jueves, 31 de octubre de 2013

Cuento chino


Tésnica mixta sobre cartulina
Ramiro Rodríguez Prada  1994.

Cuento chino


Láo Lún Zuö, 劳伦佐, vino de muy lejos, desde la región más occidental de la Provincia del Oeste. Consiguió un trabajo en los jardines de la Ciudad Imperial. Antes había demostrado sus dotes de jardinero en la capital de su provincia, Mön Kló Nà, pero aspiraba a convertirse en el jardinero favorito del mismo Emperador.

Cuando Láo Lún vió a la princesa Lù Nà, 璐娜, saliendo al jardín del Bün Dês Tà en el crepúsculo, quedó hechizado. La observaba oculto bajo las flores de los almendros floridos, sumergidos ya en la penumbra.
Lù Nà se aproximó a un rosal y  acercó su naricilla, heredada de sus ancestros del Norte del Imperio, a una rosa. Eran las favoritas de Láo, las había mimado todo el año como a preciosos gusanos de seda, y el pobre Lún tuvo que agarrarse al tronco del almendro más próximo para no caer inconsciente al suave musgo del Bün Dês Tà rendido de puro amor.

Muchos días suspiró Láo Lún Zuö por Lù Nà mientras ponía todo su amor el el cuidado de aquel rosal, y muchos atardeceres espió sus salidas al jardín. Ella nunca olvidaba su cita con el aroma sutil de aquellas flores y acercaba su graciosa nariz a las rosas, demorándose y perfumando su rostro y su cabello. Brillaba como un lucero solitario en el ocaso Lù Nà. Láo Lún se derretía.

Una tarde ventosa de otoño, cuando empezaban a escasear las flores, Lù Nà salió al jardín, invadido ya por la sombras de la noche inminente. Láo la esperaba hacía rato, oculto entre los hibiscos blancos. La vio tan hermosa  bajo el rosal ese atardecer desapacible, que se puso al descubierto saliendo como un autómata al claro del Bün Dês Tà. Salió con la cabeza gacha haciendo reverencias, confuso y anonadado.

¡¿Tú eres Láo Lún?!, exclamó ella al verlo, ¡El jardinero que vino de Mön Kló Nà! Te conozco. Mírame, soy Lù Nà, hija del emperador.

Pero Láo no se atrevía a levantar la cabeza, sólo asentía afirmando como un camello, ¡Se odiaba a sí mismo! Pobre Láo...

Mírame, repitió ella con dulzura.  


Láo Lún Zuö fue nombrado Maestro Jardinero del Bün Dês Bà y se casó con Lù Nà. Con la llegada al poder de Mäo se dedicaron a la jardinería. En el Imperio Capitalista sus descendientes regentan negocios relacionados con las Naranjas de la China y las Flores de Pitiminí, 橙子和花Pitiminí中国.


拉米罗  罗德里格斯
Lâ mï luó  Luó dé lî gé sï
Ramiro Rodríguez

Video homenaje a la Banda Sonora Original de la película "El Último Emperador" (The Last Emperor), compuesta por Ryuichi Sakamoto y David Byrne en 1987.



身體健康!
Salud!

miércoles, 30 de octubre de 2013

Troikas Puerkas


Después de la crisis


888RRADAS

desprOporciOneS


Nos ciscamos en la 

ω   ω   ω
º      º      º
º      º      º

t   r   o   i   k   a
ω    ω    ω
O    O    O
O    O    O
O    O    O
O    O    O
O    O    O
O    O    O

Pero sobre los más pobres, los más débiles, los desprotegidos, sobre los pueblos y las patrias, sobre los trabajadores, sobre las personas... 


€llo$$  cagan  toneladas!!



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Ramiro


Cheb Mami.    Lellah Ya El Jar.


Salud

martes, 29 de octubre de 2013

O Κώστας Ταχτσής, Costas Taktsís


Detalle de la cubierta de  La tercera boda, de Costas Taktsís.
Traducción de Natividad Gálvez.
 Diseño de la colección, Enric Satué. Ediciones Alfaguara 1987.

La tercera boda
Το τρίτο στεφάνι

Buenos días. La tercera boda, Το τρίτο στεφάνι (1962), de Kostas Taktsís, Κώστας Ταχτσής, es una de las novelas fundamentales de la literatura griega moderna.

