miércoles, 31 de octubre de 2012

Témpera y residuos


Témpera y residuos. Espátula.
Ramiro Rodríguez Prada, 2003.

Sin piedad
 
 
Con sabor amargo y un  nudo en la garganta por el paso del tiempo/ recuerdo aquellos días siendo aún muy niño, de cuatro o cinco años./ Me llevaron a un bautizo, en tren y muy temprano, mi padre era el padrino./ Era un domingo de invierno y hacía frío. En la estación nos esperaban./ De allí salimos en tartana con toldo, del compadre, tirada por un mulo.

Del pueblo sólo retuve las carreras, la alegría y una fogata inmensa/ que hicieron los más mozos donde nos reunimos todos en esa tarde yerta./ Al filo de la noche montamos en el carro de regreso, entonces diluviaba. / Hasta el corvejón enterraba las patas el macho en el lodo del camino./ Cabeceaba el carro e iba de un lado a otro hundiéndose en el barro.
 
Cada dos por tres dejaban los hombres la tartana para aliviar el peso/ y empujar las ruedas. Chorreantes y embarrados juraban en hebreo./ Llegamos tarde al tren pero vimos luz en la casucha del guardagujas./ Por un tubo cilíndrico el humo gris de una estufa plateaba el tejadillo./ Había parado de llover. Corría ese viento helado que huele a nieve.
 
Dentro hacía calor. Una pequeña estufa de carbón era el centro de aquel mundo./ Un mundo ruin y miserable con un criado mudo y una bruja mala./ La mujeruca, negro riguroso de los pies a la cabeza, nos miró torva./ ¡Esto es un apeadero, no una estación, no pueden quedarse aquí, fuera!/ Salimos al andén, el aire congelado, a refugiarnos detrás de la caseta.
  
No recuerdo haber llorado, sólo la nariz aguileña de aquella mujer oscura/ sentada junto a la estufa en una silla baja y a su vera el hombre silencioso./ Estas escenas las viví caliente, tapado con toquilla en brazos de mi madre./ También recuerdo haber mirado aquello con ojos despiadados, como el día,/ como un niño. Ateridos, a las tres de la mañana nos recogió un mercancías. 
 
 
De Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2012.
Ramiro Rodríguez Prada

Buenos días. Viendo que en todo el fin de semana no era capaz de escribir estos recuerdos en prosa, como un pequeño cuento, me puse a jugar un poco con la forma ahorrándome palabras aunque conservando la historia, un relato mitad poético mitad prosaico, como escrito en las lindes del sueño y la vigilia, el sueño la lírica y la realidad la prosa. Como el recitado prosaico y monótono de un sonámbulo. No teniendo pues forma poética acabada, no podía ordenar el texto como si se tratara de un poema. Pensé borrarlo todo e intentarlo de nuevo en un mejor momento, pero llevaba horas con él, me daba pena liquidarlo. Ya que faltaba alguna imagen gráfica que completaba el cuadro, decidí conservarlo, publicarlo y escribirlo con otra forma en otra ocasión, más acabado aún. Veremos.

Una de aquellas imágenes era la de la llegada del mercancías al apeadero, el chirrido nocturno de las ruedas al frenar y el hombre que asomó por la puerta de la cabina de la locomotora, fuera ya del andén, llamándonos para que corriéramos y subiéramos al tren. Por esa imagen consoladora hubiera titulado el cuento Homenaje a los hombres de la Renfe. Poniéndolo aquí de subtítulo bajo ese duro Sin piedad, hacía que se enfrentase uno al texto con un poco de cachondeo ya, cosa que no buscaba. Y definitivamente la escena más potente fue aquella del mísero chabolo.

Léo Ferré. Les poetes. Subtítulos en castellano.
 
 
 
Salud
 
ra 

lunes, 29 de octubre de 2012

Η Κρήτη, Creta -5. Ανώγεια, Anogeia


Esperando el amanecer
Grecia, verano 2012
 
El Anábasis de un peregrino laico


Η ανάβαση προς Ανώγεια. La subida a Anoyia.

De Arkadi salimos escopetaos empezando a oscurecer. No serían más allá de las siete de la tarde y calculábamos sobre el mapa una hora para llegar a Anogeia.

Aquí podemos ver a Nikos Xilouris en su elemento, el burro, las montañas, los caminos de Anoyia, la cal, el laúd y la lira en una grabación para la televisión. Ni la imagen ni el sonido son de buena calidad pero merece la pena ver el escenario y el vestuario de los 70 que calza Nikos.

Νίκος Ξυλούρης. Αρισμαροβιτσόβεργα (Aναγιριζω Tο Sτενο). Kontiliés.
 

Eso hubiéramos tardado de no habernos perdido. Queríamos ir por carreteras secundarias lo más pegados posible a la vertiente norte del Psiloritis. Lo hicimos durante la primera media hora, mientras quedaba algo de luz y había gente por las calles de los pueblos para preguntar. En uno de ellos, algo mayor, ya no recuerdo el nombre, unos rapaces nos bacilaron un poco con la dirección y fuimos a parar al mar, por una mejor carretera, perdiendo completamente la ruta.

Quizá fue lo mejor, porque nos hubiéramos perdido de todos modos más pronto o más tarde. Las carreteras, siempre estrechísimas y con desniveles y curvas espantosas, estaban sin señalizar, ni un letrero en un cruce ambiguo de cuatro direcciones con el mismo asfalto bacheado hasta el colmo.
 
Λουδοβίκος των Ανωγείων. Κανταδα στην Αρετούσα.
 

¿Cuál suele ser la dirección que tomas en un caso asín? ¡De frente! Hasta que de pronto llegas a otra encrucijada donde las tres vías que se te ofrecen están sin asfaltar. Noche oscura, no circula un solo coche, no hay nadie. ¿Qué haces, das la vuelta en esa carretera (mira ahí abajo...), regresas al cruce precedente y echas a suertes cuál coges ahora?

Después de parar a tomar un café en un chiringuito cerca del mar, de volver a informarnos, y al poco de dejarlo a nuestra espalda e internarnos en la montaña, nos metimos en esa harina que acabo de describir en el punto anterior.

A todo eso hay que sumar la tensión en el interior del vehículo. El pequeño se mareaba mucho en todas partes y a la hora de la salida de Arkadi empezó a tener problemas, era el tiempo que íbamos a pasar en el coche en principio. Pero todavía estaríamos otro tanto y más.

Στίχοι: Βιτσέντζος Κορνάρος. Μουσική: Λουδοβίκος των Ανωγείων
Λουδοβίκος των Ανωγείων. Oόρκος της Αρετούσας.

Sabíamos que no estábamos a más de diez kilómetros de Anogia pero no había manera de acertar con la ruta buena.
Fuimos a dar alguna otra vez a caminos de tierra con unos baches inconmesurables, y en un cruce al final de un puerto del calibre del Angliru, totalmente perdido, paré porque el pequeño vomitaba, el mayor lloraba, yo tremolaba y la mi morena no sabía qué hacer para calmarnos.

Llevaríamos tres minutos parados en aquella encrucijada cuando vi venir de frente los faros de un coche. Uno de la media docena que nos cruzamos en dos horas y pico. Casi me planté en medio de la carretera agitando los brazos.

