domingo, 20 de octubre de 2013

Blanca Esteve


Ilustración de  Blanca Esteve  para  un poema de  Berta Piñán.
 
Detalle del faro. 
PsilicosisÉxitus. 2006.


UN MINERU BRETÓN
          REMEMBRA LA SO TIERRA
                                                                 

                                                                 LA MIO TIERRA ye Morbiham,
                                                                 la mio xente ye d'ellí.
                                                                 La mio tierra ye tamién d'agua y sal,
                                                                 la mio memoria ye acuático
                                                                 como les lloses de Morbiham.
                                                                 Equí metío, baxo'l carbón inglés,
                                                                 pueo ver tovía les cares de la mio xente,
                                                                 goler l'airín fresco de Morbiham
                                                                 cuando yera veranu y teníemos
                                                                 blancu'l corazón.

              De  UN MES.  Día 26. 
     Berta Piñán


Ilustración de  Blanca Esteve  en las páginas centrales del Éxitus, último número de Psilicosis.
Para el poema  Un mineru bretón remembra la so tierra, de  Berta Piñán.

Blanca Esteve

Buenos días. Conocí los dibujos de Blanca por mi sobrina Tania. Charlaban y dibujaban a un tiempo, a veces a dos manos, en una página de internet donde se reúnen esos locos con sus lapiceros y demás herramientas.

Entonces firmaba  La fea. Me gustaron sus dibujos y le ofrecí colaborar en Psilicosis. Preparábamos aquel año 2006 el último número de la revista, que titulamos  ÉXITUS, un eufemismo latino de uso en hospitales, sinónimo de difunto no de éxito, -ex itus, fuera del hito-, la palabra con la que se cierra la historia clínica del enfermo, ahora ya cadáver, escribiéndola en mayúsculas bien grandes encima del sobre en que se guarda todo.

Escogió los textos que quiso ilustrar, y fue una sorpresa para ella leer el poema de Berta Piñán, donde habla de Morbiham, en la Bretaña, lugar de procedencia de la familia materna de Blanca y donde ha pasado años de su infancia. Espero no ser indiscreto aportando estos datos biográficos, porque la supongo celosa de su intimidad y yo estoy de acuerdo.

Me envió tres ilustraciones, y es lástima que tampoco las fotos le hagan a ésta el honor que el dibujo merece. Lo digo porque ya el papel estucado de la revista no reproducía bien los grises, y es un dibujo donde el gris en fundamental, se palpa la humedad y la noche. Pero es difícil controlarlo todo y yo estoy contento con el resultado final, lo sentía más por ella.
Lo hizo sin cobrar un duro, nosotros no hubiéramos podido pagarle mucho más de un plato del día. Otro texto que escogió, fue uno mío de un suicidio del que fui testigo a las puertas del trabajo. Y el tercero ilustraba un relato corto del género negro con una figura femenina. Pero de eso hablaremos en el segundo capítulo, dentro de una semana más o menos.

El poema de Berta, que rehusó enviarnos inéditos, pero nos dio permiso para reeditar algunos versos, se publicó en la editorial asturiana Trabe, en Uvieu 2004. Pertenece al libro Un mes.
Nuestra selección tenía que ver con el carbón, la mina, y la nostalgia de la tierrina, cosas que nos provocan.

Un abrazo y besos en primer lugar para Blanca Esteve, a quien espero poder enviar este pequeño recuerdo. 

¡Y mucha salud para todos!
.
Alan Stivell.  Ys.



Ramiro Rodríguez Prada

viernes, 18 de octubre de 2013

Ο Γιώργος Μπάτης, Yiorgos Batis -2


Στράτος  Παγιουμτζής Μάρκος Βαμβακάρης, Γιώργος Μπάτης, Ανέστης Δελιάς.
 Τετράς η ξακουστή του Πειραιώς. El Famoso Cuarteto de El Pireo.

Μπάτης -2


Buenos días. Al hablar en el primer capítulo del carácter de Batis, su condición de hombre polifacético, y mencionar sus negocios, mitad tabernas y bares musicales, mitad fumaderos de sustancias prohibidas, olvidé apuntar otros seudónimos por los que también era conocido en el barrio: cada alias un rostro y siempre Batis.

