y grapándola por la melena en plena carrera la tiró al suelo y la estaba machacando con la porra. Varios de los que andábamos cerca increpamos al gorila y una señora mayor recibió cuatro o cinco toletazos porque agarró el brazo del policía para que no siguiera pegando a la cría.

Así se empieza porque ese era el panorama. Y ya estamos ubicados, en situación, como se dice en el teatro.

Pero quería hablar de música.
Por esa época yo apenas conocía a los Beatles, los Rolling, Creadence, Simón y Garfunkel, Led Zeppelin y cuatro más. Y del rock español no tenía ni idea. Todos habíamos escuchado el Garrotín de los Smasch, a Maik Ríos y a Bruno Lomas, Pekenikes, Brincos, Sirex, Canarios, o Lone Star..., y para de contar.
Mi generación, y más la rural, apenas tuvo noticia de grupos de los 60, más duros en lo musical y cercanos al rock o r&blues que se hacía en Inglaterra o Estados Unidos. Como Salvajes, Cheyenes, The Brisks, Les Fantics, Gatos Negros... .
Creo que el único catalán que escuchaba era a Serrat. Me interesaba más en aquel momento la poesía y la literatura en general. Pero un compañero de habitación tenía en la mesita que compartíamos un tocadiscos con una colección de Elvis que me dejaba pinchar. Y con otro colega de clase coincidí  en el gusto por el blues y el jazz, que yo empecé a escuchar ese año en las radios catalanas, junto con el flamenco. ¡Tuve mi  primer flas fuerte con él en Barcelona!

Viví un tiempo muy cerca de una sala que estaba entonces en pleno apogeo, la Zeleste, junto a la Vía Layetana. Cuando pasaba por allí y veía el personal a la puerta, todos melenudos y floridos, me sentía intrigado. Parecían una especie de secta, eran los primeros hippies públicos y todo aquel lío de las drogas no ayudaba a acercarse a ellos porque las drogas -prohibidas-, hoy y siempre, están rodeadas de mito y secretismo.
La Zeleste organizaba todo tipo de eventos programando a lo más selecto y vanguardista del jazz-rock del momento, tanto nacional como extrajero. Entonces Tina Turner todavía cohabitaba con el bestia de Ike. Y allí me llevó una noche, a ver a John Mayall, el compañero catalán de clase que no era ni la mitad de paleto que yo y ya lucía una melenita prejipiosa.

De vuelta en León, los hijos del secretario del pueblo que tenían hermanos mayores, buena gente a quienes gustaba Dylan y Leonard Cohen, fueron los primeros que me hablaron de grupos psicodélicos americanos e ingleses. Y hasta de Flaying Burrito Brothers. O Desde Santurce a Bilbao Blues Band, el primer proyecto musical de un Moncho Alpuente, como  Andrés, del que hablaré a continuación, sembrao y adelantado a su tiempo, aunque la de Moncho fuera psiquedelia baturra. ¿Fue su primer grupo, Las madres del cordero, recordando en versión casera al Zappa de The mothers of invention?, es posible, me lo dice la morena de mi copla y debe tener razón.

Y después, el año 75, conocí en León al que me acabó de desasnar en materia musical, el tantas veces mentado Andrés Edo Tornos, cuyo fotoblog también figura aquí en Favoritos.
Andrés había vivido su primera juventud en un León precoz en materia psiquedélica y musical donde, pese a su apartamiento y provincianismo, siempre hubo una juventud inquieta que, además, probó el ácido muy pronto. Las aprehensiones policiales de la escasa droga que circulaba entonces por el país podrían atestiguarlo. Son los últimos sesenta.
¡Se podían ver hasta pintadas de los Probos!, otra movida previa a los hippies.

