viernes, 20 de abril de 2012

O Δημήτρης Μητροπάνος, Dimitris Mitropanos


Olympia, Peloponeso 2009.


Δημήτρης Μητροπάνος

Otra vez tengo que dedicar un capítulo a las Necrológicas, esto no para, ¡aprovechemos antes de enmohecer! Al final todos calvos, ¡dame fuego!...

Dimitris Mitropanos - Dose mou fotia, Dame fuego.


Cuando redactaba el post de Marió me enteré por la radio griega, (ERT), de la muerte de uno de los grandes de la Laiká, la música civil, popular, no religiosa o clásica, Dimitris Mitropanos.
Llevan tres días recordándolo a través de su música. Es un timbre bastante característico de las voces griegas más varoniles, en la onda de Kasantzidis, Bizikotsis, Gavalás, etc.
Canciones de amor y desamor interpretadas con pasión sin esa cosa babosa de algunos llorones del corazón partío. Y no me refiero al Sanz.

Había nacido en Trikala, más cerca de la escena musical tesalonicense, donde educó su oído los primeros años. Sonidos más orientales que los de la capital, Atenas, donde se fue a vivir en la adolescencia.

Era un cantante muy popular y querido, cuyas canciones coreaba todo el país, de los pocos que quedaban con esa voz, serio, emotivo, y triste a veces, con un mínimo de exigencia a la hora de escoger repertorio, y cierto rigor que le llevó a trabajar con lo más florido del panorama musical griego de su época: Theodorakis, Hadjidakis, Xarhakos o Mikroútsikos.

Con Mikis interpretó además a poetas como Odisseas Elytis, el Axion Esti y el Romiosini, dos poemas fundamentales del premio Nobel.
Colaboró también con grandes músicos como Giorgos Zambetas, a quien consideraba su maestro, o con Moutsis, Kaldaras, Nikolópulos y Bizikotsis.

Δημήτρης Μητροπάνος - Ρόζα, Rosa.

Murió el día 17, con 64 años. No quería que esa muerte influyera en los capítulos que escribía sobre Marió y por eso no la mencioné, pero es un gran cantante, no podía dejarlo pasar. Y sus zembékikos sentidos, amargos en ocasiones, son de los que sacan a bailar a cualquier manga por rígido y madero que sea.

Μουσική, Música: Μίκης Θεοδωράκης, Mikis Theodorakis. Στίχοι, Letra, Τάσος Λειβαδίτης, Tasos Livaditis.

Βρέχει στη φτωχογειτονειά, Llueve en el barrio pobre - Δημήτρης Μητροπάνος.

Kaló taxidi, palíkaré, Buen viaje, valiente!

Υγεία, Salud!

Barbarómiros.

jueves, 19 de abril de 2012

Marió, Μαριώ -2


Grecia, agosto 2011.

Buenos días. Contestaba ayer a Ana Capsir (Navegando por Grecia) a un comentario suyo, que yo pensaba que Marió era más mayor de lo que en realidad es. No me había molestado en buscar su biografía y saber su fecha de nacimiento, podría ser una hermana mayor para mí. Poco me faltó para considerarla contemporánea de los primeros rebetes.
¿A qué se debe ese error tan gordo? Pues, quizá, a que la escuchamos desde el primer año que fuimos a Grecia, hace 27, y ya entonces le veíamos esa cara de abuelita risueña.

En esta grabación de unas Amanes (Amanades) con sus amigos, compañera de la primera de ayer de la que Ana me hablaba, Marió, en su salsa, demuestra su conocimiento del acordeón, el instrumento con el que empezó en la música. Lo hace de maravilla y eso que está muy virada respecto a la posición más correcta y anatómica, por cómoda, en que se toca. Y las amanés, karsilamás y smirniótikas es lo que más me gusta de ella.
Αμανες, Amanes.  Μαριώ, Marió.


Pasamos dos veces por Tesalónica en coche, los dos primeros años, la primera viniendo de Yugoeslavia y la segunda volviendo de Turquía.