Como director de sus particulares "academias", vamos a llamarlas asina, de baile e instrumentos del rebético, era el Maestro, Δάσκαλος; como intérprete del baglamadaki y cantante afogao, el Derviche, Ντερβίσης; y como camello del marrón de la Poli o de Persia, el Mangas del Pireo, Μάγκας του Πειραιάs.

Γιώργος Μπάτης.  Οι Φυλακές του Ωρωπου. Las cárceles de Oropos. 1934

Hay varias anécdotas de cuando regentaba estos tugurios. En una se habla de un tubo que atravesaba la pared que dividía la parte delantera del bar, legal, del fumadero trasero. Para no tener que estar entrando y saliendo continuamente del teké, y poder vigilar la puerta por si la policía se acercaba, fumaba por ese tubo, que servía también para dar el aviso en caso de peligro introduciéndolo rápidamente.

Pues cuentan que en una ocasión lo sorprendió la policía en plena faena y Batis sólo tuvo tiempo de empujar y esconder el tubo, mientras aguantaba el humo en sus pulmones.
Un policía, que lo miraba intrigado viendo como iba poniéndose progresivamente rojo y morado sin abrir la boca ni despegar los labios, le preguntó qué le pasaba, qué estaba haciendo, a lo que Batis respondió soltando al fin el humo a punto de reventar, que estaba "estudiando para fakir".

Cierta o no, la historieta da indicaciones de la picardía de Yiorgos, un ντερβίσης burlón.

Γιώργος Μπάτης.  Γυφτοπουλα.  Gitanilla. Karsilamás. 1934.

En una pequeña reseña biográfica en internet hablaban de su elegancia y de su apego a los modos refinados en el vestir de los antiguos rebetes, παλιόμαγκες. Estilo llamado πέννα (la pluma...): traje negro, camisa blanca, corbata o en su caso pajarita, y sombrero negro de fieltro. Y los stivalia, unos zapatos puntiagudos de tacón alto que gastaban ya los koutsavakika. Y no podía faltar el intenso perfume a pachulí o similares.

Los rebetes de los años 20  podían usar brillantina para el pelo, pero los kutsavakika se dice que utilizaban manteca de cerdo. Eran el hampa de Atenas desde los años de la independencia del país en el siglo XIX. Atemorizaban a la ciudad, entonces muy pequeña todavía, y dominaban algunos barrios donde ni la policía se atrevía a entrar. En muchos momentos llegaron a tener contactos con políticos que los protegían y actuaban entonces con absoluta impunidad.

En cierto modo pueden considerarse los precursores de los mangas y rebetes del siglo siguiente, quienes copiaron muchas de sus maneras, la forma chulesca de caminar y contonearse, la gestualidad y ritualismo de algunos comportamientos, o la vestimenta.

Γιώργος Μπάτης.  Ο Μπουφετζης. El del bufete. 1935.


Compartieron además los barrios pobres de la capital y sus bajos fondos, el gusto por la juerga, el alcohol y algunas formas ilegales de ganarse la vida, como la explotación de la prostitución o el uso y negocio de las drogas.

Aquellos eran aún más amigos de la pelea bronca, auténticos matones, con sus cuchillos cruzados en los fajines, su desafío a la autoridad y su desprecio por la comunidad. Y tampoco destacaron como músicos, a diferencia de la banda del Batis.
En el karaiosis, el teatro tradicional de sombras, las marionetas, que tuvieron un origen y desarrollo en Grecia bastante paralelo al rebético en música, hay un personaje que recrea la figura del kutsavakika, su facha, sus gestos, su lenguaje. Es Stavrakas, un chulo, un tipo chungo.

La generación de Batis  no llegó a esos extremos antisociales, aunque todavía tontearan con las drogas. Y en la siguiente, de Vasilis Tsitsanis, otro dandy amigo de la elegancia de los mangas, tras la ocupación, ya era apenas una mera actitud estética.

Γιώργος Μπάτης. Το μπαρμπεράκι. El barberito. 1935.

El caldo de cultivo que fue el Pireo de los años veinte, reunió a lo más granado y productivo en canciones y grabaciones, de los intérpretes del género. A la mayoría ya los mencioné, pero no sobrará repetir algunos nombres, que se vaya habituando a ellos la vista y el oído. 

