domingo, 11 de septiembre de 2011

Recapitulemos


Oviedo 2002

Acuarela , témpera. Espátula.
Ramiro Rodríguez Prada


Como no tengo muchas ganas de escribir hoy y le he estado dando vueltas a eso de hablar de los grafitis, que prometí, empezaré por un dibujín con la espátula, del 2002, a ver si me inspiro.

Hay  más asuntos pendientes, y para mí tan urgentes, que no me dejan en paz. Enmanuil Roidis del que dije, hace mucho, que acompañaría a Kazantzáki en Escritores griegos, tan abadonados, y  ante todo el Roidis de Joan, una promesa privada que aún no cumplí.
Pero, además, tengo arrinconados los relatos más kafkianos, usando la expresión del Capi del Teach, que me lo recordó, a las gallinas, allá en su Siracusa natal, algo menos a las Currucas pardas, pero sí a los Chorizos culares que podrían dar mucho jugo...y de los que quedaría mucho por decir.

Ayer conté cómo había evolucionado el tema de los Zombis geniales, que aún no está cerrado, por pequeños vislumbres que no sabría concretar, pero que parece ´dormido` desde hace casi un mes.

Y, por último, va a empezar el curso. Las labores más serias y cotidianas del hogar, que se relajan un tanto en verano, deben volver a sus rutinas,  y se terminan las comidas fáciles.
Ya no podré  mantener la frecuencia de ingresos de este mes ni, por descontado, la de julio.

Deberé disciplinarme chechualmente si quiero seguir en el andamio... .

¡Besos! Yasas!

Ramiro.

Sombra de lo que fui



Grecia, verano 2011


Me vino muy bien esta etiqueta de Perdío que abrí, casi sin saber qué había que hacer, al comienzo de la andadura del blog, cuando me ví compuesto y sin novia, porque había bloqueado uno y no éstaba seguro donde aparecería el texto que escribía.
Cada vez que me gana la tristeza, la confuçao o el pasmo toy perdío, pisha.

Y, por otra parte, es una constante de este escribidor el andar algo a tientas, como cuando pescaba a mano en el río y las metía en las raíces y los agujeros, sin saber si tocaría un cangrejo, una rana, una culebra , una rata o una trucha, que eran los huéspedes más habituales de tales escondrijos.

Es el peligro, y la emoción, que tiene el moverse por la vida "a palpu". Como Homero.

Sólo que en Grecia ven los ciegos.

Salud, yasas!


Barbarómiros.