lunes, 25 de julio de 2011

Para gato el de Solana



Para gato el de Solana
Oviedo 1993

Ramiro Rodríguez Prada


No quería poner este cuadro, sino uno más reciente, pero no consigo que el elegido me salga derecho y no encuentro en el escaso archivo otro más apropiado para el final de la serie "La falacia de curso legal".
El gato al que se refiere el título es el de José Gutiérrez Solana del cuadro ´Los caídos`(1915). Es una escena interior con seis personajes y  un gato, junto a una cama,  iluminados por una luz ictérica y gris. Tipos enfermizos, andróginos, deformes, apaleados, y entre ellos su cara de perfil, miradas desconfiadas, alucinadas, con la apariencia  y el hieratismo de la madera, aunque no tanto como el de sus cuadros sobre la semana santa...
Menos el gato: el gato es uno de los mejores, sino el mejor de la pintura española realista, está en la parte inferior izquierda  en una atmósfera tenebrista. Su mirada atraviesa la parte inferior del cuadro, con las orejas tiesas, en alerta relajada diríamos, tiene tal vida que parece posar para el momento, pero con esa indiferencia distanciada de los gatos que les hará salir corriendo de un momento a otro por algo más interesante, pasando del posado.
Especialmente su cara es un poema, el resto del cuerpo  que se adivina en lo oscuro, las patas empastadas, están tratados de modo más informal.

Después de pintar el  gato pánfilo, sobrealimentao, que yo pinté, confirmando mis dificultades con el dibujo, tuve que repetirlo un centímetro más a la izda., hasta su emplazamiento actual, por cuestiones de composición, geometría o como queráis. El caso es que ¡repetí el mismo gato obeso, apijotao, incapaz de cazar a un gurrionín caído del nido e indiferente a loh ratoneh, aburrío y, posiblemente, miope!

Salud.

Ramiro.

La falacia de curso legal -5


Leyendo los artículos precedentes pareciera que Grecia es el mejor de los mundos posibles conocidos...y así es. Pero nos engañaríamos si pensáramos que los griegos son angelicales, como el sonido del castellano para el oído de sus mujeres, que contaba Javier Reverte en Corazón de Ulises. Los griegos tienen muchos vicios y defectos, como nosotros, como tantos otros, pero sus virtudes no desmerecen ante las de cualquier pueblo con el que se las compare, y en algunas ya comentadas destacan con diferencia.

Hablé ayer de la Kalabría griega y de la Calábria italiana, colonizada por la primera y otros helenos, en la antigüedad y en sucesivas oleadas  hasta el S.XIX, escapando del avance del Imperio Otomano. El hecho de que en zonas muy limitadas de Grecia -Sfakiá, Mani- pervivieran, hasta no hace muchos años,  formas casi feudales de organización? y, más bien, costumbres como la vendetta italiana  y corsa -importada por maniátes-, el duelo de honor o la justicia de sangre, en terrotorios donde además, por su aislamiento y abandono, no alcanzaba todavía el brazo de la ley estatal o era lento e inoperante, no justifica conclusiones tan peregrinas como que la sociedad griega es corrupta. La bárbara deuda saldada no era ya más que un resto anacrónico condenado a desaparecer y una noticia pintoresca en el rincón de una página de sucesos, en Hiraclion o Atenas. Ni siquiera alteraba la tranquila vida de las aldeas más allá del duelo familiar.


Panayía Elonas.  Leonidio. Los dientes del león...
Kalabria, Peloponeso. Grecia 2009.

El fenómeno de las familas mafiosas calabresas en Italia, la Ndrangheta, apareció con la unificación del país, en la 2ª mitad del XIX  y el resto del crimen organizado en zonas colonizadas por griegos, napolitana o siciliana, lo mismo. Por cierto, en las regiones de mayor implantación no sólo dominaron los griegos, durante varios siglos, con Roger de Flor y los catalanoaragoneses, Austrias o Borbones, lo hicimos los espaniolos, en el mismo nicho mafioso. Allí dejamos también nuestra impronta, pícara?, para lo bueno y lo malo, recuerdo que aún se conserva  fresco en la memoria napolitana o siciliana.

Es, pues, falaz, emparentar el trapicheo del paisano que sobrevive malamente con un tabernucho y lleva haciéndolo toda su vida sin crecer ni un milímetro, a la mafia italiana que se asentó en las grandes urbes americanas, y que tomó el mando, con el aliento y apoyo de todos los poderes, de los negocios sucios, de la trastienda, del pozu negro del capitalismo. Un buen bocao.

Aquí no pasó lo de siempre, que murieron cuatro romanos y cinco cartagineses, como ironizaba nuestro Ángel González, aquí todos los muertos son griegos, y de los más humildes. La economía sumergida, que la hay, de esa mayoría a la que estrangulan los bancos en connivencia con muchos políticos, no representa para la economía y deuda griegas, ni más ni menos que aquí o en países semejantes, no sólo entre nosotros los ´cerdos`. Lo que no la justifica, desde luego, pero la explica. Y la clase media griega, que también defrauda, como aquí, insisto, es débil, escasa y no cuenta con ninguna fuerza política que la represente. Las ambiciones pequeñoburguesas que caracterizan su ideario están muy limitadas por la escasa actividad económica y el imposible acceso al poder, cerrado a cal y canto por una burguesía con casi todos los recursos políticos y económicos en sus sucias manos.