Un año antes de que fuera capital europea de la cultura "vimos" un corto cinematográfico, real, verité como le llamaban, reflejado en las puertas abiertas de cristal de un hotel mientras esperábamos en recepción. Un espectáculo precioso en vivo que duró la media hora que estuvimos sentados allí.
Delante de nuestros ojos, por la acera de la calle, fueron desfilando toda una serie de imágenes, colores, personajes, indumentarias, vehículos..., entraban por una hoja, los veíamos después, reales, en el vano, en el centro de la pantalla, y al tiempo los estábamos viendo ya reflejados en la otra hoja espejada de la puerta.

El telón de fondo eran cajas de camiones con colores vivísimos, amarillos, rojos, naranjas, verdes,  saturados a veces y densos. Y las ropas también  muy coloristas, orientales, calientes, granates, oro...  . Cabellos oscuros, miradas profundas y rostros atezados de los transeúntes, y una pareja de nórdicos con mochila, pálidos y rubios, contra la caja negra de un trailer turco con letras enormes y una media luna color carmín, o sangre, al sol potente de la mañana...

Algunas personas se paraban un momento, familias con niños que habían venido de compras de los pueblos, un poco sobrepasados por la ciudad, tratando de orientarse en aquel hervidero. Otras cruzaban con prisa, dejando tras de sí apenas una estela de color.

Y de acompañamiento musical, junto al tráfago de la calle, Marió. ¡Guapísimo!. Tesalónika, Θεσσαλονίκη μου!.

Λέλιμ γιάρ, Lelim yiar.- Μαριώ.

El último año en Limnos nos coronamos de puro torpes en asuntos de música griega, perdimos la actuación de Loudovikos ton Anoyión en un pueblo cercano a Kondopuli, éste el del del exilio de Giannis Ritsos y su "Olla ahumada", Kapnismeno Tzoukali, donde estábamos. No nos enteramos de que actuaba, ¡si tiene menos de 500 habitantes y Loudovikos es un monstruo!, ¿cómo íbamos a suponer que estaría allí al lado y, cómo lo pagaron?,... Grecia.! Es como si Javier Krahe con acompañamiento va a Peleas de Abajo, de Arriba o a Cazurra (Zamora), que los tres son vecinos, a tocar para cuarenta parroquianos con boina y mala leche. Y que no se me enojen los zamoranos que en toes partes cuecen habas, menos en Asturias que cocemos fabes (hay que barrer pa casa).
Pero es que además, pocos días después, Marió actuó en Mudros, al lado también, ese pueblo que había sido cuartel general de las tropas aliadas al mando de Churchill en la 1ª Guerra Mundial, en la famosa batalla de Gallípoli. Íbamos en autobús a Mýrina para ver a Portokáloglou y a quedarnos para asistir también a un concierto de paliorebétika (r. vieja) al día siguiente, cuando vimos los carteles con la foto de Marió. ¡Había estado en Mudros la noche anterior!.

Me hice con una de esas grandes fotos publicitarias y la traje pensando pintar algo con su cara como centro, un collage de homenaje a la música griega. Pero no hice nada, cada vez que la veo me deprimo.
Y vimos a Portokáloglou, que no escribe mal, es un cantautor repetado a derecha e izquierda, pero para mí canta como los extreñidos típicos, ¡esos gemidores del amor que tanto hacen por el sexo adolescente!. ¡Buaaaaá!!!...

Ya que hablamos también de Ludovikos, pongamos un tema de su colaboración con Marió en Bit Patsar, Μπιτ Παζάρ, (1999).

Μουσική/ Στίχοι, Música/ Letra: Λουδοβίκος των Ανωγείων.
Στο Μπιτ Παζάρ. Φωνή, Voz, Μαριώ. 


Para que a nadie le suceda lo que nos ha pasado a nosotros muchas veces, dejar escapar a grandes músicos que teníamos en el pueblo de al lado, gratis, en fiestas populares, por no informarnos antes debidamente, aconsejo a quienes visiten Grecia por algunos días, especialmente en verano con infinidad de eventos musicales, y culturales en general, les aconsejo, insisto, que pidan los panfletos y programas que editan los ayuntamientos en cada isla y comarca del país, o que se informen como buenamente puedan. Si se enamoran de Grecia luego sentirán no haberlo hecho.  

