jueves, 15 de diciembre de 2011

Murias -4


La muria de la curruca Blasensis
Morales del Arcediano, otoño 2011


Fue un paseo lineal por Morales, como el que hice por el centro de Atenas viendo las pintadas y grafittis que puse en Alfabetos, pero más corto, y también muy provechoso.
Doscientos metros, desde el río Turienzo y el salón hasta la casa del Centenalis y la del Verderón, las dos currucas pardas. Media hora escasa parándome a sacar las fotos que habéis visto. Sin escoger rincones especiales ni rebuscar en ningún sitio.

Están colocadas por orden temporal. A las piedras del primer capítulo y algunas del segundo les daba todavía el sol del atardecer.

El Verderón Blasensis estaba reconstruyendo esa muria de arriba y, pese a que ya no tenía que realizar labores de cantero puesto que contaba con piedra suficiente ya perfilada, es de admirar la curiosidad con la que hizo su trabajo. ´Ye un páxaru curiosu y trabayaor` , como diría Pepe Pirrhúla, el Picabrotos.

Y este tipo de muro en seco es el más serio y señorial de los modelos aquí presentes, lo he venido repitiendo.
¿Cuántos siglos llevarán utilizándose esas piedras para el mismo menester, rehaciendo una y otra vez las murias? Su belleza permanece y nos sobrevive. No es que sienta envidia pero impone y, de algún modo, ayuda a sobrellevar nuestra fealdad de bichos orejudos con uñas y dientes. Y a veces rabo

Gracias a los pocos que no permiten que la ruina se adueñe de lo mejor que tenemos. Humilde y hermoso. En el caso presente de Morales, ahora, sus escasos vecinos, la curruca Centenalis y la Blasensis entre ellos.

Muria bicentenaria en Morales del Arcediano
León 2011

Ésta es elegante de verdad, regular, compacta, sin apenas resquicios donde puedan enraizar las plantas, era la muria de la huerta de un medio rico. Tendrá unos sesenta centímetros de anchura y metro y medio de alta. Sólo en la parte superior, que es la que vemos, puede sobrevivir algún musgo.

Ahí alternan cuarcitas y pizarras, sobre todo éstas últimas, muy alteradas, que le dan ese tono general frío, pero con tantos matices del azul que, con una pequeña contribución del verde musgo y el marrón de la arenisca, la convierten en una paleta paisajística.

Esto ha sido una primera aproximación a los muros y murias de piedra. Le comentaba a la alemana Philine que aumentaba su número y quizá también su belleza cuanto más al norte y noroeste, en la España húmeda, la más parecida al Reino Unido por el clima.
El color oscuro del muro inglés que ella nos presentaba se encuentra aquí en Galicia, con murias de granito, en el Bierzo, con rocas parecidas a las de Maragatería, pero mayor presencia de pizarras y metamórficas que de areniscas, en el resto del norte de León, en Asturias y Cantabria, de caliza, y en el País Vasco.

Espero, en el futuro, poder poner ejemplos de alguna de estas comunidades o zonas. De Maragatería me resulta más fácil repetir. Debería pasar por Murias de Rechivaldo, otro nombre maragato de aúpa. Arcediano y Rechivaldo, resonancias medievales de los Campos Góticos del norte. Y para colmo Murias.
Y de Asturias sólo es proponérmelo. A pocos centenares de metros de Oviedo, de nuestra casa, ya es posible encontrarlas, con vacas incluídas.   

Las cosas más sencillas pueden ofrecer los mejores espectáculos a los sentidos. Con frecuencia nos rodean pasando desapercibidas, escucharíamos sus burlas si pudieran hablar cuando nos ven afanados subiendo la escalerilla del avión o cogiendo un vehículo para buscar destinos exóticos.
Pero parece que no sólo los atenienses son amigos de la novedad, como decía San Pablo. Claro que el apostol de los gentiles tampoco predicó con el ejemplo, viajó a pie, a caballo, en carro y en barco, que eran los medios de locomoción de su tiempo. Y en una época en la que faltaban casi 20 siglos para que se inventara el turismo.

Mucho me dolería tener que renunciar a Grecia después de tantos años porque es bastante más que un destino veraniego para mí. Por no entrar en imponderables románticos sólo diré que es parte de un tratamiento para mantener mi salud justo en la línea de flotación.
Pero si tiene que ser estudiaré la posibilidad de ir a pie, a dedo o nadando, con flotador, pues soy un medio manco del derecho (brazo no romano).
Mientras tanto escuchemos lo que nos tiene que contar lo nuestro, que es mucho y bueno.