El que venía paró para no atropellarme pero, nada más que me retiré para acercarme a la ventanilla y preguntar por la carretera de Anoyia, arrancó como alma que lleva el diablo sin darme tiempo a abrir la boca. Creo que es el único gesto insolidario que recibimos de Creta, quizá eran turistas como nosotros, perdidos también. La morena de mi copla se reía diciendo, ¡Se asustaron, sales a la carretera moviendo los brazos, ven a un niño vomitando en la cuneta, al otro llorando, es de noche!...

Vitsenzos Kornaros, Λουδοβίκος των Ανωγείων. Ερωτόκριτος.

Grecia 2012

Tenía razón la morena pero yo estaba que me llevaba dios. Tiramos y paramos en el siguiente pueblo. Casi todas eran aldeas minúsculas donde no se veía más que un par de luces mortecinas y ni una sola en la docena de casas del caserío. Todo cerrado a cal y canto. Por supuesto ninguna persona a la vista. Allí fue una camioneta que pasaba la que paró y nos indicó la ruta a seguir.

Era un camino de tierra de los de ir en primera si no querías romper un palier, el del camioneto nos había dicho que sólo eran un par de kilómetros y que después ya había asfalto, iba delante en la misma dirección echándonos encima oleadas de polvo hasta que ralentizamos la marcha y se alejó. Al final había asfalto y una bifurcación sin señalizar de la que no nos habló el muy pillo.Yo pensaba también que Akis no nos había allanado el camino lo bastante, o no presté suficiente atención...

Cogimos el de la derecha, hacia el Psiloritis pensábamos nosotros. Pero ¡cá!, al cabo de diez minutos nos dimos cuenta de que la carretera se empinaba sí, pero empeoraba el firme hasta terminar en una trocha. Aquello no tenía trazas de ir a ningún sitio.

Vitsenzos Kornaros, Νίκος Ξυλούρης. Ερωτόκριτος.

Seguimos no obstante hacia delante, pensando ya que todos los caminos conducen a Roma o a la nada, depende, y fuimos a parar a otra de aquellas aldeas.
Allí vimos una luz en una casa a la orilla del camino. Esta vez bajó la mi morena a preguntar. Llamó a la puerta y tardaron en responder, pero al fin apareció un hombre en el umbral. Nosotros tres estábamos, a perro puesto en el coche, observando la escena escasamente iluminada por una luz muy tenue procedente del pasillo de la casa.

Nos llegaban sonidos apagados pero no podíamos escuchar lo que hablaban.Veía que el hombre gesticulaba mucho y la mi morena que se llevaba la mano a los labios como para reflexionar mientras se los mordía, costumbre suya, esto lo adivinaba yo. En un momento el paisano salió del umbral y se acercó al lateral de la casa para indicarle con el brazo unas luces muy débiles que se veían al otro lado de lo que parecía ser un profundo valle como los que veníamos cruzando. La noche era oscura como un judas ciego.

A juzgar por el tiempo que llevó, la explicación debía de ser muy completa. La morena regresó y arreamos, ¡De frente, todo seguido! Prao, prao!, como dicen en Yogoslavia entera (aunque ya no exista...)

Kornaros. Ψαραντωνης, lyra & Gιοργος Ξυλούρης, laúd y voz.  Ερωτόκριτος.

¡Era mudo, el hombre era mudo! Aggg, Panayííítsaaaaa mouuúúú!!...

Anoyia estaba a tres kilómetros de allí, eran aquellas luces de la ladera de enfrente. Llegamos poco después de la 9 pero yo tenía la sensación de que eran las doce de la noche por lo menos, habían pasado poco más de dos horas desde que habíamos salido de Arkadi, ¡jamás un viaje tan corto me había cundido tanto! Ni el que me dio en su máquina Yorgos con Popy este verano.

La hermana de Psarandonis estaba cerrando la casita museo de su hermano Nikos Xiloúris, una capillina, un oratorio para postulantes laicos como yo, cuando llegamos a la placita blanca, encalada, con la estatua de un antepasado heroico de la familia en el centro. Volvió a entrar, nos sentamos y nos invitó a unas olivas y a un tsikoudiá. Brindamos, intercambiamos algunos piropos a nuestro querido Nikos y tarareé con ella los primeros compases de ese poema tan triste de Miris con música de Markópulos sobre la lejana, perdida y añorada Aivalí, la Aivalik turca.

Στίχοι: Κ. Χ. Μύρης. Μουσική (y piano en esta grabación): Γιάννης Μαρκόπουλος.
Voz, Νίκος Ξυλούρης, Nikos Χilouris. Χίλια μύρια κύματα (Jilia myria kymata makriá t' Aivalí).
 Cien mil olas lejos de Aivalí. 
 

En fin, magnífica vendedora, salimos de allí con un par de pañuelos negros típicos del pueblo, unos CDs de Nikos y unas estampas del santu. Además nos dirigió hacia la taberna de otro Xiloúris donde cenamos estupendamente, y dejó apalabrada la pensión de un tercer familiar en cuya casa dormimos, en una habitación fría y desangelada donde tuvimos que darnos calor humano, ¡estos montañeses ni mantas usan!
Estábamos en uno de los pueblos más altos del Psiloritis, a 800 metros, a mediados de septiembre, y yo soy friolero, carajo, el hombro se quejó esa noche de eso y... de las milenta curvas anteriores!.

Me ha salido un poco largo el relato, pero acabo. Estando ahora en el corazón de Creta, lo he querido ilustrar musicalmente con varias versiones del Erotókritos de Vitsensos Kornaros, el poema amoroso más importante de la isla, cada cantante popular, casi cada cretense tiene su versión, algunos como los de hoy, de los músicos más conocidos, varias. Los dos primeros temas de Ludovikos tratan también de ese gigantesco poema, grande por su longitud como por su belleza.

Kornaros, Ψαραντώνης.  Ερωτόκριτος.
 

Inabarcable, interminable Creta...
 
Υγεία, Salud! 
 
Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros.  
 
P. D. Los pastores, las ovejas y las cabañas de Anoyia en el Psiloritis:
 
 
ra

sábado, 27 de octubre de 2012

Η Κρήτη, Creta -4. Αρκάδι, Arkadi


Grecia, agosto 2012

Buenas. El segundo día en Janiá alquilamos un coche por mediación de Akis, que nos había aleccionado a propósito de los lugares más interesantes para pasar un mes de vacaciones en familia, tres semanas en realidad más los cinco días que estuvimos en Janiá y el de Anogeia.

Empezamos por la costa central del norte de Creta en dirección este, los pueblos del Golfo de Souda y la Bahía de Almiros, hasta Rézimno. Desayunamos el famoso yogurt de Brises, un poco en el interior, y comimos en los alrededores de Rézimno. Vimos la ciudad, con mucha vida estudiantil, y por la tarde nos fuimos hacia el monasterio de Arkadi, con la intención de llegar a dormir a una hora prudente al pueblo de los Xyloúris y compañía, Anogeia.

Στίχοι, Letra, Kostas Varnalis. Μουσική, Música, Lucas Thanos.
 Νίκος Ξυλούρης, Nikos Xilouris.  I Mpalanta tou kyr mentiou.
 

Sin embargo Akis no nos habló de la carretera que sube a Arkadi, todavía en las estribaciones al oeste del Psiloritis, pero ya en una pequeña meseta muy elevada entre montañas y profundos y verdes valles. Tardamos en llegar mucho más de lo que pensábamos, faltaba una hora para que cerraran el monasterio.

