jueves, 22 de agosto de 2013

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Ribadeo,  2013.


Salí a tirar la basura.


Cuando bajaba las escaleras exteriores que desembocan en la calle, me dio tal apretón de barriga que tuve que dar la vuelta rápidamente, entrar en casa de nuevo, posar las bolsas y meterme en el váter a escape. El desarreglo se repite, la realidad me descompone, pensaba en filósofo. Deposité mis desperdicios más íntimos, mientras reflexionaba sobre el hecho de salir todos los días a tirar la basura, descontando algún olvido y ciertas humanas flaquezas. Una vez terminada la obra escatológica, y mientras tiraba de la cadena y me subía los calzoncillos y el pantalón, discurría que en realidad hoy ya podía darme por satisfecho. Había cumplido sólo hasta cierto punto, es verdad, pero las cosas no siempre salen como uno planea o quisiera. Estaba, pues, metido en disquisiciones que podríamos llamar metabasura, esquivando la calle y la porquería real mediante un circunloquio o rodeo, sin entrar en materia palpable. Ésa la arrastró el agua del retrete, me contesté. Acallé mi conciencia pensando que tal vez ya habría pasado el camión de la basura; debo tener una conciencia muy laxa porque era media mañana, en aquel punto hay contenedores todo el día y el camión pasa sobre las 12 de la noche.


Albert Plá.   Diarrea mental.




Salud y felices pesadillas


ra

miércoles, 21 de agosto de 2013

71


Oviedo,  2012.



Salí a tirar la basura



y la tiré. ¿La tiré? ¿Salí?. Sí, imagino que la habré tirado, luego saldría. ¿Dónde la tiré? ¿Cuándo? Supongo que en los cubos o en los contenedores, por la noche, ¡qué importa! ¿Cómo? ¿Porqué? Levantando las tapas y dejando las bolsas. ¿Porqué?, porque estaban llenas y olían mal. ¿Estás seguro? ¡Joder, yo que sé! La memoria reclama datos precisos, respuestas concretas, se agarra a cualquier fecha u hora y la eleva a la categoría de trascendental, aunque después se demuestre que se equivocó en varios minutos: tal día, a tal hora, en tal lugar, murió Fulano..., o no pasó nada. Entonces se calma, ya tiene su versión, su verdad. A la mañana siguiente compruebas que, ¡oh, sorpresa!, te habías olvidado de tirar la basura y todo era un sueño pesado de última hora. Después, en el periódico del día, lees la esquela de un vecino.



Agazi Dimitruka. Zulfu Livaneli. María Faraduri.   Tora íne argá.  Ahora es tarde.






Salud y felices pesadillas



ra


martes, 20 de agosto de 2013

70


Escenario callejero


Salí a tirar la basura



y al abrir la puerta del portal y asomar, se encendieron en la calle unos focos de luz potentísimos que parecían dirigidos directamente al edificio y que me dejaron deslumbrado. Al mismo tiempo oía aplausos casi a mi lado, una ovación cerrada en realidad. Cuando por fin pude ver algo, haciendo visera con una mano, quedé confundido: unas doscientas personas se habían reunido en el espacio delantero de la finca y, sentadas sonrientes en sillas plegables, miraban muy atentas. Me encogí de hombros y enfilé sin prisa hacia los cubos. Dos focos me seguían a través del pasillo que habían dejado libre hasta la escalera que baja a la calle. El silencio era absoluto. Estaba tan acobardado que no me atrevía ni a levantar la cabeza. Los focos me siguieron por la acera hasta los cubos. El silencio me pareció tan total que hasta me dio miedo y alcé la cabeza pensando que tal vez ya había desaparecido la ...¿alucinación? Pero la luz me seguía enfocando y vi docenas de caras expectantes en la sombra. Al depositar las bolsas en los cubos escuché otra salva de aplausos, muchos ¡bravo! y algunos alegres silbidos. Con la cabeza gacha y sin saber qué pensar volví sobre mis pasos. Regresó el silencio inquietante que me enervaba más que las ovaciones, o que aquella extraña reunión de público como para una velada veraniega de teatro al aire libre. Al llegar al portal, y justo al abrir la puerta, rompieron de nuevo los aplausos, más entusiastas se cave. Por curiosidad me giré antes de entrar y cerrar. Todas las caras miraban alegres y, casi instintivamente incliné la cabeza en señal de agradecimiento. Entonces el respetable se puso en pie redoblando la ovación y se escucharon nuevos ¡bravos! Cerré y llegué a casa preocupado, ¿tenía algún problema identitario, necesitaba el reconocimiento del público, era una alucinación? Fui rápidamente hasta la ventana del piso desde la que se ve la entrada del edificio. No había nadie.