Muchos eran del barrio, como Bayiadéras o Keromitis, otros habían llegado de niños con sus familias, como Deliás o el propio Batis. Expatriados como Papasoglou, Aivaliotis, Skurtis... . En fin, allí estaban también Papaioanu, Genitsáris, Mouflouzelis, Vlajos, entre otros muchos y, cómo no, los dos compañeros de Batis en el Cuarteto que faltan, Paiumtsís y Bambakaris.

Tendría que aparecer la generación siguiente, después de la Segunda Guerra Mundial, ésa de Tsitsanis, para que se volviera a repetir tal confluencia de talentos, muchos llegados a Atenas, El Pireo o el Ática desde todos los rincones de Grecia.

Γιώργος Μπάτης.  Οι σφουγγαράδες. 1935.

Batis con sus colegas a la puerta de su taberna, el  Ζωρζ  Μπατέ, en Lemonádika.

Murió en marzo de 1967 y pidió que lo enterraran con su baglamá. Allí seguirá agarrando el baglamadaki con sus huesos mondos, con esa risa abierta y sus incisivos, esas paletillas dentales, y el cabezón, el cráneo pelado que, junto al bigote, le dan ese aspecto extraño de niño canijo, viejo y guasón. El bigote ya le habrá caído a la calavera...

Como no tenía mucho que decir de Batis, me fui por los cerros de Úbeda hablando de cosas relacionadas. Pero me interesaba subir la música. Por otra parte, los temas que toqué son los colaterales del rebético, y en ésas estamos también, conviene situar a los personajes.

Γιώργος Μπάτης.  Σούχει λάχει σούχει λάχει να σε κυνηγούν οι βλάχοι


Y lo dejo con un Jasápico. Ο Χασάπικο, ya sabéis que es el ritmo de los carniceros, ο χασάπης es el carnicero y το χασάπικο la carnicería.
Es la primera canción que yo controlé de Batis y le tengo un cariño especial. Cachonda, se burla un poco de los prototipos nacionales y locales, El griego habichuela, el italiano macarrón / el turco, querido, arroz pilaf y el inglés patata..., canta en las primeras estrofas. Y después los nacionales, el del Pireo, el de Hydra, el de Kalamata mujeriego... . Y entre ellos, los de su pueblo, los de Methana, peras.

Él había nacido en Paliá Loutrá (Viejas Fuentes), de Methana, en el Golfo Sarónico, junto a Poros, porque aquel coronel antepasado suyo, había recibido unas tierras en Kaloni, a cambio de sus servicios a la patria en la Guerra de la Independencia.

Curiosa manera ésta de premiar con el patrimonio nacional a los militares y a otros colaboradores, como ya conté a propósito de la islita al sur de Creta, Gavdópula, que fue adjudicada en propiedad a una familia. En muchos casos, no está muy claro si los regalos fueron el pago al heroísmo patriótico, o nepotismo y favoritismo descarado. En realidad reproducían una costumbre, ¡a un paso del siglo XX!, que ya pusieron en práctica las polis griegas clásicas...

Γιώργος Μπάτης.  Ο Φασούλας. (O Fasulas). El Abichuela. 1936.

http://www.youtube.com/watch?v=Tfygg7ZS_Rs

La despedida una letrilla de Ο Μπουφετζης, El del bufete:

...τρία σωστά κουκλάκια,
τρεις κοπελίτσες πεταχτές
να πίνουν τσιγαράκια.

...tres muñequitas fetén,
tres chiquillas vivarachas
para fumar unos porritos.


Salud y buena música.

Barbarómiros

jueves, 17 de octubre de 2013

La tomillera en vuelo norteño


Pieses de currucas pardas, verano y entretiempo.

Con pies de plomo


Buenos días. Pues tampoco en esta ocasión sacaré a la Luna, como había prometido, la perrina de la Toña Kulensis. No la trajeron, ya está muy mayor y hoy prefiero los pinreles actuales de la curruca, con la que me volví a reunir hace cosa de dos meses, a finales de verano. Hay en el archivo fotos con la Luna de la otra vez que nos vimos, pero volveré a retrasarlas. En realidad hoy tuve que cambiar también la entrada prevista, que tenía preparada desde primavera para el Mirlo Rubio, pensando que lo vería en alguna ocasión, pero no ha sido así, a ver si para el mes que viene ya pasé por Laionsity y actualizo un poco los cariños, que los tengo arrecíos y bajo mínimos.