El monje que atendía la taquilla y la puerta, flaco y con las barbas blancas hasta el ombligo, no se podía creer que hubieran caído por allí, a esa hora y en septimbre, dos españoles con niños pequeños que chapurriaban algo de griego.
No nos quiso cobrar las entradas. Una guía decía que la visita era gratuita, pero no es cierto, aunque lo fuera en esta ocasión. No había nadie viendo el monasterio y se entretuvo en explicarnos la fachada de la iglesia, orgulloso de poder contar que era renacentista de influencia española. Vimos las dependencias del monasterio, el monje nos dijo que no nos preocupáramos de la hora, pero hicimos una visita rápida y entramos en el museo, en el mismo patio.

Fuera de los muros que enmarcan este gran patio, Arkadi parece una fortaleza, a no ser por la espadaña de la iglesis que se eleva en el centro.
Y lo fue, porque aquí explotó un polvorín e hizo saltar por los aires al millar de griegos refugiados en su interior, la mayoría mujeres y niños, y a otros mil quinientos turcos entre los 15.000 que cercaban el monasterio. Y en fecha muy reciente, 1866. Dicen que la mecha la prendió un monje pero parece ser invención.
 
Λουδοβίκος των Ανωγείων. Για οτι εχω κανεις (Στις λίμνες των ματιών σου, En los lagos de tus ojos)
 
 

Grecia, verano 2012
 
En la mesa de entrada al museo había un palicari, un mocetón como una torre, escuchando mantinadas en un transistor. Lo saludamos y alabamos la música que escuchaba. Fue suficiente, al momento nos enzarzamos hablando de ello. Quedó asombrado de que conociéramos a tantos de sus músicos. Le contamos que esa noche queríamos dormir en Anogeia y, naturalmente, hablamos de los Xiloúris.

Resultó que también él era de una familia de músicos de Axos, una aldea cercana a Anogeia de donde al parecer partieron los primitivos fundadores de este último pueblo. Aunque no son conocidos como sus vecinos, su padre y un hermano tocan la lira, otro el laúd y él la mandolina, y canta, ¡no me extraña, con aquel pecho y aquel cuellaco de toro!

Tampoco allí pagamos entrada. Hizo de cicerone para nosotros, me cogió por los hombros y nos mostró cómo el icono de la Panayía de Arkadi nos seguía con la mirada a cualquier rincón del museo donde nos desplazáramos.
Quisimos comprar algún recuerdo para compensar un poco el precio de las entradas. Pero el palicari se negó, nos invitó a un tsikoudiá allí mismo y nos regaló un poster de aquella Virgen que no nos quitaba ojo.

Μουσική: Μάνος Χατζιδάκις, Στίχοι: Νίκος Γκάτσος.
 Ερμηνεύει ο Λάκης Παππάς. Μια Παναγιά. Una Virgen. 


Era tarde y nos íbamos, pero antes la mi morena y los guajes fueron a ver en el exterior del monasterio el osario del antiguo molino, calaveras y tibias apiladas en una imagen terrible. Allí los turcos había quemado vivos a un numeroso grupo de griegos que lo defendían.
Yo me quedé charlando con el monje, y al rato nos despedimos y entró cerrando las puertas de Arkadi por ese día.

Me metí en el coche y recogí a los míos. No sé qué pudo pasar. Cuando llevábamos rodando unos trescientos metros, al final ya de la gran explanada que rodea el monasterio, nos dimos cuenta que habíamos dejado al pequeño en el osario.
El guaje, entretenido con el macabro espectáculo, al ver que el coche se alejaba, había ido caminando tranquilamente hacia la puerta del monasterio. Llegamos antes de que llamara. Estaba tan campante, no le debió parecer tan mal sitio para pasar una temporada, tenía seis años, ¡...ggen Santaaaa!!!...

La próxima estación en Creta, Anogia.

Ψαρογιώργης. Κοντυλιές. Psaroyoryis, Kontiliés.
 
 
Υγεία, Salud

Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros 

jueves, 25 de octubre de 2012

25


Lleida, julio 2012

 
Salí a tirar la basura



Creo que seguía en Lérida, y digo creo porque tomé la misma dirección de la otra noche y sin embargo fui a parar a un sitio distinto. Pero volví a ver letreros en los escaparates en catalán y no tenía porqué pensar que hubiera cambiado de ciudad las últimas venticuatro horas, no recordaba ningún viaje reciente. Fuera o no fuera Lleida me extrañó la luz. Había salido muy tarde, serían las tres o las cuatro de la madrugada, las farolas estaban encendidas, pero el azul del cielo  parecía el del mediodía. Sin embargo en las zonas en sombra la oscuridad se adensaba más de lo habitual. No se veía a nadie por la calle, todo estaba silencioso y como a la espera de algún fenómeno sobrenatural. Empecé a sentirme algo inquieto, dejé las bolsas con prisa sin fijarme mucho en qué contenedor echaba cada cual y di la vuelta, huyendo ya como quien dice. ¡Llevé un susto de muerte! Casi choco con un paisano muy gordo vestido como un bobby inglés, sin faltarle el casco y el tolete, que se había plantado allí detrás de mi sin saber cómo ni cuando. Me miraba con severidad frunciendo el entrecejo. Para justificarme sólo se me ocurrió balbucir, Es que casi no se ve el color. Yo no me la veo desde hace años y no me meo los pies, contestó pausadamente. Relajó la ceja contraída, frunció la otra e hizo el ademán de llevarse la mano a la porra. Está bien, está bien, ahora las cambio. Y me puse a buscar las bolsas en los contenedores para depositarlas en los apropiados. Cuando acabé me giré solicitando su visto bueno, pero el gordo había desaparecido. Volví a casa confundido más que asustado con algunas preguntas rondándome la cabeza, ¿El Ayuntamiento de Lleida había copiado el uniforme de los policías londinenses de a pie, era un nuevo resurgir de los serenos en plan folclórico, se trataba de un zumbao, o el loco era yo? Al intentar abrir la puerta del portal me di cuenta de que había cogido las llaves del coche en lugar de las de casa. No podía despertar a nadie a esas horas, regresé al parquecillo junto a los contenedores, pensé que allí estaría protegido vigilado por el bobby, me eché en un banco y no tardé en dormirme.



Mojinos Escozíos. Ya no me veo la pisha
 
 

