domingo, 2 de diciembre de 2012

Con el mirlo rubio



El  Aedensis.  Esperando la  Cannavina y la  Popa.
León, septiembre 2012

Buenas lluvias. Pasé un día soleado por León en septiembre y quedé con el Mirlo rubio. Cogió las vacaciones tarde y volvía de sus cuarteles levantinos.

Ya tenía ganas de verlo, la última vez había sido en mayo, el viernes de Dolores de poesía en los bares, evento de Felipe Zapico y colegas, al que me llevó desde Oviedo la kurruka Caesarensis. Esa noche se fue a su nido más pronto de lo habitual y yo quedé con la Versicolor, que también tiene nidada fraternal en Laionsiti.
En ese tiempo hablamos por teléfono sólo una vez porque, entre mi recalcitrante alergia a los aparatos y su mudez pertinaz, no encontramos momento.

Por la mañana estuvimos viendo fotografías y escuchando música, siempre me tiene reservada alguna novedad interesante, en cuestión de imágenes y trinos, esta kurruka parda y rubia. Unos cafeses y a sacar a la Popa.
Me prestan estos paseos por León con la perra, me recuerdan a los nuestros con el Mon. En torno  al barrio de este pájaro hay varios jardines y zonas verdes, es muy animado y pocas veces salimos más allá de sus límites. Unas cervezas, unos vinos, unos pinchinos y a caminar.

Parece mentira que después sea tan callada esta canora, porque en vivo aunque trine bajo, trina, gorjea y silba como todos los mirlos, es decir, bastante y con arte.
Le dimos al pico bueno sin parar, hablando, sobre todo de Yiannis Tsakós del que yo le traía noticias y recuerdos. Hablé mucho con Yiannis de él, de sus fotografías sobre todo, pero también de sus gustos musicales, o de nuestra amistad. A través de Facebook, en el que los dos militan, tal vez se comuniquen más que nosotros, que estamos a 120 kilómetros. Así ye la vida. Pero yo no lo cambio por un par de días al año de real presencia, qué quieres que te diga.

En general Shutterchance, pero sobre todo los colegas que tengo aquí en favoritos, fueron otro punto de interés en la conversación, algunos son de León, además, y aunque no vivan ahora allí, se conocen y hay amistad.

Esta parda está colgada de la máquina de una manera enfermiza, ¡no vive!, va por la calle  abriendo los ojos como si fuera un búho y no un mirlo. A veces cacarea, se lo dijo la curruca hembra que lo acompaña, buena amiga.
Hablaba el otro día del pacto que hicimos Txell y yo en Girona para dejar a un lado las fotos y disfrutar de la conversación y de la amistad. No es que el Aedensis me dejara con la palabra en la boca, pero cuando veía algo de interés se le movían las alas solas, me miraba sabiendo que lo disculparía y alzaba el vuelo, ya con la cámara en el ojo azul con bisos verdes  y grises. Ojo marinero el de esta curruca.
Regresa rápido, pero fatigado, la pulmona castigada por años de fumaera.


León,  septiembre 2012

Yo prefiero sacar el arma poco y observar lo que el mirlo fotografía, después me llevo alguna sorpresa cuando vuelvo a ver aquella imagen en la pantalla.

Y si no, siempre se puede llevar también una máquina en el bolso y disparar cuando apetezca, pero entonces el paseo ya es otra cosa, una especie de diálogo skatalítiko de imágenes, y entre foto y foto, unas palabras, unas risas y unas birras. ¿Por otra parte, qué más se puede pidir?

Me supo a poco, claro. Comimos los tres muy animadamente y me fui por la tarde dirección Maragatos.

Pero me traje, por ejemplo, la música de hoy, que ya la he subido al blog agradeciendo al rubio su consejo y buen gusto. Hoy lo vuelvo a hacer.

Music & Lyrics by Roberta Giallo, Arrangement by Valentino Corvino.
Live, Monza, 7 settembre 2012 .
Roberta Giallo & Arkè String Quartet .   Via di qua.  
 