¿Quién sufre las consecuencias del desatino?, los de siempre, la capa basal, la mayoría, los que intentan sobrevivir echando mano de lo único que les queda: su solidaridad, su sabiduría de pueblo puteao pero duro y resistente como una piedra del Psiloritis. A esto es a lo que hay que poner remedio urgente, y ¡que se hundan los prostíbulos de la mafia bancaria y de la curia monetarista!, ¡arda la bolsa y el bolso! (Stin chepi, Al bolso, dicen los griegos haciendo el gesto de guardar la cartera en el bolsillo, el dinero negro, el producto de la rapiña al estado y a los individuos, la mordida).
Poco pueden morder quienes apenas tienen dientes. Pero que no nos toquen los tomates porque las balas sí lo hacen y, como decía el ti Florencio, un paisanín muy piqueñín de mi pueblo, con boina, que no medía más de un metro cincuenta y tuvo, hasta que se murió muy mayor, una vocecita pasmosamente infantil, en una ocasión en que otro vecino lo amenazó con la azada, le dijo Florencio, lento, pausao y muy remarcao como a él le gustaba, ¡y con aquella vocecilla!, dice: "Desde que se inventaron las armas de fuego ya no hay hombres valientes, tú dale gusto a la azada  quee  yaa  lee dareeé yo  gustoo  al  deeedoo".
Sin comentarios. Yasas!

Ramiro Rodríguez Prada.

La falacia de curso legal -4

No quiero evitar cuando se presta a ello y, a veces, preste o no preste, un pequeño comentario, una mínima cuña, que deje claro lo que pienso, si pienso algo, o por dónde van los tiros de la realidad a la que me refiero. No conviene torear a la política porque sería una mutilación, un afeitao de cuernos y una ingenuidad, o una ligereza imperdonable a esta edad.
Pero no es preciso hablar de política para hacerla. Por eso quiero tratar de otras cosas, aspectos de la vida griega que también son políticos, porque nada puede escapar a esa lectura, pero que no se agotan en la política.

Si hablo de música, literatura, de las relaciones entre amigos, de la hospitalidad, de sus costumbres, de sus insuperables ensaladas de tomate tan humildes y aristocráticas, de amigos que mueren jóvenes, o no tanto, después de currar años como si tuvieran vocación..., estoy  dando las pistas para entender Grecia que, gracias a su generosidad  para quien se acerca amigablemente, no es tan difícil de comprender, por otra parte como la mayoría de los pueblos.

Grecia 2011

Pero son desconfiados con los julais y no me extraña si recordamos los palos que recibieron, por eso calibran muy bien al extrajero y mantienen las distancias. Salvo en las zonas turísticas donde, incluso el reclamo es un joven y  frecuentemente una  joven  nórdica, rubia y turrá, los griegos no te andan detrás del colo a ver si entras en su taberna.

En algunos cafeníon de pueblo y no tan pueblo, se vuelve todo el mundo a ver quién entra, todo el mudo no, los paisanos, que no hay una sola mujer, como no sea una extranjera o una griega brava, que no les faltan, pero se giran inmediatamente con absoluta indiferencia.
Si los saludas en griego vuelven todos la cabeza otra vez y el que lleve gorra la levanta un poco de la frente para ver quién es el osado que no sólo pene-tra en su sancta santorum, sino que usa con tal largueza el idioma de Homero. Es muy posible que si no acertaste a la primera se nieguen a servirte un simple helenikó metrio (no muy dulce), poooorrrqueeeee...van a cerrar, son las dos menos cinco -el reloj señala las once y diez-, no hablan inglés, aunque el turista sea patagón de toda la vida y sólo chane gunfardo, tienen que salir urgentemente y deben cerrar, sin atender a que tú le señalas la mesa de los paisanos donde acaban de empezar otra partida de tavli, ¡kirie, kirie!... .

Para tipos como yo, por ejemplo, que hablo griego skiládiko -perruno-, no hay ningún poblema y el dueño del cafeníon se da cuenta enseguida de que tiene la batalla perdida porque, antes de que lo pueda remediar, ya me prendí en la mirada de alguno de los del corro, o un borracho, un colgao religioso, un drogata se engancha en la mía y ahí mihmo tomo asiento.
Es la manera para los recalcitrantes, yo lo soy desde niño por eso lo sé, y los dueños de los cafeníos con solera también. Es tan gracioso que a veces me escojono, ése paisano nos sirve los cafés, los mejores del pueblo  por cierto, no le queda otra,  mientras me mira y piensa, ¡qué cabrón, parece un griego de verdad!, no lo dice pero sé que lo piensa, y acaba saludándonos por la calle e invitándonos a pasar para servirnos un helenikó, galantería de la casa... . Así son, así Grecia.

Pensaba acabar ya con este capítulo, pero no quiero cansaros, yo ya lo estoy, de la parte mecánica, no del tema. En este, voy a dicir,  párvulo esfuerzo por ayudar, alegre por mi parte, sin triunfalismos, estoy convencido de que, crisis más o menos, Grecia saldrá adelante porque es muy vieja y muy sabia, en ello confío y por ello trabajo.

Hasta luego. Salud, yasas!

Ramiro Rodríguez Prada.
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