De la película L'Africana, de Margerete von Trotta.  Eleni Karaindrou.  Finale.




Salud y felices pesadillas


ra

domingo, 18 de agosto de 2013

Radio Futura


Música Moderna.
Detalle del primer LP de  Radio Futura.

Radio Futura

De izquierda a derecha, aparecían en la carátula del LP,  Música Moderna (1980), la primera formación de Radio Futura: Enrique Sierra, guitarra, Herminio Molero, teclas, Luis Auserón, bajo, Javier Pérez, percusión electrónica y Santiago Auserón, voz.

Falta Carlos Velázquez Solrac, batería, que parece ser que fue excluido de la portada por Hipavox por cuestión de imagen, aunque figura en los créditos del disco. Pues ¡hombre!, Enrique por el atractivo de la dureza de sus rasgos, y Santiago por el hoyuelo en la barbilla y el aire alaindeloniano, sí dan el tono, pero lo que es el bueno de Herminio con esa cara de Netol o Michelín y ese frontal de teeenager..., claro que: era el cerebro del invento. Y Luis Auserón y Javier tampoco es que fueran beldades de concurso.

Aunque ya conocíamos a los Corazones Automáticos a través de algunas reseñas en Disco Express unos años antes, no fue hasta finales del 79 cuando oímos hablar por primera vez de Radio Futura en Radio 3, tal vez a Jesús Ordovás, de su inminente lanzamiento con un disco de larga duración, y ya hablaban de él como del grupo poco menos que definitivo de la recién nacida  Movidina Madrileña, que entonces se llamaba todavía Nueva Olina

R. F.  Enamorado de la moda juvenil.

http://www.youtube.com/watch?v=t0On9tbnKd8&feature=related

Sin embargo, el disco aún se hizo esperar unos meses y eso le añadió morbo, parecía todo muy bien calculado. Entretanto, no dejaron de recordarnos que los 80 serían de Radio Futura.

Contaron, pues, desde el principio, con un apoyo entusiasta y decidido de varios medios entre los que destacó Radio Nacional. Y enseguida TVE. Radio 3 no sólo era su mejor amplificador, también del resto de grupos que surgían como hongos, pero el caso de Radio Futura fue especial y meteórico. Tuvieron buenos contactos. Antes de grabar el disco ya habían teloneado a Elvis Costello en el 79, en Barcelona.

Cada vez que veo ahora ese primer vídeo de Enamorado... me descojono. Sobre todo viendo a Herminio saltando como si tuviera pulgas en el culo, ¿y este hombre es hipertenso?, ¡pa habernos matao!

No me gustó la presentación y puesta en escena. Los incluí entre los babosos, ¡pero si casi eran más duros los Pegamoides del momento, cuando todavía estaban Nacho, Ana y Eduardo!.., pero acabamos bailando el Divina, una versión, en plan reggae ligero, de Ballrooms of Mars de T. Rex.; y hasta bailamos el Enamorado de la moda...

No nos disgustaba  Ivonne, una bacilada sesentera, más que de Bowie, otra de las influencias que se barajan en su música, de los Beatles y el pop español de esa generación, que suena a La Mode del Zurdo. Una cosa, pienso, es la música que escuchaban y les gustaba, con la que querían identificarse, y otra las influencias que se pueden apreciar.