Salud kurruka, y a todos!
 
Cananavina Carduélis, pardilla común, rebétissa, psilikosa.


P. D. Geotropía:

Que no daría yo por unos versos de presencia,
con las horas de tu ausencia,
sin las luces de este otoño despejado,
sin embargo, con retardo.

Lucas

Dobre utra

Escucha:

Anouar Brahem, Oud. François Couturier, Piano. Jean-Louis Matinier, Accordion.
Anouar Brahem.  Le pas du chat noir.  El paso del gato negro.

http://www.youtube.com/watch?v=57ZEtzSEbaM&feature=player_embedded#!

ra 

sábado, 1 de diciembre de 2012

Gamusinos políticos


Tela sobre tabla. Técnica mixta. 47,5 x 49,5 cm.
Ramiro Rodríguez Prada. 1998.
(Propiedad de Julio López)
 
 
Gamusinos políticos

 
Salen por la tele chiflaybailas
que dicen que las ranas baten alas
las vieron planear en vuelo bajo
muy cerca del congreso y el senado
 
En era de batracios nos contaron
la ranas tienen pelo y era cierto
siempre bien afeitado es lo correcto
como su lengua pegajosa y lisa
 
Con plumas y con pelo el gamusino
y un algo de murciélago y de sapo
todos juntos se comen los mosquitos
las moscas del congreso y el senado
 
 
De Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2012.
 
Ramiro Rodríguez Prada
 

Woven Hand.  Ain't No Sunshine.
 


Salud y buen día.
 
 
P. D. Repito dos direcciones. Hoy, 1 de diciembre de 2012, inaugura Marta Capote una exposición de sus fotografías en la Coruña, que estará todo el mes en el Café Dársena, el más auténtico, dice ella. Lleva por título Desde allá. "Mola verlas a su tamaño en la pared del Café con vistas", me anima. "No la haré pública en la red hasta mediados de enero". Quien tenga ocasión que se de una vuelta, se tome unas birras y le de un abrazo a Marta de mi parte.
 
El cartel de la exposición.   Desde allá.



Y las nuevas imágenes, ya del pasado día 20, de Nuno García.   La Cabrera, hoy.
 
 
 
ra 


viernes, 30 de noviembre de 2012

30


Capone en Albons, 2012.


Salí a tirar la basura



Nada más asomar el morro a la calle me olí algo raro. Había un vehículo junto a los contenedores que no me resultaba conocido, uno de esos modelos americanos que aprovechan la moda retro para actualizar prototipos de los años cuarenta y cincuenta. No se veía a nadie y el silencio era perturbador. Apreté las bolsas con fuerza y me dispuse a cruzar la calle. Iba pendiente del coche, los cristales oscuros impedían ver el interior a esa distancia, pero cuando estaba en mitad de la vía noté como si una sombra se hubiera movido dentro de él. Por un instante me detuve, pensando que tal vez había sido mi propio reflejo el que se había movido en los cristales laterales posteriores. Pero ya el resto de los pasos que me faltaban para llegar a los contenedores los fui dando con cautela, sin perder de vista las ventanillas del automóvil. Estaba a la altura del auto, cuando vi que se abría una de ellas y lentamente asomaba lo que desde el primer momento me pareció el cañón de un arma. Yo había quedado paralizado a un metro del coche y a dos de los contenedores, noté que apretaba las bolsas como si me fuera la vida en ello. Salí corriendo de pronto hacia casa, perseguido por las balas de la ametralladora, que rebotaban en el asfalto a pocos centímetros de mis pies y me silbaban en los oídos como petardos de feria envenenados. Llegué jadeante y demudado. Nadie me había visto, nadie había escuchado nada. Guardé las bolsas en el garaje para el día siguiente. Cuando me acosté miré discretamente por la ventana. El coche había desaparecido.



John Coltrane. Mr. P. C.
 
 
 
 
 
 
Salud y felices pesadillas
 
 
ra
 

jueves, 29 de noviembre de 2012

29


El Baix Empordá, juliol 2012.


