martes, 11 de junio de 2013

Η Κρήτη, Creta -15. El regreso.


Patzianós. Detrás la garganta de Kalíkrates.
Sfakiá. Creta 2003.

La caja de las provisiones


Si no miente mi libretina de Creta, fue el 15 de octubre el último día completo que pasamos en Janiá, y la mañana y parte de la tarde las dedicamos casi en exclusiva a las compras.

Estuvimos por la mañana en el Mercado Central y allí cargamos con la mayoría de las golosinas que pensábamos llevar. En el Mirobolo, la tienda de vinos y licores donde trabajaba Vaso, la compañera de Akis, cogimos el tsikudiá, la retsina y los vinos, aleccionados por ella. También nos indicó algunos puestos donde podíamos aprovisionarnos: aceitunas de Kalamata y de otros 4 ó 5 tipos, algunos quesos curados que acompañaran al mizitra fresco que ya traíamos de Sfakiá, uvas sultaninas de las que Creta es gran productora, almendras, pistachos, más orégano a añadir al que nos habían dado de su madre los Yannakakis en Frankokástelo, y un kilo de yogurt que tuve el capricho de traer también.

Este es uno de los lugares que no deben perderse en Janiá, como vengo repitiendo, y los días que pasamos allí íbamos a diario. En el exterior hay un kafenío con una terraza bajo la sombra de un eucalipto centenario, con clientela griega casi exclusivamente, que bebe café y juega al tabli, y donde se puede tomar el pulso mejor que en parte alguna al tranquilo tempo griego, otra manera más pausada de entender la vida.

Ya puse este tema en el capítulo del tsikudiá, pero no me resisto a repetirlo porque nació en un escenario semejante, éste de Salónica.
Λουδοβίκος των Ανωγείων. Μαριώ.   Μπιτ Παζάρ.
Música y letra, Ludovikos ton Anoyíon. Voz, Marió.  Bit Pasar.

http://www.youtube.com/watch?v=iQ2UGD1aPl0&feature=related

En el mercado de Bit Pasar/ Beben café en los desayunos/ Los chatarreros de Minas,  y no hablan./ Pero cuando empieza el rakí/ No pasa el tiempo por allí.

Comimos en un chiringuito del propio mercado donde hacen unos caracoles famosos en toda Grecia y por la tarde volvimos por la tienda de Nikos Tomadakis para comprar algún otro disco. Encontramos allí dos CDs de palio rebétika, Bambakaris, Deliás, Batis, Asikis..., hecho para turistas de habla inglesa con canciones que no habíamos podido encontrar ni en Atenas, y a precio de saldo.

Desde por la mañana yo echaba el ojo a todas las cajas de cartón que veía a la puerta de los negocios o aparcadas en las basuras. En la misma plaza de la catedral, junto a la pensión,  había una tienda de electrodomésticos y por la mañana, antes de empezar con nuestras compras, dejaron una enorme, fuerte y hermosa, que incluso llevé  hasta la habitación a pesar de que me pareció demasiado grande y que, en efecto, tuve que devolver después a su sitio porque me sobraba mucho espacio. 

Por la tarde, a la vuelta de la tienda de música, encontré lo que buscaba. Era una caja fuerte, dicho  en dos palabras, aunque no de acero sino de cartón, de unos 60 centímetros de lado por 40 de alto.

Durante las tres semanas en Sfakiá yo había tenido la precaución de guardar todos los recipientes de plástico del yogur, que comprábamos en tamaño familiar de un kilo. Así pude saber que ese verano gastamos más de siete kilos de yogur, contando el que nos dio, casero de oveja, probio, María, la esposa de Zodoros Deliyannakis, nuestros caseros.

Esos envases me sirvieron para empaquetar los dos kilos de mizitra, el feta, las aceitunas, las salchichas de los Yannakakis y alguna otra cosa más delicada. La miel venía en latas metálicas. Los quesos curados y lo demás no corría peligro, y por si acaso cada envase o pequeño paquete lo envolví en plástico por separado, y todo ello estaba precintado con cinta adhesiva.
Fue un trabajo concienzudo que dejé listo antes de ir a cenar a lo de Nikos las pitas de esa última noche, para después volver al Kriti a escuchar música y, finalmente, salir con Nikos por los locales de madrugada, algo con lo que no contábamos. 