Ya empiezo regular y con dudas, me dicen que esa palabra no existe en asturiano, arrecío. Exista o no, para mí es andar frioleru, un poco arrugaucu y destemplau. No es que flojee el cariño, sino que se acatarra y agarra la gripe por falta de calor hupano. Y eso es justamente lo que trajo del levante levantino la curruca tomillera. Le sobran calorías a esta pájara, que derrocha cuidando enfermos, en bata, en horas de trabajo y dando patadas a un balón, en bragas, en tiempo de ocio. Y otro montón de cosas de más provecho, aunque por ella no jugaba tres partidos a tope a la semana, jugaba doce más los dos del domingo, ¡qué bárbaro!

Imaginaba que tantos días de verano sin poder entrenar le pondrían les patuques algo blandas, ¡quia!. Esos dedinos que se le ven saliendo por delante de las sandalias no son humanos, no son de carne y hueso, ¡son de fierru forjao decoraos por arriba para que den el pego! No me extriñe, como no tenía balón, andaba todo el día haciendo maratones campo a través, media maratón a derechas y media al revés. Eso por la mañana, por la tarde le daba al pedal, ¡Señor, qué salud!

Por cierto y volviendo a los pies: en verano usa sandalias para airear que imitan muy bien las de cuero, pero no os engañéis, ¡son de acero cortén! hechas por él mismo y pintadas, que ya os dije que era un manitas, aquí piesitos, o mejor patitas. Te pisa un callo con uno de esos pies y por el efecto rebote compensatorio se te sale un ojo de su cuenca. Sólo es cuestión de meterlo otra vez, pero duele.

Fueron apenas tres días que, como siempre, me supieron a poco. Creo que ya eché mano más veces a la cita del Cántico Espiritual de San Juan, Mira que la dolencia/ De amor que no se cura/ Sino con la presencia/ Y la figura..., y lo hago porque me convence. Es posible que el santu escribiera  Amor con mayúscula, pero el minúsculo se nutre de lo mismo. Esto viene a ser otra explicación de lo del cariño arrecío del comienzo. A propósito, ¿a quién se le ocurriría esa expresión de estar de cuerpo presente?, ¡pa matálo!...


Pie  de foto (¿o viceinversa?): "Esto nun ye un pie",  René...

El callo

No era gitano era payo

Estimada curruca tomillera
de vuelos largos y pies de acero
te escribo desde mi osera
compañera del alma compañera
¡no me pises que me muero!

(Se llamaba Cayetano
todos le llamaban Cayo)

No era gitano era payo

De  Letrillas escangallás. 2013.


Arctic Monkeys.  From de Ritz to the rubbel.


¡Salud, curruca, y en general a todos los pájaros pintos o pardos!

Cannavina Carduélis, pardilla común, rebétissa, psilicosa.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Ο Γιώργος Μπάτης, Yiorgos Batis


Μπάτης con el  baglamadaki.


Ο Μπάτης


Buenos días. O Γιώργος Μπάτης, de nombre Yiorgos Tsorós, Batis de apodo, alias que se ganó por un antepasado militar cefalonio apellidado Ambatis, que había llegado al grado de coronel en el ejército de liberación griego, en los últimos años gloriosos de la guerra de independencia contra los turcos, es tal vez el rebetis más popular de su tiempo, más incluso que su compañero y amigo Vamvakaris.

El siriota Markos, tendría una carrera musical más larga y acabó imponiendo sus canciones, muchas más que las de su colega, al que se le conocen apenas una veintena de registros, y también se impuso en lo físico, por su humanidad y su voz única. Pero el Batis quedaría ya como el tipo más activo y cachondo de la segunda generación de mangas.

Γιώργος Μπάτης. Τέρμα θα ρίξω εις τη ζωή. 1932

Batis era el mayor de aquella parea que se conoció en el Pireo, amigos que formarían el primer grupo de rebétika en Grecia, entre 1932-1934. Veintiséis años más viejo que Anestis Deliás, por ejemplo, nació en 1886.
Su familia se trasladó a El Pireo a principios de siglo. El padre era paleta, pero él quiso seguir la carrera de su bisabuelo y estuvo 12 años en el ejército.

