miércoles, 15 de mayo de 2013

Perdíos en SC


Conexión Schutterchance.
Grecia  2012

Sobre crisis y ausencias 


Buenos días. Gracias a las programaciones llevo desde el dos de enero sin usar esa etiqueta de Perdío, porque el día que no estoy de humor no escribo y así no me quejo más de la cuenta, no sabemos lo que nos puede llegar todavía y no está el patio para llorar de balde.

Eso no significa que no haya tenido bajones. Pero no sólo mis insignificantes problemas me quitan el sueño, me preocupan también los colegas. Hablo sobre todo ahora de los amigos de Schutterchance, que colgaban diaria o semanalmente una fotografía en sus fotoblogs. En realidad me preocupan más ellos que sus fotos, pero es a través de éstas que tengo trato con ellos, a algunos no los conozco personalmente pese a la familiaridad con que nos tratamos, así que en muchos casos la obra es también la persona.

Aprovechando que hablamos de fotografía, quiero dejaros la dirección de unas imágenes antiguas de Grecia que nos envió hace unos días (el 3 de abril) Zanasis Pajos, un amigo de Halkida, la capital de Eubea y el lugar donde vive Yannis Tsakós apodromos. Zanasis, para los que sabéis de la historia, fue aquel guaje que nos dejó su coche y su casa a la media hora de conocernos. Las fotos, en blanco y negro por supuesto, valen la pena. Sólo pasó un siglo...
Son 107 imágenes de Grecia (1910-1930), del ginebrino de origen marsellés Frédéric Boissonnas.


Sigo con SC. Meses después de aquel episodio triste de los toros, que coincidió con las últimas instantáneas de Armando Bernabéu en su página, fue Valentín Cabañas, carasur, quien decidió descansar y este año ha estado marcado para mí, en lo fotográfico, por su ausencia.
Antes, Marta Capote dejaba pasar ya muchos días entre foto y foto, y aunque siempre la he animado a seguir, sin que necesite de mi aliento porque lleva tiempo en esto y este mismo año expuso en La Coruña, lo cierto es que apenas he podido ver nuevas imágenes suyas. 
Algunas desapariciones temporales también, y dificultades repetidas o imposibilidad para comentar en el blog de José Luis Pajares Iglesias, memoria química, cuya larga ausencia parece ahora amenazar con seguir los pasos de Valen y de Marta.

Y, más recientemente, algún silencio de Yiannis, y los más preocupantes de Txell Gironés, costura invisible, y Belén Lozano, crecer, que acompañan a Marta y Valentín.

Escribo esto en abril, un mes largo antes de que se publique, no sé lo que puede haber pasado entre tanto, pero es una muestra, un ejemplo de lo que quería decir también sobre las programaciones cuando empecé esta entrada. Tienen su contrapartida: se pierde el pulso de la actualidad y ante determinadas noticias o novedades no cabe otra opción que el silencio o el comentario a posteriori.
La programación siempre va por delante de la realidad, o por detrás si se invierte el proceso como hoy, el que se empareje con ella sólo es una cuestión estadística: es fácil acertar porque los males se repiten con machacona insistencia, por eso la mayoría son tan previsibles y el desfase argumental y temporal de la programación, anterior o posterior, no llega a notarse.

Por otra parte hay un montón de etiquetas, ¡casi todas!, en las que no tengo porqué someterme a la actualidad (más allá de una muerte inesperada, y no es humor negro...), como pueden ser las de Música, Escritores griegos, Archipiélagos, Lo que se comió, etc., lo que facilita programar pero aleja otra vez de lo más actual.
Porque sí me gusta intervenir también ahí, y de hecho trato de escribir cosas al hilo del momento, que últimamente se concreta en los escándalos conocidos, pero publicándolas un mes más tarde quedan a veces un poco con el culo al aire. Lo de poner una saeta en semana de gloria era deliberado, no anacronismo..., y me gusta, además, y no creo que nadie me lo reproche. 

¿De qué quiero o estoy hablando?, pues quizá de que solos no somos casi nada, de que nos necesitamos unos a otros para seguir adelante, cada día, de que sin los demás, sin los amigos, andamos desfasados, fuera de punto, y de que quiero dejar constancia de esas faltas que he sentido este curso y de las que apenas hablé. El que no lo haya hecho no quiere decir que no las haya tenido presentes de continuo. Nada más.