 
Salud y felices pesadillas

 
ra
 

miércoles, 24 de octubre de 2012

24


 ليدا، ليدا، يوليو 2012 Lleida, Lérida, julio 2012 


Salí a tirar la basura


Nada más abrir la puerta del portal fui consciente de que algo pasaba. Las luces no eran del mismo color que las de mi calle, el olor era diferente y no reconocí nada de lo que veía. Casi automáticamente me giré para volver a entrar, ya sé la clase de sorpresas que me reservan estas salidas a lo desconocido, no me apetecía perderme más de lo que ya estaba. Pero ya era tarde, la puerta no se abría. No me sonaba esa disposición de los timbres en el panel, no obstante llamé lo mismo. En mi hipotético domicilio vivía una mujer chillona que me echó una bronca por el interfono por despertarla a horas tan intempestivas y que no me abrió porque no me conocía ni le sonaba mi nombre. No quise probar con otros timbres, adivinaba lo que me iba a encontrar. Me encogí de hombros ¿qué podía hacer? y me dispuse a buscar un lugar donde depositar la basura. Últimamente no sabía por dónde andaba, perdía el rumbo, la orientación, olvidaba el camino de regreso o aparecía en escenarios inverosímiles, que además no había escogido.
En la calle, con un pequeño desnivel, dudé si subir o bajar. Opté por la subida, pensando que tal vez un mayor esfuerzo tuviera su recompensa y esta vez acerté. Muchos letreros estaban escritos en catalán e imaginé que me encontraba en alguna ciudad de esa región, no veía ningún edificio que me resultara familiar. Había poca gente en la calle pero me crucé con un peatón, ya a la vista de los contenedores, y me dirigí a él.
Buenas noches, perdone, ¿podría decirme cómo se llama esta ciudad?
El hombre, que venía caminando con paso vivo, frenó la marcha sin detenerse y me miró como si estuviera viendo a un fenómeno. Llevaba una chilaba con la caperuza puesta y tenía los rasgos de los habitantes de algún país del norte de África. Pensé que no me habría entendido, pero antes de repetirle la pregunta, ya alejándose, se volvió y dijo:
ليدا.
¿Cómo?
ليدا، ليدا.
¡Ah, gracias!
Volví a casa mucho más tranquilo después de haber dejado las bolsas de basura. Aunque seguía confuso, tenía el pálpito de que en aquellos días habíamos programado un viaje a Cataluña. Sólo cuando ya estaba sacando la llave del portal recordé que aquel no era el mío. Miré la llave y me extrañó su forma, aquella tampoco era mi llave. La introduje en la cerradura y la puerta abrió sin resistencia. Atravesando el portal caí en la cuenta de que yo no sabía árabe, ¿cómo entendí que estábamos en Lleida?

 
Oum Kalshoum.

أجمل مقطع من أغنية أنت عمري . Lo mejor de Inta Omri.
 
 
 
 
 Salud y felices pesadillas
 
 
ra
 

martes, 23 de octubre de 2012

23


El cuerpo del delito


Salí a tirar la basura



No sabía ni por dónde andaba, pero en todo caso lejos, muy lejos de casa. Estaba agotado. Llevaba toda la noche buscando un contenedor, un cubo, una papelera vacía, aunque sólo fuera medio llena. El sol había salido por fin y seguí caminando con la esperanza de encontrar algo. A la entrada de una urbanización con pinta de muy exclusiva vi salir a un hombre en su coche. Le hice señas de que se detuviera alzando las bolsas de basura, que ya apestaban. Se paró y le pregunté si sabía de algún lugar cercano donde poder dejarlas. Me dijo que a la derecha de la cabina de los guardias de seguridad, nada más entrar, había una papelera tragabasura, pero que tendría que negociar con el guardia, y arrancó. No entendí muy bien qué quería decir con lo de tragabasura pero de todos modos me dirigí hacia la susodicha cabina. La puerta estaba entornada y dentro un hombre joven de uniforme dormía a la pata suelta sentado en una silla. Enseguida vi la papelera en un jardincillo lateral pegado al cuerpo de guardia, pero estaba a tope, tampoco me servía. Dí la vuelta desilusionado e iba a marchar cuando salió de la cabina el durmiente. ¿Qué quiere, tirar la basura?, me preguntó. Me encogí de hombros, parecía evidente. Entendió. Está bien, pero tendrá que contribuir un poco, me dice guiñando un ojo. Me parecía inaudito pagar por tirar la basura, pero estaba harto de cargar con aquellas bolsas. ¿Cuánto me va a costar? La tarifa mínima es de un dolar por bolsa pero las suyas son muy grandes... No comprendía porqué me hablaba de dólares si tenía la seguridad de estar en un país europeo. Sólo tengo euros, le dije. Todo vale, ¿tiene un billete de cinco?  Miré en la cartera, sólo había calderilla, y uno de diez. Lo cogió y lo metió en el bolsillo mientras me agarraba una de las bolsas. ¡Vamos!. Entró en la cabina y apretó un botón. La papelera regurgitó algunas cosas con un sonido como de ahogado y empezó a tragar los botes, plásticos y papeles que la colmaban. ¡Cómo pesa!, decía el tipo apoyando la bolsa en el borde de la papelera. Le costó trabajo introducir bultos tan grandes por el estrecho agujero. Al apretar las bolsas contra la boca salían tufaradas de olor a carne podrida que casi me hacían vomitar. Pero el hombre parecía insensible a la fetidez. Me fui sin mirar atrás y sin pedir las vueltas, contento. Después de todo tenía la sensación de haberme deshecho limpiamente de un cuerpo muerto por muy poco dinero.


Eric Burdon & The Animals - We Gotta Get Out Of This Place. Tenemos que salir de este lugar.
 
 
 
 
Salud y felices pesadillas
 
 
ra
 

lunes, 22 de octubre de 2012

22


Repostaje onírico


Salí a tirar la basura.


Dormitábamos en el coche descansando un poco a la sombra, en un área de servicio camino de no sé dónde, en un verano abrasador. Aún nos quedaba mucho viaje por delante. Pensando en reemprender la marcha cogí los restos de un pequeño tentempié, algunas latas, una botella de plástico, unos papeles, salí medio sonámbulo y me acerqué a los contenedores próximos a los surtidores de combustible. Sentía el bochorno en el abotargamiento del cogote, de las sienes y de las ideas, e iba turbio como un tintorro sin filtrar. Ya el primer contenedor me resultó familiar y me pareció más un extraterrestre que otra cosa. Me dio alipori depositar allí mis desperdicios. Pero ví uno con la tapa abierta, me acerqué con aprensión y dejé caer la porquería cerrando los ojos. Los abrí porque oí gritos, ¡Oiga, oiga!... . Tenía el grifo de una manguera de gasolina enchufado a la boca y me disponía a cargar el depósito.

 
Στέρεο Νόβα - Το ταξίδι της φάλαινας. El viaje de las ballenas.
 
 
 
 
Salud y felices pesadillas
 
 
ra
 

domingo, 21 de octubre de 2012

21


Insolación

Salí a tirar la basura


en plena solana, cuando todo el mundo sesteaba en casa. Yo no suelo dormirla y con frecuencia me gusta salir a dar un paseo a esa hora. Era verano y sufríamos una ola de calor, todo el mundo parecía haberse puesto de acuerdo en no asomarse a la calle, estaba desierta. La verdad es que el sol machacaba implacable todo lo que se ponía a su alcance, los objetos de colores más claros desaparecían, los postes adelgazaban, los pocos automóviles que se veían aparcados refulgían hasta dañar los ojos y los neumáticos parecían arder en contacto con un asfalto que desprendía oleadas de fuego.

Estábamos fuera de casa, allí tengo los cubos cerca pero los contenedores no tanto. Si me entretengo y llego tarde al paso de los camiones, de noche que es cuando suelo salir, muchas veces dejo las bolsas para el día siguiente, me lo pienso antes de acercarme a los contenedores porque, además de la distancia, es una zona bastante tenebrosa y ya tuve allí más de un encuentro desagradable. Pero aquí era de día y el punto no estaba lejos. La bolsa de la basura orgánica empezaba a oler, fermentando ya los desperdicios con aquel bochorno horrible.

A medida que me acercaba me iba desinflando, lo podía sentir. Me caían goterones de sudor por la frente y notaba correr otros por el pecho y la espalda. Pensé que me iba a licuar sobre la acera antes de alcanzar mi objetivo y eso que buscaba el cobijo de las sombras densas que proyectaba aquella luz mortal.

No recuerdo el momento en que llegué ni en qué condiciones, pero volví a casa trastornado y febril.