Pero un rebetis como él no encajaba en las filas y en la disciplina castrense, y pasó más tiempo en el calabozo que sirviendo a la patria.

Sin embargo, todavía sacó algún provecho de su estancia en la mili y el trullo, porque aprendió a tocar el baglamá que era su instrumento en el Famoso Cuarteto del Pireo, además de poner la voz y ejercer de líder como se puede comprobar en las fotos promocionales que se hicieron entonces.

Γ. Μπατης.  Σου'χει λαχει. 1932.

Tras dejar los cuarteles empezó a tocar regularmente por el circuito de fumaderos que había por esos años en el Pireo.
En Drapetsonas, el barrio del puerto donde vivía su protegido Deliás y donde se concentraron muchísimos músicos, no sólo del rebético, procedentes de todo el mundo heleno, abrió Batis un famoso local en 1925 donde se dieron cita los maestros viejos del género, la patulea de atorrantes, y todos los rebetes en general de aquellos años.

El chamizo se llamaba Κάρμεν, Carmen. El personaje de la obra de Mérimée, que popularizó en su ópera Bizet, representa el paralelo femenino de don Juan y estuvo de moda en todo el mundo hasta bien entrado el siglo XX. Al hablar de Daisy, la novia prostituta de Deliás, ya me referí a ese papel de mujer fatal que se adjudicaba a las mujeres que se independizaban del varón y hacían su real gana, trasunto todo ello de muchas canciones rebétikas.

Y en 1931, clausurado el Carmen, abrió otro café rebetádiko en Lemonádika, más cerca de Atenas, al que le puso su propio nombre en vocativo, Ζωρζ Μπατέ, el Sors Batis! (George en inglés...). Y cuando le cerraron este, un tercero en el Pireo, ya con Metaxás en el poder.

Γιώργος Μπάτης, Σ. Παγιουμτζης.  Ζεμπεκανο Σπανιολο (Ζούλα σε μια βάρκα). 1933.

Allí el Batis ejercía de factotum. Los locales aparentaban ser academias de baile y musica, baglamá, busuki..., con algunas mesas para servir café, y mecés con uso (ouzo) o rakí. Y lo eran también, allí se educaron y aprendieron muchos futuros rebetes al contacto con los viejos intérpretes venidos de Anatolia y las nuevas remesas de mangas.

Quizá fuera precisamente ese papel suyo de docente, a la vez que divulgador y creador, por lo que se le considera el fundador, en compañía de sus tres colegas pero como cabeza visible, de la escuela rebética del Pireo, una especie de etiqueta o clasificación que manejan los que escriben de ello, la más dinámica del período de entreguerras.


Pero aquellos negocios eran, sobre todo, la tapadera de las trastiendas, fumaderos de opio y de hachís. Y de esos temas tratan muchas de las canciones rebéticas, como la anterior:

Μας φέρνει μαύρο από την Πόλη
βρε, και μαστούρια είμαστε όλοι
Τουμπεκί απ' την Περσία
βρε, πίνει ο μάγκας με ησυχία

Nos trajo marrón de Constantinopla
eh!, y todos estábamos colocaos
Fumeque de Persia
eh!, fuma en paz el mangas

Γιώργος Μπάτης.  Ατσιγγάνα. 1933.


Es una pena que no pueda usar algunas imágenes donde se le ve entrando en la cárcel, secundado por dos boqueras que lo llevan casi en volandas agarrado por los brazos. Es posible que se vea alguna imagen en algún vídeo (en el de la 1ª canción de hoy...), las fotos que he subido las tomé directamente de la pantalla rotocándolas para hacerlas mínimamente visibles.

Durante la dictadura de Metaxás, como ya dije al hablar del malogrado Deliás y de otros rebetes y rebétisas, el género estuvo prohibido y Batis, al igual que sus colegas, vivió uno de los periodos más oscuros de su carrera, sin poder tocar más que clandestinamente (en clandestinidades ya tenía experiencia...) y sin poder grabar.

Por eso todos los temas de estos capítulos son hasta ese año en que comenzó la dictadura, 1936, poco antes que la franquista. De hecho los ordené por fechas. Después de la guerra, Batis abandonó su carrera de músico profesional.
Γιώργος Μπάτης.  Ο θερμαστής. 1934.