-"Por eso entiendo que me reprochen el haberme vuelto a casar en vez de intentar casarla a ella."

Ella es su hija, que sigue viviendo de sus padres a la bartola, como una condesa, tal como la califica su madre, fuente constante de preocupación y en ocasiones de angustia, presente en muchos de los monólogos y diálogos de la protagonista de la novela, Nina, que se casa entre otras razones para poder sostener a esa rémora.

-"¡Que se lleve el demonio a los que me impidieron abortar!..."

Y en el párrafo que cierra el libro, donde habla de su último marido, Zódoros, con ese bicho que es su hija:

-"Pero si llegara a ocurrirle cualquier cosa y autorizan los popes, como he oído, el cuarto matrimonio, soy capaz de casarme por cuarta vez. <Y no por nada, le he dicho, ¡tan sólo por fastidiarte!>"

La primera cita, ya en la segunda página, nos informa de que se a vuelto a casar. Lo hará tres veces, de ahí el título de la novela que en griego literal sería  La tercera corona (stefani), porque en la ceremonia religiosa del matrimonio ortodoxo el oficiante coloca una corona sobre la cabeza de los novios en señal de unión.

La historia cuenta las vicisitudes, las peripecias, la pelea diaria por sobrevivir de una serie de personajes populares griegos en un periodo que va desde finales de los '30 a principios de los cincuenta, es decir, desde la dictadura de Metaxás y la guerra con Italia, hasta los años de los presos políticos en las islas (Makrónisos, Limnos...) después de la guerra civil griega, pasando por la ocupación alemana y la guerra mundial.
Al abundar el monólogo, Taktsís ha escogido la primera persona, aunque tiene ocasión de presentar a otros personajes, como Ecavi, amiga y maestra de Nina en la vida, que le da réplica, casi coprotagonista, que cuenta su propia historia no sólo a través de los ojos de Nina, sino mediante diálogos o terceros personajes. Secundarios con una personalidad muy bien trazada por el novelista, que huelen a reales, que respiran, vivos, humanos y auténticos.

Escenarios y periodo histórico terribles para los griegos, guerras, represalias, hambrunas, miseria...y en medio de todo, la fortaleza y capacidad de resistencia de unas mujeres que llevaban la peor parte.
La voz de Nina parece al principio, y en muchos pasajes a lo largo de la novela, la de una maruja hablando con una vecina chismosa. Hoy, que tanto les gusta poner a algunos autores y editores griegos la vitola de "historia almodovariana" en las solapas de sus libros, dado que admiran al director manchego, no se la hubieran ahorrado a la novela de Taktsís de haberse escrito tres décadas después.

Al contrario, pese a ciertas similitudes, pronto la historia de Kostas va tomando cuerpo, apartándose del relato costumbrista o de clase pequeñoburguesa, para ahondar en un análisis social, que no desdeña ni lo político ni lo familiar, nacional, histórico y hasta lo personal anecdótico.
Y es ante todo una novela sobre Grecia y los griegos, sus mujeres, sus costumbres, sus virtudes, sus defectos, su vida diaria. Una verdadera lucha en una época muy difícil, con algún toque humorístico pero con más frecuencia dura y amarga. Y sin embargo llena de ternura y sabiduría. Lo mejor será que ponga, para acabar el capítulo de hoy, una serie de citas.

-"Las enfermedades, ya se sabe, vienen todas juntas"
-"...soy desconfiada y maliciosa como todos los griegos"
-"Y me quedé sola bajo la estatua de Platón, aturdida, rogando que se abriera la tierra y me tragara"
-"Ahora que el mar se ha convertido en yogur nos hemos quedado sin cucharas"
-"Nosotros los griegos no somos un mal pueblo. Tenemos cantidad de defectos, eso sí: somos desconfiados y chismosos, no nos gusta hablar bien de nadie. Pero es a causa de nuestra pobreza. Donde hay pobreza hay habladurías"
-"El dinero que ahorramos en alquiler lo gastamos en petróleo" (los inviernos de la ocupación...)
-"La noche anterior había traído más de un kilo de castañas, las primeras del año, y las puse a cocer"

La última es una cita que publicamos también en el Éxitus de Psilicosis junto a otras tres que se le parecen y que me apetece repetir aquí. La tercera, de Maqua se aparta más y sabemos que no incurrió en plagio, pero siempre sospeché de Henry Miller, casi idéntica, en una época en que el americano estaba muy al tanto de lo que se escribía en Grecia. Pongamos que es casualidad.

