miércoles, 15 de febrero de 2012

Tapias -3


Remate de una pared de tapial
San Justo de la Vega 2012

Hola. Aquí tenemos el remate de un tejado en una pared de tapia, otro de los lugares donde se combinan los adobes con el tapial. Sólo asoma un poco el pico un adobe.
Tuve que aplicarme buscando cuando hice la fotografía, porque ese hueco debajo de la madera parecía indicar que se trataba del marco de una ventana cegada, un hecho común en las casas de tapia, como el de abrir nuevos huecos posteriores a la construcción. De todo ello tengo también ejemplos fotográficos.

De todos modos no hubiera importado porque entonces el marco superior haría también la función de viga, repitiendo el esquema general que he podido ver en la mayoría de los remates. Pero esa traviesa de madera se prolongaba varios metros a derecha  e izquierda, tapada casi por completo por una capa de barro que impedía ver también la fila de adobes que hay sobre ella.

En conclusión: en lo alto de la tapia colocaban una tabla o vigueta de madera  del calibre necesario para soportar y repartir el  peso del tejado, sobre ella iban las vigas transversales, que aquí no se ven, y entre  ellas una o más filas de adobes hasta alcanzar la altura de la viga, como se ve en el detalle de la foto inferior, ahí el suelo de un segundo piso.

La inmensa mayoría de los tejados del pueblo son a dos aguas. El remate del que aparece en la imagen superior, con pizarra plana sin trabajar apenas, es cada vez más raro e indica también la antigüedad de la construcción. En los aleros de las viejas casas era más frecuente que la madera.
Y ya vi algunos pajares de tapia y alero de pizarra que habían sustituido la teja por uralita, que es como si Gila, de pana pana, llevara una boina de plástico colorao, y capada.
Lo del rojo pase, la capadura Paco la soportaría muy malamente, ¡y con el genio que tenía!..,  pero bueno.
.
 
Tapia, madera y adobes

Como estamos entre adobes, es decir, entre dos fotografías con ejemplos de "ese elemento constructivo", y puesto que hemos dicho ya lo más significativo acerca de las tapias, vamos a dedicar estos dos tercios que restan a adobarnos.

La pared de adobe es menos frecuente que el tapial en las viviendas. Aparte de los usos auxiliares descritos, se utilizaba algo para las murias de las huertas, y en pequeñas construcciones, pajares, cuadras, chamizos anejos a las casas. Y en el interior para los tabiques, cuya colocación en espiga ya intenté explicar en un capítulo anterior.
Se colocaban entre dos palos o listones de madera verticales y paralelos, sobre una pieza de roble y se remataba en el techo con otra pieza más ligera. En el piso inferior los adobes de los tabiques eran por lo común de mayor calibre, en el superior más ligeros, para no recargar el peso.

Los adobes se hacían con arcilla, paja trillada y agua. Al igual que lo dicho sobre el tratamiento de las tierras que se usaban en las tapias, la materia había que escogerla y trabajarla con ahínco.

El utensilio que empleaban para fabricarlos se llamaba Adobera. Es un molde de madera, de planta rectangular, hueco, con divisiones del tamaño de los adobes apetecidos. Las dimensiones de las adoberas eran pues funcionales y variaban de acuerdo a las necesidades.
Las medidas exteriores más frecuentes, no obstante, eran  50 x 40 cms., o con una división central, de manera que el molde tuviera cuatro divisiones para adobes de 40 x 12,5 cms., u ocho de 20 x 12,5 cms.
El grosor de los bloques finales era también variable, dependiendo del lugar donde iban a ser colocados u otras necesidades particulares.

Hecha la mezcla de los materiales, con la masa resultante se llenaban las adoberas, en el suelo, hasta el borde, y con una tablilla se nivelaba la superficie superior quitando el material sobrante. A continuación se retiraba la abdobera, que estaba provista de dos asas en los laterales, sacándola hacia arriba. Se dejaban secar unos días (15/20) y listo.

