lunes, 20 de febrero de 2012

Huecos en los tapiales -5


Ventilación en la tapia de una cuadra
San Justo de la Vega, 2012

Buenos días. Ya vimos en una plano mayor este agujero que no llega a ventanuco. Dejaron los orificios de los extremos de los paños y los agrandaron un poco, colocaron esa tabla de roble de cargadero y el ladrillo de suelo.
Hay varios parecidos en este tapial que es el de la construcción auxiliar que puse en el primer capítulo y en una imagen de Tapias-4. Es una pequeña linterna que permite una claridad mínima y, sobre todo, un medio de evitar la excesiva condensación en el interior de la cuadra donde los animales y el recocido del abono y la paja  mantienen siempre una temperatura y humedad muy por encima de la exterior.

Son muy frecuentes también los agujeros abiertos mucho después de la construcción de las paredes por lo común con el mismo objeto, ventilación y luz, por ese orden. Como la pared estaba ya muy dura tenían que hacerlo con piqueta y cortafríos. Parece ser que en muchos lugares éste era también el sistema de abrir los huecos de las ventanas.

Aquí las ventanas y puertas de los pajares solían hacerlas en el último tramo de paños del primer o segundo piso y dejaban el hueco con cargadero de madera y adobes, o colocaban el marco directamente y el madero superior hacía también las veces de cargadero. En ocasiones prolongaban ese madero a ambos lados para mayor resistencia.

Algunos de los agujeros los trabajaban después y colocaban un pequeño marco, pero la mayoría quedaron así, un tanto informes, entre el ojo de buey y el simple butrón.
Además de las cuadras otros lugares donde se abrían huecos era en las cocinas de curar la matanza, normalmente en habitaciones que dieran al norte donde no solían ponerse ventanas o, en todo caso, en la parte trasera de la casa. Pero en éstas se cuidaba de que no fueran de un tamaño practicable para chorizos choriceros (ladrones de embutido, que le pregunten ar Botinehi!...) y se reforzaban con barrotes de hierro, como vimos en la imagen de días atrás, la del ventano con la manguera roja. Y ésa ya era un poco grande y tuvieron que añadir un barrote más.

Lo dejo por esta noche, quería apuntaros todavía un par de canciones. Las dos son poemas de  Rasoúlis y las interpreta él. La primera, con música suya y de Alayani, es una versión casera, de cuando Manolis tenía la melena y la barba negras como una borrasca, acompañado por la voz de Anzí Koufoudáki. Me gusta por lo íntima y emotiva que es. Y corrió el tiempo... .

Se titula, ¡Ay, quiero a Grecia!,
¡Aj, Elada, sagapó!, Αχ, Ελλάδα σ΄αγαπώ!


La 2ª no sé si la puse, es posible que la versión de Papázoglou que es más conocida, pero no importa porque  me gusta mucho. Es la de Rasoúlis, el último músico griego al que dedicamos una entrada y del que ya he subido algunos temas. La música es de  Nikos Xydakis, del que también hay capítulo aquí  en Música cretense, aunque es egipcio de nacimiento.
Esto es lo que en mi época juvenil se llamaba el agarrao, música lenta, un poco lánguida, a media luz los besos, pensemos en eso mejor que en cosas amargas..., arrimados a las tapias.

 Aquí en las grietas del tiempo (atrapados en el tiempo), Edó sti rogmí tu jronu,
Εδώ στη ρωγμή του χρόνου


Y ésta de propina porque el título viene al pelo y nos dejará con algo más de entusiasmo en el cuerpo, ¡parece imposible que un tapial pueda conseguirlo!. También con letra de Manolis, música de Lefteris Stampouloglou.  

El muro, To tíjos, Το τείχος

Salud, Υγεία.

Barbarómiros
Μπαρμπαρώμιρος

domingo, 19 de febrero de 2012

Tapias -5


Tapia de una huerta
San Justo de la Vega, León 2011

Hasta ahora hemos visto imágenes de los tapiales de las casas, ésta es la tapia de una huerta y la forma tradicional y más común de rematarlas, con lo que por aquí llamamos "cembos", cepellones de hierba con tierra y raíces que se colocaban como protección.
Estamos en una tierra donde llueve poco, es más significativo el frío o el calor que el agua. Aunque en primavera, incluso en verano, pueda caer un chaparrón espectacular ocasionalmente, ésta es la España seca.
El objeto de los cembos es empapar el agua de lluvia impidiendo que cale al tapial. En las estaciones donde llueve aquí, en las que muchas veces sale el sol a continuación, al poco tiempo el cepellón esta seco sin que la tapia halla sufrido mayor mojadura.