Hablé antes de Nueva Ola y es que el punk estaba dejando ya paso, en la escena internacional, a una música distinta, más festiva y sofisticada en el plano musical pero menos comprometida quizá en lo político, más intrascendente.

 El Maxisigle  Semilla negra.
 Dibujo  en la contraportada (alterado) de la Xilografía de Gouguin  Noa Noa. Detalle.

Algunos de esos nuevos grupos, que se citan como influencias, como Talking Heads, habían empezado a tocar, como ellos mismos, y a grabar en pleno punk. A mí, aunque en R. F no hubiera chicas (Santiago por lo guapo y Javier por lo rubio ensortijado bien podían haberse travestido, darían el pego), tanto colorín y juguetería, me recordaban más a los  B' 52 que a los Ramones, por ejemplo. O a las grupos yeyés españoles de los '60, incluida su música.

Leí que por la influencia del líder Molero, en las teclas, querían acercarse al sonido de Roxy Music o a su "conceto", no lo sé, que tampoco era nuevaolero precisamente,  pero yo no veía a Eno o a Fripp por ninguna parte.

El primer disco hubiera pasado más o menos sin pena y poca gloria, como otros muchos de aquella movida, si el grupo no hubiera tenido continuidad después de la marcha, primero de Javier y pocos meses después, con pelea judicial incluida por la titularidad del nombre, de Herminio. Por otra parte aquella Radio Futura no era la maravilla que nos venían anunciando.

R. F.   La estatua del Jardín Botánico.


Los vimos por primera vez en el 81, cuando empezaban a viajar con la furgona por todo el país, acompañados por Paz Tejedor que ejercía de mánager. Volvían al redil de la música que se esperaba de ellos, o por lo menos algunos como yo, y en cuarteto típicamente rockero empezaron a sonar más duros.

En el 82 editaron el sencillo La estatua del Jardín Botánico/Rompeolas, y al año siguiente Dance usted/Tus pasos.

Tocaron en Brujas, una discoteca de Oviedo donde disfrutamos a muchos grupos de la época. Usamos el mismo truco que otras veces para entrar en los camerinos al final del concierto, una Pentax que cargábamos entonces para dar el pego. Después, ya dentro, casi nunca tirábamos fotos, por no molestar o que se creyeran muy importantes, entre el artisteo siempre se corre ese peligro.

R. F.   Dance usted.


Lo que queríamos, y hacíamos, era charlar, cambiar impresiones sobre mil y una cosas que parecían empezar a nacer, llevarles unos ejemplares de Psilicosis y echar unos pitos. Pero como ellos tenían la furgoneta aparcada a la puerta de las Brujas, nos metimos allí con un libanés del Líbano que nos acompañaba, para despistar a la patrona y no llenar el camerino de humos, ya teníamos conciencia interacial, ecológica y atmosférica?
Estuvimos un buen rato dándole al cigarro y al pico, ¡cuidado, nada de jeringuillas, me refiero a la sin hueso!, hasta que se despejó la calle y desapareció el público del concierto.

Y ahí, en la fragoneta, empezó una mínima amistad que, alimentada apenas por un encuentro rápido cada tres o cuatro años, se ha mantenido hasta hoy.

Lo dejo aquí. A medida que avanzo en la redacción me da la impresión de que a pesar de lo poco que nos hemos visto, una docena de veces como mucho, tendría materia personal para hablar del tema como de Creta, es decir para sobrar.
Les dedicaré más capítulos en el futuro y ya veremos como los desenvuelvo. Para nosotros la vida de Radio Futura comenzó en realidad en ese primer concierto y encuentro.

R. F. Directo. Alcudia 83.   Un africano por la Gran Vía. 


Santiago y Luis Auserón, y  Enrique Sierra
Fotografía de  Kathy François para  Veneno en la piel.