Pues con esto se me ha ido al cielo el espacio del segundo capítulo y no dije casi nada del trabajo de Marió en los 90 y 2000, aparte de la mención de arriba al disco de ton Anoyion.
Como ya escribí con palabras parecidas al comentar ese CD en la entrada de Ludovikos, es una recreación, desde el éntecno (clásico) cretense de la smirniótika y las músicas grecoturcas de la rebétika, elegante, magnético y dulce. Como la música del propio autor, aquí obediente a ritmos aún más orientales que los cretenses.

Lo dejo pues y cualquier día improviso otro capítulo con las canciones que todavía me quedaron en reserva.
Ya he puesto más en varias entradas, en la de Ludovikos que acabo de citar y en otras: la de Tesalónika de ayer (O mangas se jorisi), otra que hablaba de que Dios fuma haschís (Haschís ipie o Zeós), que recuerde, y seguiré poniéndo otras.

Un tema alegre que para mí es cuando más luce la voz de Marió, aguda, brillante, juvenil, dinámica.
Η Ρεμπέτισα Μαριώ με την Εστουδιαντίνα Νέας Ιωνίας Βόλου. La rebétisa Marió con la Estudiantina Nueva Jonia de Volos. Magdalena.

Μαριώ ❀ Μανταλιω, Μανταλένα.

Υγεία, Salud!.

Barbarómiros.

Cular de obiésporo ibérico



Morcón cular: caputalismo carnívoro con la bendición del Biendichoso.

Recientemente hemos vuelto a escuchar a otro señor obiésporo de no sé dónde darle caña a los gays, se supone que desde su sana heterosexualidad, aunque aquí dudamos que la suya sea una sexualidad sana e incluso apostamos más bien por una homosexualidad reprimida y culpable, y hasta por la ausencia de ella, como su ángel custodio.
Mejor se cortaban la ´luenga` por no nombrar el apéndice entrepernas. O los mismísim ôô ss.

En cualquier caso no parece sólo cosa de espermatorrea, o sea de verborrea quería decir, detrás de la incontinencia verbal hay diarrea mental severa, contagiosa y más difícil de atajar.

Estos sepulcros blanqueados, estos seres poderosos e influyentes, podres bajo la púrpura que esconde también sus erecciones y poluciones, se apresuran en señalar a los culpables en tiempos de crisis, son los primeros que tiran la piedra y como no tienen vergüenza ni se molestan en esconder la mano.
La caza de brujas es su política preferida, para mostrar al asustado pueblo la víctima propiciatoria con cuyo sacrificio se granjean las simpatías de los más fanáticos y aplacan a los dioses que piden sangre, mientras los verdaderos responsables de la ruina asisten divertidos al espectáculo y se van con los cuartos del común en el bolsillo, de rositas.

Claro que, un señor obiésporo es como un menistro con cargo vitalicio y todos ponen el huevo de oro en el ñial de esa cueva de Alí Babá que es el Vatic ano.
Todos, millonarios, grandes estadistas y jerarcas eclesiales, son buenos amiguetes, se visitan, se reparten bulas y bendiciones, hacen cuestaciones caritativas en las oenegés y fundaciones que ellos crean para defraudar más, o administran y se reparten los caudales y poderes respectivos. ¡Ralea!.

Si realmente el fuego inquisitorial que invocan bajara del cielo sobre Sodoma para castigar a los pecadores habría que verlos correr con los culos chamuscados, no por homosexuales, por mariconas.

Javier Krahe, Los caminos del señor.

Salud.

Trippa Gorri Nera.

miércoles, 18 de abril de 2012

Marió, Μαριώ.


Grecia, agosto 2011.

Decía Marió que ella se sentía orgullosa de la ciudad donde había nacido, Tesalónica, y a ella dedica algunas de sus canciones más memorables.
Es una constante de los griegos su saudade, la nostalgia de su país si viven en el extrajero, la xenitiá, o de la patria chica si emigran dentro de Grecia.