-"Pero cuando se es pobre uno no tiene derecho ni siquiera a caer enfermo" (Taktsís. La tercera boda)

-"Si se quiere curar necesita uno gastar mucho; la enfermedad es cosa de ricos" (I. N. Panayotópulos. Los pobres)
-"En una familia tan pobre como la suya uno no podía permitirse el lujo de caer enfermo" (Henry Miller. Con una pequeña ayuda de mis amigos)
-"(El suicidio es cosa de ricos, los pobres no tienen tiempo para suicidarse, tienen que dar de comer a los suyos)" (Javier Maqua. Dos huevos fritos)

Costas Taktsís
 Detalle de la contracubierta de la edición griega.

Y una referencia obligada a la edición española. Fue publicada por Alfaguara en 1987, traducida por Natividad Gálvez, que recibió el premio nacional de traducción al año siguiente por este trabajo; las citas de estas reseñas pertenecen a ese libro.

-"Ramona que estás ahora tan lejos"... (Tango argentino que hacía furor en la Atenas de los años 30)

Me despido con la cita de la canción. Ramona es un vals -o tango, según- escrito para la película del mismo título, de 1928, popular en todo Occidente e interpretada por Dolores del Río. La versión original en inglés recuerda poderosamente a Marlene Dietrich. La más conocida aquí creo que fue la de Gloria Lasso, pero se han grabado cientos de versiones, cantadas en varios idiomas, sólo orquestales, rockeras y hasta con bandoneón.
Los autores fueron Mabel Wayne y Gilbert Wolfe, pero cada país adaptó la canción a su idioma con la reescritura de la letra. El autor de la griega fue Andonis Plomaritis, la voz la de una reina de la canción de la época, Sofía Vembo.

Σοφία Βέμπο. Ραμονα. Sofía Vembo. Ramona. 1938.

http://www.youtube.com/watch?v=WDfM12XXdqQ

Habrá un segundo capítulo sobre La tercera boda y su autor, Kostas Taktsís. Hasta entóncenes.

Salud y unas sonrisas.

Ramiro Rodríguez Prada

lunes, 28 de octubre de 2013

Blanca Esteve -2


Ilustración de  Blanca Esteve  para un texto de  Ramiro Rodríguez Prada.
Psilicosis. Éxitus. 2006.


CONDICIONES LABORALES


                                                  Difícil olvidar al minero que saltó, hacia las ocho
                                                  de la mañana, cuando yo aparcaba para entrar a
                                                  trabajar.  Sentí como si un colchón empapado se
                                                  estrellase contra el suelo. Cayó a la puerta de Sili-
                                                  cosis y estuvo allí un rato, tapado con una manta.
                                                  Salpicó de sangre la  persiana del despacho de la
                                                  enfermera jefe,  que me  había citado  a  primera
                                                  hora para anunciar una nueva vuelta de tuerca al
                                                  garrote al que ya estaba amarrado. 

                                                  Rígido frente a la jefa, la persiana, aún echada, a
                                                  su espalda;  al otro lado  seguía tendido el  paisa-
                                                  no, a quien conocía bien porque además éramos
                                                  tocayos, pero más que el cadáver veía la persiana
                                                  regada de sangre y escuchaba el sonido,  húmedo
                                                  y compacto,  de lo que entonces, cuando aparca-
                                                  ba,  no sabía  que  era  el cuerpo  de  un  hombre, 
                                                  mientras ella hablaba y hablaba y hablaba girando
                                                  la manivela.

                                                                
                                                               Ramiro R. P. Oviedo 1999-2006.

              A Berta Piñán, complemento agrio -salvaje- de su 
         Rosa y Ramiro.


Ilustración de  Blanca Esteve  para  Condiciones laborales. Psilicosis 2006.

Blanca Esteve -2


Buenos días. Un tiempo después del Éxitus, último número de Psilicosis, donde se publicaron las ilustraciones de Blanca, le escribí una carta para agradecer su colaboración y decirle algo personal sobre lo que me parecían sus dibujos. Le envié también un quesín asturiano, de buena voluntad, como suelo hacer con algunos amigos lejanos.