Psiquedelia rebétika

Pero dicen que era un fenómeno buscándose la vida, aparte de un personaje gracioso que siempre tenía una sonrisa en la cara o una frase ingeniosa para todo el mundo. Otro célebre.

Compaginaba sus oficios de tabernero, empresario del rebético, músico o camello, con otros no menos estrambóticos, como curandero, fisikós, medio sacamuelas medio albéitar, podólogo especialista en juanetes, o vendedor ambulante de panaceas populares contra todos los males...
Al parecer trataba dolores de todo tipo y obtenía buenos resultados con los reumáticos, artríticos y gotosos, entre otros males que aquejaban a quienes solicitaban su ayuda, la mayoría personas humildes que no tenían para pagarse un médico.

Eran tiempos en los que todavía la cocaína o el opio, de forma legal y de manera fundamental, entraban en la composición de todos los aperitivos, jarabes, elixires y bebedizos, que envasaban artesanalmente los propios inventores, encargados también de su venta, aptos para todas las dolencias habidas y por haber.
Imagino que Batis, como viejo consumidor, conocía bien algunas de las medicinas que aconsejaba a sus enfermos... 
Γ. Μπατης.  Γκαμηλιέρικο. 1934.

Y aquí dejo este primer capítulo. Lo hago con uno de sus temas más conocidos que ya subí en un par de ocasiones, o tres, la última vez cuando me la envió el año pasado mi amigo Yianis Tsakós, apodromos. Aprovechando que estaba pintando su propia barca, había publicado algunas fotografías de ella y yo le pregunté algo al respecto. Va por él y los que hayáis llegado hasta aquí. 

Γιώργος Μπάτης.  Βάρκα μου μπογιατισμένη.  Mi barca recién pintada. 1934.


" ...me to tsibuki ".  Ésta le mola a don Ramón...

Pasado mañana más.

Salud y buena música

Barbarómiros

martes, 15 de octubre de 2013

Marcha atrás -5. Donde don Pelayo perdió pie


Bryonia dioica.  Nueza blanca.
Piloña. Asturias, otoño 2012.

Donde don Pelayo perdió pie


Ha pasado casi un año de los acontecimientos que vengo narrando en estos capítulos y dos meses desde el último episodio con el manco de Vilanova y sus amiguetes.

Con ellos quedé en lo alto de Pajares, camino de Asturias en el mercedes blanco del Legía, esperando que don Ramón Mª saliera de su nirvana budista, al que no sé si sería más exacto calificar de catalepsia, incluso de simple rigidez muscular y ósea, teniendo en cuenta la artrosis del vetusto arousano, al que le gustaría más el definitivo rigor mortis.

Me urge poner fin a este loco periplo de Difuntos, y puticlubs habría que añadir, antes de que regrese noviembre con sus fríos y sus nuevos muertos. Por eso este capítulo será breve, eso espero al menos, so pena de renunciar a parte de la historia.

El Narizotas no tenía negocios en Asturias, sólo quería controlar un par de locales, uno en las inmediaciones de Oviedo y el último en Gijón. En la capital conocía a otro político corrupto y putero de los de su cuerda con el que quería citarse, y en Gijón tenía un colega que había estado con él en la Legión, peluquero de profesión, según contaba riendo, y muy aficionado a la grifa, a la farlopa, a las putas y a lo que cayera.

Eusebio ya había espantado por completo la mona y con la dosis de chorizo del puerto había recuperado también el color rosado de sus mejillas, pero Valle seguía en el asiento trasero del automóvil, junto a su criado, mirándolo de reojo de cuando en cuando, sumido en un silencio poco habitual en él.

¿Qué le preocupa, don Ramón?, me atreví a preguntar al fin.
¡El corvejón!, saltó el viejo. ¡Se me encasquillan las rodillas haciendo el loto y veo las estrellas!
¡Será el éxtasis artríti... co!, no había terminado de decir la palabra y me soltó un boinazo coreado por una risotada general.
¡Usted limítese a su papel de tesinando y ya le daré yo entrada en escena cuando corresponda! ¡Qué carayo me va a preocupar, más que arrastrar conmigo a un rapaz a medio cocer y a un capador de lagartijas! ¡Vaya unas ayudas para mis incumplidos sueños de aventura!
Pero yo...
¡Ni peroyo ni peruyo!, ¡centola!