La raja que cruza la pared es otra vez la unión de dos paños.

La altura de las tapias variaba sobre todo en función del lugar que protegían. Las que cercaban las huertas del interior del pueblo, como ésta, con acceso a las casas, eran más altas (2-3 m.) y mejor construídas,  El resto más bajas (1,5-2 m.) y bastas. El grosor entre 20-40 cms.
Pero en general ninguna tenía la anchura de los tapiales de las casas. Las más anchas, como ocurría con las viviendas, son las más antiguas.

Contaba Belén Lozano ( crecer), a propósito de la foto suya de un tapial derruido en un palomar de Villafáfila, en Zamora, que colgó hace tres días en Shutterchance y que comenté, que según su madre allí levantaban los palomares con adobes, y que los ricos le ponían tejado de teja.
¡Ceporro de mí!, no sé porqué entendí que era en las tapias como éstas donde la utilizaban y supuse que se refería a las que se colocan como tejadillo de remate, con una fila en la cumbre y el resto  transversalmente a ambos lados, como se sigue haciendo hoy en los muros modernos.
O bien en una sola hilada, como en la foto de abajo, que aquí cuando se usaba teja, menos veces, se colocaba de ese modo, lo que da idea también de la escasa anchura de estas paredes.

Lo dicho, senil. Pero como la melopea discursiva regresa a los viejos como una resaca, gracias al error enderecé y completé estos puntos y la explicación de lo que vemos. Puro Cebolleta.


Tapial de huerta
San Justo de la  Uve, 2011

La foto ya no tiene mucho que comentar que no sepamos. Ahí tenemos la base de piedra con abundancia de arenisca, cantos rodados de grueso calibre en su mayoría en este caso, como ocurre en  casi todos los tapiales de las huertas, y más si son de los alrededores del pueblo y no del casco urbano, donde no es raro ver piedra de otro tipo, como muestra la última imagen.

Después de este par de entradas, más los Huecos correspondientes, haré una final sobre adobes, de los que ya dimos cuenta aquí en todos los capítulos sobre tapias, a la espera de más y mejores imágenes.
Quedará también pendiente algo sobre palomares que Valentín bordaría.
Mientras escribía estos días sobre el tema pensaba cuánta gente lo podría hacer con mucho más conocimiento de causa que yo, y de zonas del mismo León, como Tierra de Campos, donde he visto las tapias más hermosas, o de las vecinas Palencia y Zamora, que conocemos bastante bien, incluída la Villafáfila que mencionaba Belén.

Alguien lo habrá hecho y no lo sabemos, y si no lo hará, porque no es posible pasarlo por alto a menos que la ceguera no sea ya parcial sino absoluta.

Sólo hoy busqué con más detenimiento Construcciones de barro y vi en Wikipedia las entradas de Tapiales y Adobes, que no están nada mal, tienen más datos técnicos e históricos que yo y manejan el lenguaje apropiado del especialista.
Después predomina la información sobre construcciones americanas porque es allí donde se mantiene más viva esa tradición, con explicaciones muy completas sobre procedimientos y demás.

En muchos casos encuentro diferencias pero es lógico porque cada país, cada región desarrolló su propio modelo, y ahí es donde quizás pueda aportar algún mínimo detalle local menos conocido.

Sea como sea me he divertido con la serie, he aprendido unas cuantas cosas y, lo que me parece más extraordinario, ha despertado el interés de los que ya considero amigos aunque no haya visto ni una foto de sus caras, Belén, Txell y Valentín, fotógrafos a los que sigo de cerca desde hace unos meses porque también a mí me gusta su trabajo.

Elegante base de una tapia de huerta
San Justo 2011

Como soy muy escéptico respecto a la eficacia de la subversión, más o menos radical, que otros muchos y yo mismo mantenemos contra el estado de cosas que nos toca vivir, los gigantes y molinos del presente, pero tampoco estoy dispuesto a entregar la cuchara al enemigo, encuentro consuelo y  fuerza en esos contactos inesperados con personas que veo que tampoco comulgan con ruedas de molino y me da por ser optimista por momentos, en pensar que no estamos tan solos.

Hoy tengo otra noticia triste, del mismo género, que añadir a la de Enrique Sierra de ayer y por eso no había preparado la entrada y me pilló el tranvía.
Los detalles no importan y de nada vale lamentarse, lloras un poco para desahogar y vuelves a casa como si te hubiera caído un chaparrón encima, y de nada sirviera correr para escapar de la empapadura. Llegas calado hasta el tuétano, otro nombre del alma, de lo que sea...