No traía las bolsas, sin embargo iba arrastrando un botijo enorme lleno de vino, en chancletas de playa, vestido sólo con un taparrabos atigrado y un sombrero jipijapa en la cabeza. Al parecer hablaba de un coleguilla gitano que me había encontrado en el centro de Zaragoza y que me había cambiado la ropa y la basura por el botijo. Hicieron que me acostara y llamaron al médico. Diagnosticó una insolación, pasé dos días en la cama.
Al parecer un hombre de acento andaluz había telefoneado preguntando por mí, según decía habíamos quedado citados en la plaza del Pilar para cenar.
 
 
Roberta Giallo. I don´t need power
 
 
 
Salud y felices pesadillas


ra

viernes, 19 de octubre de 2012

Ambulantes griegos


El ambulante de las flores
Grecia, agosto 2012

Del  frutero  al  chatarrero


En las zonas rurales de Grecia más accesibles, la población puede estar muy dispersa con casas ocupando áreas bastante extensas. El abastecimiento en buena medida se realiza mediante la venta ambulante. Los núcleos de población más importantes suelen estar a varios kilómetros, exigen desplazamientos en coche o autobús, es un viaje que se preve de antemano y que suele realizarse una vez a la semana o un par de ellas al mes.

Durante la semana no faltan los vendedores de fruta en pickups a domicilio, y los de pescado. No es difícil ver algún camión absolutamente sobrecargado con muebles de jardín, ¡algo increíble!, con torres blancas de sillas y mesas de plástico típicas en equilibrio precario.
Pasan también de cuando en cuando los colchoneros, los vendedores de ropa para el hogar, toallas, servilletas, rodillos, manteles, material playero diverso, calcetines, ropa interior... y hasta menaje de cocina.
Aman. Gyftos. El gitano ambulante, ¡Amam, amam!...

El ambulante de las flores tiene menor presencia, pero estaciona su vehículo de dos plantas en el centro neurálgico del pueblo, y recorre los caminos y pequeñas carreteras seduciendo con sus colores a las mujeres, sobre todo, que son las que en casi todo el mundo cuidan de las plantas.

Durante la fiesta de la luna llena, panselinos, de agosto, las niñas más pequeñas de una familia de gitanos vendieron flores y bandejas de pétalos a los bailarines hasta la madrugada, pétalos que echan sobre las cabezas de los músicos, cantantes y bailones del público.
Al día siguiente las mismas criaturas llevaban en jarras un tiesto de flores cada una y, al pleno sol del medio día, trataban de venderlos de casa en casa, incluso a los marineros de religión musulmana, pakistaníes, del Magreb..., que trabajan en los barcos de pesca, donde muchos, además, viven y rezan mirando a la Meca. Aunque también cuentan con casas prefabricadas en el puerto.
Las gitanillas parecían tener más éxito con sus bandejas que con los tiestos.

Grecia, verano 2012

No obstante el más popular de los ambulantes griegos diría que es el Paliatsís, Ο Παλιαζής, buhonero trapero, chamarilero y/o chatarrero, que se va anunciando con la megafonía por todo el pueblo, con su voz ronca, O paliatsís, o paliatzís..., y que suele ser también de piel oscura y raza gitana, como aquí.
En realidad se ha convertido casi en una personaje del Karagiosis, el teatro  griego de marionetas, muy potente, al que todavía no dediqué una entrada y que apenas he mencionado.

La figura aparece en muchas canciones, especialmente de la paliorebétika, la rebétika más antigua, y parece remitir a Turquía y Asia Menor, pero al mismo tiempo a un corrupción de la palabra italiana, pagliaccio, payaso, que también existe en griego con el acento en la segunda sílaba, paliátsis.
Es mucho más que un ambulante, como otra versión de nuestro hombre del saco. A muchos niños griegos se los asusta con el Paliatsís.

Este verano el nieto de cuatro años del dueño y cocinero del Tsivaeri (joya), un restaurante al lado de nuestra casa, escapaba corriendo al anochecer por un callejón arriba perseguido por la madre que le gritaba, ¡Que viene el Paliatsís, que viene el Paliatsís!.
Yo, perverso como soy, amparado en la oscuridad de la terraza, desde las alturas y con voz de ultratumba le decía:

¡¡Héla edoo, Kostaaaa, egoo íme o Paliatsiiiiií!!,
¡Ven aquí, Kostas, yo soy el Paliatsís!... . El rapaz no parecía tenerle miedo ni a dios ni al diablo y pasaba ampliamente de mí.

Música: Φατσεας. Letra: Κοφινιωτης. Voz: Παγιουμιτζης, (1940). Ο Παλιαζής. 


Ρούχα, παλιά παπούτσια αγοράζω,...
Compro ropa, zapatos viejos,...
Υγεία, Salud!
Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros. 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Tapaculos


Agavanzas. San Justo. León, septiembre 2012.

El escaramujo es el fruto del rosal silvestre.
 
Kiko Veneno. Reír y llorar.
 

Buenas. Ando yo también un poco contagiado de esta ola depresiva que nos azota. Por eso busco algo de color aunque la realidad gris insista en imponerse. Tengo cosas que contar, o eso creo, pero no sé por dónde tirar ni que tono apurrir que ayude un poco a torear esta negritude.
Y es un esfuerzo grande el humor cuando estamos de cuerpo presente, es un decir. Pero hay que intentarlo y que curren las endorfinas.

Hoy no estoy. Por eso voy a echar mano de cuatro palabras que escribí en un capítulo sobre frutos silvestres en Geotropía (Geomancias) sobre los tapaculos:

<< La variedad de frutos rojos otoñales bien merecería una miniserie.

Tenía fotos que extravié de los del rosal silvestre que llamamos escaramujos, agavanzas y, en mi pueblo, tapaculos, de color más anaranjado que coralino, pero lujoso en todo caso.
También se hace con ellos una mermelada muy rica y fina. Mi intención de hace días hubiera sido hablar de este arbusto tan común y popular.

Pero habrá más otoños y con paciencia y fatiga se la metió el elefante a la hormiga.

¡Salud, buen provecho y mucho color! >>

También se llaman agavanzos, en masculino. Y en esta fotografía de hoy el color, más que anaranjado como afirmaba, es claramente coralino.

Tampoco esta vez hablaré in extenso del escaramujo, que nun ye pa tanto por otra parte. La frase la podemos construir de diversos modos y convinando nombres y fonemas. No nos detendremos tampoco hoy en las agavanzas. Los frutos coralinos del rosal sivestre tendrán que esperar todavía su momento. En esta ocasión de nuevo reusamos tocar incontinenti el tema de los tapaculos, etc.

Sólo una última pregunta de un estudiante de Eskatología teológika heteróxida, ¿Porqué tapaculos?.
La respuesta es obvia, Porque en sazón tienen la medida justa, y no lo digo por experiencia, que ya os veo venir.

De despedida una canción marchosísima que me envió Marta (martacapote) como respuesta a un comentario a una fotografía suya. Y la primera de Kiko Veneno fue otra sugerencia suya, ésta a posteriori.
 
¡Gracias por tu alegría, Martaka!
 
Muchachito Bombo Infierno. Azul.
 

Salud y alegría mientras se pueda! 
 
Ramiro 

martes, 16 de octubre de 2012

Para César Ruiz del Árbol y Yiannis Tsakós


Santos Apóstoles. Eubea.
Grecia, verano 2012

Buenos días. La fotografía está dedicada a César que en el segundo capítulo de Creta adivinó el pentagrama sobre el que se posaban las notas-golondrina.