Éste es el aspecto, aún más rústico que cualquier muro de piedra, de las tapias más burdas que dividían pequeñas huertas y que se levantaban sin muchos miramientos al acabado.

Tapia
Morales del Arcediano 2011

La tapia es un muro de barro y piedra, cantos rodados que solían obtenerse de las cauces de los ríos y de la eterna recogida en la criba de los campos de labor. En un encofrado de tablones de madera se prensaban los materiales húmedos y se retiraba después de un largo secado.

La otra construcción típica de barro es la de abobe. Son bloques de barro y paja del tamaño de un ladrillo de muro que se prensaban en en el suelo en una estructura de madera, con cuadrículas del tamaño adecuado, que servía de plantilla.
Ya fuera del molde se dejaban secar al sol mucho tiempo y se colocaban como ladrillos utilizando barro líquido de cemento, una especie de barbotina, aunque algunos barros de la región, con bastante proporción de hierro, no ligan bien. Ahí jugaría la pericia del albañil.

En el entorno de Astoga, si bien frecuente, el adobe se usó menos que el tapial, en general para dependencias, corrales, pajares, murias, etc. Poco para viviendas.

En los territorios donde existen, ¿quién no saltó una tapia alguna vez? De niños y hasta de mayores..., ¡más cornás da el hambre!
Otra versión del Canalla de Pulgarzito, ésta sin flauta, que nos gusta más aunque aquí falta Yoriell Carmona, Quirino con su tres. Y la calidad del sonido no es mejor. ´Que no soy un delincuente/pero tampoco un madero/¡antes me muero!`.

Amor canalla:

http://www.youtube.com/watch?v=Xiv2FXi4gxk&feature=related

Saltando las tapias
robando melones
luna llena en la cara
y un plato de macarrones

Muria de tapia degradada
Morales 2011


Degeneró de tanto dopaje por vía superior y es que el agua es el peor enemigo de las construcciones de barro, en un pispás te chupan un pantano y se te desmorona el palacete rústico. Parece un frente de conglomerados, lo que arrastró el río hecho bloque compactado.
Pero es el material tradicional de preferencia para la mayoría de las zonas que rodean Astorga. De hecho en Maragatería hay menos proporción que en otros lugares, como en la Cepeda o la Vega. 

Y no sólo se utilizaba el barro y el cascajo de piedra para las murias de las huertas, también para la construcción de las casas. No obstante el acabado de los tapiales de las viviendas era bastante más fino que el ejemplo de las dos fotografías.
Se han demostrado capaces de resistir durante siglos con el coste de mantenimiento de cualquier otra y unas condiciones de intercambio con el ambiente ideales, frescas en verano, con sus anchísimas paredes y calientes en invierno. Apropiadas para el clima continental que sufrimos los mesetarios.

Es una construcción que aprovechaba el barro, material disponible en abundancia no sólo en León, en Castilla, en cualquier región con cauces fluviales cercanos. Aquí hablamos de la cuenca del Duero en toda su amplitud, el Turienzo y el Tuerto, los dos ríos mencionados en estos capítulos pertenecen a ella.
Y, en fin, muchos caserones y casas hidalgas de la meseta, desde la Edad Media, eran tapiales.

Supongo que los grandes tapiales americanos de los que, sobre todo de los mejicanos, hemos visto extraordinarios ejemplos en el cine (aparte del  western almeriense), serán otra herencia española. Por ejemplo de fray Bernardino de Sahagún y sus paisanos, tierra de campos góticos y de tapias. No sé si los pueblos precolombinos ya las tenían inventadas. Y nombro al fraile como cabeza visible, no le atribuyo el mérito.

Es posible que un día nos paremos en las tapias, ¿qué frase más rara, no? ¿A quién le da por pararse en las tapias? A cualquier colgao del guindo.


Otoño en el Turienzo
Morales del Arcediano 2011

Me despido de las murias, de las currucas pardas, de Philine y de todos vosotros con una última imagen estacional de las hojas de los chopos en el Turienzo a su paso por Morales. Hasta nuevo aviso.
Cierro así un círculo porque aquí comenzó el pequeño periplo.

Salud y puertas abiertas.

Ramiro Rodríguez Prada (Barbarómiros).

P.D. Mientras pienso en otro lugar donde colocarla y puesto que en un capítulo ya puse la Balada de otoño de Serrat, hagamos un minúsculo homenaje a don Antonio Machado, uno de nuestros poetas más queridos.

 A un olmo seco. 


Besos.