En estos momentos quisiera encontrar ese chiste de la sonrisa amarga que esbozan quienes sufren, la gracia negra que nos obliga a sonreír incluso contra nuestra voluntad de recrearnos en la tristeza. Pero eso es un arte que no está a mi alcance ahora.
La escatología suele acertar y pensé en este tema que tenía preparado para algún cular como el Botines. Yo no consigo animarme, a ver si tenéis más suerte los que no llevéis historias deprimentes en la cabeza como yo ahora.

¡Viva Méjico, cabrones!

El Tri, No hay pedo.


Salud, boas noites.

Barbarómiros

sábado, 18 de febrero de 2012

Enrique Sierra


Rosendo García Ramos, Sendo.

Estaba leyendo un comentario de Txell a las tapias de hoy, me enteré por la radio de la muerte de Enrique y empecé a preparar una pequeña entrada de recuerdo con lo primero que se me ocurrió, una fotografía y una canción de Pablo Milanés, la Carta a un amigo lejano.
Cuando volví al blog con la foto de este cuadro de Sendo habían desaparecido todas las fotografías, sólo quedaban los textos.
Al poco recibí un correo de la curruca Blasensis, que suponía que yo estaría al aparato, dándome de nuevo la noticia. Llevo cerca de dos horas porfiando y no sé cómo se arregló esto.

¡Y yo he pospuesto la entrada que debía a Radio Futura varios meses!.. . Se la debo por amistad, pero también por su música.

Los conocimos el año 80 y si entre ellos había algún inocente, con esa pinta, ése era Enrique. No hay tregua creo que dije el día que murió Tàpies, o Angelópulos o... . Por mí, res mes, ya me basta.

¡Que tengas, que tengamos un buen viaje, amigo!


Ramiro

Huecos en los tapiales -4


Ventana de un pajar
San Justo de la Vega, 2011

Me han animado tanto Valentín, Belén y Txell con su interés y sus comentarios que decidí seguir de momento con el barro. Haré una entrada con fotografías de adobes y otra, o un par, de las murias de tapia de las huertas, más estrechas que las paredes de las casas y con algún detalle particular. En medio colocaré más imágenes de huecos así que, a los poco tapiadores, os seguiré martirizando unos días más.

Ésta es la ventana de un pajar, en un primer piso. La casa es también de las más viejas del pueblo, con alero de pizarra que aquí no vemos y tejado de teja, todavía. Se mantiene bastante digna y nunca había sido revocada, hasta esa capa de cemento reciente tirado a paletadas sobre la tapia sin más contemplaciones (es técnica, no descuido) en el primer piso.

La madera no vio jamás la pintura. Antes de las sintéticas, de fácil uso, popularizadas ya en los años sesenta, las más afortunadas podían recibir alguna manina de aceite de linaza, y para de contar.
Poco más se puede añadir del modelo de tapial, es un acabado tosco que no tiene el enlucido de barro que daban a muchas de las paredes externas e internas de las casas. Pensemos que se trata de un local auxiliar.

Volvemos a lo dicho ayer, la rehabilitación correcta exigiría una mayor inversión e incluso no sería fácil encontrar quien la hiciera, no por falta de manos o voluntad sino por desconocimiento del oficio.
Cuando los pajares ya carecen de uso, porque tenemos el campo medio abandonado, ¿quién puede pararse a conservarlos?
Como me decía Valentín, que rehabilitó un palomar, lo hizo por un capricho del dueño que, naturalmente, no tendría necesidades mayores.Ya es algo impedir que se vengan abajo. Dejémoslo ahí.

No me extrañaría que, tras la colección de imágenes de estos capítulos, alguien me dijera que escogí lo más feo que encontré en el pueblo. Es cachondeo, no somos tan malos. ¡Y hay gente pa tó!
Las bromas irónicas que hago sobre mis paisanos, que es como  reírme de mí mismo, es una cura en salud porque no sería elegante poner en solfa a los demás sin dejar muy claro que todos podemos ser objeto del humor ajeno.

En cuanto a la belleza de los motivos que colgué no me bajo de la burra, a mí me gustan más que la mayoría de las nuevas construcciones. Podría razonarlo de nuevo, pero creo que toda esta serie ha sido en gran medida un intento de demostrarlo, y junto a ello poner de relieve el trabajo admirable de nuestros mayores.
Y, si cabe, señalar la relativa ceguera que las modas nos imponen. Modas que son parte de nuestra ruina. ¡La contaminación es ya bestial!, y no hablo de la atmosférica ni del agua.

Junto con el río y el monte, lo que más me gusta de mi pueblo es lo más humilde, donde encuentro su alma, que ya tiene mérito no creyendo en espíritus.