A toda esa lista de alimentos, hay que añadir los dulces y pastas que habíamos probado, tan buenos que por primera vez compramos algunos para amigos y familiares. Éstos pensábamos traerlos en mano, pero me sobraba un poco de sitio en la caja, que era cosa mía, y se lo ofrecí a la colega, luego comprendí que fue una oferta quijotesca.
Γ. Παπαδάκης. Σκορδαλός.   Πάντα θλιμμένη χαραυγή.

http://www.youtube.com/watch?v=GVqjwl04rcQ&list=PLC4340E65B77C89DB

El papel de envolver de la tienda de Akis.  Janiá. Creta.

Tras una larga siesta de los guajes fuimos a cenar las pitas. Era algo pronto todavía para ir al Kriti y estuvimos charlando un rato con Nikos. Y entonces pasó un paisano con una pequeña motoreta llevando la caja que yo había desechado por la mañana. No sé ni cómo le cabía en el sillín trasero, subía medio metro por encima del paisa, ¡parecía una caja de cartón con ruedas! 

Después del Kriti y la madrugada con Nikos, hacia las 6 cogimos el taxi al aeropuerto. Llegamos los primeros de esa día y facturamos la caja y una maleta. Ahí comenzó la segunda peripecia. Yo reservé las botellas, incluída una de aceite que nos habían regalado también María y Zodoros, para llevarlas en una mochila de equipaje de mano, previniendo roturas o pérdida de líquidos. 
Era un vuelo doméstico hasta Atenas para coger allí otro a Barajas. Nos facturaron el equipaje hasta Madrid.

Σκορδαλός.  Ο ύμνος του Ελευθερίου Βενιζέλου.  El himno de Elevzerios Venizelos.

http://www.youtube.com/watch?v=afH8Vqk_8Nc&list=PLC4340E65B77C89DB

En el mostrador de Janiá, detrás de nosotros, facturaron un grupo de italianos que cogieron el mismo vuelo, pero de Atenas iban a Roma. Abrevio.

Cuando llegamos a Barajas faltaba la caja. Llegó tres días después. Apareció en el Aeroporti di Roma, la enviaron a Barajas y de ahí a Ranón en el último vuelo de esa noche. Nos la trajeron en una furgoneta a las doce y media, trataban de evitar la correspondiente reclamación económica. 

En una tienda de suministros náuticos de Janiá había comprado una cuerda bandera y la caja parecía uno de esos magos escapistas a los que atan con docenas de ligaduras de las que logran librarse en un minuto. Pues las ataduras estaban intactas y la misma caja no parecía haber sufrido mucho en su periplo italiano. Firmamos la entrega y se fue el repartidor. Lo cierto es que ya la dábamos por perdida. ¡Menuda alegría!
Νίκος Ξυλούρης.  Η Μπαλαντα του κυρ' Mεντιου.


¿Había pasado algo? Pues que las dos cajas de dulces, en las distintas posiciones en que almacenarían el bulto, habían ido perdiendo el almíbar y la miel, porque encima no se nos ocurrió otra cosa que comprar los pasteles más dulces, pringosos y turcos de toda la pastelería.

Nada parecía haberse perdido, ni los pasteles que, algo menos dulces, estaban aún más ricos. Pero tuve que limpiar paquete a paquete hasta poder abrir y probar algo. Ni siquiera se estropeó el yogur, tenía un poco más de suero porque había pasado tres días fuera de un frigorífico pero estaba tan bueno como el que comíamos a diario en Creta.

Salud, buena música y mejores alimentos.

Ν. Καζαντζάκη, Ο καπετάν ΜιχάληςΜ. Χατζιδάκι.
 Φλέρυ Νταντωνάκη.  Δεν ήταν Νησί. No era isla.

http://www.youtube.com/watch?v=rPtR96rIQ0s

Barbarómiros