martes, 10 de enero de 2012

Chi menea -3


La sombra por la tarde

Buenas. Ya me vuelve a armar la pirula la colocación de algunas fotografías que no salen en la posición que quiero y me obligan a cambiar los planes iniciales. Quería enseñaros una imagen de la chimenea real sobre el tejado pero no con el ángulo que me propone la máquina y he tenido que renunciar después de varios intentos.
Estas pequeñas putadillas lo son más porque en asuntos como éste de la chimenea, o el de los muros de Grecia y las murias maragatas, con varios capítulos, suelo buscar primero el orden en que quiero las fotos y sobre esa elección previa voy montando el texto y las entradas. Si me falla una imagen me trastoca, a veces completamente, el plan y me obliga a repensar el texto y el orden, con lo que me echa por tierra un trabajo ya hecho y, perdonad pero ¡me cago en tó!.

Esa pared de arriba con las ventanas de aluminio me gusta menos que la del primer capítulo, donde  hay todavía algunas plantas y flores y está orientada al este sureste, pero me gusta más que la de ladrillo que sin embargo es la más soleada.

En cualquier caso vuelvo a repetir lo dicho ayer: lo que me intereaba más era el recorrido de la sombra sobre las paredes. En ésta la diagonal de sol y sombra me parecía también interesante. Tenía incluso una selección de ellas que había titulado así, Sol y sombra, a partir de imágenes del pueblo, fachadas, portalones, tapiales, etc., y ésta era una de ellas. Aunque viene bien aquí, sustituye en realidad a la que me falló e hizo que todo se alterara, no sólo esta entrada.

En el extremo

Además de la diagonal de luz me gustaba también la sombra del recodo del canalón porque me recordaba un poco al rey de los canalones en Shutterchance, Chad Doveton. Está también el triangulín del cielo azul al que me cuesta renunciar como sabréis, los geranios florecidos asomando detrás de los cristales de la ventana y hasta el aspecto de nariz de la sombra de la chimenea, me hace cierta gracia. Soy un guaje.

En fin, que por humilde que sea la imagen el que no se conforme o se ría es porque no quiere o, sencillamente, no puede.

En esta segunda fotografía la sombra llega al borde. Hay una serie de enganches que sujetaban una parra que murió hace unos años y soportes y alcayatas para los tiestos actuales, que en el invierno los guardan por las heladas.

Todos esos clavos y artilugios, ahora sin uso, y sus cambiantes sombras, fueron un solaz diurno para mí en un largo fin de semana decembrino en León, ¡y con este sol!. ¡Qué gustito pa mis orejas!, como diría Raimundo Amador, y más en una tierra de sabañones como ésta, y qué gustito pa mis ujitos, palabra mejicana de Los olvidados, de Luis Buñuel. Las asociaciones..., ¡será también por un blanco tan mejicano!

Doblando la esquina

Doblar esquinas era el colmo de un forzudo y el de un banquero republicano usar el culo de monedero y esperar que el rey abdique por falta de suelto. Y el del yernísimo jugar a balonmano con la corona y metérsela al rey por entre las piernas.

Los colmos de los currantes los dejo porque son demasiados y tal como vamos aumentarán. Los anteriores no es que tengan mucha gracia pero ¿qué tiene de simpático éste, por ejemplo?, como un chiste negro del Roto: trabajar cincuenta años para comprarse un ataúd. Y ciscarse en los muertos del enemigo, digo yo. A buenas horas, mangas verdes. ¡Si la realidad ya supera al colmo!. ¡Aaay!

Prefiero la música y el sexo oral al que canta Raimundillo en esa canción que mencioné,

¡Qué gustito pa mis orejas!
enterraíto entre tus piernas... 


Y otra de regalo. Ian Dury and the Blockheads, Sex&Drugs&Rock&Roll.


Salud.

Barbarómiros.

lunes, 9 de enero de 2012

Chi menea -2


El curso de las horas

La chimenea sigue caminando por una pared, arriba ladrillo y abajo tapia revestida y encalada. No me gusta demasiado la imagen del ladrillo y éste tabique menos, puesto para impedir la vista a unos vecinos que no son curiosos.
Cuanto más se tapa más se oculta. Esta tautología significa también otra cosa y su contraria: más se guarda cuando hay más que esconder y a más camuflaje más diáfano el paquete.

Pero como hay que contar con ello, con el ladrillo y con el miedo, mejor es mirarlo con distancia y tratar de encontrar algo positivo. A mí me cuesta, no creáis, pero juro por quien sea que lo intento.