Y Marió vivió en Atenas a la que llegó por vez primera en los años 60 para aprender el oficio de tejedora, y en los 90 ya como la reina del rebétiko, y viajó con sus canciones por buena parte del mundo, pero en su repertorio nunca faltó un tema para su querida Salónica, donde nació en 1945, poco antes de salida de los nazis, que la habían diezmado eliminando en los campos de concentración austriacos y alemanes a la mayoría judía y manteniendo al resto de la población griega y a las  minorías en un régimen de hambre, terror y muerte.

Con "la mayoría judía" no me refiero sólo a la mayoría de los judíos, sino a que Tesalónica era la única ciudad europea que la tenía, descendientes de sefardíes expulsados por los monarcas hispanos fundamentalmente que, incluso hoy reducidos a  mínimos, siguen conservando el ladino en su comunidad.  

Salónica era un ejemplo de cosmopolitismo, confluencia de pueblos, idiomas y religiones, búlgaros, judíos, turcos y griegos convivieron en relativa armonía durante varios siglos, enmedio de todas las refriegas, intereses estratégicos y pasiones nacionalistas avivadas por los respectivos poderes.

Marió en una grabación relajada con sus amigos, Ο Μαγκας  Ξεχωριζει-Μαριω.


Sus padres eran refugiados, creo que procedían de Esmirna (Izmir). El padre, baterista, fue su primer maestro. Ella estudió algo de piano y aprendió a tocar el acordeón. Cantaba canciones en Tsimiskí, Τσιμισκή, un habla dialectal con préstamos de ambos idiomas, turco y griego, que había aprendido de sus progenitores.

En el año 97, siendo ya una figura de la música griega, grabó con Lizeta Kalimeri, hermana de Melina Kaná, un disco recreación de los temas del Kafé Amán, el genérico que designaría los locales de Asia Menor, pero también de otros lugares de Grecia, donde se escuchaba rebétika, y donde viene creo que la canción más conocida en esta mezcla lingüística. Es Tsakitzis, la quintaesencia del palikari, del valiente que luchaba contra los turcos en las montañas esmirniotas.

El personaje aparece en varias canciones de la Smirnéika, los estilos de rebétiko que se hacían en Esmirna. Es una mezcla de patriota y bandido, montaraz, valiente e ingobernable.
Recuérdese el papel que tuvieron los Kleftes, los ladrones, los bandidos conchavados con la población griega sometida, en la lucha por la independencia nacional, azote de las columnas regulares del ejército otomano.

Ν. Αβαγιανος. Μαριώ. Το καλοκαιρι, Verano, 2003.

 Ο Τσακιτζης και Σιγκιρντα, Tsakitzis y Siquirda.

Su voz recuerda a la de Roza Eskenazi, la mítica rebétissa de origen sefardí, a la que admira desde muy joven.
Entoces Salónica era una pequeña ciudad provinciana con un centro histórico junto al puerto y cuatro barrios de refugiados, de Asia Menor y de todos los territorios al este del Hebros, el río que separa Grecia de Turquía. Había varias tabernas inmundas y cafés donde se escuchaba rebétiko, se fumaba opio y haschís y se traficaba con todo, espacios vedados a las mujeres.

Marió, a espaldas de su padre, comenzó a interesarse por las canciones de esos antros, mientras se iniciaba en las tablas de algunos negocios familiares con música menos marginal. Y al fin logró imponer su criterio y decidió dedicarse por entero al estilo que la emocionaba. Es una mujer de arrestos pero enormemente simpática y tierna, como nuestra abuelita.
En la década de los 60 trabajó con rebetes afamados, como Jontronakos, Jristakis, Bambakaris, o las cantantes Poly Panou, Keti Grey o Rita Sakelariu. Y en los 70 actuó en el Καλύβα,  Kaliba, la Cabaña, un establecimiento de Heliópolis, hasta mediada la década siguiente.
En los años posteriores cantó por Grecia y Europa y conoció y trabajó junto a otras figuras del rebético, como Yenitsaris, Lidakis o Binis.
Una de sus canciones preferidas y también del público que acostumbra a pedirle en sus conciertos:

Δε θα λυγίσω, No me doblegaré, του Δημήτρη Λίβανου, de Dimitris Libanou. Η Μαριώ, Marió.

