lunes, 21 de abril de 2014

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Noche en blanco...   y  negro.



Salí a tirar la basura




y olvidé las llaves. No me pasa frecuentemente, pero me pasa. Como no había dicho nada a nadie, iba a ser difícil que me oyeran; los niños estarían ya dormidos y mi compañera haciendo solitarios en el ordenador con la radio encendida, muy lejos del telefonillo. Para colmo el interfono del portal funciona cuando él quiere y estamos reñidos, no nos cruzamos palabra. Y para evitarlo, además de para ahorrarle a mi familia timbrazos intempestivos y fuera de hora, es por lo que trato de no olvidar las susodichas llaves. No soy de móvil, no tenía tabaco ni dinero. Me senté en la escalera exterior del edificio hasta que llegó un vecino trasnochador que me abrió la puerta. Entramos juntos y él se fue a su piso, escaleras arriba. El timbre de mi casa se había estropeado y no quería molestar al vecino, era demasiado tarde. Solo de nuevo. Sin embargo, en el rincón más oscuro, detrás de unas jardineras con flores y vegetación artificial horripilantes, genial idea de la esthéticienne del portal, había un negro tumbado en unos cartones. Los compartió conmigo, pero ¡qué inhóspito es este puto portal!




Adama Yalomba. Mali.   Mbora.






Salud y felices pesadillas



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