Aunque soy un disfrutón de los colores y el naranja es uno de mis preferidos, pocas veces me llaman la atención este tipo de paredes, como no sean combinadas con otros materiales, otras texturas, objetos, agujeros..., o como es el caso, sombras. ¡Con lo colorido que se ve el polvo de ladrillo!, el de los ladrillos viejos a veces parece pimentón.

León, diciembre 2011

Como tenía para tres series de tres fotos haré todavía un tercer capítulo, corto como éstos. Las del primer intento sobre una pared blanca encalada me gustaban más, y la esquina daba mucho juego visual.
Conveníamos aquí en que eran más guapas las que no tenían ese cielo azul. Pero bueno, a mí los cielos azules me recuerdan al sol, que es media vida, y ya sólo la sugerencia me calienta. Y hay que intentar otras cosas. La clave, además, es la luz, aunque es cierto que hay materiales y formas que parecen más fotogénicas

En ésa de arriba me llama la atención la curvatura de la pared, arriba. ¿Ilusión, el objetivo de la cámara o el albañil? Me da que es cosa de la máquina, bueno y la perspectiva, aquí el horizonte, se curva sólo para desmentir las leyes de la lógica, y ya está.

La hora es aproximadamente el medio día. Las primeras eran de la mañana.

Un poco fálico parézme a mí...

El tiempo y el agua que han tragado los ladrillos macizos de las paredes antiguas, que eran los que se usaban, les dan hoy ese aspecto oscuro y satinado, más elegante y fácil de combinar visualmente con otros colores. No rechinan tanto, llevan poco amarillo, son rojos e incluso muy tostados.
Normalmente prefiero las tejas, y si están alteradas por el agua, los líquenes u otras plantas mejor, aunque ya sé que no es lo ideal para los tejados. Es casi más cosa del color.

Pero no haré una exaltación de lo caduco como si todo lo viejo fuera mejor que lo que tenemos.
Tampoco quería entrar en arquitecturas que ésa es camisa de once varas para mí y aquí estamos en alfabetos.

En realidad a mí lo que me interesaba, insisto, era la sombra de la chimenea, no el magnetismo de la oscuridad ni la atracción del abismo, que es donde me meto si me pongo a disertar sobre ladrillos, ¡pero si yo sólo trabajé de peón y seis meses escasos! Es que el problema del ladrillo ¿a quién no le preocupa?. Podéis reiros.

Y por fin el ladrillo era otra excusa para mostrar las fotografías del aficionado que soy, con algo de acompañamiento dicursivo que es lo mío.

Salud, Υγεία!

P.D. En los años 20 y 30 los rebetes ya hablaban de Crisis, es la misma sólo que ahora muy vieja ya.

 Κοστας Ρούκουνας, Η Κρισις. Kostas Rúkunas, La Crisis.



Barbarómiros

domingo, 8 de enero de 2012

Para Andreiev Aedoff


Alcayata, San Justo de la Uve. León.

King Crimson, 21st Century Schizoid Man.

Un clavo saca otro clavo..., ¡el clavito de Pablito!

Salud, colega.


Ramiro.

Reflexionando


Morales 2011

Hay quien, para pensar, prefiere la oscuridad, la encuentra más propicia al silencio y a la soledad que suele requerir la reflexión, pero ni silencio, ni soledad ni oscuridad son imprescindibles, ahí tenemos el diálogo o el banquete, pensamiento a duo o en grupo.

Aquí prefiero a los peripatéticos o a los epicúreos, paseando o recorriendo el jardín, con luz fresca si es posible.

Todo esto son nostalgias del buen sol como el que ya se estaba poniendo en Morales del Arcediano el día de las fotos, en el prao del salón junto al Turienzo. Eso y el mensaje que Alberto, el Capi del Teach, me dejó en una entrada de la semana pasada que titulé Los colegas.
Me dió un alegrón porque llevábamos tiempo sin saber de él y a la vez me puso a cavilar.

Es lógico que no pensemos lo mismo en todo o que incluso discrepemos abiertamente en algunas cosas, pero creo que quien escribe debe de contar con el lector. En principio tiene que pensar en su existencia real si pretende comunicar algo, sin él la escritura sólo es un ejercicio gimnástico del cerebro que piensa y la mano que ejecuta, ahí se acaba.
Si el acto se realiza ha tenido que existir un mínimo de connivencia porque nadie nos obliga a leer lo que no nos gusta. Es difícil que el interés perdure si el desacuerdo es total, pero se puede dar.

