lunes, 29 de julio de 2013

El huevo y la gallina


Güevos de invernadero.


Extraterrestre
(Cuento de terror para gallináceas)


Un huevo parió una gallina, como estaba con otros compañeros dentro de un frigorífico le ayudaron en el parto. Todos estaban conmocionados ante aquella novedad y miraban al recién parido con cierta pena, porque sólo habían quedado de él dos medias cáscaras y un poco de baba. La gallina nació casi adulta y desarrolló el resto en pocos minutos, como un desplegable.

Se vio allí encerrada, tenía hambre y empezó a comer el perejil, la lechuga y las verduras que encontró, pero también el queso, la mantequilla y todo lo que no opuso feroz resistencia a su voracidad.
No sabía muy bien cómo atacar a sus congéneres cuando les llegó el turno, probó con la cáscara del huevo que lo parió y viendo que no ofrecía mayor oposición, se atrevió con los enteros. Las víctimas miraban aquella  monstruosidad espantadas, implorando quizás clemencia con mudo asombro. No la hubo, uno a uno les fue llegando su turno.

¡Yo podría ser tu madre!, acertó a decir el último huevo, entrecortadamente. La gallina se detuvo, lo miró como buscando el parecido, con esa fijeza e impertinencia con que suelen mirar las gallinas, y contestó, ¡Mi reino no es de este mundo!, le dio un picotazo mortal y se lo comió.

Y colorín
 colorado
pol culín
ya nos han dado

!
O


Κorvus Korax, Ο Μάυρος.


Juan Perro.  Pájaro de Siracusa.