En la misiva le decía que la ilustración de hoy era la que más me había gustado de la revista. Sobre todo por la elección del blanco para expresar la muerte, por la entrada del dibujo desde el lateral de la página, por su punto de vista poético que dulcifica la brutalidad del relato, o por sus virtudes cinematográficas, que también están presentes en su tercera ilustración, a la que dedicaré otro capítulo.
Me lamentaba también de la calidad del papel, como hiciera Tania, que transparenta la siguiente página, como se puede ver en la fotografía central.

Agradeció tanto las pocas palabras y los breves elogios, que me dedicó su trabajo de animación de fin de curso, Mazurka (2009): Una bailarina de danza clásica va perdiendo sus miembros mientras baila una mazurca de Chopin...
En los créditos no figura la dedicatoria, pero ella se encargó de hacerme llegar una copia donde veo mi nombre junto a esa maravilla y me emociono; el trabajo, una delicada miniatura, me parece una preciosidad y yo no tengo palabras para agradecer eso...

He visto tres animaciones de Blanca Esteve: Animación para  A Film About Home (2008),  Mazurka (2009) y Espantapájaros (2011). Las tres se podían ver hasta hace tres meses en la página de Blanca en Vímeo. Siento mucho no poder poneros las tres o, cuando menos, esa Mazurca que tanto me conmueve.

Blanca Esteve.  Espantapájaros (2011)



Ilustración de  Blanca Esteve  en el Éxitus, último número de Psilicosis.
Para el texto Condiciones laborales de  Ramiro Rodríguez Prada.

Me voy con el sombrero de Buster Keaton, uno de los detalles cinematográficos a los que me he referido.

El tercer capítulo, con la ilustración de la mujer fatal, una Rita Hayworth peligrosísima, dentro de una temporada. Acompañaba un texto de Raúl Castañón del Río, Fusión en negro; tal vez escriba una historia nueva algo más corta.

Y os dejo la Mazurca de Chopin, banda sonora de la pieza de Blanca Esteve.

Chopin. Arthur Rubinstein.  Mazurca op. 17 nº 4.

http://www.youtube.com/watch?v=idbaPu1gDPg

Salud!

Ramiro Rodríguez Prada


P. D. ¡La Mazurca vuelve a estar en Vimeo, gracias Blanca!

Blanca Esteve.  Mazurca. 2009.

http://vimeo.com/8703794

Petons!

domingo, 27 de octubre de 2013

87


Oviedo 2013.



Salí a tirar la basura



por estirar un poco las piernas, más que por auténtica necesidad. Hoy sólo tenía dos bolsas mediadas y hubiera podido pasar sin salir. Pero, al cabo de los años, esto casi ha llegado a convertirse en una rutina biológica, como cuando aprieta el hambre por la mañana a la hora del pincho, o las ganas de cagar tras la lectura de la prensa matutina. La bondad de la noche me recompensó el pequeño trabajo diario, porque la temperatura parecía más propia de un veranillo otoñal, que de un invierno anticipado de finales de octubre. Había en el aire fragancia de flores silvestres recién cortadas y todo invitaba a dar un paseo. Se oía música. Metí las bolsas en los cubos y seguí caminando hasta la cercana plaza. Junto al punto limpio -de esta confluencia de calles en un pequeño jardín, más que plaza, para ser exactos-, cuatro tipos de una charanga, trompeta, tuba, violín y acordeón, atacaban lo que me pareció una marcha fúnebre bufa. Algunos vecinos, animados por la dulzura de la noche, habían bajado sillas plegables de sus pisos y escuchaban el improvisado concierto, muy atentos y felices, rodeando a los músicos. En el espacio entre los espectadores y los intérpretes, éstos habían colocado una anticuada maleta de cartón, abierta; la reliquia de un bohemio trotamundos, tal vez el estuche del instrumento de un músico, ambulante como ellos, donde brillaban ya algunas monedas. Escuché tres temas, que parecían variaciones de una pieza para funeral. Eran lentos y tristones, pero sobre todo los tocaban tan mal que noté cómo se me iba bajando el vacilón de la salida y empezaba a deprimirme. La tortura a la que sometía el violinista a su pobre minino ¡ponía los pelos de punta! Dejé mi contribución y tomé las de Villadiego acompañado por los últimos compases de aquel requiem que, acercándome ya al portal, se iban perdiendo en la distancia.



Vinicio Capossela.   Il ballo di San Vito.





Salud y felices pesadillas.


ra