El problema, a mi parecer, suele plantearse con más crudeza en un nivel menos básico, ¿hasta dónde me permito llegar?, en el caso del escribidor y ¿cuánto le voy a permitir?, en el caso del lector, que, como se apreciará tiene la sartén del texto por el mango -no me pasaré aquí con la expresión-.

La pregunta que se le plantea al escritor de oficio (aunque no viva de ello) tiene que ver con los límites y la censura. Al decir de oficio doy por hecho que conoce sus herramientas y el asunto del que trata, por tanto no es una pregunta acerca del estilo o los contenidos, sino sobre el modo en que éstos deben ser expuestos ante unos lectores reales que sin embargo no conoce, tratando de ser lo más fiel posible a su pensamiento y de atenerse a una norma que es, en principio, el respeto.

Lágrimas de sauce (llorón)

Ahora bien, ¿que pasa cuando el escribiente es un aficionado a la escatología, un género al fin, pero aquel que se ocupa precisamente de los asuntos más desagradables, tratando de no resultar cursi al nombrar lo Innombrable?. Si para escribir hay que tener cierto valor y, si se puede, llegar a la osadía, ¿qué pesares de conciencia no sufrirá un eskatólogo Como Dios Manda?¿Dónde colocar el nihil obstat?

No ando fino, toy perdío, a ver si mañana me aclaro un poco más, como las hojas del sauce.

En serio. Me ando metiendo con los banqueros, con los jerarcas de la iglesia, con los políticos, y hasta con las creencias y las ideas, pero lo último que quisiera es ofender a un inocente, sea pequeño ahorrador o pobre de solemnidad, creyente o ateo, del pp o anarquista...
Otro asunto es si todas las personas y todas las ideas merecen respeto, pero insisto, sí los inocentes que creo que son muchos en todos los bandos.

Donde Alberto me podrá dar caña también es en mis pasadas "arquitectónicas". Pero quizá me equivoco de medio a medio y no tiene nada que ver con todo esto. En fin.


Salud Capi, y a todos, y buen día.


Ramiro.

sábado, 7 de enero de 2012

Θα σαλτάρο, Al asalto


Oviedo

Un poco de música del otro extremo del Mediterráneo, tan puteado o más que éste, antes y ahora. La traducción del título griego es un tanto libre. La mi morena me acaba de recordar el otro significado, muy interesante, de Za saltaro: Volverse loco.


Θα σαλτάρω, Γιώργος Κατσαρος, Katsarós (1888-1997).

Μιχάλης Γενιτσάρις, Genitsaris (1917-2005). 


Los saltadores, otro título de la canción, asaltantes diríamos, eran grupos de ciudadanos organizados, resistentes a la ocupación alemana durante la 2ª Guerra Mundial, que asaltaban los camiones de suministro del ejército germano, no tanto por patriotismo como por necesidad. Sobrevivir en la Grecia ocupada fue la preocupación fundamental de una población que perdió en esos años medio millón de un total de 8 millones de habitantes, sólo de hambre. 

Los procedimientos para hacerse con la mercancía, gasolina sobre todo, pero también alimentos, iban del audaz golpe de mano a las argucias más ingeniosas que planeaban los saltadores, salteadores les llamaríamos en otra clave hispana. En realidad valientes que se jugaban la vida, porque el castigo de los nazis era el fusilamiento de los que caían, niños incluídos, o represalias indiscriminadas contra la población civil que era quien participaba en los asaltos.

He puesto las dos versiones ya que no tengo claro todavía quién es el verdadero autor. Desde luego Katsarós era más viejo, le sacaba 29 años a Genitsáris que en 1940 tenía 23, algo joven me parece para esta canción en un rebetis. Katsarós andaba entonces por los 52, una edad que creo más ajustada.
Sin embargo en muchos lugares figura Genitsáris y yo no lo desmentiré. Por supuesto su mayor juventud no lo invalidaría como autor, no es un argumento definitivo.
La versión del viejo parece también más antigua y eso que tocaba una guitarra, más grave y templada, caso extraño en el rebétiko, donde lo frecuente es el baglamá, esa especie de guitarra pequeñina con tres pares de cuerdas que tiene un sonido primitivo, agudo y escacharrado.

A mí me gustan las dos pero siento debilidad por los Barbas, los abueletes, y Katsarós murió jovencín, sólo vivió 109 años. ¡Parece que el costo de agosto nun ye tan malo pues los rebetes, si no se daban a los opiáceos, eran longevos! El propio Genitsaris murió con 88.

Salud, Υγεία!

Ραμιρο.
Ramiro.