El Legía y Porfirio volvían a su ulular de coro bufo y el interior del mercedes era una grillera. Hasta cerca de Oviedo no hubo calma, cuando el guardaespaldas paró el coche junto a otra sala de fiestas como la de La Bañeza. Iba a ser una visita rápida y Don Ramón nos obligó a quedarnos mientras los malevos hacían su trabajo.

Yo había estado acariciando la idea de abandonar aquella barca de los locos y reintegrarme en mi hogar, aprovechando que pasaba al lado de casa, pero el genial gallego parecía volver a adivinarme el pensamiento, porque nada más quedarnos los tres solos me dice:

¡Aún no cumplió todo el Novenario de Ánimas, pollo!
¿¡Y qué hay que hacer!?, contesté con entusiasmo esperando que su humor se tornara favorable a mis propósitos.
¡Calceta! ¡¿Pero qué clase de becarios me endilgan estos burócratas celestiales?! ¡Aayyy de mis sueños!, suspiró, y continuó después en un soliloquio para sí, ¡Al cumplir los treinta años, hubieron de cercenarme el brazo y no sé si remontaron el vuelo o se quedaron mudos!...

Don Ramón..., musitó Sebito con cierto temblor en la voz, tal vez de preocupación por ver a su amo tan abatido, no era más que un niño asustado e indefenso en el cuerpo de un coloso. ¡Don Ramón!, repitió con algo más de aplomo.
¡Qué quieres, ternero!
¿Quién se quedó mudo?
¡Los sueños, modorro, los sueños de aventura! ¡Aaay!...

Porfirio y el Narizotas estuvieron poco tiempo en el puticlub, pero el mío se acaba y, como sospechaba, tendré que terminar el relato con una relación telegráfica de algunos hechos. Más adelante ya veremos si vuelvo al tema, la catarata de encuentros y peripecias es demasiado caudalosa para poder seguir su curso como quisiera.

Sebio, Valle y yo, dormimos en una casa de pueblo en el conceyu Piloña, porque don Ramón quería hacer las últimas visitas a cementerios de aquella zona. Porfirio y el Narizotas se fueron a Gijón y volvieron por la mañana.

Resulta cuando menos admirable la fidelidad y apego del Narizotas al viejo zombi que, por cierto, parecía conocer Asturias mejor que yo. En todo momento el legionario vigués y su colega el Porfirio atendieron, con puntualidad y largueza, los requerimientos y hasta los caprichos del manco, desde que salimos de Arousa. Estaban realmente a su servicio.
Y ese día nos pasearon por los camposantos que el maestro de ceremonias señaló, sin una mala cara ni un reproche, pero eso sí, con una ronda de espejo y polvos cada vez que volvíamos al mercedes. Ninguno de los tres lo probábamos, pero cuando los macarrones sacaban la papela de la perica, Valle-Inclán suspiraba, acompañando el suspiro con frases del tipo, ¡Ay de mi chibuquí! Andaba nostálgico, el pobre, de su Vilanova del alma...

En Infiesto, la cabeza del concejo, don Ramón pidió pasar el vado por donde el rey Pelayo cruzó a caballo el río Piloña camino de Covadonga en tiempo de moros. Nos obligó a Eusebio y a mí a descalzarnos para que lo ayudáramos a cruzar y que no se lo llevara la corriente. Sebito, más fuerte y pesado, aguantaba la mayor fuerza del agua cogiendo a su amo por el brazo bueno, mientras yo me coloqué a su izquierda, a sotavento de la corriente, sujetando la manga vacía del levitón del manco.

Con las perneras arremangadas, a la orilla del río, el loco genial alzó la voz antes de cruzar:

¡Adelante mi escudero, que mi caballo pie halla!...

Volvimos a la capital del Principedo por Gijón, y esa noche celebramos el último oficio de la Novena de Ánimas en la Catedral de Oviedo.

Victor Amarilio Tornadiello Fabones, localizador de toperas, tuercecuellos en caliente. 


Azam Ali.  In other worlds.  En otros mundos.



Salud