Menuda bronca me acaba de echar el mayor, que cualquiera ve que no son notas, que atraviesan las líneas, que no hay clave, ni compás, ni tonalidad, ni armadura, ni... ¡ni yelmo!. ¡Vale, vale! Que lo traduzcan los músicos, yo soy mirón y escuchón, no tocón, aunque bastante madero.

En clave de sol, va:

... la, do, la, do, mi, la, mi,  fa, do, la, do, la, do, do, mi, do, mi, mi... 


La imagen es del atardecer contra el este. Hice más con el cielo azul o el mar detrás y supongo que algunas las iré subiendo, pero en ésta se veía mejor el pentagrama y una notación golondrínica más completa.

 Tο χελιδόνι (jelidoni). Τα χελιδόνια. La golondrina y las golondrinas. Otro precioso nombre, como el castellano, para ese pájaro lírico, rápido y chillón que cuelga su nido en tu balcón cada primavera, ¡¡aaaaaay, sniffff!!!!...
 
Ψαρογιώργης. Ριζίτικο. Χελιδονάκι μου γοργό, Mi veloz golondrinilla (26/2/12) 
 


El golfo de Eubea desde el puente de Jalkida, Χαλκίδα.
Grecia, agosto 2012

Y Yiannis puso estos días fotografías del puente nuevo de Jalkida, Χαλκίδα, su ciudad y capital de la isla, sobre el canal marítimo que separa Eubea del continente. Εύβοια, ellos pronuncian Évia.
Bajo el antiguo puente he contado que se ahogó Aristóteles, dicen, intentando averiguar el mecanismo de las mareas que, en este rincón del Egeo, obedecen a un régimen de pleamar y bajamar que no coincide con el del resto.

Le comentaba a Yiannis que al volver a Atenas de regreso a casa hice alguna foto sobre el puente,  desde el autobús en marcha. No tienen mucha calidad por eso, pero en ésta se veía esa persona vestida de rojo al borde del agua y a mí me gustó pensar que podía ser mi propio amigo...
Sabía que éste era parte de su territorio, de su paisaje y quería darle una pequeña sorpresa cualquier día. Aprovecho la ocasión que él me brindó con sus imágenes.

Y como a César le he puesto música de las raíces, empatando con los capítulos de Creta, ritsítika cretense, a Yiannis le voy a poner ritsítiko asturiano, o sea, tonada.

Alberto Varillas, gaita. José Manuel Robledo "Lolo'l de Cabranes", voz. Debaxu'l campanariu.
 
 
De la iglesia de Muñó
debaixu del campanariu
tengo los amores yo
 
Mandóme mio madre un día
que atizare la caldera
y yo como soy tan tontu
atizé a la cocinera

 
¡Que haya paz!
 
Υγεία, Salud!
 
Ramiro

domingo, 14 de octubre de 2012

Η Κρήτη, Creta -3. Akis


Grecia, agosto 2012

Akis

 
Γειά σου, Άκη, φίλε μου!

Akis trabaja ahora, empujado por la crisis, de primer oficial de puente en un mercante transoceánico y se pasa cada año un embarazo fuera de casa, sin ver a su mujer y a su hijo. Antes patroneó un barco de turistas por los alrededores de la isla y un remolcador en el puerto de Janiá.

Se había tirado media vida embarcado, desde simple marinero como Kavadías, primero por el Mediterráneo, tocando todos los puertos incluídos los españoles y se había echado novias de todos los idiomas.
Por eso habla correctamente varios de ellos, el castellano como cualquier español, aunque su novia de aquí, que le duró bastante, era vasca (escribí en principio catalana pero consultando la libreta de Creta vi el error).
Por eso y porque es un hombre curioso, muy inteligente, que no dejó pasar nunca la oportunidad de aprender. Y un gran conocedor de la música griega y de la internacional de nuestro tiempo, el rock&roll.
  Ψαραντώνης, Psarandonis. Να κάμω θέλω ταραχή.


Akis nos había buscado una habitación muy grande y arreglada de precio, cuyo balcón daba a la plaza de la catedral, en un hostal familiar al lado de su pequeño negocio, todas casas de piedra con grandes arcos de medio punto en las entradas, construídas por los venecianos.

Nos explicó sobre el mapa las características de la costa y de los pueblos cretenses y nos aconsejó una ruta teniendo en cuenta nuestros intereses. Facilitó también el contacto con la agencia que nos alquiló el coche a un precio asequible.
Todo eso al amor de un café griego que preparaba en una cocinilla de juguete en la misma tienda. Los hacía tan bien que repetíamos, mañana y tarde, cada uno de los seis días que estuvimos en Janiá, entre la ida y la vuelta.

Cuando lo conocimos había dejado la mar y trabajaba en ese humide negocio de recuerdos y artesanías en la preciosa calle de casas venecianas, corta y estrecha, que comunica la catedral con el puerto. El letrero de la tiendina rezaba  Εκ του φυσικου (Natural way), la vía natural, ¡era y es otro jipi de corazón, Akis! Él nos iluminó y nos allanó los caminos cretenses. Y esta frase alcanzará su completo sentido cuando cuente la llegada a Anoyia, en otro capítulo.

Γαργανουράκης. Το Φως Του Ηλιου. La luz del sol. 
 

El nombre de Akis es en realidad Nektarios y tiene su historia también.

Agios Nektarios de Égina es un santo ortodoxo muy reciente muerto en 1920. Es muy milagrero, extendiendo su manto protector a muchos campos de la necesidad y de la enfermedad humanas. Su iglesia y tumba en la isla del golfo Sarónico son muy visitadas.
Las mujeres con problemas en los embarazos viajan hasta Égina para rezar por una resolución feliz de sus trances y encomendar al santo a sus futuros retoños.

Eso hizo la madre de Akis y, fuera o no San Nectario, el hecho es que todo acabó en parabienes y le puso a su hijo el nombre del santo, prácticamente desconocido en el mundo latino.


Grecia, agosto 2012
 
Pasamos ratos muy entretenidos charlando con él a la ida y al regreso, en su tienda compramos los regalos de aquel verano, y para nosotros algunos cuencos de cerámica cretense que nos han acompañado estos años. También nos dirigió al mercado central de Janiá, un lugar que no conviene perderse, donde Vaso, su mujer, trabajaba en una tienda de vinos y licores y donde nos aprovisionamos a la vuelta.

Απο τον δίσκο του Γ. Μανωλιούδη "Σεκλετια". Λύρα: Γιώργος Χαλκιαδάκης. Μουσική, Στίχοι : Γιώργος Μανωλιούδης. Εμενα δεμου φταιξανε.

Aquel año, antes del atentado de Nueva York, no tuvimos problemas para cargar una mochila de botellas, vino, retzina, tsikoudiá, que yo traje como equipaje de mano y una gran caja llena de comida cretense de todo tipo: quesos de varias clases empezando por el mitzitra, un fresco de cabra espectacular que no pararé de citar, como aquel que cambió Moundakis por su primera lira, y salchichas, ambos de Kalícrates, aceite, regalo de un sfakiota de Frankokástelo, aceitunas de varias razas, sin olvidar a la roja y verde arbequina, pistachos, miel, orégano casero de Sfakiá, pastas y dulces típicos de Creta, etc. ¡Eso se acabó, amigos!