Yo también he pensado en descansar, no sólo de los comentarios, que lo hice aprovechando esas flojeras de las que hablé, y este año la frecuencia de ellos ha descendido y apenas entro en otros blogs que seguía y me gustan, Leyland, David Gámiz, Eduardo Serrano, Leone, Cym..., sino también de Psilicosis. Lo adelantaba cuando cumplí el primer aniversario el 7 de julio, pero he seguido aquí casi cada día.
Y de momento seguiré, como ya dije en una posdata del 6 de abril, recordando a los mismos colegas, un tiempo antes de escribir esto.

Ahí siguen también duros Juan Carlos, Maqroll y Andrés, y casi siempre Yannis, que me acompañan y confío en que no lo dejen. Sé que los hijos pródigos no lo son por elección sino por obligación, cuando las condiciones son las conocidas no hay mucho lugar para la alegría, casi hasta la tristeza, cualquier sentimiento parece un lujo.

Me he hecho un lío con los tiempos, pero que sepáis que os deseo salud a todos, en este momento y en lo sucesivo, que se arreglen los problemas que pueda haber y que salgamos sin demasiadas heridas de esta guerra declarada, contra la mayoría, como siempre.

Muchos besos y ánimos.   

Grateful Dead.   Uncle John's Band.

http://www.youtube.com/watch?v=TSIajKGHZRk

P. D. A día de hoy, 15 de Mayo, las cosas han cambiado poco. Marta no cuelga una foto desde el 11 de febrero, Valentín desde el 9 de marzo y desde el 20 Belén, desde el 23 de abril José Luis y desde el 30 Txell..., ¡no me dejéis solín que me da pauraaaa!, pero antes que nada: 

¡Salud de nuevo!

Ramiro

martes, 14 de mayo de 2013

Capones


La madre de los capones


Huevos ilus3


¿Qué culpa tiene una madre de que sus hijos acaben capados y enjaulados, para engordarlos y comérselos después por Navidad?. Ella ya hizo bastante poniendo huevos a troche y moche durante años, se acercarán al millar. La mayoría acabaron en la sartén, es cierto, pero incubó varias docenas, de ambos sexos. Puso uno que acabó de caporal en el gallinero y otro, muy pinturero, en la cazuela de un ministro, como regalo en su onomástica. Una gallina hija suya fue amante de un gallo de altos vuelos, de los muchos que pelan la pava en este corral de comedias a cuenta del pienso estatal.

¡Nadie sabe los afanes de una madre por sacar a sus polluelos adelante! A dios gracias, con una descendencia tan larga, nunca falta un huevo prometedor que acaba cuajando en gallo la quintana, tras su obligado periodo de tomatero, o una gallinita fuerte y hacendosa que me da un nieto sano que hace carrera, aunque sea de caponatto.

Hasta ahora no tengo tanta queja, los huevos fueron saliendo y ahí queda mi última obra maestra, ¡un auténtico gallito de pelea, sin complejos!. Hay mucha envidia, pero los míos salen con espolones. ¡Y qué si acaban capándolo también, se cura la herida y a vivir!. Mala gente en este gallinero...

Como un apuesto luchador, se ha paseado por todos los palenques legales y prohibidos y ha demostrado, allí donde peleó, ser un digno descendiente de su padre que, mejorando la presente, era un gallo bravo de veras.

Su afición a los deportes de élite ya le había procurado muchos triunfos en los corros nacionales e internacionales, medallas y todas esas distinciones que conceden a los pollos más peleones. Ahora, que pilló a una gallina de raza, de la realeza más rancia, se ha metido en el gran mundo de los negocios privados con dinero público que es lo que mola, y está detrás de varios proyectos, entre ellos el de los huevos de tungsteno, que será financiado con el presupuesto de la Seguridad Social y que quieren exportar a otros países, Suiza principalmente.

¿Puse un huevo o parí un lince? Es para pensarlo... 

(Amor de madre. Reflexiones de una gallina de la clase alta)

Korvus Korax, Ο Μάυρος.

Lucha Villa.   La caponera.


¡Para mí el amor siempre es bueno
y eso naide me lo quita!

Salud

domingo, 12 de mayo de 2013

En el nido de la blasensis -2


Artesanía maragata, labor de la madre de la  Blasensis.
Morales del Arcediano. León.

Los pozos del Turienzo


Fue a principios de julio, recién terminado el curso, empezábamos las vacaciones y teníamos todo el verano por delante. Los padres de mi amigo eran agricultores y los míos tenderos en otro pueblo a unos diez kilómetros. Por las mañanas los dos ayudábamos en nuestras respectivas casas pero, en aquella época, por las tardes nos dejaban salir hasta la hora de cenar. Los días eran muy largos todavía.