El  primero que me puso un disco del Pau Riba o de Sisa fue Andrés, que se sabía de memoria en catalán aquella canción sobre los personajes infantiles, Blancanieves, Pulgarcito, Los 3 cerditos,...   Qualsevol nit pot sortir el sol, Cualquier noche puede salir el sol:
   
Oh, benvinguts, passeu, passeu
de les tristors en farem fum
A casa meva és casa vostra
si que hi ha cases d´algú


(Oh, bienvenidos, pasad, pasad/de los tristes haremos humo/Nuestra casa es vuestra casa/si hay casas de alguien)
Letra que resume a la perfección algunos de los ideales jipis. La paz, la alegría, la hospitalidad y la crítica al egoísmo de la propiedad privada. Las dos últimas estrofas son incluso una ironía del propio estatus del autor.

Y todo esto es lo que me ofrecía, y ofrece, Andrés Edo en la práctica, lo que aprendí con él por encima de músicos o canciones: generosidad.
Creo que era eso lo que más interés tenía en enseñarme, sin que ejerciera conmigo, a sabiendas, un papel de reformador moral. Una tontería pero se trata de un valor ético que parece ajeno a los pasaos. No sé si fui capaz de ponerlo en práctica, pero si no lo hice fracasé.
Y lo mismo que de la música podría decir de los canutos, u otras drogas que probé, ligadas muchas veces a ella, a un grupo, a un concierto, en las que no me inició él. Sin rebajar la peligrosidad que su uso entraña, no era el haschís, que también, sino lo que compartíamos y aprendíamos juntos, más desinhibidos, lo que tenía interés. Escuchábamos música y el petardo circulaba, ahora nos fumamos solos el ful y nos reímos menos. El que fume.  Ahora Deporte y salud como cantaron después los punkis Tapones Visente del Púlgar.

Y fue también Andrés el primero que me puso un disco de Syd Barret del inicial Pink Floyd, de King Crimson, de los que tocaba con su flauta el Formentera lady, de Electric Prunes, los Trolls o de Grateful Dead, por citar algunos más conocidos. Formentera donde, por cierto, vivió también Pau Riba y nacieron sus hijos. 
Y junto a la música me descubrió a la generación Beat, Ginsberg, Kerouak, Corso, Leary..., a Leopoldo Mª Panero a pesar de que yo soy de al lado de Astorga, o a la revista Star, de música y comic, que se hacía en Barcelona también y de la que yo no tenía noticia, aunque me cruzaría más de una vez por las Ramblas con el Nazario de Anarcoma, y sus colegas, travestidos, los pioneros exhibiendo su condición ¡y de qué modo!.  
De casualidad conocía el Disco Expréss que era un periódico musical que se editaba, como no, en la Ciudad Condal. Allí leí los primeros artículos firmados por Los Corazones Automáticos, alter ego de los Auserón.

En Star creo que fue donde se dió a conocer Loquillo, entre otros, con unas fotos promocionales que no se sabía muy bien si pagaba él o la revista. Y allí toda la escena musical layetana, barcelonesa, catalana y nasioná. Los últimos grupos del rock sinfónico y los primeros punks, como La Banda Trapera del Río, con el Morfi, de San Adriá del Besós, el cinturón industrial. A los de Atila, de Girona, no recuerdo cuándo los encontré.

La Orquesta Mirasol, Toti Soler, Max Suñé, La Dharma, La Tribu de Santi Arisa...

En León hubo el año 76?, también en Burgos y más sitios, un megaconcierto de 24 horas con todos los grupos  importantes del momento. Sólo recuerdo algunos, pero la muestra es significativa: Traidor, Inconfeso y Mártir, Granada, Triana, Bloque, Coz, Iceberg, Pau Riba y hasta la rubia Nico, musa de la Velvet Underground, con su armonium acompañada por una guitarra acústica. 

Y llego al final de esta miscelánea, batallitas de abuelo Cebolleta más que música, ¡pero avisé que no os fiárais del título!, no soy traidor. Lo inconfeso se queda en el coleto y madera de mártir no creo tener.

Salut!

Ramiro.

P.D.  Según me informa la curruca Blasensis Atila figuraba también en el cartel del concierto de León  y los que no aparecen, en cambio, son Granada.

De Jaume Sisa, Qualsevol nit pot sortir el sol:


Vale.