De su cuarto LP,  La canción de Juan Perro (1987) es el último tema, musicalmente contundente, uno de esos donde los afanes por unir el rock inglés y americano con el rollo latino cuajan de modo definitivo. Y la letra es una de las mejores de Santiago, en la buena tradición refranera castellana actualizada.

Pero no evitaré un comentario sobre algo que he visto escrito en un montón de páginas a propósito de este maridaje de estilos al que acabo de referirme. Se dice, grosso modo, que son los inventores del rock latino, ¿¡cómo ye?!.

Lo pongo en cursiva porque lo hacen pasar por una etiqueta, del tipo jazz latino, que se hubiera sacado de la manga algún enterao y que Radio Futura elevara a la categoría de nuevo sello. Estilo tenían, pero de ahí a convertirlos en los Protomastores de dos categorías musicales de tal envergadura unidas, como son el rock y  "lo latino", ¡échale un galgo a este conceto!, hay un trecho que no sé quién fue el listo que se saltó a la torera, dudo mucho que Santiago diera ese salto, lingüístico entre otros, tan falso y tan pobre a un tiempo. Supongo que a base de repetir las cosas, aunque sean pijadas, uno acaba por creérselas. Y hay que vender mito, así se llame Andana.

El rock latino, sin etiquetas, cursivas ni comillas, señores teóricos, se coció en el mismo caldo que el americano, claro que siempre con otras salsas, y con un poco o un mucho de chile, Radio Futura han sido grandes impulsores e innovadores del estilo a esta parte del charco. Y en ello sigue Santiago todavía, según creo.

R. F.   A cara o cruz.


Salud y buena música.

Ramiro Rodríguez Prada

sábado, 17 de agosto de 2013

Marcha atrás -4. Tengo de subir al puertu


Oviedo. Asturias  2013.

Marcha atrás -4

Tengo de subir al puertu

Paramos en un local camino de Asturias, cerca de la raya, que había sido hostal en tiempos mejores. Desde la apertura de la autopista esta vía perdió el 80% del tráfico, seguían utilizándola los escasos habitantes de los pueblos altos, y algunos viajantes y transportistas por los elevados precios del peaje, o por trabajo. Las minas o habían cerrado o estaban a punto de hacerlo.

El localón, en una llanada antes de la zona más abrupta del recorrido, en un punto alejado de cualquier núcleo habitado, había servido también de hospedaje a muchos aficionados a la nieve, pero la decadencia de la estación de esquí era también manifiesta y acabaron cerrando el hostal. El traspaso lo cogió un dúo ya habitual, él minero retirado de la cuenca de Santa Lucía y ella portuguesa miñota. Controlaban a media docena de prostitutas y el Legía tenía una cita con la pareja.

Sólo entraron Porfirio y el Narizotas porque don Ramón se negó a abandonar a su criado y dejarlo a mi exclusivo cuidado, mientras Sebito seguía roncando como un hipopótamo ajeno al mundo.

Tardaron una hora en volver al Mercedes y a mi me daba un sueño terrible, pero Valle no me dejaba dormir, ¡Al loro, camarón!, decía cuando se me cerraban los ojos o se me caía la cabeza sobre el pecho.

En lo alto de Pajares Porfirio, que era quien conducía desde la salida de León, le hizo un guiño a su jefe, cruzó la carretera hacia el aparcamiento del antiguo Parador Nacional, derrapando y frenando casi al borde del murete que da vista al valle del Huerna. Sebio, que hasta ahí seguía roncando, se fue con todo el peso muerto de su corpachón sobre el pobre manco, que cayó al suelo aplastado, con su criado encima.
Las risotadas de los dos malevos no encontraron eco esta vez en don Ramón, que se sacudía a Eusebio del lomo y se colocaba de nuevo las lentes.