Sería uno de los últimos veranos en que disfrutáramos de esa libertad, en los siguientes también por las tardes había labores que hacer y en los pueblos nadie tenía vacaciones, ésos eran lujos de señoritos de ciudad.

Después de comer, cogí la bici y marché a Morales, una hora de pedaleo. Sobre las cuatro ya estábamos los dos a la vera del río, siempre fresco y sombreado por viejas paleras, negrillos y alisos. El pueblo, mientras tanto, dormía la siesta tendido al sol, silencioso.

Siempre hacíamos lo mismo, caminábamos entre los árboles por una u otra orilla buscando un pozo nuevo donde bañarnos finalmente, tirando piedras y descubriendo la presencia de alguna trucha a la sombra de las ramas que caían sobre el agua y que, al verse descubierta, salía pitando como una centella hacia el centro del río.

Repetíamos pozo muchas veces, y nos limitábamos al tramo del Turienzo que correspondía al término de Morales, pero eso era ya muchísimo río para nosotros. Y teníamos lugares preferidos, claro, como las zonas de los molinos al norte y sur del pueblo y en sus proximidades, o dos pozos muy profundos de aguas casi estancadas bajo dos farallones rocosos colgados sobre el río, que se veía forzado a sortear este afloramiento en varias curvas.
Todos ellos sitios especialmente apartados, silenciosos y poco accesibles, con vegetación densa de ribera y matorral, donde los árboles eran más numerosos, altos y viejos que en otras zonas.

Después de bañarnos un rato, nos tumbábamos en la hierba al sol, que apenas si podía atravesar con alguno de sus rayos aquel techo de hojas y, ya secos, nos sentábamos a la sombra de cualquier palera al borde del agua.

Esa tarde el agua estaba muy buena y pasamos más tiempo de la cuenta chapoteando, pero después, con las espaldas apoyadas en la ancha palera, que tendría casi tres metros de circunferencia, o eso me parecía a mí entonces, cansados y felices, estábamos en la gloria. Mirábamos correr mansamente el agua con un susurro leve, y la luz que se filtraba entre las ramas del árbol parpadeaba en la superficie con reflejos verdes y dorados sobre las profundas sombras del lecho y las orillas.

Las profundidades del Turienzo
Morales del Arcediano

No conocíamos entonces los versos de San Juan, ni siquiera fumábamos, pero aquello era contemplación extática. Habíamos pasado la tarde contando chistes, riendo y alborotando, pero ahora estábamos callados como en misa. ¿Pasó un ángel? No sabemos lo que pasó, un batallón de ellos tal vez. Algo muy raro, sin duda.

El caso es que vimos venir una sombra nadando bajo el agua desde la oscuridad de la orilla opuesta. Cuando llegó al centro nos pareció una trucha enorme, de diez o doce kilos, que jamás podría sobrevivir en un río tan pequeño como el Turienzo, donde era raro que llegaran al kilo. Todo esto lo pensábamos sin decir nada, confundidos por completo.

Más cerca de nosotros y próxima a la superficie, de manera que podíamos ver los dibujos multicolores de la piel, ya teníamos claro que se trataba de una trucha gigantesca.
El pez llegó hasta el borde del río, a medio metro de nuestros pies, nosotros estábamos paralizados. Se acercó tanto que parecía mirarnos con aquellos ojos redondos y cristalinos. Y de pronto asomó la cabeza. Casi nos da un pasmo, ¡echamos los pies hacia atrás como si nos fuera a dar un bocao!.

Con las espaldas contra la palera vimos cómo el truchón sacaba la cabeza del agua completamente y así, erguido, abriendo la boca, preguntó, ¿Podrías decirme si esto es Cuevas? Mi amigo, que era el del pueblo, se vio forzado a responder, pero no fue capaz de hablar y sólo movió la cabeza negando. La trucha hizo un gesto de fastidio y dijo, ¿Y por dónde se va? Los dos a un tiempo extendimos el brazo indicando la dirección. ¡Gracias!, contestó la trucha, ¡Hasta otra!, y desapareció bajo el agua en la dirección indicada nadando majestuosamente.

No volvimos a hablar de aquella tarde y, al menos yo, jamás le conté la historia a nadie, creo que a él le pasó lo mismo, ¿quién nos creería?
Después de ese día nos bañamos muchas veces en todos los pozos del Turienzo a su paso por Morales del Arcediano, pero nunca más en aquel de la trucha donde todavía resiste la palera, moribunda y medio podrida ya, partida por el rayo.

(Dedicado a la  Kurruka  blasensis)

Ramiro Rodríguez Prada

Mungo Jerry.   In the summertime.


Armario empotrado obra de la  Carduelis Cloris
Morales del Arcediano, 2011.