Mikel Laboa, Zaude lasai, No se preocupe.


Para darle una oportunidad a la sonrisa después de la languidez de Laboa y la tristeza de las imágenes del vídeo, voy a dejaros algo más animado.
Aunque sólo fuera por el apellido del artista ya vendría bien aquí, pero sobre todo por su espectáculo de ilusionismo y marionetas, con ese tierno detalle ecologista,

 Xavier Tapias y su "Robot".


Agur, salud i bona nit!

Barbarómiros

viernes, 17 de febrero de 2012

Tapias -4


Adobes  en la cumbre de una casa de tapia
San Justo de la Vega 2011

Ya vimos alguna imagen de los aleros en una fachada y en la parte posterior de una casa, incluso uno de pizarra, el material que se usaba para estos menesteres en las construcciones más antiguas del pueblo. Hoy traigo otros dos.

Este es el lateral de una casa con el tejado a dos aguas, el más común aquí, donde se aprecia bastante bien la resolución final con adobe hasta ganar la cumbre. La vivienda es muy vieja y parece haber cedido en esa falla que la cruza y que desalineó los adobes, aunque tal vez, en esas alturas, no importara tanto trazar una línea recta como terminar la obra.
Pero ni por asomo se me ocurriría llamarle chambón al que construye una casa con los materiales más humildes y que lleva en pie más de doscientos años.

Hablando de chapuzas, y lo he recordado en más ocasiones, espero que no me apedreen los del pueblo, como tejedores no teníamos fama de muy finos los de San Justo. Las monjitas astorganas compraban su ropa interior aquí (¡un negocio porque de aquella eran legión!).
Lo cuenta Concha Espina en "La esfinge maragata", "usamos ropa interior de lana muy gruesa tejida en San Justo", le dice la superiora de un convento a la protagonista. Se supone que trataban de disciplinarse con el rudo tejido sanjustino. Ajjj, Panayitsa mou, Virgo tremens!

Astorga, plaza de curas y militares. Y de otras muchas cosas, por supuesto. Saltándome las tapias, no evitaré de nuevo a Valle-Inclán...

...y las niñas que acuden al sermón
mejillas sonrosadas por el frío
de Astorga, de Zamora, de León

Todas ciudades levíticas y aguerridas, ¡qué bien supo don Ramón captar esa atmósfera eclesial, fría y reverente que es la sustancia misma de la educación curil o monjil que recibimos, obediente, servil dentro o fuera de la sacristía! Dejad que las niñas se acerquen a mí (y los niños). Esa cosa sebosa.
Siempre  me recuerdan unos versos de Jacques Prévert en "Parole", sólo que el arousano fue más sutil y lo escribió antes. Decía Prévert, cito de memoria:

Ese funcionario de gobierno
cuya esposa le lleva no pocos años
tiene unos modos tan acariciadores
cuando le da la mano a las muchachas...

Gila con bisera de uralita

Es lo único que falló en este pajar, el tejado, pero la viga transversal, de la que vemos el extremo, está también desencajada tal vez porque la durmiente (Valentín) sobre la que descansa cedió y tuvieron que habilitar una solución de emergencia con esa cuña que sujeta por abajo la traviesa rota. Pero la tapia se ve tan flamante todavía y hasta conserva la capa de barro bajo las losas, tapando las hiladas de adobe.
Sé que en muchos casos otra solución diferente en casas tan antiguas destinadas en su mayoría al derribo en un tiempo más o menos breve, es muy cara para la familia que ha de asumir la rehabilitación. Pero siento pena.

Han desaparecido también muchas tejeras locales que ofrecían un producto más barato, aunque no tuviera el acabado que consiguen los grandes monopolistas del negocio, que no lo fabrican de mejor calidad. Y con ellas perdimos, en cuatro días, puestos de trabajo en una actividad regional, ligada también a la arcilla, que fue rentable durante muchos años.

Vamos liquidando nuestro patrimonio artesanal, cultural, sin que las alternativas hayan resuelto problemas como una vivienda digna para todos, que debería ser el objetivo prioritario de toda política urbanística que se precie.
En zonas rurales como de la que hablamos ese problema es mínimo, nadie vive en la calle.
No se trata de regresar a las cavernas, pero aquí sería fácil volver a un tipo de arquitectura más sostenible. Toda contribución, por pequeña que sea, es positiva.

Y los modelos urbano y rural son distintos, a nadie más que a mí se le ocurriría levantar un rascacielos de tapia en la Gran Vía manchega. O una catedral de adobe aquí "en la zona rural".
No dejaría de ser una atracción turística excéntrica, a ver si alguien recoge la idea y le saca partido, que están las cosas muy mal, compañeru.