Akis nos regaló un briki de latón como el que él y todo el mundo en Grecia usa para hacer el Ελληνικό καφέ, Helinikó café, café griego, en fin. Hasta hoy ha resistido arrinconando a uno de acero inoxidable recuerdo de Limnos.

Tuvieron un error al facturar la caja y acabó extraviada. La recuperamos tres días después prácticamente intacta. Pero ésa es otra historia.

Υγεία, φίλε μας, πολλά φιλιά!
   
Νίκος Ξυλούρης - Ριζίτικο.  
 
http://www.youtube.com/watch?v=31nqShySTcg&feature=endscreen&NR=1

Υγεία, Salud!

Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros 

sábado, 13 de octubre de 2012

Η Κρήτη, Creta -2


Grecia, agosto 2012

Llevábamos ya muchos años pasando las vacaciones en Grecia y habíamos escuchado cientos de veces que Creta era la quintaesencia del país, dicho por cretenses y por griegos de todas las regiones. Estaba también el hecho de la importancia de Creta en la historia, en la cultura, cuna de la civilización griega y por añadidura occidental, y del Greco. Todos habíamos oído hablar de Festos y Knossos ya en el instituto. Visitas imprescindibles para los amantes del arte.

Mientras tanto fuimos conociendo su peripecia moderna, la lucha heróica contra turcos y alemanes, su música y su literatura.
 
Una canción de Moundakis quizá aún más conocida en la voz de Nikos Xiloúris.
Kostas Mundakis. Πραματευτής Συκολόγος. El psicólogo ambulante. 
 

Fue el mi Dimitraki finalmente el que nos convenció de la necesidad de visitarla cuanto antes, a base de hablarnos de las maravillas de la Creta de hoy, de la hospitalidad, de la alegría, la seriedad y la locura de sus habitantes. El monje y un accidente.

Él había vivido varios meses en la isla estudiando teología siendo todavía subdiácono. Fueron sus últimas canas al aire. Por la noche aparcaba la faldamenta talar y se lanzaba a la calle camuflado bajo su apariencia de hippie: sandalias, larga coleta y barbas de gurú.
Aquellas salidas nocturnas acabaron casi siempre en aventuras amorosas y borracheras de tsikudiá. Contaba que no tenía ni una mísera dragma en el bolsillo pero que cenaba gratis todas las noches y bebía rakí hasta caer de culo.
Jaralambos Garganourakis. Astra mi me malonete.
 

En cierta ocasión había pasado cuatro semanas perdido en la borrachera, día y noche, de taberna en taberna, durmiendo en los portales o en blandos lechos de desconocidas en confusión de lenguas, de idiomas, quería decir, sin regresar a la residencia.

La policía lo encontró después de una denuncia de desaparición presentada por sus superiores. Le costó regresar a la disciplina, a esas tablas con una manta por colchón que era la yacija reservada para él por la Jerarquía en Janiá, entre derviches postulantes.
 
Σταύρος Ξαρχάκος, Νίκος Ξυλούρης, Xarjakos y Xiluris.
  Η κόρη του πασά, La hija del bajá (Ανατολίτικο)
 

Grecia, agosto 2012

Y el accidente fue la fractura del antebrazo izquierdo de la mi morena. Eso retrasó las vacaciones hasta septiembre que fue el mes en que fuimos, una suerte porque el turismo había descendido mucho respecto al verano, todo era más barato, la temperatura más soportable y estuvimos casi exclusivamente entre griegos.
No hubo problemas tampoco con la escuela de los guajes porque perdían poco tiempo.
Íbamos los dos como Don Ramón conmigo, cada uno con el ala contraria inútil, yo estaba operado del hombro derecho y pasaba alguno de los peores momentos de la recuperación.

El mi Dimitraki nos había facilitado el contacto de un amigo suyo de la isla, Akis, que nos buscó pensión para los primeros días que pasamos en Janiá.

Llegamos de noche y en avión, la peor manera posible, pero era lo más barato. A propósito de esto comentaba el otro día con Ana Capsir, en el primer capítulo de Creta, la diferencia de acercarse a una isla en barco, o en velero, la ideal, a hacerlo en avión y decía la kapetánissa: ..."estamos de acuerdo, a una isla se debe llegar por mar. Y con tiempo para imaginarla, para eso un velero es perfecto". Tomad nota.
Ψαρογιώργης, Psaragiorgis, en vivo desde Melbourne.
Aνωγειανές κοντυλιές - Πεντοζάλης.  Kontiliés de Anogia y Pentozali.
 

"Era a finales de agosto. Llegamos a Janiá, Creta, sobre las doce de la noche, dejamos las bolsas en la pensión y nos echamos a la calle los cuatro como lobos en busca de unas pitas gyro para cenar. Ya sabéis, ese pan plano enrollado con relleno de carne, asada en un espetón de filetes que gira (gyro...),  tomate, cebolla y alguna salsa, en Grecia tzatsiki (yogurtpepinoajoaceitesal), bien."

Así escribí en un capítulo de Lo que se comió..., titulado Tsikoudiá, el 21 de junio pasado. Faltaban cuatro patatas fritas. Allí cuento nuestro primer encuentro con Nikos al que volvimos a ver los dos días que pasamos a la vuelta en Janiá, días sobre los que regresaré más adelante porque fueron los últimos.
(Un paréntesis posterior: me dice la morena de mi copla que llegamos casi mediado septiembre y regresamos a mediados de octubre. La creo, ya no estoy en lo que celebro...)

Y también faltaba Akis, no en la pita sino en el relato, al que sólo mencioné de pasada, el colega del monje tesalonicense Dimitrios y la primera persona con la que tuvimos un trato de amistad en la isla. Pero ya me voy al pino. Mañana o pasado Akis, ¡no acabo nunca!

Σκορδαλός, λύρα, Μανιάς, Τραγούδι. Skordalós, lira. Maniás, canta. Συρτό Κρήτης, Syrto de Creta.

http://www.youtube.com/watch?v=xjanZwj699U&feature=related 

Υγεία, Salud!

Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros

viernes, 12 de octubre de 2012

La terraza ataca de nuevo


Los geranios de Lola en la terraza
San Justo, septiembre 2012.

No temáis, de momento no volveré a la terraza más que ocasionalmente, aunque tengo un porrón de fotografías que hago cada vez que paso por León. De las sombras, chimeneas, alcayatas y enganches que ya conocéis y de las flores que también he subido, crisantemos en su mayoría.
Pero de las que más tengo es de geranios, colores y variedades. Lo que pasa es que frente a los grandes detalles florales que se ven por ahí, con medios apropiados y mejores que los míos, siento que pocas dan la talla y me corto. Ya no tengo pulso.

No obstante en algún momento, si la cosa sigue, montaré también unos capítulos con las que más me gusten. Soy un aficionado y pocas veces puedo hacer algo más que ilustrar un texto, donde me siento más seguro. Y me gustan las flores y el color, aunque la línea no sea muy clara.
No son los geranios las flores que más me motivan, pero hay que reconocerles su variedad,  resistencia y colorido, que pueden adornar una ventana, un balcón, terraza o patio prácticamente todo el año.

Y serán a un tiempo un homenaje a Lola, que cuida con mimo las plantas de esta terraza ya familiar para vosotros.

Hoy sólo quería transmitir otro pequeño mensaje de color y sencillez en medio de tanta bulla en blanco y negro cuaternario. No me refiero a la fotografía en B/N, sino al mundo gris, vano, viejuno, al mundo furris, paliodouniá!