Como Marió es mucha María tendré que dedicarle más de una entrada y ésta ya se alarga demasiado. Otro día, más. Nos quedan todavía algunas referencias a las dos décadas siguientes y otros pocos apuntes, pero sobre todo un montón de temas que me gustaría subir todavía y que deberé seleccionar porque su número es excesivo.

Terminaré con otra de sus canciones más populares y queridas por ella, también de Libanou, "Mitsaras", al bouzouki. Con toda la magia de la música oriental, las amanades de la esmirneika.

Manaki mou, Madrecita mía, en directo.

http://www.youtube.com/watch?v=gp-yy_bkXm0

Γεία σου,  Μαριώ, και χρόνια πολλά!

Υγεία, Salud.

Barbarómiros.

martes, 17 de abril de 2012

El pintor


León 2012.

El pintor

Al principio tenía una habitación para él solo con una ventana grande orientada al mediodía. Disponía de mesa para las pinturas y las mezclas y se permitía el lujo de un caballete. Podía estudiar los cuadros a la distancia cabal y hasta solazarse de vez en cuando mirando por la ventana. La luz era media vida para él. Poco a poco el espacio fue reduciéndose y, a expensas del disponible para el pintor, el taller se llenó de libros y acabó siendo también biblioteca. En muy poco tiempo se convirtió en trastero y aparcamiento de bicicletas. Él conservó mal que bien el metro cuadrado necesario para seguir pintando, pero tuvo que reducir el tamaño de las tablas y aparcar el caballete junto a las bicis. Finalmente, la habitación se arregló para destinarla al hijo mayor que ya precisaba su propio espacio.

Redujo aún más el tamaño de sus cuadros, trasladó los bártulos a un rincón de la sala y pudo seguir durante un tiempo. Poco, no obstante, porque la casa era vieja y necesitaba remozarse. Realizaron los arreglos pertinentes y enseguida vio que con aquel suelo nuevo y reluciente era un pecado ponerse a pintar esparciendo gotas de pintura por doquier, por mucho cuidado que pusiera en evitarlo. Y, por añadidura, era un pintor gestual, nervioso y agresivo. Puso sábanas en el suelo pero siempre había gotas que escapaban al control.

Decidió calmar un tanto su muñeca, su brazo, sus nervios, por lo que achicó otro poco las dimensiones de las telas y se puso a explorar motivos y estilos más templados. Pero ni así pudo evitar que un bote de pintura se derramase y, a través de la sábana, dejase un redondel tiñendo la madera. Sin que nadie le reprochara nada metió en una cajita los útiles imprescindibles, redujo a la mitad el tamaño de las tablas que le quedaban e hizo su, hasta el momento, último traslado.

Se metió a pintar en el michinal más pequeño de la casa, un retrete auxiliar con un ventano a un hueco de ventilación sin luz, por donde bajan las cañerías del edificio a las cloacas. Se sentaba en la tapa de la taza del servicio con la tablilla sobre las pantorrillas pues no había más espacio. A última hora tuvo que volver a dividir por la mitad las tablillas porque resultaban demasiado grandes todavía.

De hecho ahora pintaba miniaturas. Pasaba horas allí encerrado. En ocasiones la familia se olvidaba de llamarlo a la hora de comer o cenar porque con frecuencia contestaba, sin abrir la puerta, que ya había picado algo. Una de esas noches en que se acordaron de llamarlo no respondió.

El ventanuco del pozo estaba abierto y se llegó a inspeccionar el agujero por si hubiera sufrido un accidente cayendo por allí y estuviera tapado con la basura que se acumulaba en el fondo. Nada.

No apareció ni dentro ni fuera, pero su familia siempre conservará aquella última miniatura que dejó terminada y firmada sobre la taza del retrete.

Su doliente esposa y sus desolados hijos sentían verdadera devoción por su esposo y padre, respectivamente.

Ramiro Rodríguez Prada, 1996.


Charles Aznavour, La Bohème.

http://www.youtube.com/watch?v=yk7VtI-MYi0

Gracias a la Kurruka maqüensis por la emotiva sugerencia musical.

Salud y mucha luz!

Ra