Trato de no perder el humor.

El hecho es que los especuladores del suelo y el ladrillo en connivencia con la mafia bancaria son una de las causas de la actual crisis, que emerge ahora pero que viene de lejos, desde que dejamos de mirar a nuestro alrededor y nos dedicamos a correr delante del progreso. La conciencia sigue anclada, cuando la goma dé todo lo que puede dar de sí el retroceso no será desaceleración, será  espachurramiento contra el punto de anclaje, contra la realidad presente.
Abandonemos la carrera. Veamos lo que tenemos sin renunciar a ningún derecho. Parole otra vez,  bonitas palabras...

No he dedicado apenas espacio a ensalzar estas construcciones tradicionales porque me he centrado en describir, con palabras torpes y escasas porque soy lego, el proceso de construcción y las fotografías.  Lo haré enseguida.

Solución para ventilación en los agujeros de los tirantes
San Justo de la Vega 2012

Se trata de la dependencia auxiliar que veíamos en dos imágenes del primer capítulo, una de las casas de tapia de más reciente construcción, menos de un siglo.

La solución de conservar los agujeros en los extremos de los paños se convierte aquí en una graciosa artesanía constructiva, con ese ladrillo en la base y una pequeña tabla de cargadero. Tengo por ahí algún primer plano de ellos.
En la imagen destacan también las dos hiladas de adobes que coronan los dos niveles del tapial, circunstancia que no siempre se producía, era más frecuente alzar un paño sobre otro sin la línea intermedia de adobes, salvo en el suelo del primer piso y en la techumbre del edificio, para el apoyo de las vigas, lógicamente, entre ellas se ponían los adobes, ¡hasta yo me aburro de repetirlo!.

En fín, una casa de tapiales en su punto no tiene nada que envidiar a cualquier otra construida con materiales llamados nobles, como la piedra, ni en belleza, ni en habitabilidad. Aunque ésta la supere en solidez no la mejora en condiciones de temperatura y humedad, mostrándose por el contrario la tapia más apropiada para las regiones de clima continental, de inviernos fríos y estíos tórridos como los de la Meseta, ya que presenta un mejor balance de intercambio atmosférico con el exterior y es por tanto más rentable: ahorra calefacción en invierno porque es más caliente y en verano acondicionadores por ser más fresca, como el botijo.

No sobra recordar que estamos también en tierra de bodegas excavadas en barreros y, aunque bajo tierra aumente la temperatura, el comportamiento de la arcilla es único en su relación con el ambiente y el termómetro, incluso a bajísimas o altísimas temperaturas.

Hay un detalle que no pasaré por alto. La construcción de tapia era más laboriosa que el ladrillo que la arrasó (y no tengo nada contra el ladrillo como elemento constructivo, que quede claro).
Es evidente que al abandonarse los antiguos modelos de construcción éstos no evolucionaron y la descripción del trabajo se queda casi en el relato de una actividad poco más que artesanal. Lo digo porque Leandro Rabanal, el especialista, contaba riendo el mucho tiempo que se echaba en levantar una casa, y sobre todo lo duro que era el trabajo y lo poco que se ganaba.

De nuevo tenemos ahí la velocidad de crecimiento y el balance económico. ¿Ahora que amenazan con recortarnos hasta los huevos sería cuestión de no comprar cuchillas de afeitar y dejarnos las barbas?. Con la miseria de sueldos que cobran, en especial los jóvenes, ¡los pocos que trabajan!, ni siquiera tienen el recurso de ponerse a hacer adobes y construir su propio nido, llámale choza. Sería mejor que la intemperie.

Debemos racionalizar nuestras espectativas, los medios con los que contamos y las fuerza para cumplirlas. Inflamos las espectativas, despreciamos los medios y  sobreestimamos las fuerzas. Como decía una antigua expresión castellana, hoy lógicamente en desuso, ¡Tente tapial!, es decir, sin prisas, poco a poco. Sigá sigá.

Moisés y Carlos, con una guitarra y un tres buscándose la vida en Suiza, buen dúo.  A caballo vamos pal monte...: El carretero.


No puedo poner otra versión de Amor canalla (Saltando las tapias/ robando melones/luna llena en la cara/y un plato de macarrones...), del Pulgarzito, aunque la que más me gusta es la que ya coloqué en Murias, porque se la retiraron de la circulación. La sustituyo por El blues de la luna, de su disco  Púlgar (95), con acompañamiento instrumental y coros de lujo, porque a un colega siempre es un placer escucharlo.


Salud

Barbarómiros