Salí a tirar la basura,



pero no había luna, como me dijeron antes de salir, o quizás yo lo entendí mal y hablaban de que la habría más tarde, o que la hubo la noche pasada, ando algo despistado. Ya no importa, pero el choque que sufrí al abrir la puerta de la calle fue notable, con tanta luz creí que volvía a tener otra de esas apariciones marianas con iluminación cenital y sobrenatural. Diréis, ¿Pero no miraste por la ventana en todo el día, no sabías qué hora era? Sí, claro que miré, incluso estoy seguro de que ya habíamos cenado. A lo mejor lo hicimos pronto y era todavía la luz del ocaso, aunque yo juraría que alguien habló de que no necesitaba llevar linterna, hubiera o no luna, y el punto limpio estaba cerca. No uso reloj, además. Supuse que me encontraría con una noche cerrada o una luna en el cielo más o menos plateada. Anduve deslumbrado los pocos metros que me separaban del contenedor de los envases, que distinguí por el color, pero a tientas no daba con el agujero. ¡Espere que le ayude!, escuché a mi espalda. Por la voz era una persona joven, tal vez un adolescente, pero no podría asegurar si chico o chica, con los ojos hechos chirivitas se me desdibujaba la imagen y los rasgos. La ceguera es como la soledad, dijo, mientras notaba que me cogía los envases de la mano y los acercaba a la boca del contenedor. Me pareció un pensamiento elevado para alguien tan joven e iba a replicarle, pero me dejó con la palabra en la boca cuando añadió, alejándose, ¡Buenas noches!.


Muchachito Bombo Infierno. Luna.





Salud y felices pesadillas
 
 
ra
 

miércoles, 28 de noviembre de 2012

28


Los 5 latinos.
Albons, Girona, julio 2012


Salí a tirar la basura.



¡Quién se arruga por tirar la basura con un espectáculo como éste! Salía todos los días ocho o diez veces, a ver si los contenedores seguían en su sitio y admirar lo acabado del escenario. Qué placer, amigos míos, qué amplitud, qué clase, qué orden, qué... ¡limpieza!. ¿De eso se trata, no? Es cierto que siempre hay algún boquiabierta, como el del cartón, pero ¡pelillos a la mar!, o ¿eran hilillos?, no importa. El caso es que salí y me quedé allí tieso, como encasquillado y en trance, debajo de la sombra de un alero enfrente de los contenedores, con cuatro papeles en una bolsa y los restos de una comida frugal para cuatro personas en otra. No era casi nada, doscientos gramos de mierda en total, pero la intensidad en la contemplación de aquellas antiguas paredes de piedra del fondo, el arbolillo, ¿una morera?, creando un ámbito, un espacio con sentido propio, y los cinco personajes sin autor me tenían emocionado, turulato, incapacitado para dar un paso. Allí podía producirse un prodigio en cualquier momento, la aparición de san Kukufato, el descenso de un platillo volante, un estreep tease de Rouco. Es cierto que los jaques, como pinceles, gastaban un aire un tanto pendenciero y petulante, pero es que eran muy nuevos y la juventud tiene esos lastres. En cualquier caso conmigo no se metieron, se ve que los miraba, y los miro, bien, con buenos ojos quiero decir. Y tampoco eran tan fieros, abrían las bocazas bostezando cuando algún vecino depositaba la basura, no como amenaza sino por aburrimiento. Y la noche pasada habían tenido botellón, eso se paga. Yo en realidad los veía tan formales. Algunos vecinos que se acercaron y pasaron cerca de mí durante las varias horas que permanecí marmolizado? debajo del alero, me saludaban no muy convencidos de que fuera real, ni siquiera yo sabía si dormía o soñaba. Alguien debió avisar a los colegas y, después de quitarme las bolsas de las manos rígidas, me metieron en casa agarrotado, como si cargaran con un tablón. Dormí como un tronco,  ¿o desperté?, ¡ay dios!...



Αγγελάκας, Βελιώτης - Παλιάτσοι. Los payasos.



Salud y felices pesadillas
 
 
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