Mi abuela paterna tuvo once hijos, empezó a parir a los 17 años. Los dos primeros no sobrevieron pero sí los siguientes, de entre ellos 7 varones. En el verano, cuando no había escuela, ¿qué hacían siete pichas metidas en casa? Pelearse y armar jaleo. Mi abuelo los mandaba a fabricar adobes para tenerlos entretenidos, adobes que se almacenaban en el secadero y que el invierno siguiente se encargaba de malbaratar convirtiendo la obra del verano en un montón de barro y paja.

Tapia en la base y adobe sobre ella

En esta fotografía podemos apreciar algun detalle que ya comentamos. Es la base de la tapia de una vivienda, la de la foto de la manguera roja y el ventano. Aquí la base es sensiblemente más ancha que la tapia, algo no infrecuente, y sobre ella se colocaron tres filas de adobes antes de empezar a levantar el tapial propiamente dicho.
Parece que la base fuera de barro, sin embargo, aunque no pude apreciarlo porque no está al decubierto por la capa de barro que la tapiza, creo que detrás hay piedra y, desde luego, debajo de las tres filas de adobes hay otra de la misma anchura que la base, por lo tanto de mayor calibre que los superiores.

Recordemos que los otros dos esquemas que vimos de estas bases eran, empezando desde el suelo: el más simple, piedra y tapia sobre ella, o añadiendo una hilera de adobes de la anchura de la tapia, encima de la piedra, antes de alzar el tapial.

Aquí se complica un poco y quizá se explique por la antigüedad de la casa. Con el tiempo se fue simplificando el procedimiento a la par que se reducía también el grosor de las paredes y aumentaba el tamaño de los huecos, puertas y ventanas. Las más modernas dan la sensación de mayor ligereza por eso.
Y voy terminando. Mañana colgaré otra imagen intermedia sobre huecos y veré después qué rumbo sigo. Me pasa lo mismo que con las sombras, tengo un montón de imágenes todavía, pero tal vez convenga una tregua más larga que la de ayer con Valentín.

Estuve buscando alguna grabación del Maragatu, un histórico de la tonada asturiana, por unir a la Vega dos regiones amigas, Asturias y Maragatería, pero no hay nada de los primeros maestros, así que escogí ésta de la TPA (la tele asturiana), con entrevista incluída, muy interesante también porque habla de los estilos, de los instrumentos del folclore maragato, tamboril, flauta y castañuelas, o de las maderas que se usan, la urz o brezo, y porqué.

El folclore de Maragatería es tan rico que todas las zonas que rodean Astorga, no maragatas, como en la Vega en la que estamos ahora con las tapias, participan del mismo y sus sonidos y sus ritmos son tambien los nuestros, con ellos se educó nuestro oído infantil.
Como el vídeo dura más de 14 minutos con la entrevista, que no tiene desperdicio y recomiendo, os dejo otro tema más corto como aperitivo, por si alguien no gusta de este bocado, exquisito para mí. Eduardo toca en ésta las castañuelas y está acompañado a la flauta y al tamboril por David Alvarez, instrumentista y estudioso del folclore leonés que preparó el encuentro y asesoró a la dirección del programa.


Os dejo con Eduardo, de Viforcos, rayando con el Bierzo, ya tiene algo del deje berciano, hijo y nieto de tamboriteros, que interpreta  Ronda, Alborada, Entradilla, Toque de mayordomo y el principio del Toque a beber. Mañana pondré la segunda parte que completa ese estupendo programa.



Me hizo gracia en la entrevista el comentario que hace el paisano al explicar e introducir la última canción, de la que sólo podemos escuchar las primeras notas. Es la del Toque a beber y dice Eduardo, no sin sorna, que a la taberna sólo iban los hombres, "las mujeres tienen prohibido el vino porque se les pone el ombligo azul cuando lo beben". Ya antes, cuando el entrevistador asturiano pondera su maestría tocando los instrumentos, Eduardo, serio y por lo bajini, le contesta, "Sí, aquí sería el mejor, como no hay nadie más...". ¡Bravo Eduardo!

¡Salud!

Barbarómiros