¡¿Donde está mi bastón?!, gritó Valle con los pómulos encendidos y chispas en los ojos. Sebito, que no acababa de despertar del todo, nos miraba con cara de pánfilo.
Está en el maletero, don Ramón, cálmese; dijo ya más serio el legionario.
¡Ni calmas ni fandangos, me habéis pillado a traición sin el garrote, que si no como me llamo Ramón José Simón María Bermúdez de la Peña y Montenegro del Valle-Inclán, que esta afrenta no pasaba sin su justa dosis de jarabe de palo, malandrines!
Volvieron las carcajadas hasta que el de Vilanova enarboló la gorra y nos echó del Mercedes a boinazos, incluído a Sebito, que también reía, más despejado.

Porfirio sacó del coche una bolsa que traían cuando salieron del puticlub, con embutidos de la zona, queso y un par de botellas de vino casero. Por orden más que indicación del manco, bajamos hasta un prado desde el que se dominaba todo el paisaje. El día era soleado y muy guapo, primaveral, todavía se veían brillar los neveros de Peña Ubiña, en el horizonte más al norte las sierras de Quirós y  Pola Lena y en primer termino las humbrías del valle del Pajares.

Comimos como gochinos, sobre todo Sebito que iba recuperando la color a medida que embutía chorizo, en cambio Valle parecia desganado y se retiró unos metros del lugar donde comíamos para sentarse mirando al fondo del valle con las piernas cruzadas y el torso erguido, en la posición del loto. Pero antes reconvino severamente al atolondrado mocetón, ¡Usebio, ni huelas el morapio mientras yo medito!¡Te voy a husmear el aliento y como te halle en pecado mortal te mando con la tu Jaki en el primer correo que salga de Avilés!
Sebio lo miraba con las orejas gachas, pero nosotros tres reíamos otra vez a carcajadas. El manco se volvió hacia mí y apuntándome con el muñón me dice, ¡Y usted, cataplasma, vigíleme a este zampabollos o le voy a enseñar la disciplina inglesa en griego moderno!

Después de comer y beber, a mí me entró un sopor que me dominaba, algo parecido debía pasarle a los demás porque Sebito se tumbó hacia atrás y se quedó dormido inmediatamente. Los malevos sacaron sus polvos para estimularse y al cabo de un rato, inquietos y excitados, decidieron volver al puticlub, que no distaba más de cinco kilómetros de la raya. Don Ramón continuaba sumido en su viaje astral.
Resistí cuanto pude, pero al calor de la digestión, del cansancio y del solín que nos templaba el cuerpo, acabé por caer rendido y me dormí también.

Regresaron al cabo de unas dos horas, el sol declinaba cercano ya al horizonte, desperté cuando se acercaron. Sebito roncaba a mi lado.

El gallego no se había movido del sitio pero, en la misma posición en la que lo dejamos, se había caído hacia atrás y apoyaba ahora la espalda contra la hierba con las piernas en el aire, mirando al cielo, rígido. Nos acercamos. En realidad no miraba al cielo porque tenía los ojos cerrados, estaba tieso, como muerto.
¡Don Ramón!, lo llamé un poco asustado. Nada, el viejo no respondía. ¡Don Ramón!, repetí la llamada con más fuerza. Pero Valle parecía definitivamente momificado, como si no respirara ya. En ese momento despertó Eusebio y se unió a nosotros. Al ver a su amo en ese estado se asustó y, nervioso, no se le ocurrió otra cosa que agarrarle las barbas de chivo y pegarle un tirón como para arrancárselas.

El manco abrió los ojos de golpe y nos miró con un odio concentrado buscando al culpable del tirón, sin cambiar de postura, todos nos habíamos apartado ya por precaución. Volvió a cerrar los ojos y entró de nuevo en catalepsia, rígido como un tablón.
Estuvimos unos minutos contemplándolo divertidos, hasta que el Narizotas nos hizo un gesto con las napias y lo agarramos cada uno por un lado. Pero fue echarle mano y despertar, y dice el viejo rabioso, remarcando bien cada sílaba:

¡Al que me apalpe lo escrismo!


Arcadio Turronero Caleya, pisapapeles, rapador de pación.


Lorena Corripio.   Al pasar por el puertu.


¡Salud!