Antonio Machado. Joan Manuel Serrat. Del pasado efímero

 
San Justo de la Vega. León.
Septiembre 2012.
 
¡Salud y color!
 
La romántica banda local.  Lo primero en caer (Pan con membrillo)
 

 
Ramiro

miércoles, 10 de octubre de 2012

Valy y Giannis, los niños


Las piedras preciosas de Giannis Tsakós
Grecia 2012
 
Los niños


Orfeas y Odysseas, son los nombres de esos niños, de 5 y 6 años, morenos y todo ojos, grandes como lunas llenas. La palidez de la piel con esos ojos de sueño y de aventura, acentúa la impresión de inmensidad y de noche profunda, pero noche con ese brillo de maravillas que son los ojos de los niños.

No paraban de hablar, de comentar con mucho sentido, como pequeños hombrecitos, y de preguntar como los chavalines curiosos que son. Y eso que los dos dan también la impresión de ser introvertidos.

No se puede fiar uno de las apariencias por mucho que acierten alguna vez. Y lo digo sabiendo lo que yo mismo me arriesgo haciendo a veces comentarios de corte psicologista a retratos que hacen los colegas.
Hay que poner una distancia entre lo que hay y lo que uno cree ver, que no siempre coincide. Más aún tratándose de personas.

La segunda visita de Giannis fue en compañía de su mujer, Valy, y de sus hijos. Fue inesperada. Yo estaba haciendo algo en la cocina, la mi morena y los guajes seguían en la playa. Oí que me llamaban desde la puerta abierta de la calle, era Giannis.
Nos esperaban en casa de Spiros. Pero nosotros habíamos hablado con el del Tzivaeri, al lado de casa, para comer allí, porque el hombre había cocinado para el medio día sus riquísimas berenjenas imám, y yo quería que las probaranY el vino. Aceptó. Me interesaba también ese restaurante porque con el dueño podía hablar un poco de español y convencerlo para que nos dejaran invitarlos. 

Pero no hubo manera, Giannis impuso su condición de natural del lugar y Valy pagó, de nada sirvieron mis protestas.

Están bastante tristes por las estrecheces y la situación general de las familias, de la mayoría de Grecia. Y a veces desesperados. Y eso que a Valy, que además de profesora en una escuela es también pintora y fotógrafa, se la ve una mujer medida y aplomada con una enorme personalidad. Pero las dificultades a veces socaban incluso a los espíritus más fuertes.

Ahogamos las penas en un vino clarete de cosecha, dikó mas, dicen los griegos, algo así como de lo nuestro, muy afrutado y oloroso, incluso con algo más de azúcar del habitual, que nos alegró bastante comida y sobremesa.
El Tzivaeri, del que hablaré algún día, de los mejores fogones del pueblo, está también al lado de la playa como el bar de Stavrula, y 50 metros más arriba la casa que alquilamos. Allá nos fuimos los ocho, ya que no a dormir la siesta, a reposar la comida.

Un rato de charla en la terraza que nos supo a muy poco porque el tiempo vuela cuando se está agusto y los acompañamos hasta el pequeño utilitario, cerca del bar de Spiros. Los niños necesitaban expansión y se iban a la playa de Geromili, apartada y más tranquila y guapa. No sé si Giannis tenía todavía allí montada la tienda desde el primer día que vino a vernos. Pero aún nos preguntó si queríamos acompañarlos. ¡Tenía que ir, dejar a su familia y volver a recogernos, y otro tanto para la vuelta! Total veinte kilómetros de nada por esa carreterina estrecha y llena de curvas...

Nos despedimos allí mismo con mucha pena, en el aparcamiento del puerto, enfrente de lo de Stavrula, donde habíamos recibido y despedido también a Lola y Alberto días antes. O al mismo Giannis la primera vez. Odysseas y Orfeas nos miraban a través de los cristales como si nos conocieran de toda la vida, con esos ojos...

Ότι οι δυσκολίες δεν μας ξεπεράσουν. Que las dificultades no nos venzan.
 
Υγεία και φιλιά, φίλοι μας!


Camarón de la Isla y Tomatito.  Alegrías.
 
 

Ramiro

martes, 9 de octubre de 2012

Ni fraile ni cocinero (oro et laboro)


Santos Apóstoles. Eubea.
Grecia, agosto 2012

Dificultades insuperables
(¡Ay, Virgen Santa!)

 
Juntando algunos peces, moluscos y bivalvos
me puse a pergeñar una paella,
faltaban los crustáceos pero salí a pescarlos.
 
Con todo fresco ya dispuesto encima de la mesa,
cuatro guisantes y los ajetes tiernos, un poco de azafrán,
pimiento rojo, más el ajo, sal y aceite virgen, me corté.

Sí señores, y es que ¡no había tomate, qué faena!
No importa, con una pizca más de pimentón resuelto.
Y que la sangre no llegue a la paella.
 
Hice las cosas bien, un fuego enorme,
 encima la paellera, más grande que un abrazo
y en el momento culmen... ¡no tengo arroz!.

¡Ay, Virgen Santa! 


De Otras partidas perdidas. 2012.
 
Ramiro Rodríguez Prada.

Estos ripios los había subtitulado Memorias de un cocinero en ciernes, pero lo de cocinero me venía grande y lo cambié por Memorias de un pinche de cocina en funciones. Al final el subtítulo lo dejé en invocación. Los que sigan el blog sabrán que están motivados por el fiasco de la paella de este verano con Lizy y Diamandís, a los que fallé, y por las puyas toreras que me dedica Ana Capsir, ¡una valesiá, hay que remarcarlo!, en un comentario.

Está bien, nunca presumí de cocinero, pero ejerzo, eso ya es un mérito, y algunas cosas no me salen tan mal, ¡puñeta! 

Ya el Esguilatorres juliensis me había afeado la faena y ahora me reprende Ana y también su amigo César. Que me tenía que haber lanzado al ruedo, me dicen todos. ¡En este país nos sobran los valientes!
Baterista callejero.
 
 

Grecia, verano 2012

No pensaba volver a esta etiqueta en mucho tiempo pero toy triste, ¡ea!, quizá los amigos tengan razón, y valía más paella sin honra que nada.

No quiero hacer pasar por cierto que preferí quedar de cobarde antes que comprometer nuestro prestigio internacional en los fogones, por patriotismo, como le decía a César en la contestación a su comentario. Era broma. En este caso, además, yo prefería la comida de Lizy a mi hipotética paella nacional.
Y es cierto que para responsabilizarme de una comida necesito atar bien todos los cabos, en especial si tengo invitados. ¿Porqué?. Porque la cocina no me parece fácil y yo no soy vocacional, lo hago por obligación, pocas veces por placer, y cuando es así, lógicamente, quiero esmerarme y me lo tomo más en serio.
No podía torear aquella paella con estos mimbres. ¡Yo no me hubiera ofrecido, fue el fruto de un equívoco, carallo!. ¿A que se nota que me duele?, pues eso.

La mi morena me miraba y se reía viéndome angustiado aquel día, pensando, yo, en lo que se me venía encima. Ya me había resignado a hacer el ridículo si era necesario, pero cuando Diamandís me dijo que no me preocupara vi el cielo abierto.

¡Tened piedad de mí, malandrines, no todos somos tan osados como vosotros, valentones!

Salud!


Mojinos Escozíos. ¡Al carajo!
 
Pael Leroko Bardika