Buenos días. El verderón acaba de echar también el espolón primaveral, perdiendo al tiempo otra de sus plumas. Es ley de vida. Si queréis echar un vistazo a una semblanza anterior de esta popular canora, aquí tenéis la dirección del primer capítulo dedicado al nido del pajarín, y a él, por supuesto.


El Turienzo ya no es lo que fue, pero tampoco nosotros lo somos, estamos tan contaminados como él por el paso de los años y los venenos tragados, psilicosos perdíos. No es suficiente una riada al año para llevarse toda la mierda acumulada, ¡tiene que llover a cántaros! 
Me lo explicaba didácticamente la curruca, muy entregada en temas educativos, como el estornino, con este vídeo que me envió "sobre la relación del hombre con la naturaleza".

Animación de Steve Cutts.   Man.

  
Que sigamos cumpliendo años, ¡y rapidín que somos un cáncer!, pero con salud. Espero que te preste también la música, curru, eran de los nuestros por aquella época...

Mungo Jerry.   Mungo's  Blues.


Salud a todos.

sábado, 11 de mayo de 2013

51


Junto al  Salón de Morales.
Otoño   2011.


Salí a tirar la basura



una tarde que pasaba en casa de unos amigos. Uno de ellos no quería dejarme ir solo, no porque temiera que me fuera a perder o me pudiera pasar algo desagradable, sino porque pensaba con criterio, puesto que me conoce bien, que tal vez no volviera a la hora de la cena y ni tan siquiera para el desayuno. Tras un corto tira y afloja acepté que me acompañara. A decir verdad, la tarde era guapísima y un paseo en su compañía en amena conversación, resultaba más tentador que enfrascarme en mis pensamientos o en la pura contemplación de los oros otoñales. Sin embargo caminábamos en silencio, enmudecidos desde que habíamos salido de casa ante la preciosa luz del ocaso, con el sol acercándose ya al horizonte. El punto limpio que buscábamos está en la esquina más discreta de una pradería a la vera del río. Las hojas de los álamos, olmos, alisos y sauces tapizan de mil colores calientes el frío verde de la hierba. Se diría un mar dorado cuando los rayos tendidos del sol alcanzan ese tapiz, las hojas caídas parecen temblar, independizadas de su forma, puro color, como pequeñas olas de oro. Llegamos en ese instante y quedamos los dos transidos, salomónicos y decentes, como diría Vallejo. Posamos las bolsas allí mismo, antes de llegar a los contenedores, y nos sentamos sin decir palabra. Todavía no habíamos abierto la boca desde el tira y afloja de casa. Se puso el sol, se hizo de noche y pasó el tiempo. Vinieron a buscarnos a la hora de la cena. Nos pusimos en pie algo entumecidos y volvimos a casa aún conmocionados. A la mañana siguiente la alguacila le trajo a mi colega una multa del Ayuntamiento por abandono de basura en parque público.


Velvet Underground.   Femme fatale.




Salud y felices pesadillas


ra

viernes, 10 de mayo de 2013

50


Junto al camposanto


Salí a tirar la basura.



Las posibilidades de acabar en el cementerio o de vivir un fatal encuentro, como las de que vea tirado en la acera un cupón premiado de la ONCE, son más bien escasas. Más fácil es pisar el excremento de un perro. Pero sea lo que sea lo que el azar nos tiene reservado, las probabilidades de una experiencia negativa como las de otra agradable suelen estar equilibradas. Salvo algunos gafes profesionales, cenizos impenitentes y pobres desafortunados, todos tenemos nuestra cuota de tristezas y alegrías. El caso del hombre feliz a machamartillo es aún más extremo y raro que el del triste desgraciado, y en última instancia ese optimista paga como el resto su peaje a la desgracia y termina cerrando los clisos per omnia secula seculorum. No hay salida. Todo esto iba pensando camino del contenedor en un día agobiante de verano con el cielo inflamado. Dejé mis bolsas y regresé por donde había venido. Cuando cerré la puerta de casa tras de mí y me vi en la penumbra, al abrigo de aquel sol fatídico, respiré aliviado. No había pasado nada. Así son la mayor parte de las vidas, como mis salidas, anodinas, repetidas, idénticas, sin sorpresas, sin sustancia... . La presencia más importante, después de todo, es el mal olor de la basura y del Puto Punto Limpio (PPL) o, dicho de otro modo y en otro orden de cosas, de Lo Políticamente Correcto (LPC).


Bonet de Sanpedro con La Orquesta Mondragón.  Raskayú.


Salud y felices pesadillas


ra